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Categoría: Incestos

Buscando consuelo en mi hermano

Habían pasado unos días desde que mi profesor de química me forzó a tener sexo con él. Al terminar la primera sesión de un curso sabatino de regularización que él impartiría en su casa, me sometió y me dio una cogida tremenda, y aunque al principio me dio miedo, terminé cediendo y convirtiéndome en su esclava sexual durante los siguientes siete fines de semana; descubrí así uno de mis lados más pervertidos, descubrí también lo mucho que me gusta que me penetren por atrás y bueno, como ya te platiqué, guapo, la espera de una semana hasta la segunda clase fue un tormento para mi, no podía parar de desear ser sometida de nuevo para recibir en mi ano las metidas de verga que tanto me gustaron, cada noche intentaba calmar mi apetito masturbándome, hasta que no fue suficiente.



El lunes que siguió a la primera clase en casa del profesor, mi tío Pablo nos llevó a mi hermano y a mi a nuestras respectivas escuelas, como de costumbre; hacía poco que mi tío y yo habíamos cogido por primera vez, en una ocasión en que entré a su casa, poseída por los celos que me dieron, cuando me enteré que mi mejor amiga le había mamado la verga a mi tío justo la noche de mi fiesta de cumpleaños. Bueno, pues de vuelta al lunes en la mañana, cuando íbamos de camino a mi escuela luego de dejar a mi hermano, comencé intencionalmente una conversación sexosa con mi tío -¿Alguna vez te has cogido a una chica por atrás, tío?- Le pregunté como si nada cuando él detuvo el auto en un semáforo. -Sí, Candy, pero es un asunto complicado, no a todas las mujeres les gusta y son pocas también las que tienen la paciencia y las ganas para coger de esa manera-. Me respondió mi tío y una leve sonrisa se dibujó en su boca; yo le seguí preguntando -¿Sentiste rico? ¿cómo se siente, más apretadito que meterlo por el coño?- . La plática siguió por esos rumbos, yo preguntando, él respondiendo y por lo que pude ver, también excitándose por mi curiosidad de novata en esos asuntos, hasta que finalmente le pregunté -¿Te gustaría que lo intentáramos un día? tengo muchas ganas de que me cojas por atrás- Y al terminar mi pregunta, estiré el brazo hasta poner mi mano en la abultada entrepierna de mi tío, y con cuidado bajé el cierre de su pantalón para liberar el delicioso trozo de carne y comencé a masturbarlo muy despacito, y ataqué de nuevo con preguntas -¿Te gustaría cogerme por el culo, tío Pablo?- y apretando con fuerza mis dedos al rededor de su miembro le dije a mi tío -¿tienes mucho trabajo hoy? si quieres podemos escaparnos y probar, quiero que me lo metas todo-. Mi tío, sin quitar la mirada del camino, reanudó la marcha del auto y me contestó que esa mañana no podría ser, por que tenía una junta en su oficina de la que no podía escaparse, pero podía pasar por mí a la escuela a la hora de la salida y entonces podíamos hacer todo lo que yo quisiera. Le respondí con un tono exagerado de tristeza que estaba bien, y excitada por sentir su miembro en mi mano le pregunté -¿Te puedo dar un pequeño adelanto de lo que haremos?- me incliné sobre mi costado y me puse a lamer su miembro, luego voltee a ver a mi tío a la cara en busca de su aprobación y la encontré -Está bien, Candy, pero vas a tener que tragártelo cuando me venga, por que no traje otro pantalón y si me ensucio, no sabes en qué bronca me meto-. Yo le dije que sí, que tendría cuidado de no ensuciarlo y que me avisara por si tenía que parar en caso de que alguien se diera cuenta de lo que hacía, y que yo encantada de recibir su leche en mi boca.



Estuve mamando la verga de mi tío mientras él conducía hasta mi escuela, y cuando sentí que su semen comenzaba a brotar, moví la lengua sobre la puntita sin abrir la boca y succioné la leche que iba saliendo, tragándomela sin retirar mis labios de su glande hasta que noté que ya no salía nada -Candy, qué rico, al rato te voy a premiar por esto- me dijo mi tío cuando terminé de comerle la verga poco antes de que llegáramos a mi escuela. Darle sexo oral a mi tío me dejó peor de como estaba y cuando descendí del coche sentía cómo mis juguitos habían puesto muy resbalosa mi vagina y pensé que tendría tiempo de masturbarme en el baño antes de la primera clase, pero cuando cruzaba la calle hasta la entrada de la escuela, inesperadamente surgió un plan mejor al encontrarme por casualidad con mi novio, quien también llegaba a la escuela en ese momento -Ven tantito- le dije llevándolo de la mano hasta un lugar más o menos oculto de la vista de la gente, y una vez ahí, metí su mano bajo la falda de mi uniforme.



-¡Candy! estás mojadísima- Me dijo encantado mi novio, Ricardo, cuando sus dedos tocaron mi vulva.



-Sí, mi amor. ¿Me ayudas? Estoy muy muy cachonda. Llévame a un hotel, hoy no quiero ir a la escuela.



-Bueno, vamos, mi papá me acaba de dar el dinero para toda la semana.



Terminamos desnudos cogiendo frenéticamente en la cama del hotel luego de pagar extra por que el encargado se puso pesado para dejarnos entrar, alegando que yo llevaba el uniforme de la preparatoria y poco le importó que le dijera que era mayor de edad y le mostrara mi identificación. En fin, luego de que le ofrecimos otros 200 pesos, nos dio la llave de una habitación -Tienen 5 horas, muchachos-. Tiempo más que suficiente para calmar mi antojo de verga, pensé.



Ricardo me estaba cogiendo muy rico, de hecho, yo había alcanzado mi primer orgasmo luego de que me penetrara unas pocas veces, teniéndo a mi novio sobre mí y rodeando su cuerpo con mis piernas. Pero aún así, yo no paraba de pensar en las cosas que me había hecho mi profesor, y deseaba sentir de nuevo el placentero dolor que ese hombre me había provocado en su casa cuando me tomó por la fuerza; así que cambié de posición en la cama con mi novio y me puse a cabalgar su verga mientras le pedía que me pellizcara los pezones, luego me incliné hacia adelante y saqué su verga de mi empapada panocha para acomodármela en la entrada de mi ano -Métemelo por aquí, mi amor- Le pedí mientras me iba ensartando su miembro en el culo, que poco a poco iba cediendo y dándome una buena dosis del dolor que tenía tantas ganas de sentir, luego me puse en cuclillas apoyando los pies sobre el colchón y me di unos violentos sentones para que la verga de mi novio me llegara bien adentro, ay, era delicioso y me puse mucho más caliente y luego, como si Ricardo leyera mi mente, me pidió que me diera vuelta, y yo me puse en cuatro, deseando que me encajara su verga muy fuerte, ya cuando comenzó a penetrarme nuevamente por el ano, sentí como si me fuera a partir en dos y no pude evitar gritar y retorcerme, pero antes que él retrocediera un poco sacado de onda por los gritos y gemidos que el dolor me estaba arrancando, aventé mis caderas hacia atrás, haciendo que su miembro entrara por completo en mis entrañas y entonces le pedí a mi novio, casi llorando -Haz que me duela, mi amor, soy tu puta- y empecé a moverme como una loca clavándome su miembro, mientras él me daba una serie de ricas nalgadas con una mano y con la otra me masturbaba.



No se de dónde venga el deseo de sentir esa mezcla de dolor y placer, pero descubrirla en casa de mi profesor hacía unos días, me había hecho casi una adicta a ello, así que desde ese momento, cada vez que Ricardo me ha cogido, me propina algunas nalgadas o me muerde, pues sabe cómo me prenden esas cosas; ay mi amor, cómo me gusta que me tomen fuerte por el cuello y me abofeteen cuando me cogen estando sobre mí "de misionero".



Esa mañana, Ricardo calmó aceptablemente mis ganas de coger; cada vez que él eyaculaba, me ponía a mamar su verga para que estuviera durita lo más rápido posible y me complaciera otra vez; así agotamos el tiempo disponible en la habitación y el molesto encargado del hotel llamó por teléfono al cuarto para avisarnos que el plazo de cinco horas estaba por vencer. Dejamos el hotel y nos encaminamos a la escuela, en donde mi tío iba a pasar por mi.



Cuando llegamos a la escuela, nos mezclamos entre los demás chicos aparentando salir junto con ellos y no pasó mucho tiempo cuando sonó mi celular. Era mi tío, disculpándose por que no podría pasar por mi como había quedado -No he terminado aquí, Candy, lo siento mucho. Pero te compensaré, lo prometo- Me decía mi tío al otro lado de la línea con esa voz que tanto me gusta. Y yo me resigné a no disfrutar de él esa misma tarde.



Los días de esa semana avanzaron perezosos como nunca, pero ya por fin era jueves y aunque había podido coger con Ricardo una vez más, yo seguía deseando con locura ser penetrada, de verdad no podía soportar hasta que llegara el sábado e ir a la casa de mi profesor. Para mi mala suerte, mi tío no solo no pudo verme el lunes, si no que salió de viaje el mismo día que me plantó a la salida de la escuela y no pudimos hacer nada más. Mientras que los demás días, en la escuela, la clase normal con mi profesor pervertido fue como una tortura para mi, teniendo al profe Carlos frente a frente en el salón de clases, tuve que hacer un esfuerzo increíble para no saltarle encima y pedirle que me tomara ahí mismo. El jueves, luego de la escuela, pasé la tarde en casa, aguantando las ganas de masturbarme, pues tuve que soportar en la sala, junto a mi madre, la inesperada visita de la mayor de mis tías. Ya en la noche, cuando por fin pude encerrarme en mi cuarto, me quité la ropa y me metí desnuda en la cama, mi piel estaba muy sensible, el solo roce de la sábana en mis piernas y en mis tetas, me prendió en seguida y cuando me metí un dedo en mi vagina, la sentí especialmente mojada. Me masturbé metiéndome los dedos en el coño mientras me insertaba mi consolador en el ano y luego de un rico y necesario orgasmo, pude dormir. Pero habían pasado a penas dos horas cuando desperté de un sueño en donde mi papá me cogía muy fuerte sobre una mesa, levantándome las piernas hasta tener mis tobillos en sus hombros; traté de complacerme una vez más recordando lo que mi papá me hacía en el sueño, pero mi vagina pedía verga desesperadamente, así que guardé mi jueguetito sexual, me puse mi pijama, que por esa época del año se limitaba a una sola prenda de satín blanco que cubría la parte superior de mi cuerpo y me llegaba hasta por la mitad de los muslos, y salí de mi cuarto para meterme al de mi hermano.



Érick, mi hermano, estaba despierto viendo una película acostado de lado en su cama, cuando entré me miró entre divertido y extrañado -¿Qué pasa, Candy?- me preguntó mientras yo aseguraba la puerta y avanzaba hacia su cama para después acostarme de espaldas a él, a modo de "cucharita" y le contesté que no podía dormir -¿Qué estás viendo?- le pregunté mientras lo hacía rodearme con su brazo y le ofrecía mis nalgas a penas cubiertas por mi prenda de noche, frotándolas discretamente en su pene. Érick no tuvo problema en abrazarme y disfrutar del sugerente roce de mi culo en su paquete, que comenzaba a sentirse más grande. Luego, mi hermano me dio un beso casi inocente en el cuello y yo tomé el brazo con el que me rodeaba para guiar su mano hasta posarla en mis senos y luego me acerqué su índice a la boca para chupárselo.



Ya te platiqué, mi amor, que perdí mi virginidad con mi hermano cuando lo descubrí masturbándose en mi cuarto la noche de mi cumpleaños; también te platiqué de lo obsesionado que estaba mi hermano con mi entradita trasera y aunque en nuestra primera vez juntos trató de darme sexo anal, no pudimos porque me dolió mucho. Pero en esta ocasión, yo ya había probado con otros tres hombres las delicias de tener un miembro en mi ano y me había gustado mucho, y con lo caliente que estaba ahora que mi hermano comenzaba a acariciarme bajo la ropa y había descubierto su verga para frotarla desnuda entre mis nalgas le dije gimiendo un poquito para excitarlo más -Creo que estoy lista para ti- mientras tomaba con una mano su verga erecta y con la otra le ponía saliva en el glande.



Mi hermano me rodeó con sus brazos y apretaba mis tetas mientras yo me iba metiendo su miembro poco a poco en mi ano, aguantando lo más que podía para no hacer mucho ruido, por que en esa posición, acostada de lado, mi culo estaba muy estrechito y me dolía cuando la verga de mi hermano se iba metiendo más profundamente, por mucho que intenté, no pude aguantar mis gemdos y cuando Erick empujó su cadera contra mi, su miembro me entró completo, y tuve que taparme la boca con las manos para ahogar un grito de dolor y placer. Entonces mi hermano me empezó a dar una rica cogida con mucha fuerza, metía y sacaba por completo su pene de mi ano en cada embestida, haciendo que cada penetración me doliera y la disfrutara por igual. Cuando pude controlarme, destapé mi boca y llevé mi mano hasta mi vagina para meterme dos dedos al mismo ritmo que mi hermano bombeaba mi culo. Estaba disfrutándolo mucho, y no me di cuenta que había comenzado a gemir de nuevo, ahora más fuerte por que mis dedos estimulaban mi cavidad haciéndome llegar a mi clímax.  Cuando descendía de mi orgasmo, escuché que alguien tocaba a la puerta de la recámara de mi hermano. Era mi mamá, quien del otro lado preguntaba -¿Erick, hijo, está todo bien?- A toda velocidad mi hermano salió de mi interior y se tapó con las sábanas, mientras yo me acomodaba el sexy baby doll que usaba para dormir y pensé entonces en lo que le diría a mi mamá cuando me puse de pie, y fui a abrir la puerta.



Hice un gran esfuerzo por llorar y cuando abrí la puerta, ya estaban por salir mis lágrimas, entonces con la cara entre mis manos, me acerqué a mi mamá, que me abrazó y le dije fingiendo el llanto lo mejor que pude -Es que... mi novio acaba de terminar conmigo por teléfono... Y vine a platicar con Erick, mamá- Y me puse a sollozar mientras mi mamá me consolaba en sus brazos.



-Hija, esas cosas pasan, todo va a estar bien, Ricardo es buen muchacho, seguro que solo fue una pelea sin importancia, calma, mi niña.



-No, mamá, me terminó- Le dije y continué llorando lo más sinceramente que pude.



-Bueno, ya no llores, hija. Mejor sigue platicando con Érick; yo me preocupé por que cuando fui al baño, oí como que alguien se quejaba en el cuarto de tu hermano y por eso toqué, pero ya no los interrumpo... No le digas todavía a tu papá, ves cómo se pone; si con trabajos aceptó que salieras con Ricardo, ahora que sepa que te hizo llorar... No, no, mejor sigan platicando, tú y yo hablamos mañana, yo no le voy a decir nada- Y luego dirigiéndose a mi hermano que estaba silencioso en la cama, le dijo -Qué bueno que tu hermana comparta estas cosas contigo, hijo, escúchala y dale consuelo. Nada más no se queden hasta muy tarde ¿está bien?- Yo me senté en la cama luego de despedir a mi mamá y asegurar la puerta cuando escuché que ella cerraba la puerta de su cuarto y luego, aprovechando mi dramática puesta en escena, con la cara muy triste le dije a mi hermano -¿Vas a consolarme, guapo? me estabas cogiendo muy rico, y quiero que sigas, eso me consuela- y me metí de nuevo en la cama para abrazar a mi hermano que continuaba acostado de lado, lo rodeé con mi pierna y froté su verga con mi vulva desnuda mientras nos dábamos un delicioso beso con mucha lengua. El pene de mi hermano reaccionó rápidamente al sentir el roce de mi húmeda panochita y se puso duro al poco rato; Érick estaba por decirme algo, seguramente una objeción a lo que yo estaba deseando hacer, pero no lo dejé ni decir una palabra por que bajé mi mano hasta su miembro e hice que penetrara mi vagina y después de tener su verga dentro de mi, sin dejar de besar a mi hermano, comencé a gemir y a moverme mientras apretaba muy rico su pene en mi cavidad. Érick desistió de hablar y me besó más intensamente mientras me agarraba de las nalgas para ensartarme más rico en su pito. Nos dimos vuelta en la cama hasta que mi hermano quedó sobre mi y yo subí las piernas para que su verga me llegara más adentro; su miembro se resbalaba tan rico dentro de mi, que a las pocas metidas en esa posición, mi cuerpo comenzó a estremecerse y mi vagina se contrajo muy dulce y desesperadamente mientras era invadida por el falo de mi hermano, hasta que me vine.



Cuando terminé, Érick seguía cogiéndome muy rico, pero yo sabía lo que él quería, así que levanté aún más las piernas, hasta que mis rodillas se flexionaron en los hombros de mi hermano, tomé su deliciosa verga con una de mis manos y la guié hasta sentir la puntita del glande presionando mi esfínter anal -Cógeme por aquí- le pedí y él comenzó a insertar su miembro en mi ano; cuando noté que se preocupaba al ver mi cara de dolor, le dije -Métemelo todo y vente dentro de mi- y me abrí mis nalgas con las manos para facilitarle la tarea. Sentir el semen de mi hermano llenándome el culo me puso muy cachonda y cuando él se retiró agotado y extasiado para recostarse a mi lado, yo comencé a masturbarme y sin que mi hermano se diera cuenta, usé su lechita que comenzaba a expulsar mi esfínter, para estimular mi clítoris y lubricar los dedos que me metí en el coño hasta que me vine otra vez.



Esa noche mi hermano me pidió que limitáramos nuestros encuentros sexuales a las veces que no estuvieran mis papás en la casa -me gusta mucho lo que hacemos, Candy, y por eso no quisiera que nos descubrieran, no te pido que paremos o que no lo volvamos a hacer, pero de verdad no quiero pasar por algo como lo de hoy o peor-. Acordamos que tendríamos sexo solo con la casa a solas y respetamos ese acuerdo durante algunas semanas, hasta que claro, los jueguitos que llevábamos a cabo a escondidas nos calentaron tanto que terminamos cogiendo otra vez con mis papás en la casa.



Así sobreviví a mi calentura en los días previos a mi segundo encuentro con el profe Carlos, del que ya te platiqué que resultó en un castigo en el que el profesor me forzó a coger con uno de mis compañeros y luego a satisfacerlo a él también. Ya luego te contaré lo que me sucedió en las sesiones siguientes en casa del profesor y cómo fui sometida y humillada para su placer, y bueno, debo aceptarlo, para el mío también.



Te mando besitos ricos, recuerda que soy tu puta, siempre, mi amor.



Dulce F.


Datos del Relato
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