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Mordiendo sus duros pezones

~~Como de costumbre, bajé a comprar el periódico el domingo por la mañana, a la papelería de debajo de mi casa. Era una mañana fría de invierno y el viento soplaba cortante como afilados cuchillos. Abrí la puerta de la tienda y como siempre allí estaba ella, Belén que así se llamaba la tendera, es una mujer de unos 40 años, pero a primera vista su carita de ángel hace que parezca 10 años más joven.
 Hola Antonio, ¿cómo estás? lo de siempre ¿¿no?? Siempre me regalaba esa sonrisa de niña buena que tiene, junto con esos pechos turgentes que me vuelven loco y que me están creando una obsesión cada día mas agudizada por mi mente calenturienta.
 Belén suele vestir con ropa ajustada, sabe que le queda bien, que resalta sus pechos, unos pechos grandes y redondos, con unos pezones marcados bajo esa tela ajustada que siempre lleva, están apretados y siempre erectos, recibiendo a los clientes con un saludo sexual que los vuelve locos.
 Le aboné el periódico y me fui deseándole buenos días.
 Cada día me embelesaba mas esa mujer y tenía cada vez más ganas de ver esos pechos libres como el viento, fuera de esa tela que los oprime.
 La verdad es que teníamos algo de confianza ya que era cliente habitual y algunas veces coincidíamos en el vecindario. Mi obsesión era tirarme a mi dependienta favorita, pero era un deseo difícil de realizar.
 Al domingo siguiente entré más temprano de lo habitual, y ella estaba en la trastienda arreglando los periódicos, que iba a vender esa mañana.
 ¿Belén, estas ahí?? Te dejo el dinero y me llevo lo de siempre.
 Antonio, anda, pasa y échame una mano a ver si puedes ayudarme, estos periódicos me van a volver loca.
 Pasé a la trastienda y casi me da un Soc. cuando la vi. Estaba agachada, frente a mí, llevaba un top que dejaba ver el principio de sus grandes pechos, comprobé que no llevaba sujetador y que sus tetas libraban una gran batalla por permanecer dentro de su prisión de tela. Me quede como embobado mirando esos pechos que me vuelven loco y que me obsesionan.
 No te quedes ahí pasmado entra y ayúdame que esto pesa un montón. Me agaché delante de ella. Sus pechos se movían al son de su agitada respiración como volcanes a punto de tener una erupción, y mi polla reaccionó al instante como queriendo salir y evitar esa erupción. Nos levantamos y ella me miraba con una sonrisa pícara en su boquita, perfilada por unos labios que llamaban a gritos a mi cetro enhiesto para calmar su sufrimiento.
 Vamos a poner estas revistas en el otro lado me dijo. Se giró y se agachó a coger las revistas y lo hizo sin doblar las rodillas, ofreciéndome la grandiosa vista de su magnífico culo, llevaba unos pantalones ajustados que marcaban ese precioso culo. Estaban un poco bajados y pude ver su tanga de hilo dental que sobresalía por los pantalones. Aquello era demasiado para mí. Me tenía loco, me estaba empezando a doler la polla de tanta erección contenida. Se volvió y dejo las revistas a mis pies. Al levantarse se quedó mirando mi paquete que abultaba bajo mi chándal, no lo podía ocultar, tenia un bulto enorme entre las piernas. Yo no podía reaccionar estaba hechizado por sus encantos. Me miro y riéndose me dijo. Parece que tu amiguito también me quiere ayudar.
 Su mano se poso directamente sobre mi paquete.
 Hola, soy Belén, encantada de conocerte. Y sacó mi polla cogiéndola como si fuese una mano y estuviese saludándola. Se arrodilló y abrió sus labios engullendo mi polla hasta dentro. Si hubiese visto mi cara seria la de un idiota embobado. Sus labios aprisionaban mi pene, jugaban con el tronco mientras sus manos agarraban y presionaban mis huevos. Lamía mi glande lo chupaba, pasaba la lengua por todo mi tronco mientras sus ojos miraban directamente a los míos. Era experta chupadora, se veía que le encantaba hacerlo, lamía mi polla desde la base de los huevos hasta la puntita, deteniéndose en ella y sorbiéndola, mordisqueándola, era la gloria. Escupía en mi capullo para lubrificarlo bien y se lo volvía a meter hasta el fondo. Me daba mordisquitos en la polla me apretaba los huevos como queriendo sacar toda la leche que contenía.
 Umm cariño, qué bueno que está este churrito, es delicioso, rellenito de crema.
 Se levantó y sus labios me besaron, estaban llenos de saliva y de líquido de mi polla, me excitó sobremanera el saborear su boca con mi líquido preseminal en ella.
 Te gusta tu tendera, ¿eh ,Antoñito?? Vamos a pasar un ratito divertido creo yo jej. La cogí y besé su boca, mis labios buscaban ese fuego que ella desprendía para intentar calmarlo, apagarlo con mi lengua. Cogí su top y se lo saque, su par de tetas rebotaron arriba y abajo al liberarlos del tejido que los oprimía y sus pezones duros como piedras me miraban agradeciéndomelo. Empecé a mamarlos como si me fuera la vida en ellos, los lamía y mis manos se posaban en sus tetas imposibles de abarcar, gastaba una 110 por lo menos. Chupaba como un niño hambriento arrancándole gemidos que resonaban por toda la tienda.
 Sigue así mi bebe chupa toda la lechecita de mamá.
 Amasaba sus tetas mientras mis labios chupaban sus pezones y mis dientes mordían y mordían esos pezones que cada vez estaban más duros y sensibles. Belén no dejaba de gemir. Bajé por su vientre lamiéndolo, besándolo, pasando mis dedos suavemente por su piel de terciopelo, me detuve en su ombligo, adornado por un piercing. Mi lengua jugueteaba con él, sorbía como si quisiese arrancárselo, y ella arañaba mi espalda por el placer que le estaba dando y me susurraba obscenidades al oído.
 Vamos, sigue así, qué gusto, vamos, chúpame toda, lámeme, venga mi papi, dame gusto, dame caña, cabrón.
 La tumbé en el sofá de la trastienda y le bajé los pantalones. Pude ver ese tanga que antes apenas pude adivinar. Apenas tapaba su rajita húmeda y tenía una gran mancha de humedad vaginal en él. Estaba supermojado.
 ¿Has visto cómo me pones Antonio.?? Estoy empapada, mi tanguita ya no puede absorber más.
 Tranquila que ya recogeré yo tus flujos, belencita. Me estás volviendo loco, cariño.
 Le quité el pantalón y el tanga y la dejé toda desnuda para mí, pude comprobar el olor a sexo que desprendía.
 Venga, nen,e comételo, es tu suplemento dominical, vamos hazme vibrar, cabroncete. Me vuelves loca, me he masturbado tantas veces pensando en ti y ahora no voy a dejarte escapar. Venga, chúpame el coño, venga vamos, cabrón hazme gemir como a una perra en celo.
 Mis labios se pegaron como ventosas a sus labios. Los chupaba los separaba con mis dedos y metía mi lengua en ellos, los lamía, los chupaba. Mordisqueaba sus labios para ir sacando poco a poco su clítoris, que empezaba a salir de su capuchón. Lo tome entre mis labios y lo chupé como si me fuera la vida en ello. Ella se arqueaba y gemía, se retorcía de placer. Chupaba su clítoris y mis dedos abrían su rajita para buscar esa cavernita de deseo. Mis dedos empezaban a resbalar dentro de su coño, mojado como una fuente.
 Vamos hazme vibrar me decía. Tres de mis dedos estaban dentro de su coño, entrando y saliendo, moviéndose en su interior. Ella se tocaba las tetas, se las amasaba y pellizcaba sus pezones. Mis dedos trabajaban su coño y uno de ellos su ano. Empezaba a entrar en él. Lo mojaba en sus flujos y apretaba para que se fuese introduciendo en su culito prieto. Cada vez mi ritmo aumentaba mis dedos salían y entraban a gran velocidad y noté cómo su cuerpo se puso en tensión, se arqueó y un grito salió de su garganta, note mi mano mojada y llena de flujos, se había corrido, me agaché a saborear su néctar, su flujo, era sabroso embriagador. Sus ojos se quedaron en blanco y me dedicó una de sus mejores sonrisas. Me cogió y me quito la ropa me tumbo en el sofá y me dijo.
 Cabrón, esto lo vas a pagar caro, todo este placer te lo voy a devolver con creces ummmmm.
 Se montó encima de mi polla que estaba como el cristal de dura. Empezó a cabalgarme, como una amazona domina a su caballo. Subía y se dejaba caer arrancándome gemidos de placer, sus movimientos eran expertos salía toda mi polla de su coño y luego se dejaba caer hasta que mis huevos hacían tope. Estaba que no podía más, notaba que me iba a correr de un momento a otro. Ella entonces paraba el ritmo y se movía suave delicadamente. Tras unos instantes volvía a acelerar el ritmo.
 Vamos, caballito, te voy a domar. ¿Te gusta, verdad? Vamos, fóllame duro, vamos.
 Sí, Belén, fóllame, fóllame.
 Era un placer ver sus tetas moviéndose delante de mi botando sin parar arriba y abajo. Estiraba mi cuello para chuparlas las cogía con mis manos y las besaba, les daba mordiscos a sus duros pezones.
 Belén me voy a correr, cariño, me voy a correr.
 Espera, cielo, aún te queda algo que te maravilla sin probar.
 Se salió de mí y se tumbó en el sofá. Se agarro las tetas con las manos y me dijo.
 Venga cabroncete, fóllame las tetas, son todas para ti, venga, fóllamelas.
 Mi polla desapareció en esas montañas de placer. La metí en ese maravilloso surco y empecé un vaivén loco y rápido por entre sus pechos.
 Belén, me corro, me corro
 SIIIIIIIIIIIIIII ,SIIIIIIIIII, CÓRRETE CABRÓN, DAME TU LECHE VAMOS TENGO HAMBRE
 Mi cuerpo se arqueó y salieron despedidos varios chorros de semen que impactaron en su cuello y en su cara, ella la agachó para que le llegaran a sus labios, pómulos, ojos, pelo. Nunca me había corrido tanto y quedó llena de mi leche. Ummmmmmm, Antonio, qué desayuno más rico.
 De repente se abrió la puerta de la trastienda y apareció su hija. Tendría unos 20 años, l.80, larga melena, ojos negros. Vestía un pijamita de dos piezas que dejaba su barriguita al aire. Tenia unos pechos parecidos a su madre y un culito respingón de ensueño.
 Se acercó a su madre y le dijo: ?'Mamá se te ha caído el desayuno por la cara. Déjame que te lo limpie.''
 Y empezó a limpiar con su lengua los restos de mi corrida, saboreándolos y lamiéndolos de la cara y pechos de su madre. Pero esto es otra historia que ya contaré.

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