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Categoría: Incestos

Entregué mi esposa a mi hijo

Entregué mi esposa a mi hijo, porque se lo merecía.



Mi nombre es Marcos, tengo 42 años y soy viudo desde hace 10 años.



Tengo un hijo de 18 años que se llama Andrés y es estudiante universitario, se encuentra en el primer año de abogacía. 



Hace un año me casé otra vez, ella se llama Florencia, tiene 34 años y es una mujer muy atractiva. Vivimos los tres juntos en un piso de Monterrey.



Un sábado a la noche, Andrés se preparaba para salir a divertirse con sus amigos y se fue a duchar.



Justo en ese momento me dieron unas ganas imperiosas de orinar y el baño de servicio estaba roto, por lo que me puse a orinar mientras mi hijo se duchaba. Todavía no había terminado de orinar, cuando Andrés abre la cortina y queda completamente desnudo delante de mí. Me sorprendió el gran pene que tenía mi hijo, aunque estaba flácido se notaba que era mayor al mío. Instintivamente, miré mi pene que todavía lo estaba agarrando para orinar y mi hijo se dio cuenta.



—Parece que te he sorprendido papá, creo que la tengo más grande que el  tuyo, jeje.



—Que te crees nene, espera a que se me pare y vas a ver. - le dije.



—A ver nada, yo la tengo más grande. ¿Te gustaría un reto?  - me pregunta poniendo cara de burlona.



–Reto, de qué? - digo.



–De quien la tiene más grande cuando esta parada. -agregó Andrés.



–Ja ja. Hijo llevas las de perder, te voy a ganar. ¿Qué apuestas?



—Se me ocurre algo, si tu ganas te coges a mi novia mientras yo veo, pero si yo gano, me cojo a Florencia mientas nos miras.



–Está bien, es justo. ¿Te animas?



—Lo hacemos mañana a la mañana? - preguntó.



–Ok!



A eso de las 11 de la mañana, Florencia salió a comprar tallarines a soriana. 



Con Andrés estábamos viendo un partido de futbol en la tele y cuando mi esposa salió, nos miramos con mi hijo.



–Estas preparado a que tu hijo se coja a tu mujer con una pija más grande? 



Trae una película porno para calentarnos. - dijo mi hijo con un tono desafiante.



La seguridad con la que me habló mi hijo, me preocuparon, el parecía estar muy seguro de ganar. Además, yo me había tomado esto como un juego, pero ahora dejaba de serlo. Cuando acepté el reto, no tuve en cuenta que su pene estando flácido ya era más grande que el mío.



Puse la película porno y al cabo de unos minutos nos comenzamos a tocar por arriba del pantalón. Después cada puso su mano debajo del pantalón y seguimos por un rato.



–Ya estoy listo papá. - me dijo mi hijo.



—Yo también. - contesté.



—A la cuenta de tres. Uno, dos y tres.



Sacamos las pijas al mismo tiempo para compararlas. Ya a simple vista, mi hijo me había derrotado, se notaba claramente que su verga era más gorda y más larga que la mía.



—Bueno papá, creo que soy el claro ganador.



—¡¡¡No puedo creerlo, como pude hacer esta apuesta estúpida!!!- yo estaba furioso.



–Las apuestas hay que pagarlas y si soy un hombre de palabra, como creo que soy, no vas a negarte a ello.



—Hijito yo soy un hombre grande y asumo mis responsabilidades, si te tengo que entregar a Florencia, lo voy a hacer.



–Ok, que bueno que pienses así, padre.



–Yo te tengo que dar el ejemplo, hijito.



–Gracias pa.



—Pero, que pedazo de verga cargas, es mucho más grande que la mía. ¿Las medimos para comparar?  -pregunté.



–Dale.



La mía fue de 17cm de largo por unos 3,5 cm de diámetro, no creo que sea un mal tamaño, pero la de mi hijo tenía 25 cm de largo y 7 cm de diámetro. Pero no solo era la verga más grande, sus testículos doblaban el tamaño de los míos. En la comparación, parecía que el adulto era él y yo era el adolescente.



Mientras estábamos todavía con los penes al aire, sin darnos cuenta, aparece delante nuestro Florencia, que se quedó inmóvil por unos segundos.



–Qué es esto? ¿Qué están haciendo?  - preguntó ella.



–Te estábamos esperando. -le dije.



–Para hacer qué? - preguntó con mayor asombro.



–Quiero que Andrés tenga sexo contigo. - contesté.



–Están los dos locos. - gritó.



–¡Vamos, mujer!! ¿Mira el pedazo de verga que tiene mi hijo, decime si no te gusta?



–Qué? Si la tiene más grande que tú, pero no voy a hacer nada.



–Florencia te va a gustar estar con mi hijo, anímate.



–No!!!-gritó ella, con lágrimas en los ojos.



–Déjate de dar vueltas y ven a chuparme la pija de una vez por todas! Si, se te hace agua la boca. -dijo Andrés con un tono autoritario y convincente.



Sin decir ni una palabra más, mi esposa se abalanzó sobre la verga de mi hijo. La chupaba como desesperada, se la metía hasta la garganta. Cada tanto la miraba y admiraba.



–Que grande que es esta verga! Marcos, tu hijo la tiene enorme.- dijo Florencia.



–Si, la tiene más grande que yo.- le dije.



–Te va a gustar mucho cuando te la ensarte toda.- agregó Andrés.



Mi hijo le sacó su verga de la boca de Florencia, le levantó la falda a mi esposa y comenzó a chupar su vagina.



Mi esposa gemía como nunca. Luego se acostó sobre el sillón y mi hijo se la puso en la concha. Florencia estaba loca de placer, gemía y gritaba. Mi hijo la ponía y sacaba toda, luego bombeaba un rato. Mientras tanto, Andrés me miraba de una manera soberbia, haciéndome notar como hacia gozar a mi mujer.



Yo no pude aguantar y comencé a hacerme una paja viendo esa escena de sexo.



Luego Andrés hizo que mi esposa se pusiera en cuatro patas y siguió penetrándola por la vagina. 



Mi mujer estaba totalmente entregada a él. Luego mi hijo saco su verga de la vagina de mi esposa y se propuso a penetrarle el culo.



 –No nene, por el culo no se la metes.- grité yo.



—Si papá, le voy a hacer el culo como nadie se lo hizo jamás.- me dijo Andrés.



–Pero yo nunca se lo hice antes.- dije.



–Yo soy virgen de la cola.- agregó mi esposa.



–Bueno ahora vas a dejar de ser virgen de la cola.- dijo mi hijo.



–No Germán, yo quiero ser el primero.- le dije yo.



–Padre, has perdido la oportunidad de ser el primero.



–Pero no es justo.- dije.



—Florencia, te gustaría que te desvirgue yo el culo o que lo haga mi papá?- preguntó Andrés.



—Quiero que me lo hagas tu Andrésito. Perdón Marcos, tú me entregaste a tu hijo y ahora no me puedo resistir.- dijo mi esposa.



Sin perder tiempo mi hijo le ensartó su gran verga en el culo a mi esposa, ella pego unos gritos desgarradores al principio, pero luego con las envestidas de mi hijo, esos gritos se transformaron en gemidos de placer. Su ano estaba cediendo y ella se acostumbraba al placer. Yo no paraba de pajearme viendo a mi hijo como culeaba a mi esposa con tanta potencia.



–Te gusta cómo te hago la cola madrastita?- pregunto Andrés.



–Si me enloquece, es un placer increíble, que nunca experimenté antes.



–Y a ti papá, ¿te gusta como hago gozar a tu esposa?



–Si hijo, veo que eres mucho más hombre que yo, el macho que mi esposa necesitaba. Estoy muy orgulloso de cómo has crecido- contesté.



Luego de unos minutos, Andrés comenzó a moverse más veloz. Estaba por acabar en el culo de mi mujer, pero en el momento justo, saca su pija del culo de mi esposa y se la pone en la boca, llenándola de leche. Florencia se la tragó toda y con su lengua limpió la verga de mi hijo.



–Wow! Que cantidad de leche me hiciste tragar Andrés, tu padre acaba de a gotas, no puedo creer que salga tanto esperma de una pija.- dijo Florencia.



–Te gusto mi lechita?- pregunto mi hijo.



–Me encantó.- respondió ella.



–Bueno ahora te voy a dar más.- agregó Andrés, que ya estaba empalmado devuelta.



–Otra vez?- pregunta mi esposa.



La puso en cuatro patas nuevamente y se la enterró en el ano hasta el fondo. Mientras la bombeaba, mi hijo me miró como yo me estaba pajeando.



—Veo que estas disfrutando mucho papá.- me dijo.



–Si hijo, esto es muy excitante.



–Acércate mejor y mira bien de cerca, papá.



Me acerqué y me hizo ver, a unos pocos centímetros, el ano de mi esposa penetrado por su pija. Era increíble lo que veía, la verga de mi hijo entraba y salía, mientras el culo cedía. Yo me pajeaba sin parar y mientras la estaba penetrando, él me preguntó.



–Te gusta lo que ves papá?



–Me encanta hijito.



–Y ahora?- pregunta.



–No entiendo.- dije yo.



–Y ahora, si te gusta tanto, que me dices?



—Gracias, Andrés, hijo mío, por hacerme experimentar algo así.- respondí.



–No estás entendiendo padre. Si te gusta tanto, no te gustaría verlo otra vez?



–Por supuesto, cuando tú quieras.- respondí.



–Solo una vez más?- preguntó Andrés.



–Hijo, desde hoy en mas, vas a tener a mi mujer cuando tu quieras. Hoy te convertiste en el macho de la casa y mi esposa, es ahora tu mujer.- dije, convencido de mis palabras.



–Entendiste putita? Vas a ser mía cuando yo quiera.- le dijo a Florencia.



–Si Andrés,  ahora soy tuya para siempre. Tu padre nunca me va a poder hacer sentir lo que tu  me haces sentir.- respondió ella.



–Además, como te estoy dejando el culo abierto, el pitito de papá te va a bailar ahí dentro. Jaja.- dijo Andrés burlándose de mí.



–Si, es cierto.- dijo ella.



El siguió culeando a Florencia un rato más y yo seguía viendo de cerca como entraba esa enorme pija en el culo. Entregado a mi excitación, me acerqué todavía más y con mi legua empecé a lamer el orificio del ano de mi esposa, pero también el dorso de la verga de mi hijo. 



El gusto a los fluidos anales de un culo penetrado me encantaba, era una mezcla con gusto a verga. Andrés comenzó a moverse más rápido, pero yo seguí lamiendo muy excitado, de repente, mi hijo me sujeta la cabeza, saca su verga del culo y me lo pone en la boca, descargando toda su leche. Me la hizo tragar toda, sin que yo pudiera zafarme.



–Te gustó mi leche papá? Es para que te quede claro quién es el macho de la casa.



Después de ese día, mi hijo tuvo sexo con mi esposa cuantas veces quiso. 



Lo hacía generalmente en mi presencia, para demostrar que era mejor que yo. A mí, no me quedaba otra cosa que hacerme una paja cuando los veía. 



En otras ocasiones me dejaba penetrarla, pero era para burlarse de mí, mi pija bailaba en el orto de Florencia. 



A pesar de todo, me fui acostumbrando a ser dominado por mi hijo y lo disfrutaba mucho.



Además, nuestra relación entre padre e hijo mejoró notablemente, aunque ahora era él quien ponía las reglas, nos transformamos en una familia más feliz.



Nunca me voy a arrepentir de haber entregado mi esposa, al macho de mi hijo.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 8
  • Votos: 2
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3363
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