Mientras hablaba con mi amigo, notaba que miraba una y otra vez el celular, en algunas ocasiones llego a escribir algún mensaje. Pasaron unos 20 minutos y me dijo con expresión alegre: —“Ahuevo, está vieja si la parto”. Me enseño su celular y vi la foto de una chica desnuda, enseñando su tierno pecho en un destello que eliminaba la penumbra y resaltaba lo café de sus pezones. ¡Hay que rico! (risas).

Lo chistoso era que aquel chico no era muy buen en lo que respecta a experiencia amorosa, incluso me contó que la única chica con la que hizo el arte de la almohada, fue una gordita cachonda y con granos en la frente —así se expresó él—, y que todo sucedió en una azotea. La verdad que esa chica era fea como ninguna y el dicho que dice que no hay mujer fea es una mentira (risas).

La siguiente historia es real y a diferencia de algunas de mis historias, ésta se apega totalmente a los acontecimientos, además existen imágenes que le respaldan. Y justamente son esas imágenes de las que quiero hablar. Últimamente la juventud se ha vuelto loca y comete muchos errores en su vida. Uno de ellos es enviar fotos que comprometen personalmente, sobre todo cuando son de contenido sexual.

Hace poco, unos días para ser exacto, un joven amigo vino a mí para pedirme un consejo. El chico parecía emocionado y era muy enfático en que guardara su secreto. Me dijo que conocía una chica de 14 años, estudiante de la técnica número 9, escuela a la que yo asistí en mis años más gloriosos. Según mi amigo, estaba convenciendo a la chica para que tuvieron relaciones sexuales, besos de lengua, meter mano y los “dedulce” también (risas). Toda una bacanal era la que me describía y fantaseaba en su mente.