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Verga de garañón 2

VERGA DE GARAÑÓN, 2

Él se movió con la velocidad de un gato, moviéndola de un tirón, de modo que estuviese de frente. Estudió su abertura perforándola. Sus ojos estaban iluminados con las llamas que ardían en su interior.

Los dedos la quemaban, acariciándola levemente alrededor del canal, tirando suavemente sobre él. Estefanía separó sus piernas ampliamente, invitando a sus caricias.
— Me gusta esto. — Su mano se ahuecó totalmente. — Depilado, abierto y mojado para mí.

Sus dedos bajaron en ella, acariciando hacia adelante y atrás desde su clítoris a su abertura con movimientos largos, seguros.

Separada de par en par, rosada y reluciente. Sus palabras la arrastraron salvajemente. Sus caricias la volvían loca. Sin ningún pensamiento racional por la probable locura del camino que recorría, se movió contra él en busca de una caricia más profunda. Sus caderas arqueadas encima de su mano, su dedo deslizándose suavemente en su vagina y él ardió con la plenitud de aquella penetración.

Gemidos, jadeos, suspiros, ella tomó su dedo profundamente. Una sonrisa ahogada asomó a sus labios. Él se inclinó más adentro de ella y presionó un beso caliente en su ombligo. Era un trabajo fácil para él moverse encima de su cuerpo, presionando besos a voluntad sobre la extensión humedecida por el sudor de su vientre y sus tetas.

El aire alrededor de ellos chisporroteó por el calor, cayendo en un creciente torrente. El dedo largo que la colmó, la ensanchó, curvado en un gancho y presionando a sabiendas contra su núcleo. Ella voló, su cabeza giró de lado a lado al sacudirla la fuerza del orgasmo.

Su cuerpo estrujado y pulsante alrededor de él, exprimiendo su dedo, pues había exprimido su dedo hasta extraer todo. Un orgasmo diferente de cualquiera que alguna vez hubiese experimentado, sacudió su cuerpo de placer hasta que fue casi doloroso. Su boca se decidió por su tenso pezón, utilizándolo, chupándolo.

El ardor de su lengua era una lima de lava fundida sobre su piel excitada. Un grito estrangulado fue todo lo que se atrevió a darle, aunque deseaba gritar por el éxtasis del momento.

Por orgullo no le daría mucho al hombre que trabajaba su cuerpo como un instrumento con que él había nacido para jugar. Había sido tan fácil para él. Tan fácil para ella.

Él incluso no había movido su mano más allá de curvar su dedo y había estado perdida. Su dedo la abandonó, sintiéndose vacía y privada. Gimió. Su boca se movía sobre la suya, sus palabras hormigueaban contra sus labios.
— Vuelvo en seguida.— Se fue.

La temperatura del cuarto descendió varios grados. El calor lo siguió al otro cuarto. Estefanía suspiró y se estiró, sus músculos se sentían más relajados, más repletos, de lo que alguna vez los tuvo antes. Su cuerpo palpitaba con las réplicas de su orgasmo. Sus pezones apuñalaron hacia arriba, uno húmedo y brillante por su boca, el otro le dolía por la misma atención.

Su clítoris hinchado, su vagina mojada por la inundación despertada. Carlos volvió al cuarto tan rápido como lo había abandonado. Un escudo grueso de pelo platino cayó sobre un ardiente ojo. Era el sueño erótico de cada mujer que cobraba vida.

Estaba parado al pie de la cama y le ofreció un paquete cuadrado con una mano. Glorificó su cuerpo, hacia abajo, su pecho, su vientre y sexo. Era un condón. Una simple marca de fábrica.

Él se distanció y la ropa que llevaba se deslizó a sus pies. Estefanía jadeó pero se olvidó cuando él saltó a la cama, sobre ella, y capturó su boca con la suya. Su cuerpo, caliente como la llama, la colocó bajo él. Los amplios hombros, los músculos apretados, lisos, un vientre plano, ondulado y piernas largas la cargaron hacia abajo, al algodón fresco de sus sábanas.

Su sexo era amplio y fuerte, evidenciando ferozmente la seguridad de que su necesidad era tan grande como la suya.

Él se distanció y la ropa que llevaba se incineró a sus pies. Estefanía jadeó pero se olvidó cuando él saltó a la cama, sobre ella, y capturó su boca con la suya. Su cuerpo, caliente como la llama, la colocó bajo él.

Arrancando su boca de la suya, él se recostó y rasgó el paquete cuadrado con sus dientes. Era un pequeño trabajo para él hacer rodar el condón sobre su erección. Que el condón fuera hecho para caber sobre su excesivamente grande erección, no era una pregunta ya que era de verdad tan grande como no había visto otra. Una verga colosal que deseó sentir dentro de su vientre. Abriéndola, llenándola por completo.
Datos del Relato
  • Autor: Aretino
  • Código: 16154
  • Fecha: 09-03-2006
  • Categoría: Varios
  • Media: 4.99
  • Votos: 71
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2800
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
jesus
invitado-jesus 09-03-2006 00:00:00

creo que son puras invenciones no es para tanto ok

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