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Categoría: Entre Amig@s

¡¡¡¡Sólo para Mujeres!!!!

Estaba un grupo de muchachas en un bar sólo para mujeres.
Pasaron por ahí unos muchachos ofreciendo boletos para una rifa:
-¿Qué rifan?
-Hacemos realidad tu fantasía sexual
-Guauuuuu ¿en serio?, ¿lo que sea?
-Que se pueda realizar aquí, con lo que tenemos.
Yadira respondió cuando le insistieron en que comprara uno: Noooo, ¿qué tal si gano?. Finalmente compró, también Briza. Divertidas hacían bromas acerca de las fantasías que pedirían si ganaban el premio. A mi me gustaría penetrar a mi hombre;. Entrar con un dedito por el ano y encontrar su punto g.
-¿Los hombres tienen punto g?
-¿No lo sabías?, el punto g de los hombres está dentro del ano; pero son tan necios que casi ninguno lo sabe o lo quiere aceptar. Esa es mi fantasía; si gano se la voy a pedir a ver si me la cumple.
¡Yadira ganó el premio!. Sorprendida recordó cuando dijo; ¿Y qué tal si gano?. Un galán apuesto y musculoso, vestido en blanco desde zapatos, pantalón recto con tirantes, camisa bombacha de seda abierta al pecho preguntó por ella:
Yadira no cabía de vergüenza y emoción; intentó esconderse pensando por momentos que no era premio, sino castigo lo que venían a ofrecer. El muchacho se sentó al lado; tomó su mano; delicadamente la invitó a ir con él. Se alejaron entre las mesas; las muchachas los vieron perderse al fondo en la zona privada. Entraron en un reservado; parecía un gimnasio con piso de madera y un gran espejo. No era muy amplio pero el vidrio daba la ilusión de doble espacio: la cama pequeña, cabecera con dos buroes, varias sillas, un equipo de audio y video se acomodaban de manera claramente improvisada. No había calidad en la decoración; acaso dos lámparas de mesa con pantallas cónicas mas bien corrientes. El baño era amplio; construido para que el grupo de atletas se duchara después de sus ejercicios; en un rincón se hacinaban piezas de gimnasio.
Sentados iniciaron una charla casual para tranquilizar el ambiente. El joven se presentó:
-soy Rafael; me dicen Rafa, aquí se cumplen las fantasías de muchas mujeres; si me dices la tuya, haré todo lo posible por cumplirla.
Ella dudaba, en su mente bullían varias pero había confusión. No estaba segura de que las fantasías declaradas en la mesa de diversión con amigas, fuesen viables y solicitables. Ni siquiera tenía certeza de desearlas realmente. Como mujer joven no tenía costumbre de pagar placer sexual; jamás recordaba haber tenido la iniciativa en algo tan atrevido y por lo tanto aunque tenía fantasías que bien pudiesen darse ahí; no se sentía suficientemente osada para declararlo y pedirlo así nada más a un desconocido. Podía retirarse simplemente y darse por cobrada el premio pero sabía que tenía una gran oportunidad para conocer algo diferente, excitante y divertido. El nivel de excitación subió con la presencia del hombre que la trataba con dulzura pero al mismo tiempo acosaba sus encantos intentando tocarla, hablarle, susurrarle y besarla. Finalmente dijo:
-Quiero el show para mi solita; el más caliente que tengas; necesito verte completamente desnudo, erecto y empinado, con tu trasero a 20 centímetros de mi cara; que me dejes acariciarte, tocarte, lamerte y cogerte si quiero o por lo menos, meter mi dedito en tu agujero. ¡esa es mi fantasía!.
Asombrada de tanto atrevimiento; pero decidida a ser al menos por esa noche una mujer “mala”, retiró el blazer, se acomodó en la cama recargada en la cabecera frente al gran espejo; sin zapatos, sin medias, abrió las piernas exhibiendo un paisaje de carne blanca parcialmente cubierta por la falda color de rosa.
Se escuchó música, un ritmo de moda en ese tiempo: “Macarena”. Rafael se movía al ritmo con elegancia viril. El atuendo blanco le daba porte para seducir y cautivar. Con ademán estudiado apagó unas luces y encendió otras logrando imagen de espectacularidad. Danzó siguiendo la rutina convencional de la melodía. Destacaba el movimiento de brazos y manos; también de la pelvis que perfilaba los glúteos redondos, proporcionados, musculosos, duros. Al cambio de ritmo comenzó el retiro de prendas. Salió la camisa descubriendo un hermoso bronceado en el torso. Sin perder la cadencia, Rafael posó de frente y espalda para agasajar la vista de la dueña de la noche. Ella también había aligerado ropa; se quitó la blusa blanca, la falda y de pronto lució sus íntimos decoros también blancos: tanguita muy breve, brasier de fino encaje y un mini fondo en seda.
Asombra el diseño de la ropa que usan para el show. De un tirón salió el pantalón arrojado al piso. Yadira pudo ver al muchacho de frente luciendo un pequeño calzoncito dorado que cubría apenas el bulto fálico y vellos pubianos; en el espejo la espalda y nalgas de su hombre. Por momentos tuvo la ilusión de estar con dos machos para comérselos ella solita. Sintió la necesidad de caricias pero no podía interrumpir el show que prometía tanto; por ello se las proporcionaba sola: masajeaba sus piernas; pellizcaba levemente los pezones con breves pasaditas al pubis y la vulva por encima de la ropa íntima. Rafael sabía muy bien del poder de excitación del show nudista; había visto mujeres salvajes arrojadas al hombre a violarlo peor que animales, había sido atacado tumultuariamente por hembras temblando de lujuria y también recordaba haberlas observado cómo se masturbaban hasta el orgasmo durante el espectáculo. Bailando se acercó a Yadira, acercó el pene muy cerca de su cara sugiriendo sin hablar que ella retirara la tela; lo hizo a dos manos descubriendo un hermoso miembro pelado; no muy grande pero suficiente para recrearlo al tacto y al gusto. Lo tomó con la mano; hizo ademán de pelarlo y volverlo a cubrir con el prepucio dos veces como masturbando al muchacho que ya estaba muy excitado; emitía por la puntita gotitas de un fluido lechoso, espeso que ella recogió a lengüa viva. Comprendió que era su momento; dueña de la situación, tomó al joven de las caderas y le dio vuelta. Tal como había pedido, como había fantaseado tantas veces, tenía frente a sus ojos la simetría y perfección de la naturalezsa; la dureza del metal, el calor de un horno, el color de piel sin bronceado. Con un movimiento empinó al muchacho; acarició con lascivia sus nalgas, pasó las manos por la entrepierna palpando desde el pene, los testículos y el ano. Acercó la cara para oler y gustar también. Se puso de pie: desnuda untó el monte de venus en el trasero de Rafa; se quedó ahí un momento fantaseando:… ella tiene el papel activo; no es hombre pero manda en la relación; somete a su pareja como a ella le han hecho muchas veces; Es el morbo de recibir placer al mismo tiempo que se da: dame lo que necesito y te doy porque también necesito darte. Metió dedos en la vagina para recuperar lubricante, lo puso en el periano buscando al tacto el punto penetrable; entró sólo la puntita de un dedo; el macho dio un respingo y se propuso ayudar; para hacerlo más fácil dijo:
Lubrica muy bien, masajea con cuidado y ve metiendo el dedo poco a poco.
Así lo hizo, en minutos estaba ahí palpando, buscando, entrando, saliendo. El joven bramaba presa de la excitación; con ese estímulo le sucedió lo que a ellas cuando les encuentran el punto g. Él sabe cuidarse, controlar sus orgasmos pero cuando le tocan ahí se deja ir sin reservas. No pudo más; se corrió en pulsos intensos de semen blanco, vivo, caliente. Ella también se vino sin tocar nada; el sólo estímulo visual y psicológico le desencadenó un gran orgasmo.
La fiesta siguó en la cama. Más allá de fantasías, de premios recuperados, gozaron a la manera convencional; ella arriba porque el gozo de tener el control no es algo que se pueda vivir sólo una vez.
Los estímulos eróticos que una mujer recibe en Chipendale la dejan en un estado de excitación que sólo pueden bajar una cadena de orgasmos. Algunas los tienen ahí mismo; otras tendrán que esperar a llegar a la casa para saciarse en pareja o a solas con el cuerpo y fantasías que al fin y al cabo liberan la tensión y ayudan a la salud. ¡salud!
Datos del Relato
  • Autor: Fernando
  • Código: 13179
  • Fecha: 29-01-2005
  • Categoría: Entre Amig@s
  • Media: 5.03
  • Votos: 32
  • Envios: 5
  • Lecturas: 2334
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