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TRIO CON MI MARIDO Y OTRO HOMBRE.

Mi nombre es Montse, tengo 42 años y estoy casada desde hace 18 años. Mi marido se llama Francisco aunque se hace llamar Paco. Tenemos una hija de 13 años. Paco y yo tenemos una relación normal, nos casamos muy jóvenes después de 5 años de novios y nunca he tenido relaciones con nadie más, de hecho, aunque fantaseaba con tener sexo con algún otro hombre que no fuera mi marido, nunca me atreví a decírselo a Paco y jamás pensé que se haría realidad. Paco siempre ha sido un hombre que se ha mostrado celoso, soy una mujer de metro cincuenta y ocho, pelo largo y castaño, delgada, con muy buenos pechos, y me gusta mucho que los hombres me miren, pero me he sentido cohibida siempre al lado de mi marido, pues él siempre ha mostrado celos cuando me miraban o notaba que yo me sentía bien si alguien me deseaba, por eso intento vestirme de forma discreta.

En la cama hemos sido una pareja con mucha pasión, sobre todo al principio, después con los años nuestras relaciones se han ido convirtiendo en rutinarias, y lo que hacemos a veces para ponernos a tono es visionar películas porno que mi marido baja de internet.

Entiendo que la falta de motivación provocó un cambio en mi marido e imagino que por este mismo motivo, mi marido quiso cambiar esta rutina y un día sin más me hizo una confesión. Me dijo, “Montse, tu sabes que siempre me pongo muy caliente cuando te veo tener un orgasmo, y desde hace un tiempo se me ha metido en la cabeza conseguir que tengas el mayor orgasmo de tu vida, he pensado mucho en lo que te voy a decir, pero lo tengo muy claro, te conozco y se lo mucho que te va el morbo, y creo que el mejor orgasmo que puedo conseguir que tengas es haciendo un trio con otro hombre”. En ese momento me lo quedé mirando incrédula, y le dije que no creía que me estuviera hablando en serio, pero él insistió “para mí el momento culminante el que más me pone cuando me lo imagino es ver tu coño con otra polla dentro”. Le dije que me parecía muy peligroso, que yo no quería poner en peligro nuestro matrimonio, que aunque el hecho me daba mucho morbo y me atraía mucho, no veía ninguna posibilidad que lo hiciéramos dado su grado de celosía.

Pasaron los días, y Paco me siguió insistiendo, me decía que era una obsesión para él que quería verme cogida por otro hombre, me decía que le daba igual quien fuera, pero prefería que no fuera ni familiar ni ninguno de nuestros amigos íntimos. A veces me decía; “si Dios te ha dado un cuerpo para el pecado, lo mejor es hacerle caso, y ya que hay que pecar, qué mejor que hacerlo juntos y estando de acuerdo” Hasta que un día me dijo, “Mira Montse, muchas parejas se compran juguetes sexuales para hacer cosas distintas y evitar la rutina, piensa que para mí sería eso, como usar un vibrador en nuestros juegos íntimos”.  Insistió tanto que cada día me tenía más convencida, hasta que consiguió que en mi imaginación esto se convirtiera en una obsesión, empecé a imaginármelo, y me mojaba sólo de imaginármelo. Cada vez lo hablábamos más abiertamente, hasta que un día me di cuenta de que no hablábamos de forma hipotética sino que lo estábamos planeando, sin darme cuenta le había dicho que si implícitamente.

Todo ese tiempo que hablábamos y planificábamos como lo haríamos, los dos nos poníamos a mil, y teníamos sesiones de sexo como hacía años que no habíamos tenido, nos lo pasábamos genial, la verdad es que el tiempo de planificación fue una época muy pasional para ambos, a la vez que viendo cómo de cachondo se ponía él, me convencía que realmente mi marido deseaba que pasara.

Para decidir quién podría ser el hombre que participara con nosotros en nuestro sueño, Paco  insistió en que debía ser alguien que sobre todo a mí me gustara, pero a la vez poco conocido ya que no quería tener más relación con él. Entonces se me ocurrió hablarle de un hombre que había coincidido con él varias veces en el gimnasio, que cuando salíamos, unos cuantos, nos tomábamos una cerveza en el bar de enfrente y él había estado sentado con nosotros varias veces. Jorge, que así se llamaba, era un hombre moreno, ojos castaños, guapo, algo más joven que nosotros, que tenía un atractivo especial, al menos para mí. En algunas ocasiones habíamos cruzado algunas palabras, e incluso habíamos bromeado con algunos temas un tanto picantes.

Paco me dijo que era perfecto, que me acercara más a él que intimara un poco más e insistiera con las bromas picantes, me dijo que estaba seguro que yo le gustaba. No entendía cómo podía decir eso, pero me insistió en que conocía a los hombres y sabía positivamente que yo le gustaba.

Así lo hice, en las siguiente ocasiones en que nos encontramos en el gym, al salir a tomar algo, yo procuraba siempre estar cerca de Jorge y entablaba conversaciones con él, procuré poco a poco ir subiendo de tono nuestras conversaciones, cada vez más picantes y él entró rápidamente al trapo, al mismo tiempo yo procuraba rozar su pierna con la mía como quien no quiere la cosa, o le cogía del brazo, en fin coqueteaba tanto como podía, intentando que el resto de gente no se diera demasiada cuenta. Cada día le explicaba a Paco como había ido nuestra conversación. Al cabo de un tiempo, parecía que Jorge me buscaba al salir del gym, cuando me veía, me sonreía se acercaba a mí y procuraba siempre sentarse a mi lado. Así que Paco me dijo, “ya lo tienes en el bote”, “dile que te apetecería salir a tomar unas copas con él, el próximo viernes por ejemplo, luego quedas con él para que venga a cenar a casa, y que luego saldréis de copas, si ves que se extraña, le dices que a mí no me gusta salir por las noches y que yo estaré de acuerdo”.

La verdad es que no esperaba que fuera tan fácil, ya que en seguida Jorge me dijo que si, que le apetecía salir de copas conmigo, ya que yo le parecía una mujer muy divertida.

Llegó el día, fue un día de nervios, tanto Paco como yo estábamos muy excitados y nerviosos, pero nos preparamos a conciencia, le pedí a mi hermana que se quedara esa noche con mi hija, le dije que queríamos salir a cenar Paco y yo, y que luego iríamos a bailar, por supuesto mi hermana no puso ninguna pega. Por la tarde, ya después de volver de trabajar, me duché, me depilé y me rasuré por completo, ya que a Paco le gusta verme así. El hizo lo propio, y se rasuró sus genitales, me encanta ver y tocar su pene cuando no tiene ningún pelo. Me había comprado un conjunto de ropa interior muy sexy, y me lo puse, me puse una blusa que transparentaba un poquito, y procuré dejar algún botón de más abierto y me puse una falda bien cortita, acompañada de unos zapatos de tacón. Paco me dijo que estaba impresionante…uf qué nervios.

Estaba tan nerviosa que decidí no cocinar y encargué algo de comer en una de esas tiendas que venden comida preparada que está cerca de casa. Compré un par de botellas de un buen vino, y lo preparé todo.

A las nueve llegó nuestro invitado, hice las presentaciones con Paco, y después de un rato de conversación banal nos pusimos a cenar. Yo me senté al lado de Jorge, y mi marido estaba enfrente de nosotros. Sin ser descarada intenté durante toda la cena ser muy coqueta con él, le rozaba, me agachaba para mostrarle mis senos,.. Enseguida que pude empecé a subir el tono de la conversación, y cada vez que podía introducía algún tema picante, al principio Jorge se mostró cortado, supongo que por la presencia de mi marido y no me seguía, pero poco a poco fue entrando en las conversaciones más subidas de tono al ver que Paco reaccionaba siempre muy bien. Jorge me miraba, y cada vez más descaradamente, se fijaba en mis pechos o me miraba las piernas, yo procuraba enseñarle todo cada vez con menos disimulo.

Ya llevábamos la mitad de la segunda botella de vino, yo ya tenía ese punto que no piensas… todo fluía según habíamos planeado con mi marido, así que fui subiendo el tono de la conversación, hasta que abiertamente le dije a Jorge que físicamente me gustaba, que tenía un polvo, a lo que él me replicó diciéndome lo mismo, todo entre risas.

Fue entonces que me puse seria, acerqué descaradamente mi cara a la suya, le puse la mano sobre la pierna y mirándole a los ojos le dije, “Mi marido y yo queremos hacer un trio contigo”… se quedó sin habla, creo que en un primer momento incluso se asustó. En seguida le dije, la idea es que los dos lo hagáis conmigo, nada más, entonces miró a mi pareja, y Paco le asintió con la cabeza. Y así sin tiempo a darme cuenta me sorprendió con un morreo, imagino que nos estaba poniendo a prueba para disipar cualquier duda de lo que acabábamos de pedirle, me dejé hacer, le abrí mi boca y le devolví el morreo, fue uno de esos morreos pasionales, que te apetece más por sexo que por amor. La verdad es que en ese momento yo estaba ya muy caliente, no podía creer lo que estaba a punto de pasar, pero seguí, palpé con mi mano su entrepierna y estaba hinchadísima, eso me encantó, me da mucho morbo pensar que soy el objeto de deseo de algún hombre, y me puse mucho más cachonda si cabe.

Le bajé la cremallera de los pantalones, palpé por dentro y enseguida saqué como pude una enorme polla que me sorprendió por su tamaño. Era más grande que la de mi marido, ahí estaba, tiesa como un demonio, la tuve en mi mano, me quedé mirándola, era distinta, mi marido tiene una polla más bien rosada por el tono de su piel, y esa polla además de ser más grande era oscura, dios mío que morbo, yo estaba que me salía. Me aparté un momento, necesitaba respirar, me levanté y empecé a desabrocharme la blusa lentamente, me la quité, luego me quité los zapatos y me bajé la falda, me desabroché el sujetador y muy lentamente me lo quité dejándolo caer al suelo, quedando así al aire libre mis grandes pechos, momento en que me di cuenta que nuestro invitado se quedaba embobado mirándome, finalmente me quité las bragas, todo bien lentamente, para intentar provocar lo más posible a nuestro invitado. Jorge, mientras me miraba, empezó a quitarse la ropa también, y vi de reojo como Paco hacía lo propio.

Ya estábamos los tres desnudos, en ese momento sentí algo de miedo e indefensión, sentirme desnuda delante de ese hombre, tuve un momento de duda y miré a mi marido, que se estaba acercando y me hizo un movimiento de cabeza asintiendo y sonriéndome que me dejó mucho más tranquila.  Jorge me sentó sobre el sofá, se arrodilló frente a mí y me abrió las piernas, acercó su cara a mi entrepierna, mientras me lo miraba incrédula, y empezó a pasear su lengua por el clítoris. Dios mío no duré ni 5 segundos, tenía el clítoris duro como una piedra y sólo el contacto de su lengua hizo que me corriera con uno de esos pequeños orgasmos que no puedes controlar. Lo aparté, iba todo demasiado rápido, por culpa mía, y yo quería que todo aquello durara más, le pedí a Jorge que se levantara, me arrodillé delante de él, y al mismo tiempo Paco se acercó con una considerable erección, le cogí la verga a Jorge, casi no me llegaba con una sola mano, y empecé a pasarle la lengua de abajo a arriba, me introducía su enorme glande en mi boca, lo chupaba bien y volvía a empezar, al tiempo que con la otra mano masturbaba a Paco, entonces cambiaba y se la chupaba a Paco intentando también complacerle al máximo y masturbaba a Jorge al mismo tiempo.

Madre mía, como me puso esa situación, tenía dos vergas en mis manos, estaba chupándolas alternativamente, estaba haciendo todo aquello que había visto mil veces en las películas pornográficas, era tan morboso que incluso me cogió ansiedad de las ganas que tenía de follar, tenía que luchar conmigo misma para hacer durar aquello lo más posible.

Estuve un buen rato así, no sabría definir cuanto, entonces noté que ellos dos también estaban muy a punto, además, yo ya estaba tan puesta que ya no podía pensar, lo único que quería es que me follaran, me daba igual todo, así que le pedí a Jorge que se sentara sobre el sofá, cogí un condón y se lo coloqué en su miembro, habíamos comentado con mi marido días atrás que lo haríamos con protección aunque yo tomo pastillas anticonceptivas. Me subí de pie al sofá y me puse de espaldas a nuestro invitado, abriendo las piernas, me agaché cogí su polla y me la fui introduciendo lentamente, estaba tan mojada que no costó nada, aunque era una polla más grande que la de mi marido entró como si nada, fue un gusto increíble. Jorge, desde atrás me manoseaba los pechos. Subí y bajé un par de veces, pero la situación era tan morbosa para mí que así, casi sin hacer nada tuve un descomunal orgasmo, la verdad que fue exagerado, pensaba que no se terminaba nunca, que gusto más intenso, que placer, creí explotar en ese momento, aun así yo seguía subiendo y bajando lentamente para hacerlo durar más, me sentía mojada como pocas veces en mi vida…

Paco se acercó por delante de mí, venía masturbándose mirando la escena que yo estaba protagonizando, intenté coger su polla para chupársela, pero él se apartó un poco, indicándome que siguiera. Yo estaba disfrutando tanto que quería compartirlo con él, me sentía tan llena, que quise que Paco lo viera. Entonces, me eché hacia atrás un poco y con mis ojos le señalé a mi marido mi coño para que lo viera. Tenía la polla de otro hombre dentro de mí, lo que él, tiempo atrás había dicho que deseaba ver. Vi como se le abrían los ojos, de repente aceleró descaradamente el ritmo de su masturbación, me fijé en su polla, no la había visto nunca tan hinchada, se le notaban todas las venas, y rápidamente soltó un gemido, al instante noté algo caliente entre medio de mis pechos, mi marido se estaba corriendo, otro chorro fue a parar a uno de mis pechos, y un tercer chorro en el otro pecho, él seguía sacudiendo, vi caer un cuarto chorro al suelo, mientras seguía masturbándose, ya sólo iba saliendo algo de su eyaculación que iba quedándose en la punta de su polla, se acercó y me lo depositó en un pezón. Se quedó mirándome con cara de satisfacción.

Para intentar complacerle, con una mano me unté lentamente bien mis pechos con todo lo que me había dado, mientras me lo miraba y le sonreía. Al tiempo que intentaba subir y bajar para mantener a Jorge dentro de mí.

Jorge me cogió de la cintura y empezó a acelerar sus embestidas. Me dolían las piernas de estar en esa posición, pero aguanté, me encantaba la idea que un hombre estuviera disfrutando de mi cuerpo, además estaba tan mojada que no me molestaba nada, entonces noté mediante sus respiraciones que se estaba corriendo, estaba teniendo un orgasmo dentro de mí un hombre que no era mi marido, la verdad que para mí la situación era de lo más morbosa. Una vez terminó, y antes de que su polla quedara fláccida me salí. Mi marido se sentó a su lado, mientras yo me fui al lavabo a limpiarme, oí que Paco decía “que pasada” y Jorge contestó “ha sido increíble”.

En el lavabo cogí una toalla, me limpié bien, la coloqué en el cesto de la ropa sucia, tuve la intención de ponerme un batín, pero me lo repensé, volví a salir al comedor totalmente desnuda para que me miraran, serví unas copas de vino y me senté entre los dos, estuvimos hablando un buen rato, hablamos abiertamente de sexo, le explicamos a Jorge que nunca habíamos hecho algo así, que era la primera vez, él se mostró sorprendido por la naturalidad con que habíamos actuado todo el tiempo. Al rato, cuando me pareció que había mucha confianza, se me ocurrió comentarles que tenía un sueño desde siempre, algo muy profundo en mí, que jamás había comentado a nadie, ni siquiera a mi marido, y era tener dos pollas dentro de mí, una en el coño y la otra en el culo, una de esas cosas que ves en las películas porno y que te queda en el inconsciente como algo pendiente de cumplir. Paco me miró y me dijo, ¿porque no?, miró a Jorge y le dijo, ¿qué te parece? Jorge contestó, vale… Se me aceleró el corazón, estaba a punto de pasar, aunque no sabía si saldría bien. Los empecé a tocar y a acariciar a los dos, cogí ambas pollas, una con cada mano, y empecé a intentar masturbarlos al mismo tiempo. La verdad es que no me costó nada que se pusieran tiesas las dos, fue muy fácil, la sensación que tuve es que yo les gustaba, me encantó tanto que al momento ya volvía a estar mojada.

Paco, que me conoce muy bien, me pidió que me incorporara, para empezar a prepararme por detrás. Empezó a tocarme con sus dedos el agujero de mi culo, cómo él sabe, a veces se los mojaba con saliva y me los iba introduciendo poco a poco para conseguir dilatarlo, otras veces con mis propios jugos, recogidos de mi vagina, ambos sabemos que si me da por detrás disfrutamos más si lo tengo bien dilatado. Mientras tanto me entretuve chupándosela a Jorge. Al cabo de un rato en esa situación, noté como mi marido me penetraba por detrás con esa facilidad con que siempre me lo hace. Estaba preparada.

Le pedí a Jorge que se pusiera un condón, senté a mi marido en el sofá, me puse de espaldas a él, abrí las piernas y me introduje su polla en el culo, que gracias a él, entró con una facilidad pasmosa. Una vez estuvo bien adentro, me eché hacia atrás, abrí más las piernas y le pedí a Jorge que se acercara y me la metiera por el coño. Aunque yo estaba de lo más caliente, la polla de Jorge no entraba, me hacía daño. Me di cuenta que la polla de Paco estaba ocupando por dentro el espacio de mi vagina y no permitía que entrara la polla de Jorge.

Me salí, les dije, no os preocupéis, seguro que encontramos la manera. Entonces le pedí a Jorge que se sentara en el sofá, me arrodillé sobre el propio sofá delante de él, con las piernas abiertas, pero esta vez de cara a él, me introduje su polla en mi vagina, y entraba como si nada, era una maravilla, yo estaba muy mojada. En ese momento las ganas fueron de seguir follando con Jorge, pero en el fondo de mi ser quería probar otra cosa, así que con la polla de Jorge dentro de mí me estiré sobre él, dejando mi culo lo más abierto posible, y le dije a Paco: “inténtalo ahora”. Paco se acercó por detrás, y poco a poco, con toda su delicadeza empezó a penetrarme el ano, aunque lo hacía lo más suavemente que podía, me hacía un poco de daño, pero la sensación de tener dos pollas dentro hacían que aguantara el dolor. Una vez introducida, me acostumbré en seguida y fue sensacional, ahora estaban los dos dentro de mí. Empezaron a moverse, para intentar follarme, pero no funcionaba, se movían descompensados, y me hacían daño. Les pedí que se estuvieran quietos. Entonces empecé a moverme yo, buscando el movimiento ideal para darme gusto e intentando mantener el ritmo que pedía mi cuerpo, o mejor dicho mi vagina. Dado que estaba tan mojada y por la presión de ambas pollas, tuve que coger con la mano la polla de Jorge para que no se saliera, lo que me sirvió para ayudarme moviendo un dedo por mi clítoris. Era una sensación espectacular, estaba más llena que nunca, estirada sobre un hombre que no era mi marido, con dos pollas dentro de mí de dos hombres que me deseaban, estaba en la gloria.

Lo que me parecieron pocos segundos después y gracias a la situación más morbosa de mi vida, sentí como todo el vello de mi cuerpo se erizaba, con un cosquilleo increíble, sentí como mis pezones se encogían y se ponían erectos como nunca, se me paró la respiración y seguidamente noté un tremendo espasmo de placer que salía directamente de entre mi vagina y mi clítoris y me recorría todo el cuerpo, seguido de un segundo espasmo más fuerte aún, luego varios espasmos más, estaba teniendo el orgasmo más intenso y gustoso que jamás había experimentado. Creó que justo en el primer espasmo de placer solté algún tipo de grito, incluso algunos de los espasmos eran tan grandes que lo notaron mis amantes y se asustaron. Estuve un buen rato moviéndome para que aquello tan increíble no terminara nunca, hasta que Paco me preguntó si estaba bien, le contesté que estaba en el cielo y me quedé quieta disfrutando del momento…

Al poco rato Paco se salió, me incorporé y me senté en el sofá, estaba extasiada, sudorosa, e incluso algo mareada, había sido tremendo. Entonces les miré y ahí estaban los dos, de pie, enfrente de mí con sus erecciones mirándome, y sentí que tenía que hacer algo por ellos. Abrí las piernas y les dije, podéis terminar.

Paco le dijo a Jorge, “tu primero”. Jorge se puso frente a mí, se arrodilló, y de repente cuando iba a penetrarme, Paco lo paró y le dijo “quítate el condón”. Me lo quedé mirando sorprendida, él me asintió y me dijo que no pasaba nada, se acercó a la oreja de Jorge y le dijo alguna cosa. Entonces Jorge sonrió y se quitó el condón, con su mano cogió su enorme polla la encaró a mi coño y empezó a penetrarme. Otra vez entraba en mi vagina como si nada, pero esta vez, más por la corrida que acababa de experimentar que por lo caliente que me sentía. Estaba algo cansada así que le dejé hacer. Me lo iba mirando, y veía a aquel hombre moreno, de rodillas, cogiéndome las piernas, follándome, con cuerpo de gimnasio, sin ser nada exagerado, tenía esa tableta de chocolate que marcaba sus abdominales, los brazos eran pura fibra, me gustaba. Después de varias embestidas se abalanzó encima de mí manteniéndose apoyado con sus brazos firmes en el sofá a ambos lados de mí y aceleró sus embestidas. Yo le acariciaba los brazos y la espalda mientras él me envestía moviendo sus caderas con todas sus fuerzas. Notaba como esa enorme polla se movía dentro de mí. Ese hombre me calentó otra vez, estaba poniéndome a mil, y abrí más aún mis piernas, rodeando su cuerpo con ellas, empezaba a sentir un cosquilleo dentro de mí, me estaba dando un gusto tremendo, pero no me dio tiempo a más, de repente sentí como algo caliente tocaba el interior de mi vagina, Jorge se estaba corriendo. Aunque no tuve ningún orgasmo en ese momento, el morbo de saber que ese hombre eyaculaba dentro de mí me puso a mil otra vez, volvía a tener la lívido por los cielos. Una vez terminó, me besó en los labios, y cuando noté que se le empezaba a encoger la polla, se salió.

Enseguida me puse la mano en mi vagina para evitar que se cayera todo lo que me había dejado. Rápidamente Paco se arrodilló frente a mí, y me hizo quitar la mano, puso la punta de su polla y empezó a recoger todo el fruto de la eyaculación de Jorge que salía mojando así su glande, y antes de que cayera ninguna gota me penetró. Dios mío, que placer, cuantas veces me había pasado de que me quedaba a medias, y ahora estaba muy cachonda después de follar, y me estaban follando otra vez… la verdad es que aquello era tan morboso, que me encantó. Paco más que follarme me hacía el amor, con todo lo suave que él sabe hacerlo, fue tremendo, aunque tardé un poco, ya que tuvo que bajar un poco la dilatación de mi coño, por la anterior polla que me había follado, pero en cuanto sentí el roce de la polla de mi marido volví a correrme por cuarta vez en esa noche, que gusto, que suave, no sabría describir esa situación. Creo que hizo enamorarme aún más si cabe de mi marido. Paco se corrió también dentro de mí. Mi mente me volvió a traicionar otra vez con el morbo, tenía el fruto de la eyaculación de dos hombres dentro de mi vagina, volvía a estar en el cielo, pero los labios de mi vagina se habían hinchado debido a todo lo que habíamos hecho y me escocían.

Paco se incorporó, en ese momento y con muy buenas palabras le pidió a Jorge que se fuera, que a partir de ahí queríamos estar solos. Le dijo que por favor no se hiciera ilusiones, ya que para nosotros aquello había sido un juego y que simplemente le habíamos utilizado como quien utiliza un juguete sexual.

La verdad es que Jorge se mostró muy comprensivo, mientras se vestía nos dijo que también se lo había pasado muy bien, nos comentó que era un sueño cumplido el sentirse utilizado por una mujer, sobre todo por una mujer tan guapa, y que no nos preocupáramos que lo que había pasado en nuestra casa se quedaba en nuestra casa. Me levanté le besé, y Paco lo acompañó a la puerta y se fue.

En ese momento empecé a sentirme mal conmigo misma por lo que acababa de pasar, en seguida vino mi marido y me cogió de la mano, me llevó a la ducha y nos duchamos juntos, me enjabonó toda, lo hizo con una suavidad que me sorprendió, yo tenía ambos brazos aguantando mi pelo para que no se mojara y él no paraba de besarme el cuello y de decirme que me quería, que me quería como nunca. Luego me secó, me ayudó a ponerme un camisón y nos acostamos en nuestra cama. Me abrazó por la espalda, me volvió a decir lo mucho que me quería, y me besó la nuca, me dejó tan tranquila que me quedé dormida enseguida…

Datos del Relato
  • Categoría: Intercambios
  • Media: 10
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