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Categoría: Confesiones

Tres viejas y un sátiro (3)

-Vamos a trabajarte el culito para que te entre bien la verga de mi hermano… -me dijo Herondina… -y agregó: -La tiene gorda, ¿sabés?... Jejeje…



Al escucharla me estremecí de miedo y ganas a la vez, ¿le haría daño a mi culito una pija gorda?... ¿cómo se la sentiría yendo y viniendo?



Cuando Herondina me lo metió por primera vez sentí un dolor tan intenso que grité… Pero para mi alivio ese dolor fue atenuándose y desapareció en el momento en que el consolador estuvo todo adentro y empezó a ir y venir… ¡Qué goce me daba! Tanto que yo no dejaba de gemir y jadear mientras iba asumiéndome como putito y las tres viejas se burlaban sádicamente y mí eso me calentaba más todavía...



Fue cuando Petra me estaba violando que sonó el timbre…



Herondina fue a abrirle y un momento después entró con su hermano en la habitación… Petra me sacó el consolador del culo y clavé la vista en el recién llegado…



“¡Ay, qué hombrote!”, me dije… Es alto, robusto, calvo y algo panzón…



-Parate, Jorgito, que mi hermano te vea bien… -me ordenó Herondina y obedecí, claro…



Miré al recién llegado y sentí que una de las cosas que me calentaban era la expresión perversa de su cara…



Durante un momento me comió con los ojos y dijo:



-Es increíble el cuerpo que tiene, parece el de una nena… Además es muy lindo de carita…



-Y ahora mirale el culo... –intervino Herondina y me ordenó que me diera vuelta… Obedecí y escuché la exclamación del hombre:



-¡No se puede creer! ¡Tiene el culo de una chica!... Bien empinado y redondito…



-Y ese culito es todo tuyo, Rogelio, pero primero que te la chupe y se trague toda tu leche…



-¡Claro que sí! –aprobó el hombrote y me hizo ir hacia él mientras se bajaba los pantalones y el bóxer…



Las tres viejas formaron un semicírculo alrededor de mí y Herondina me urgió a hacer mi tarea:



-Vamos, Jorgito, a chupar y te tragás todo. No quiero que escupas ni una sola gota. ¿Oíste?



-S… Sí, señora, lo que… lo que usted diga… -murmuré dándome cuenta de que me excita muchísimo que me dominen… Y empecé a chupar esa pija que fue cobrando vida en mi boca, hasta ponerse durísima… La señora Herondina la había descripto muy bien: no es muy larga pero sí bien gorda… La sentía presionando de un costado y del otro de mi boca mientras me deleitaba con los gemidos y jadeos del señor Rogelio, que me hacían saber que se la estaba chupando bien…



Me tenía agarrado del pelo y por fin se corrió gritando y echándome varios chorros de semen que tragué ávidamente…



-Abrí la boca… -me ordenó Herondina… -Ah, muy bien, Jorgito, tragaste todo…



-Sí, señora, como… como usted me lo había ordenado…



-Sos perfecto, Jorgito, sos tan lindo como una nena, sos muy putito y muy obediente… Ni loca dejaría que te nos escapes… Sos nuestro, Jorgito; sos mío, de Lola, de Petra y de mi hermano… Decilo…



-S… sí, soy de ustedes… Soy suyo, señora Herondina, de la señora Lola, de la señora Petra y de su hermano, el señor Rogelio…



-Muy bien, putito, a partir de ahora, cuando terminás de cenar te venís para acá, ¿oíste?...



-Sí, señora…



-Y vos, Rogelio, ¿ya estás como para darle pija por el culo?...



-Sí, que me la ponga dura y se la meto hasta los huevos… -contestó el hombrote, que reposaba echado de espaldas en la cama…



-Andá y ponele la pija bien dura, Jorgito… -me ordenó Herondina… -Y fui…



(continuará)


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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