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Un viudo joven - Georgina, la maestra del Kínder

Cuando mi hijo menor entro al kínder, tuvo la suerte de tener a una bellísima maestra de aproximadamente 25 años, su nombre Georgina, pero todo mundo la conocía como miss Gina, mujer alta, delgada, soltera, con una melena larga y siempre recogida, ojos color miel y un bonito cuerpo de tono moreno claro, el cual siempre ocultaba  en el traje obligatorio que llevaban todas las maestras (una bata a cuadros desde el cuello hasta por debajo de las rodillas), bastante preparada y siempre atenta con sus niños.

Durante el primer año de mi hijo con ella como maestra, en varias oportunidades me cito para comentarme sobre las actividades, comportamiento y progreso en las evaluaciones de mi hijo.

Miss Gina, conocía perfectamente nuestra situación familiar y siempre tenía un poco más de consideración y atenciones para con mi hijo. Al concluir ese primer año, al término del festival de fin de curso, nos invitaron a un desayuno para las mamas y el único papa presente, por primera ocasión tuve la oportunidad de ver a Gina en ropa normal, llevaba puesto un vestido floreado que dejaba desnudos sus brazos y le cubría hasta media pierna además de llevar su pelo suelto. Un cambio total de la imagen de todos los días, si yo la consideraba una linda mujer, ese día me dejo embelesado con su belleza y personalidad. Ahí tuve la oportunidad de platicar con ella durante un buen rato, me di cuenta de que era una mujer culta y segura de sí misma, discretamente coqueta, pero siempre dándose su lugar. Aprovecho para informarme que, al siguiente año, seguiría como maestra de mi hijo, me hablo de lo travieso y cariñoso que era, y de la conveniencia de que yo participara un poco más de las actividades externas del grupo, cuando nos despedíamos, me pregunto si tendría algún inconveniente en que algún día me llamara para que le permitiera llevarse a mis hijos de excursión o a visitar museos en sus vacaciones, lógicamente yo accedí a todo lo que me solicitaba en ese momento.

Pasados unos días, me llamo a casa, para ver si podía llevarse a mis hijos de día de campo, yo le expuse que me quedaba intranquilo por el hecho de dejar a mis hijos con una persona que, aunque fuera la profesora del más pequeño, solamente la conocía de haber hablado un día con ella. Sin dudarlo me atreví a preguntarle si no le importaba que también fuera yo. Me dijo que estaría encantada de que así fuera y quedamos de acuerdo en que pasaríamos por ella en nuestro auto.

Al llegar por ella ese sábado, ya estaba esperándonos, vestía una blusa escotada que mostraba unos riquísimos pechos, no muy grandes, pero bien puestos y unos jeans entalladísimos que dejaban ver unas largas piernas y un culito bien paradito que trate de apreciar disimuladamente. Estaba encantadora.

Al principio tuve una sensación rara, a fin de cuentas, era una mujer 13 años más joven, pero a medida que el tiempo trascurría, nos fuimos sintiendo más a gusto el uno con el otro, charlando de los temas más variados, en los pocos espacios en que mis hijos jugaban un poco más retirados, aprovechábamos para tocar temas más profundos y personales, noté como entre nosotros empezaba a establecerse una cierta amistad y complicidad.

Al inicio del siguiente año escolar, nos sorprendió con un cambio total en su imagen, modifico su forma de llevar el pelo y la forma de maquillarse. Cuando nos mostró a los padres y madres de sus 15 alumnos, su programa anual de trabajo, este incluía un paseo a una laguna cercana a guadalajara llamada chapala, y otros eventos extracurriculares que deseaba hacer. De manera más personal, me solicito hacerme cargo de la organización del paseo.

Esto dio pie, para reunirme con ella más seguido tanto en la escuela como fuera de ella. Ahí, nos dábamos la oportunidad de hablar más sobre nosotros, supe que disfrutaba viajar mucho antes de entrar a trabajar como maestra, que vivía con su mama y que su plan de vida, solamente incluía el trabajar algunos años en la escuela, para poder viajar posteriormente a costa rica, donde deseaba continuar dando clases en comunidades rurales y quedarse a radicar definitivamente ahí con su mama. Hablaba de sus novios y parejas, como amigos pasajeros y su deseo de conocer al hombre de sus sueños en algún lugar de aquel país.

Cuando llego el día del paseo, alquilamos una camioneta de pasajeros que yo conduciría. Rumbo a la escuela, primeramente, pasamos a buscarla a su casa, ella estaba radiante y arrebatadoramente hermosa, con un vestido blanco a tirantes tipo playero, que dejaba ver sus estilizadas piernas que se alargaban al infinito sobre unas sandalias blancas. Se había pintado discretamente sus labios de un color rosa carmín fuerte, y al subir a la camioneta, además de mostrarme un poco más de sus bellas piernas, me dio un beso que rozo la comisura de mis labios. En ese momento me di cuenta que ese viaje seria especial. Gina acomodo a todos los niños dejando para ella el asiento de la primera fila justo donde por el espejo retrovisor, podía admirar totalmente su belleza. El viaje fue de poco menos de dos horas, tiempo suficiente para que los niños se inquietaran en algunos momentos, hábilmente, gina solicito a la única mama que nos acompañaba que estuviera al pendiente de los niños, en la parte posterior, por lo que nosotros aprovechamos para platicar durante el trayecto. Aunque en otras ocasiones, habíamos coqueteado finamente, en esa oportunidad varias veces la maestra cambio de posición, dejando ver en varias ocasiones mucho más de lo esperado, ya no era un coqueteo, ella sabía que yo observaba fijamente lo que ella deseaba que viera, la mirada continua de su ropa interior, provocaba un abrupto flujo sanguíneo hacia mi miembro, provocando una erección visiblemente notoria y que era bien observada por la bella profesora. Cuando llegamos a nuestro destino y durante el paseo por la orilla de la laguna, no deje de admirar el bello cuerpo de gina, y aprovechaba cualquier oportunidad para acercarme a ella y provocar discretos toqueteos al mismo. La proximidad y el contacto entre nosotros iba en aumento y en uno de los giros que hice con mi cara para hablarle al oído, nuestros labios se rozaron, fue un calambrazo que recorrió todo mi cuerpo y supongo que el de ella también, porque a partir de ese momento, nos dejamos llevar más libremente sin importar si algún niño o la mama que nos acompañaba se daban cuenta de ello.

El regreso fue todavía más caliente, Gina mostraba abiertamente sus encantos a través de su falda que cada vez cubría menos, constantemente abría sus piernas para mostrarme su calzoncito, el cual a simple vista ya mostraba signos de la intensa humedad que emanaba sobre él. Al darme cuenta que casi todos los niños dormían o estaban distraídos entre ellos al igual que la mama que estaba sentada al fondo de la camioneta, me desabroche la bragueta de mi pantalón y saque mi rígido miembro. Mientras yo masajeaba mi pene, gina aprovecho el espectáculo, para hacer su prenda íntima a un lado e iniciar un masaje directo sobre su vulva. El viaje se hizo cortísimo, y al final de este, y luego de haber entregado a todos los niños, justo cuando íbamos a dejarla a su casa, me detuve en una calle semi desierta. Ni siquiera hubo necesidad de saber si estaba ella de acuerdo, en cuanto pare el minibús y mientras pasaba a mi hijo dormido, a los asientos de adelante, ella aprovecho para quitarse el vestido y esperarme casi desnuda en la parte posterior.

Empezamos a besarnos de manera violenta, como si hubiéramos estado esperando esa ocasión para dar rienda suelta a todos nuestros instintos. Puse la música de la radio muy fuerte y aunque había gente que pasaba por fuera del minibús, no oíamos ni veíamos a nadie, estábamos ocultos por los vidrios polarizados, la recosté sobre el largo asiento trasero y empecé a magrearle todo el cuerpo, sus pezones se pusieron bien duros, su respiración se volvió más fuerte. Los dos estábamos excitadísimos.

Empecé a acariciar sus largas piernas y a subir mis manos hasta su húmedo sexo. Mientras lo hacía, nuestras lenguas hurgaban en la boca del otro intentando absorberlo todo a su paso.

Metí mis dedos por debajo de su blanca tanguita y noté como su respiración se aceleraba. Estaba totalmente húmeda. Saque los dedos y los lleve a su boca, los chupo y los mordió con una sensualidad mágica. Esto me éxito de tal manera que tuve que retirarme la ropa urgentemente, mi polla estaba tan dura que pensé que rompería mi bóxer.

Mientras chupaba mis dedos, la besaba en el cuello y le metía la lengua en su oído, me recosté sobre ella y estreché su cuerpo contra el mío. Ella estaba hipnotizada. Volví a bajar una de mis manos y mientras metía dos dedos en su húmedo coño, la otra mano la llevé a sus pechos para pellizcarle sus pezones que estaban duros como piedra.

En ese momento acerco su boca a mi oído y en un susurro me dijo, “cogeme aquí mismo”.  Yo pensé en mi hijo, que estaba a unos cuantos metros de nosotros y la poca gente que estaba relativamente cerca de minibús, pero ella volvió a la carga y me dijo “necesito que me cojas en este momento”. Ella notaba y sentía mi rígida polla y con una de sus manos bajo mi bóxer y me la saco, al tiempo que yo retiraba su braguita hacia un lado, mientras ella abría sus piernas para permitir que mi miembro entrara a plomo en su coño. Con un rápido movimiento note que este se deslizaba en su caliente y húmedo interior. Nuevamente acerco su boca a mi oído y en susurros me decía “nunca he follado de esta forma, estoy a punto de correrme”.

Empezamos a movernos en un sube y baja imperceptible, ya no me importo si alguien se daba cuenta de que algo sucedía al interior de autobús, ni siquiera si mi hijo nos veía o nos oía, seguimos moviéndonos unos segundos más y cuando empezó a correrse dejo caer su cabeza a un costado del asiento y escuche sus gemidos interminables. Oírla y sentirla de esa manera hizo que yo tuviera un orgasmo bestial.

Por suerte nadie se percató de lo ocurrido o por lo menos nosotros no fuimos conscientes de ello, nos daba igual. Después, nos besamos y nos vestimos y le dije que la llevaría a su casa.

Pero ya con ese rumbo, mientras conducía, ella desabrocho mi camisa y empezó a acariciarme y a lamerme las tetillas, esto me puso la piel de gallina y la polla a mil nuevamente.

Le dije que si quería ir a mi casa y me dijo que sí.

Aparque la camioneta lo más cerca de mi casa y lleve cargando a mi hijo mientras ella nos seguía, en cuanto cruzamos el portal, empezamos a besarnos, todavía con mi hijo en brazos y ligeramente despierto. Lo acosté en el estudio y subimos apresuradamente a mi habitación, estaba súper excitado y me apetecía hacerle todo lo imaginable y lo inimaginable.

Solo cerrando la habitación nos besamos salvajemente de nuevo, la cargue y la lleve en volandas a la cama, le quite el vestido y la tumbe boca abajo. Le quite su braguita y solo le deje sus sandalias. Hundí mi cabeza entre sus nalgas y empecé a chuparle su lindo ojete. Ella las levantaba y con sus manos se lo abría para que pudiera chupárselo mejor.

Me pidió que le metiera un dedo, se lo metí y luego fueron dos y después tres. Gritaba como loca, estaba posesa de placer.

Yo estaba sorprendido y alucinado, Gina, la bella maestra de tan solo 26 años, me pedía a gritos que le rompiera el culo y eso me atraía un montón. Saqué los dedos y le metí la verga de un solo empellón y empecé a follármela como un auténtico salvaje. Nunca imagine verme de esa manera con esta hembra en mi primer encuentro. Estaba fuera de mí, solo quería metérsela lo más hondo posible.

Enseguida empezó a correrse y a gritar de placer. Yo seguía con el mismo ritmo salvaje. Follándola agarrado de sus pechos, estrujándolos como si fueran dos pelotas anti estrés. Yo estaba como en trance, entre en calor y me sentí con bastante fuerza como para aguantar mucho tiempo antes de correrme, así que aumenté el ritmo. ¡como gritaba!, volvió a correrse muy rápidamente y dio unas sacudidas que casi me rompe ella a mí.

Sin esperármelo, de un movimiento rápido y brusco, cuando sintió que pronto yo me correría, se zafo y se giró de prisa para agarrarme la verga con las dos manos y terminar de pajearme depravadamente dentro de su boca. Fue una corrida intensa y placentera.

Se levantó y puso su cara frente a la mía y me dio un beso profundo. Su saliva y mi esperma se mezclaban con el sabor con su culo, pero me daba lo mismo. Estaba exhausto y hasta me supo bien.

Terminamos sobre la cama besándonos hasta llegar a la calma, después de vestirnos, decidimos que había llegado la hora de llevarla a su casa, pues en esta, la esperaba su madre, en el estudio, mi hijo pequeño veía la televisión inocentemente sin saber lo ocurrido en la parte de arriba.

En mi carro, fuimos a dejarla hasta la puerta de su casa, donde nos despedimos con un bello beso en la boca ante la mirada sorprendida de mi hijo.

Durante todo ese ciclo escolar, estuvimos saliendo juntos en varias ocasiones, a veces terminábamos en su casa, cuando su mama salía a visitar a sus parientes, otras en mi casa, cuando yo acomodaba a mis hijos en casa de alguna vecina o un amigo, pero la mayor de las ocasiones en algún motelito, donde aprovechábamos para echar unos polvos de campeonato.

Gina cumplió su deseo, después de algunos años, se fue a vivir a costa rica, donde siguió dando clases y encontró a su actual pareja y vive feliz con los tres hijos que ha procreado y todavía en compañía de su mama. Seguimos en contacto vía correo y actualmente vía electrónica y les puedo asegurar que sigue siendo hermosa.

Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
  • Media: 10
  • Votos: 3
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