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Categoría: Confesiones

Soy una fisgona

Tengo 19 años, pero sin desearlo, presencié un encuentro sexual entre mi tía y su novio (omito nombres). Fue una noche calurosa que no podía conciliar el sueño, escuché tenues ruidos como risas, quejidos y murmullos que provenían del living, me levanté para ver que sucedía y desde la oscuridad pude ver la sesión de besos y cachondeo de mi tía, que contaba con unos 18 años y su novio, un apuesto chico de poco más de veinte años.



Me llamó la atención, y como ellos no me podían ver en la oscuridad de la escalera donde me encontraba, con seguridad me senté en uno de los escalones a observar con detenimiento aquella sesión de besos y manoseo de ambos. Bajo la tenue luz que daban dos lámparas del living, apreciaba como él tocaba sus senos bajo la blusa desabotonada, y luego los sacaba, los besaba y chupaba efusivamente mientras ella se retorcía de placer, al mismo tiempo él metía su mano bajo la pollera sin que ella hiciera nada por evitarlo. Hubo un momento en que ella desatoró el cinto y bajó la cremallera del pantalón de él, quien colaboró levantando un poco el trasero para que le sacara el pantalón primero y enseguida la trusa, saltó enseguida un enorme pedazo de carne inflamada dura y elástica, lo cual me impresionó sobremanera ya que, yo nunca había visto el pene de ningún hombre, sabía por los comentarios que siempre hacíamos las chicas del colegio, que a los hombres les crecía y se les ponía dura su cosa, cuando besaban y tocaban a una chica, pero la verdad es que yo nunca imaginé que sería a tal grado.



También pude apreciar como ella lo tomaba con su mano con un movimiento de sube y baja, sabía también que esa era la manera de masturbarse de los chicos, pocos instantes después lo llevó a su boca y lo chupó efusivamente describiendo con su cabeza los mismos movimientos de sube y baja que hacía con su mano, él cerraba fuertemente los ojos y gesticulaba mostrando que le causaba gran placer mientras emitía sonidos guturales que ella trataba de acallar con su mano. Llegó el momento en que lo sacó de su boca, se recostó en el sillón abriendo las piernas, mientras se colocaba en esa posición apenas por un instante pude distinguir el velludo sexo de ella, él metió su cara entre los muslos de ella y se veía que le causaba visibles estremecimientos.



Por mi parte empecé a sentir mucho más calor del que había en el medio ambiente, empecé a experimentar cosas que nunca antes había sentido que me llevaron instintivamente a tocar mi raja bajo mi bombacha de dormir, con la yema de mi dedo, la recorrí causándome gran placer sobre todo en un punto hasta arriba donde nace la rajita, en ese tocar, noté que me salía por el agujerito de abajo un líquido abundante y resbaloso y que sobre los labios que rodean la raja me empezaban a crecer vellos y gran cantidad de pelusa.



Él la tenía con las piernas abiertas al máximo tomándolas por los tobillos mientras con la cadera describía movimientos hacia adelante y atrás, no era posible ver pero desde luego que eran movimientos de meter y sacar, unos minutos más y él se puso rápidamente de pie tomando su chaqueta y sacando del bolsillo un sobrecito que abrió apresuradamente, el contenido se lo entregó a ella quien lo colocó también apresuradamente en el enorme pene de él, ahora sé que no era otra cosa más que un condón, Cambiaron de posición, ahora ella sobre el sofá se puso en cuatro y el la volvió a montar no sin antes lamerle por detrás como lo hacen los animales.



La vagina de ella solo la pude ver instantáneamente, apreciando únicamente el triángulo de pelos que tenemos las chicas, el pene de él definitivamente lo vi una y otra vez, enorme y erguido hacia arriba casi pegado a su vientre, oscuro, grueso, gruesísimo, enorme al grado que me causó una sensación de calentura mayúscula. Cuando supuestamente terminaron, subí rápidamente y me metí a la cama, me quedé finalmente dormida pensando en aquel enorme pene, el cual durante toda mi adolescencia fue la inspiración de muchas de mis masturbaciones.



Mi tía nunca me quiso desde que llegué a esa casa, se refería a mi madre como la “cubana puta” lo cual aún, sin casi conocerla, me dolía, él por su parte se convirtió en mi símbolo sexual y fue quien despertó mi lívido de adolescente, quizás un poco temprano. Me aficioné terriblemente a espiarlos, al igual que a la ayudanta del servicio que también era una mujer joven y tenía sexo en su cuarto con un hombre que la visitaba, de esta última solo escuchaba sus gritos de placer, pero nunca pude verlos haciéndolo, una sola vez la pude ver a ella desnuda, pero a él jamás, ya que apagaban la luz para hacerlo.



Se me hizo hábito espiarlos y masturbarme, fui creciendo y confieso que en ocasiones mi mirada se centraba en su paquete e incluso le coqueteaba, nunca pude sacar de mi pensamiento aquel pene descomunal. Marché a otra Ciudad a estudiar en la Universidad y un buen día durante la época navideña en que visitaba a la familia tuve por fin sexo con él.



Yo ya contaba con unos 20 años y él ya casado con mi tía andaba por los 30. Por fin tuve esa deliciosa pija dentro de mí, hicimos de todo, se la chupé, me chupó y lo hicimos en varias posiciones, ya que para ese entonces yo contaba con mucha experiencia, me hizo venirme muchas veces deliciosamente y hasta la fecha, siempre le recuerdo con mucha excitación, aunque me queda claro que nunca lo tendré para mí.



Ahora 5 años después me sigue excitando sobremanera tanto exhibirme para que me vean, como espiar a parejas que hacen el amor, de hecho, he sido súper aficionada a ver videos XXX, los cuales, sin embargo, han perdido interés para mí y ahora prefiero ver a las parejas en vivo, lo cual es bien difícil, pero hasta he hecho tríos para poder apreciar de cerca el acto sexual de un hombre y una mujer. Lo mismo me encanta y me pone a mil que me vean por debajo de la falda. A lo largo de mi vida, sobre todo en la Universidad, con aquellos hombres que buscaban verme en la entrepierna o que se repegaban en mi trasero, terminé en la cama haciéndolo.



Espero tus comentarios. 


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