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2 - Otra clase de gente

El tipo que olía a ambientador carraspeó de forma exagerada, ella apartó sus labios de los míos haciéndose la tonta.

¡Ah! ¿Eres tú? – Tono impersonal.

Veo que vosotros ya habéis empezado la convención pero al revés.

No es para tanto, solo es un beso, un impulso.

Se defendió tontamente, no merecía respuesta alguna.

¿No me presentas a tu amigo de turno? – Cierta ironía en su tono.

Me miró con un gesto extraño, luego desvió la mirada al tipo, yo no sabía quién era.

No lo sé ni me importa, cuando salgo con tíos nunca les pregunto sus nombres, él tampoco sabe el mío y no metas la pata, esto es privado.

Ahora el sorprendido era yo, el tipo soltó una risita de rata. Reía entre dientes, sucios dientes por cierto.

Vosotras las zorras tenéis una moralidad absoluta, no es que rompáis las reglas, es que no las tenéis.

Fotógrafo te presento al jefe de la división C de negocios fronterizos, no es mi jefe directo pero se le acerca. Tampoco te diré su nombre, no te importa.

El tipo de nuevo se partió de risa, supongo que no vio la estrategia de la cuarentona, pero me gustaba su estilo, ya que situaba a cada uno en su sitio.

El tipo extendió su brazo y nos estrechamos las manos, bueno apreté con ganas debido al premio por sus palabras, casi le rompo los dedos, eran huesudos y además con sudor frío, repugnante su tacto, mis manos ardían.

Cretino, casi me rompes la mano. Y a ti romperá cuando te folle – Se quejó retirando la mano deprisa.

Y se alejó frotándose la mano, era una pobre venganza debido a sus palabras ofensivas. La cuarentona me miró con desdén, no pareció gustarle mi pobre venganza.

Eso era innecesario, ya tienes un enemigo, veremos por donde sale, procura pasar desapercibido y no me jodas mi empleo.

Debes comprender que a ti te puede putear lo que quiera, eres de la casa, a mí no, yo soy un invitado de piedra y el que me busca me encuentra, es mejor atacar primero y con rapidez, esa estrategia no la esperan los cobardes, esos que se escudan en la categoría de puesto de trabajo. Como manos de sebo helado.

Empezamos con mal pie, antes lo habías arreglado un poco, aunque solo me rozaras una teta, pero algo es algo.

Podemos hacer eso que ha dicho ese impresentable, empezar por el final.

Imposible, quiero saber que ocurre conmigo, y ese cabronazo lo sabe, él tiene voz y voto.

Tiró de mi mano arrastrándome hasta la entrada del hotel, tuvo que mostrar la invitación y la credencial de su empresa, yo mi DNI el cual fotocopiaron y me lo devolvieron con identificación de invitado de la empresa, que me tuve que colgar del cuello, la diferencia de colores mostraba quienes eran los invitados de piedra.

Pidió habitación, mostró su tarjeta súper oro de la empresa, su firma fue una clave, y me hizo una señal con la cabeza, que la siguiera. En el ascensor guardamos silencio debido al botones, cotilla por naturaleza, pude adivinar su pensamiento.

La habitación era genial, buena temperatura, aparté una cortina color tabaco, oscuridad total, lejanas luces rojas de altas antenas y probé abriendo la ventana, lejano ruido de tráfico, no estaba nada mal.

Sentí su presencia muy cerca, había estado en el baño. El ruido de la cisterna llegaba levemente.

¿Qué te parece la habitación?

Perfecta, aunque no he probado el colchón, los mejores son los de NH hoteles.

Has dormido mucho en ellos.

Más bien follado, en los viajes no sé qué me ocurre, duermo poco y además me encanta follar en lugares desconocidos, aunque todo tiene su lógica, quizá algún día te cuente el origen.

¿Pagabas?

No, tengo un grupo de amigas, cuatro para más detalle, siempre están dispuestas y más a un viaje, sus amigos son de pasotas, aburridos y seguro que no las follan lo suficiente.

Bueno, vamos a estudiar una estrategia. Tú y tus fotos puede servir de tapadera, esos memos cuando vean la cámara pensarán que algo tengo en mente, aunque ellos dicen que entre las tetas.

Me sorprendes ¿Cuándo se te ha ocurrido?

Mientras vaciaba la vejiga. Ese memo que nos hemos encontrado ya habrá largado, mejor si anulamos sus comentarios, tu misión será de hacer fotografías, lúcete un poco ya que es posible que los ADE quieran verlas. Aunque aún no se me ha ocurrido la causa de esas fotografías.

Me senté en el borde de la salida del aire acondicionado, mirándola detenidamente, sus ojos se movían buscando algo en las cortinas que tenía detrás de mí.

¿Qué es ADE?

Alta dirección ejecutiva. Son los que se reúnen con la élite de la economía de este país.

Diles que estás preparando un memorándum del próximo año y partes del final del año anterior. Supongo que en febrero o marzo cerrareis el ejercicio, aprovecha y lanza esa idea, un proyecto de memoria de la empresa, seguro que nunca habéis hecho algo parecido.

Desvió su mirada, y despacio se acercó, se arrodilló junto a mis rodillas, las separó y dio un paso arrodillada. Abrazó mi cintura y buscó mi boca. Fue un beso agresivo y la separé con delicadeza.

Es una buena excusa, sí señor, colará.

Miró su reloj, luego a mí, de nuevo a su reloj. Dudaba, algo quería.

Suéltalo, es malo quedarse con la duda – Dije sin saber por qué rama se andaba.

Estoy excitada, muy excitada y tú eres el inductor, esa idea es salvaje ¿Me darías placer deprisa?, dentro de diecisiete minutos debemos estar en el salón norte.

No respondí, la llevé a la cama, hice intención de desnudarla, pero ella se anticipó, se desnudó totalmente mirándome, ignoraba que pensaba. Su ropa quedó a los pies de la cama, la empujé, quedó sentada en el borde de la cama, de nuevo la empujé, quedando atravesada en la cama, su pelo quedó en el otro borde la cama.

Su mirada estaba dividida entre la duda y la sorpresa, no espera esa reacción por mi parte. Y al empujarla la posición de su cabeza no le permitía verme. Ella ignoraba muchas cosas, es normal ya que no me conoce de nada. Mis manos rozaron sus muslos por la parte interior de sus piernas y despacio las separé.

Me incorporé a su lado, ella pensaba en la penetración, y claro, no pude ver su rostro cuando apagué la luz. La habitación quedó oscurecida totalmente. Gimió pero ese gemido fue duda.

Mis manos se movieron por encima de sus piernas, hay una zona muy especial, junté los dedos y despacio los deslicé desde las rodillas hasta las ingles, y la respuesta que tuve fue la adecuada, separó más las piernas, sujetando su respiración. De nuevo duda, esperaba, indicios de ansia.

Mis dedos exploraron su monte de venus, me gustó el tacto, pude apreciar la exuberancia del vello, me gustan las mujeres peludas, las depiladas me parecen maniquíes. Gimió de nuevo pero de forma diferente, estaba confundida ya que esperaba un penetrador urgente. Y una de sus manos atrapó mi brazo, tiró de mí y…,

¡Vamos tío! ¡métemela! – Exigió.

No tienes el poder, no puedes darme órdenes, yo tengo el poder.

Y exploré su vulva, recorrí el contorno de sus labios, pero iba en busca de un fino cordón en la parte donde se unen los labios, y me esperaba, su pequeño glande requería mi atención, pero pensé en el tiempo, mejor que los dedos la lengua.

Cuando sintió la lengua su cuerpo tembló, ahogando un grito se estremeció. La punta de la lengua recorrió el clítoris de afuera adentro. Y es precisamente en ese punto, donde se adentra en el cuerpo, es donde el estímulo es inferior, aumenta según se avanza en dirección al clítoris, y ese pequeño pene demuestra su origen hermafrodita.

Había evitado que mi saliva me confundiera, estaba comprobando sus fluidos vaginales, y llevé dos dedos al orificio vaginal, ese arco donde estuvo el himen. Y si, respondía, el fluido era el normal, muy diferente del que ella desconocería. Pero no había tiempo para llegar a ese extremo, por tanto imprimí cierta velocidad en el glande del clítoris.

Intentó que me pusiera encima, pero no pudo, la sujeté de los codos inmovilizando sus brazos, protestó entre gemidos, su cuerpo empezó a arquearse y de nuevo reclamó la penetración.

Cierto es que mi posición era muy dura, sabía que no había tiempo por tanto mis sensaciones debía de apartarlas, ella no mandaba y menos en esto.

Pataleó, intentó sentarse, pero mis manos la tenían apresada en la cama, y se rindió, gimió y casi llorando me dijo que no podía más, que parara y le hice caso, sus contracciones las podía sentir por tanto era el tope que me había puesto, y solté sus codos.

Llevó sus manos al vientre, y su respiración se fue calmando, fue el momento que aproveché para encender la lamparita de la mesilla, ella miró el reloj sentándose deprisa.

¡Joder tío!, nos faltan ocho minutos. Te has pasado varios pueblos conmigo, ya me vengaré. Estoy empapada ¿Qué hago ahora?

Nada más simple que utilices el bidet deprisa, te seques y te olvides de las bragas, iras a la fiesta sin ellas, no las necesitas.

¿Qué me estás contando? – Protestó.

¿En este hotel puedes alquilar ropa?

No lo sé.

Llama y pregunta, el tiempo se termina.

Si se podía alquilar ropa de fiesta, y deprisa bajamos a la pequeña galería de tiendas, había siete locales, de ropa dos. Y cuando iba a decir que ropa quería, la corté, dije que no, que la ropa la elegiría yo, no ella. De nuevo esa mirada furiosa y cerró la boca apretando los labios.

Escogí un vestido que le llegaba por encima de la rodilla, negro con ribete escarlata. Dije a una empleada si tenían finos lazos para el pelo, de nuevo me gané una mirada reprobadora.

Y para mi sorpresa, llegó una joven con aspecto de peluquera y sin preguntar, miró el pelo y sacó de su bolso un manojo de lazos, y escogió finos lazos de color azul oscuro, que fue entretejiendo con su pelo, luego el peinó hacia atrás y le quedó genial, había recuperado juventud, ahora su edad era de treinta y pocos, sonreí satisfecho.

Su mirada fue alarmante, era tarde. Deprisa fue hacia el mueble de perchas, lencería, pero la sujeté.

Nada de lencería, el vestido sobre tu cuerpo desnudo.

Se me ve todo – Protestó mirando bragas.

No, el tejido del vestido no deja traspasar nada, lo he comprobado. Es el momento de que experimentes perfiles especiales del erotismo y olvidar penetradores urgentes, no estaría mal para nombre de una empresa de citas.

El vestido lleva un corte delantero, no podré sentarme.

Eso espero, tengo en mente hacer alguna fotografía camuflada, exactamente por debajo de la mesa.

¡Me dejas de piedra! ¡Eso no puedes hacerlo!

Sí que puedo ¿has visto la hora? – La empujé.

Y corrimos hacia el salón norte, y además tuvimos un poco de suerte, los jefazos estaban en el ascensor, así que nos sentamos según indicaban las tarjetas de diferentes colores. La entrada de la cuarentona causó más efecto del deseado, escuché comentarios malsonantes, fui tomando nota de sus enemigos, que no eran pocos, sin embargo ellas se comportaron de otra forma, algunas dijeron que les gustaría saber quien la había vestido.

Afortunadamente la entrada de los jefazos callaron los chismorreos, ella parecía haberse adaptado a las circunstancias, y sonreí satisfecho de mi obra, estaba a falta de su sabor, bueno, sabores, algunas me dicen que soy un guarro, ya he probado el sabor de su sudor en el verano, ese además que chorrea por el costado, lo digo porque no me gusta que se depilen las axilas, y ahí está su sabor, al margen de la vagina, que tiene sabores diferentes, y la saliva de su boca es otra historia, ese fluido está controlado, los otros no, aunque he de reconocer que también me los llevo, fui despertado de mis meditaciones, un leve empujón olor a ambientador.

 Me gusta como se ha vestido tu zorra.

Mi reacción era un puñetazo en el plexo solar, le tenía a tiro, ese puñetazo hace daño y si sabes darle, puedes matarle, pero mi otro yo me dijo que lo tragara, sus abogados me desplumarían de por vida, yo era un pobre enemigo, por tanto busqué otra salida.

Se equivoca, me encuentro aquí debido a un contrato, debo hacer fotografías del evento, es lo que me pagará su empresa, hemos venido juntos debido a que ella me ha contratado, nada más, cuando entregue la memoria de la cámara recibiré el precio estipulado, no hay más.

¿Y ese beso con lengua?

Era una broma, me lo dijo cuándo le vio llegar, solo eso, una broma.

Se quedó callado, hice fotografías con el objetivo 55/250 y me alejé de él fingiendo la búsqueda de un plano diferente, su rostro mostraba decepción. Y afortunadamente mi lugar en esa mesa era un extremo, alejado completamente de la STAF de la empresa.

Hice fotografías sin control y también durante la comida, si me salí con la mía, camuflé la cámara con la servilleta y fusilé a todas las tías hasta los cincuenta, había mayores y muy mayores, y sobre todo a la cuarentona.

Andaba un poco preocupado por lo que hubiera ocurrido, sin embargo su rostro mostraba cierta expresión satisfactoria, debidamente coloreada por muchas causas, una de ellas es la experiencia de no llevar ropa interior, y supuse que la experiencia había ido bien.

Los postres, cafés y dulces, champagne franchute de marca, y luego hablaron los jefecillos, le eché morro al asunto y me acerqué a la mesa de los jefazos, me miraron durante media centésima de décima, algo que volvió a mejorar mi moral y más fotografías.

Luego hablaron los jefazos y por último el jefazo máximo, además le gustó ver como cambiaba de lugar, detalle que hice a propósito, quería que la cuarentona recibiera la mirada del que estaba al frente de la empresa y por fin el cierre fue con obsequios y castigos, eso sí que me sorprendió.

Nunca me lo creí, pero es cierto que hubo premios y despidos, un grupo de las mesa de los jefes recibieron un maletín y un sobre plateado, otro grupo reducido grupo recibieron un obsequio y un sobre enorme, otros solo el sobre enorme y los últimos, un grupo más pequeño un sobre pequeño, era evidente la escala de valores de los sobres, los pequeños eran los despedidos, como así se confirmó por como cambiaron sus rostros.

Respiré aliviado, ella tenía obsequio y sobre grande, estaba en segunda fila de premios. Y además recibió algún que otro fino aplauso con clase, me hubiera gustado tener una pantalla, y esa pantalla conectada a dos sensores, y uno de ellos junto a su esternón, y el otro en el interior de su vulva, en la vagina.

Y me llevé otra sorpresa cuando los jefazos se evaporaron, ya que fue muy deprisa, el alcohol ya circulaba en altos vasos de fino vidrio, las mesas estaba siendo retiradas y en una esquina se montaba una plataforma, vi en un lado una mesa reactable y un tipo lleno de tatuajes que hacía pruebas con las pantallas que colgaban de las paredes del salón norte.

Llegaron los músicos, y la música ensordecedora me angustió, me gusta el metal, atmospheric black metal dead, pero eso era otra cosa muy diferente, y busqué una salida por donde huir, pero una mano sujetó mi hombro por mi espalda, pensé en ese perro, pero no me llegó ese olor a ambientador.

Giré la cabeza, una desconocida, coloretes en su mejillas, mirada turbia y sobre todo muy guapa, mis ojos se rompían ante tal belleza, bien armada, dos pechos equilibrados y visibles si ella quería, su vestido si se transparentaba debido a su transpiración, llevaba un conjunto gris oscuro, pero se adivinaban sus pezones y el depilado triangulo de fuego, era una sombra que se confundía con su vientre, una joya, todo esto es milésimas de segundo.

Me ha dicho Alba que eres bueno con la cámara, pero caro.

Rompí a sudar, la incertidumbre del futuro de la cuarentona, ese perro que nos abordó, y el calor me tenía agotado. Le dije de salir al pasillo, que apenas la escuchaba, y pude admirar su figura, sabía andar y me di cuenta que pisaba fuerte, era una mujer 200. Ya en el pasillo y alejados del ruido, respiré profundamente, eché de menos agua fría para beber, las fotografías me habían mantenido alejado de la comida y bebida, apenas había picado algo.

¿Qué vas a cobrar por este reportaje?

Su murada me mareaba, era tan hermosa, tan bella que yo me bloqueaba, ellos esbozó un ensayo de sonrisa, sabía que me ocurría yo era un libro abierto, no quise tener fantasía alguna con ella, seguro que la vería.

¿Qué fotos quieres?, eso es lo primero.

Algo que rompa, mi marido tiene unos gustos muy raros, algunos pisan la frontera de la crueldad. Tiene una galería de arte, te aviso por qué el ve más allá que los demás humanos, le llaman continuamente de todo el mundo, su opinión crea tendencias.

Repito ¿Qué fotos quieres?

El objeto soy yo, y en el fondo es un engaño que el descubrirá, pero ese es el juego. No puede tener el pasado en el presente, y quiere fotos mías del pasado, yo era una cabra loca, por tanto se trata que el vea el fondo, es decir, romper reglas.

¿De fondo lugares abandonados?

¿Qué se vea sangre autentica?

¿Qué vea como te follan en esos lugares?

¿Detenida por la policía?, es decir, con una barra y hierro rompiendo el parabrisas de coches.

¿En el fango, desnuda?

No, eso es vulgar, algo diferente – Dijo modificando su postura, pude ver su pecho izquierdo entero, enorme areola oscura y enorme pezón más oscuro aún.

Puede interesar el polvo de las sombras – Solté sin perder de vista sus pechos.

Ella sonrió riendo por la bajinis. Mi mirada era descarada, buscaba inspiración y la cifra.

No había oído hablar de el ¿Qué es en realidad?

Tu acostada encima de una superficie plana, tu cuerpo debe ofrecer tu verdadera sombra, un colchón mentiría. A tu lado, cerca, una estantería, mismo nivel que la tabla en que estás acostada y una fila de velas. Hay veces que el nivel deberá estar bajo, es decir en línea con tu cuerpo.

Se estudia las sombras de tu cuerpo y si es necesario se añaden espejos en el lado contrario de las velas, es decir, se busca la réplica.

Se encienden finas tiras olorosas, en realidad no tiene que ver el aroma, se trata de sus sombras, que son largos hilos en forma de nube gris que recorren el aire de la habitación, y las corrientes cálidas que producen las llamas de las velas, hacen que esas finas nubes utilicen el calor de las llamas como las térmicas en el verano, esos remolinos que levantan polvo del suelo y demás objetos ligeros.

Y una vez estudiado las sombras que se producen, se procede a la penetración, puede ser un polvo verdadero o fingido, y te graban las imágenes que se muestran en la pared contraria, y se van ajustando las sombras, es decir, apagando velas.

La secuencia de penetraciones debe de ser pausada, quizá algo exagerada, pero en mi opinión, debe ser lento y duradero, y sujeto a falsas pausas, es decir, en vínculo con tus gemidos.

Cerré la boca, y desvié la mirada de sus pechos a sus ojos, había entrecerrado los ojos y miraba al suelo, pensaba.

¿Qué es el vínculo del gemido? – Preguntó muy seria y mirándome fijamente.

Es el nudo que ata la sensación producida por el penetrador, en su acompasada entrada y salida de la vagina. Además debe haberse estudiado la zona vaginal más intensa, algunas lo tienen en el arco, esa zona que el glande hace que se dilate, precisamente se debe de hacer muy despacio, es decir no envestir de golpe, no, la presión debe de ser suave y lenta, que ella sienta como cede y permite la entrada del penetrador y continuas despacio hasta llegar donde te permita tu longitud y una vez llegado a ese punto, hacer una pausa, que ella le sienta inmóvil y que mueva ficha…

¡Para!, para tío, para. Alba tiene razón, eres un cabrón dominante, cuando parece que eres un mosquito muerto, has conseguido que moje las bragas con tus palabras.

Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
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