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Categoría: Incestos

Soy la puta de mi ahijado

Mi nombre es Maribel y vivo en una urbanización de chalets de lujo. Soy desde que era pequeña amiga íntima de María Jesús, ella tiene actualmente 48 años y yo Maribel 46 años, como todos saben. Dada nuestra íntima amistad cuando María Jesús dio a luz a su hijo Raúl, me propuso que fuera yo su madrina, cosa que acepte encantada. Ella y su hijo (pues quedo viuda hace unos años, viven en mi misma ciudad, pero en otro barrio un poco alejado del mío, por eso no nos veíamos con la asiduidad que nos gustaría, aunque era rara la semana que ella y yo no nos juntamos para pasar un rato contándonos nuestras cosas, no así con su hijo que ahora cuenta 20 años y al que veía más de tarde en tarde, aunque hace cosa de dos años esto ha cambiado y paso a contaros a continuación lo que desde entonces ha sucedido.



Estaba yo un día en casa a eso de la 6 de la tarde duchándome, para cuando llegara mi marido Pepe, dar una vuelta cual llamaron a la puerta sonando el timbre, entonces dije para mí:



“Que inoportuno quien sea, me coge toda mojada y duchándome”



Apague la ducha me seque un poco como pude a prisa y corriendo y me puse encima una bata corta, que tengo para estar en casa, llegándome por encima de la mitad de mis muslos y por arriba quedaba bastante abierta, mostrando gran parte de mis gordos pechos. Me calce unas zapatillas y me dirigí abrir a la persona que estaba llamando.



Cuando abrí la puerta, me lleve la agradable sorpresa de que era mi ahijado Raúl, le di un beso en su mejilla y le invité a pasar, diciéndole:



“Que sorpresa y que alegría verte Raúl, hacía ya mucho tiempo que no nos veíamos, ¿cómo estas?”



Él me contesta:



“Bien madrina, la cojo en mal momento, pues ya veo que te estabas duchando, cuanto lo siento, pero es que estaba haciendo unas cosas por aquí y he querido acercarme a visitar a mi linda y guapa madrina”



Yo un poco ruborizada pero contenta por su halago, le digo:



“Que exagerado y halagador eres, como se ve que me aprecias porque si no como ibas a decir a una madura como yo esas cosas”



Él me contesta:



“Es verdad madrina, estas guapísimas y con esa batita que tienes puesta aún más, tienes un cuerpo que cuantas amigas mías desearían tener, y eso que tienen 17 y 18 años. Perdona si te parezco atrevido, pero es que verte así y ver lo guapa que estas sin maquillar y sin nada, hacen que me salgan las palabras sin pensarlo”



Bueno, bueno, no pasa nada si te soy sincera, me ha gustado que me piropees de esa forma, pero vamos al salón y hablamos un poco, pues me estaba duchando para arreglarme y salir de paseo cuando viniera mi marido. Pero tenemos aún al menos casi una hora hasta que él llegue.



“Ya me ha dicho tu madre que acabaste muy bien el curso pasado y que este comienzas en la universidad. Ya la he dicho a ella, que aprovechando que yo soy profesora (como sabes), si necesitas que te ayude en tus estudios o en cualquier cosa o dudas que tengas puedes contar conmigo, para todo sin importarte que pueda ser, sabes que estoy aquí para ayudarte y complacerte en todo lo que necesites, para eso eres mi ahijado, pues para mí eres y lo sabes como un hijo”



El chico me contesta:



“Gracias Maribel, lo tendré en cuenta y si tengo alguna duda o quiero que me ayude en algo, sea de estudios o de otra cosa vendré a visitarte y te diré mi duda o deseo para que me ayudes”



Yo entonces cuando se sentó en el sofá le dije:



“¿Quieres tomar algo, un refresco u otra cosa?”



“Si no te importa en vez de refresco me gustaría más tomar un cerveza”



Yo me doy la vuelta y me dirijo hacía la cocina donde cojo dos cervezas y dos vasos y unas aceitunas y vuelvo al salón con todo. Al inclinarme para poner la bandeja con ello encima, de la mesita baja de salón que tengo delante del sofá y los sillones, se me abulta la bata dejando casi todos mis pechos (pienso que incluso mis aureolas y pezones), sin salirse de ella, a la vista de mi ahijado, detalle que él no desaprovecho para mirarlas y verlas bien vistas. Note que esto le excito, pues noté como le crecía el bulto de su bragueta. No sé porque pero al ver cómo le iba creciendo dicho bulto, me recree un rato y en vez de dejar la bandeja y que cada uno cogiera su vaso y cerveza, cogí una de ellas y abriéndola vacié un poco de ella en el vaso y se le ofrecí, dándole tiempo a que se recreara y disfrutara de la vista que le estaba ofreciendo. Luego volví a inclinarme y de nuevo le ofrecí la vista de mis pechos e hice lo mismo con la otra cerveza, que me quede para mí. Me incorpore y me senté junto a él en el sofá y para romper el hielo dando un pequeño trago le dije:



“Ya tendrás novia o al menos alguna amiguita, más íntimas que las otras, no Raúl, porque con esa planta estoy segura que te las llevaras a todas las chicas de calle ¿no?”



“Porque todas la personas mayores preguntan siempre lo mismo, mi mamá está con la misma cantinela”



Yo le corto y le vuelvo a preguntar:



“¿Pero tienes o no tienes chica?”



Colocando una sonrisa pícara en su cara me contesta:



“Alguna hay, pero nada en serio, pues revoleteo y tengo a varias chicas con las que estoy asiduamente. Pero a mí las chicas de mi edad, no te creas madrina que me atraen mucho, prefiero a las que son más mayores que yo, y sobre todo me vuelven locas…”



Para un momento y me pregunta:



“¿puedo hablar con sinceridad? “



“Si, no te cortes”



“¿Pero no te enfadarás?, prométemelo”



“No, no me enfadaré, eres mi ahijado, anda continua, te prometo que no me enfadaré”



Él entonces mirándome a la cara me dice:



“A mí las mujeres que me gustan y me vuelven loco son las maduras como tú, de tu edad y con esos cuerpos tan exuberantes, rellenos de grandes pechos y tan atractivos como el tuyo”



Yo un poco cortada, le digo:



“Tenías razón en preguntar si podías seguir hablando con franqueza y si me iba a enfadar con lo que dijeras. Pero te he prometido que no me enfadaría y no me enfadaré, continua”



El entonces continúa hablando diciéndome:



“Te preguntarás que porque he llegado a esa conclusión, pues mira madrina, he estado con todas mis amigas y con todas he tenido problemas cuando he querido llegar a algo más, aunque la mayoría lo han deseado, al final no he podido hacer nada con ellas al ver el tamaño de mi sexo. Unas al ir a penetrarlas no lo soportaban y desistían y otras al verlo ya no querían. Por eso probé con una prostituta poco más o menos de la edad tuya y de mi madre y al fin pude estrenarme y perder mi virginidad. Ella me dijo que era normal que las chicas jóvenes de mi edad se asustaran al ver la hermosa herramienta que uso, que ella me aconsejaba probar en seducir a otras chicas o mujeres de edades superiores a los 35 en adelante. Le hice caso y he podido hacerlo con varias de ellas, algunas quizás hasta las conoces, pero no te diré quiénes son esas y otras, la mayoría son maduras que he ligado en los bares y discotecas, a las que la mayor parte de las mujeres que acuden a ellas son mujeres maduras, que están viudas, separadas o que sus maridos no las complacen en el terreno sexual y allí encuentran jóvenes como yo que estamos dispuesto a pasar un buen rato y aprender sobre el sexo estando con ellas”



Yo entonces, le pregunto:



“¿Y tú madre sabe esto, sabe que te gustan las mujeres de nuestra edad y que ya has estado con ellas y que frecuentas esos bares y discotecas?”



Cuando él me va a contestar, oímos la puerta, es mi marido que llega, se ha adelantado un poco a su hora habitual. Y al entrar da una voz diciendo:



“Maribel, soy yo, ya estoy en casa, ¿estas preparada para que nos vayamos?”



Yo entonces llevando mi dedo índice a mis labios le hago a Raúl una señal para que se calle y le contesto:



“Estoy en el salón, tengo visita, a que no aciertas quién ha venido a verme”



Mi marido se dirige al salón, yo mientras tanto me cierro un poco más la bata y me miró para no enseñar nada y al llegar, se le alegra la cara al ver al chaval y dice:



“Joder, Raúl cuanto tiempo sin verte, que tal, como te va”



El chico le contesta:



“Muy bien Pepe, estaba por aquí cerca y me dije voy acercarme a ver a mi madrina, y aquí estoy. Llegue hace unos minutos y no fue en el momento mejor, pues Maribel se estaba arreglando para salir cuando tú llegaras y la he interrumpido y entretenido, por eso no está preparada”.



Yo entonces, digo:



“A que no esperabas esta visita, Pepe. Yo tampoco, me ha alegrado mucho que viniera. Quédate un momento con él mientras yo voy al cuarto y continuo arreglándome”



Entonces el chaval dice:



“No madrina, se me hace tarde y ustedes tienen que salir, yo solo pasé a saludarla, ya vendré otro día más despacio y que no te coja en tan mala hora”



Tanto Pepe como yo le contestamos:



“Cuando quieras, pero no tardes tanto en hacerlo como ahora, sabes que nos gusta verte y charlar contigo”



Y yo además le digo:



“Y no olvides lo que te he dicho de que si necesitas ayuda, tanto en los estudios como en cualquier otra cosa, ven por aquí, que aquí está tu madrina que te ayudará en todo, sea lo que sea que te haga falta”



Raúl se levanta y dándonos un beso a cada uno en nuestras mejillas se despide y se marcha diciendo:



“Hasta pronto, estén seguros que no pasará como ahora, pues a partir de hoy les prometo que vendré a visitaros más a menudo”.



Yo le contesto:



“Así lo espero”



Y el cerrando la puerta, me contesta:



“Tenlo por seguro, te lo he prometido y lo cumpliré, a mí me gusta cumplir mis promesas”



Yo me subí a arreglar y tras arreglarme salimos de paseo mi marido y yo.



La conversación con mi ahijado, me había dejado un poco nerviosa excitada, sentía como mis pezones y mis pechos se me habían endurecido por la excitación y me notaba toda mojada en mi sexo. Gracias a Dios que llegó mi marido, pues la conversación sobre el tamaño de su sexo y el mirar el bulto que se le había formado bajo su pantalón al tenerme sentada junto a él, me hizo pensar cómo sería realmente el tamaño de polla y si sería tan grande como él decía para que las chicas le tuvieran miedo. La verdad que me quedé con las ganas de vérsela. También se me pasó por la cabeza al ver su excitación y los piropos que me dijo a mi cuerpo, que yo le debía de gustar o al menos excitar.



Durante el paseo con Pepe, mi marido, no puedo dejar de pensar en Raúl y mi coño cada vez se me moja más y más, no sé qué me pasa pero estaba súper excitada. A la hora de dormir, al entrar mi marido en la cama, se sorprende y es normal pues estoy completamente desnuda, cuando normalmente suelo dormir con mi camisón, y no dejo de tocarme mi clítoris y le digo a mi marido:



“Pepe, mi amor, mira como estoy, estoy muy excitada y caliente, quiero que me folles y que gocemos los dos de nuestros cuerpos”



Yo no le digo realmente porque estoy así de excitada. El comienza a tocar todo mi cuerpo y se baja a mi sexo y comienza a tocarme y se detiene a hacerlo en mi clítoris, me lo está haciendo de maravilla llevándome a enlazar un orgasmo con otro. Él viendo lo excitada que estoy se tumba encima de mí y me penetra con fuerza follándome y haciéndome gozar muchísimo. Cuando estoy abrazada a mi marido, se me viene a la cabeza y me imagino que con el que realmente estoy es con mi ahijado el cual me está haciendo vibrar de placer y comienzan a correr mis jugos saliéndose de mi coño mezclados ya con el semen que mi marido acaba de depositar dentro de mi vagina y yo acabo explotando en un orgasmo brutal. Cuando acabamos y mientras estoy tendida desnuda al lado de mi marido también desnudo, comienzo a sentir una sensación de culpa, por haber pensado en mi ahijado cuando estaba haciendo el amor con mi marido, pero como he podido pensar eso y además desearlo, si Raúl es como si fuera mi hijo, ese hijo que no he tenido y que aún deseo tener, si lo conozco desde que ha nacido y es el hijo de mi mejor y más íntima de mis amigas.



Esa semana no volvió por casa y a mí se me fue de mi cabeza y no volví a pensar más en sus palabras ni en él. Pero el lunes de la semana siguiente a eso de las 4 de la tarde, cuando yo ya había acabado de recoger la cocina y estaba sentada en el salón viendo la televisión, llamaron a la puerta, fui abrir y era él, traía un cuaderno y un libro en una de sus manos. Al abrirle me dio un salto el corazón, no lo esperaba, entonces él al ver mi sorpresa me dijo:



“Hola madrina”



“Hola Raúl, pasa, pasa por favor”



Entro en casa y yo cerré la puerta, y le dije:



“Pasa al salón estoy viendo un rato la televisión, pues he acabado ahora mismo de fregar y arreglar la cocina y me he sentado un rato a descansar. Que deseas, pues quitando el otro día que viniste hacerme una visita, no sueles venir por aquí, y ahora en menos de una semana me visitas dos veces, no será por…”



Le iba a decir algo sobre la conversación que se nos quedamos a medía el otro día, cuando llego mi marido, pero él se me adelanto y me cortó diciéndome:



“Maribel, como el otro día me dijiste que si tenía alguna duda en mis estudios o en lo que fuera, que podía venir para que me la solucionaras, es a lo que vengo, pues nos han explicado hoy en la universidad un tema pero, la verdad, no me he enterado mucho y he pensado que quizás tú me lo puedes explicar de nuevo y así comprenderlo”



Yo me senté a su lado, sin malicia y sin pensar en nada (de verdad que se me había olvidado lo pasado la vez anterior que estuvo en casa) y mirando el tema del que hablaba se lo explique lo mejor que pude, no era difícil y cuando terminé le dije:



“¿Lo has comprendido?



“Creo que sí, madrina. Nos ha puesto para que lo comprendamos mejor unos ejercicios, si no te importa los hago aquí y así antes de entregarlos me los miras a ver si los he hecho bien”



Yo tenía que marchar a las 5,00 pues tenía cita a las 5,45 de la tarde con el ginecólogo para una revisión rutinaria de esas que hacemos las mujeres y entonces le dije.



“Vale, de acuerdo, ve haciéndolos mientras yo me ducho, pues a las 5,00 de la tarde me tengo que ir, pues tengo ginecólogo. Y cuando acabe de ducharme los vemos y los corregimos si es necesario”



“De acuerdo, Maribel. No sé cómo me las arreglo, pero siempre soy inoportuno, el otro día te cogí en la ducha y a punto de marchar de paseo con tu marido. Hoy tienes médico de mujeres, a ver si puedo venir un día que no tengas que hacer nada y podemos charlar tranquilos y pasamos un rato agradable, pues me gusta tu conversación y compañía y me la he estado perdiendo todo estos años y ahora hay que recuperar el tiempo perdido, ja, ja, ja”



Yo saliendo de la habitación hacía el baño le dije:



“No te preocupes, días habrás, si libras o no tienes alguna clase por la mañana es la mejor hora, pues por la tarde nos gusta salir a dar un paseo, a Pepe y a mí cuando él llega de trabajar”



Yo por las miradas y los comentarios que hizo el otro día sobre mi figura y mi persona, volvía a intuir que no le era indiferente, es más mi instinto de mujer me decía que le atraía, pero dije para mis adentros:



“Jo Maribel, eso son figuraciones tuyas, como va a fijarse en ti, si te conoce de toda la vida y eres como si fueras su madre, quítate esos pensamientos de la cabeza, que siempre estas imaginando cosas que probablemente no sean”



Entré en el cuarto de baño, me desnude y me entré en la ducha y debió olvidárseme cerrar la puerta con pestillo, y una de las veces que me di la vuelta pude ver en el espejo reflejada la imagen de Raúl asomado, medio escondido, a la puerta del baño (al abandonar yo la habitación y entrar en el baño, dejo de hacer los ejercicios al oír caer el agua y se fue hacia la puerta del mismo, para espiarme). Me estaba viendo desnuda, yo no sé porque hice con que no le veía, en vez de reñirle y seguí duchándome como si él no estuviera. El estar allí confirmaba mi sospecha de que yo le atraía o al menos le gustaba o tenía curiosidad por descubrir las partes de mi cuerpo que habitualmente no podía ver. Él al ver mi culo grande y hermoso, (sé que lo tengo atractivo pues cuando paso por la calle por algún lugar donde hay hombres, más de uno se vuelve para mirármelo) que vibraban con cada movimiento que hacía, no quitaba ojos de mi figura. Volví mi mirada de reojo hacía el espejo y vi como se había metido la mano en su pantalón y se había sacado su polla y se estaba masturbando. Yo al ver el tamaño de la polla que tenía sostenida en su mano, pensé para mis adentros:



“Maribel, no exageraba el chaval, está bien armado, es al menos dos centímetros más larga y al menos uno más gorda que la de Pepe, no me extraña que las chicas de su edad e incluso algunas maduras tengan miedo de meterse ese pollón dentro de ellas”.



Esta visión y este juego me estaban encendiendo y me gustaba, estaba disfrutando de la situación. Además estábamos solos en la casa y nadie se enteraría de lo que estaba pasando. Entonces para que me viera mejor mis partes me incliné hacía delante con que para soltar la esponja y de esta forma le dispensé durante unos segundo la visión de mi culo abierto, y el poder observar con todo detalle mi concha entre mis piernas, que la tengo un poco velluda. Volví a incorporarme y me puse un poco de perfil, para que él de esta forma lograra ver perfectamente mis grandiosas tetas, las cuales se rozaban entre sí, me colgaban aunque aún las tengo duras y tersas a pesar de mi edad y se movían (movimientos que yo provocaba para excitarle) arriba y abajo con los movimientos de mi cuerpo. Volví a girarme para ver lo que hacía en el espejo y en ese momento comenzó a eyacular colocando su calzoncillo cerca de su polla para evitar que su corredura cayera en el suelo y ser descubierto. Yo entonces salí de la ducha y cogí una toalla para secarme, y él creyéndose que no había sido visto salió rápido como pudo de nuevo hacía el salón.



Yo envolviéndome a una toalla, me fui a mi cuarto, dejé (con toda intención la puerta abierta por si volvía a espiarme, pero en esta ocasión no lo hizo) la misma sobre la cama. Fui a la cómoda y abriendo el cajón donde tengo guardada la ropa interior, cogí unas bragas de tul de las que suelo usar (es decir de tiro alto) procurando que fueran de las que ya me quedan más bien pequeñas, me la puse y mirándome al espejo pude ver que no se transparentaba nada, pero se marcaba bien la raja de mi coño y por mis ingles aparecían gran cantidad de pelos. No me puse sujetador, quería que al andar cuando llegará al salón él viera como se me movían mis pechos, con la idea de jugar con él y calentarle aún más de lo que seguramente ya estuviera. Me coloqué encima mi batita corta de estar por casa, pero al hacerlo me la puse a medio abrochar, solamente atándome el cinturón a mi cintura y dejando abierto un gran escote por el que se me podía apreciar perfectamente el 80 % de mis pechos, que solamente se tapaban sus aureolas y pezones, pero que con cualquier pequeño movimiento se me podrían quedar al aire. Por la parte de abajo, procuré colocarme la batita de tal forma que al andar se me abriera enseñándole mis bragas. Me miré de nuevo al espejo para verme de esta guisa y al comprobar que la batita estaba colocada como yo quería, cogí e hice una serie de movimiento para confirmar lo que había pensado, al ver que era todo correcto, cogí y me dirigí de nuevo al salón donde me esperaba Raúl.



Cuando entré estaba en el sofá sentado haciendo los ejercicios y le dije, para que supiera que estaba allí:



“Ya estoy de nuevo aquí, ¿has acabado los ejercicios o te has encontrado alguna dificultad y por eso aún continuas con ellos?”



Él al oír mi voz miró hacía la entrada y al verme con la batita puesta y prácticamente mostrándole gran parte de mi cuerpo, no pudo reprimir su expresión y se le escapo decir:



“Joder como estas Maribel”



Al darse cuenta que se le había escapado su comentario y pensamiento en alto, enseguida se excusó diciendo:



“Perdona madrina, es que al verte así de guapa no he podido reprimir y me ha salido del alma esta expresión, pero la verdad es que estas muy guapa y atractiva. Como sabes las mujeres maduras como tú, mi madre y las de su edad, son las mujeres que realmente me gustan y me atraen, pues las chicas más jóvenes y de mi edad, me gustan pero no tanto como ustedes las maduras. No sé porque será, quizás por el morbo de lo prohibido al ser mujeres mayores y la mayoría casadas y también porque con las maduras que he estado me han aportado y enseñado bastante sobre el sexo con su experiencia, cosa que las chicas más jóvenes no tienen ni pueden aportarme.”



Yo me quedé un poco sorprendida de la confianza y sinceridad con que Raúl me hablaba de estos temas, siempre pensé que le daría un poco de corte hablar de ellos con la mejor amiga de su madre y que encima era su madrina, pero parecía que no. Entonces, haciendo como que no daba importancia a su palabra y sus cumplidos (aunque la verdad si me habían hecho subir mi ego y sin darme a penas cuenta encender mi excitación), le dije:



“Vamos a ver qué es lo que no entiende de los ejercicios, y lo hacemos: Si me habías dicho que habías entendido todo. ¿No será que estés pensando en otras cosas en vez de en lo que tienes que hacer”.



Yo mientras decía esto me senté a su lado, y de verdad, sin darme cuenta apoye mi pecho derecho sobre su brazo haciendo que desde su posición quedará prácticamente mi pecho desnudo a su vista, pues aunque mis aureolas y pezones quedaban cubiertos por la tela de la batita, él desde su posición podía ver perfectamente mis aureolas y pezones aun manteniéndose dentro de mi bata. Entonces me contesto mirándome descaradamente a mis pechos:



“Probablemente sea eso Maribel, pero es que tú me…”



No dejándole acabar y dándome cuenta de la situación, pensé:



(“Estoy llevando este juego demasiado lejos, y el chaval no se merece esto, le estoy excitando demasiado y a lo mejor no es bueno, yo solo he querido excitarlo un poquito para ver si realmente le gusto y le atraigo y con ello calmar mi ego y él puede que piense que me estoy insinuando y si se lanza no sé qué pueda pasar, pues la verdad es que estoy muy caliente y excitada con todo lo que está pasando “).



Entonces me separé de su brazo y cogiendo las solapas de la batita me la cerré lo que pude por la parte de mi pecho, pero no hice lo mismo con la zona en la que se me veían las bragas, las cuales al cerrar mi escote él dirigió su vista hacía mi entrepierna pudiendo apreciar mis bragas metidas (dado que me quedaban pequeña) por mi raja y por los laterales de la misma saliendo bastantes pelos de la pelambrera que cubre la parte de mi sexo, Entonces le dije:



“Mira esto es relativo a la segunda cuestión que te explique y…”



Cuando iba a continuar con mi explicación, sentí como él llevaba su mano derecha a mis muslos y comenzaba a acariciarlos hasta llegar a mi entrepierna y colocarla encima de mi coño, sobándolo y acariciando mi almeja por encima de la tela de mis bragas. Entonces, le cogí la mano y apartándose le dije:



“Raúl, eres un sinvergüenza, no te da vergüenza hacer esto. Quédate quieto y apártate un poco, voy acabar de explicarte el ejercicio y te marchas hacerlo a casa, pues como sabes tengo que irme al ginecólogo que le tengo a las 5,45 son ya las 5 y si me retraso más voy a llegar tarde. Y de esto no te preocupes ya lo he olvidado y no diré nada a tu madre, si me prometes que no volverá a ocurrir”.



“Él mirándome con la cabeza hacia abajo, como arrepentido me dice:



“No Maribel, no volverá a ocurrir, pero no quiero que te enfades, quiero seguir viniendo a verte, déjame seguir viniendo, te prometo que no volverá a pasar nada que tú no quieras que pase, madrina, pero por favor deja que vuelva a que me ayudes en mis clases”.



Yo acercándome a su cara se la cojo con mis manos y le doy un beso en las mejillas y le digo:



“Estas perdonado y no estoy enfadada contigo, puedes venir cuando quieras a visitarme, como me iba yo a enfadar con mi querido ahijado. Pero tienes que comportarte mejor, ¿verdad que lo harás?”



“Si gracias, Maribel, de ahora en adelante te voy a visitar todas las veces que pueda y si puedo voy a procurar que sea todos los días”.



Raúl que estuvo dos días sin volver por casa, yo pensé que se habría avergonzado de lo sucedido y por eso no iría, y que lo que había pasado había sido una cosa pasajera y que era mejor que estuviera un tiempo sin visitarme. Pero el jueves, estaba yo en casa haciendo las labores normales de la casa (limpiando la casa) por la mañana, cuando a eso de las 10,00 llamarón a la puerta, fui abrir y al hacerlo allí estaba mi ahijado, con una sonrisa de lado a lado de la cara. Sin decir nada se acercó a mí y me dio un beso en mi mejilla y me dijo:



“Vengo a que me ayudes con mis estudios, tenemos los jueves dos horas libres por la mañana y como no tenía muy claro algunas cosas de una de las asignaturas y quería volver a verte, he decidido venir a que me ayudes, ¿puedo pasar? “.



Yo sorprendida le digo:



“Sí, si pasa, por favor, que tonta, no te había dicho nada”



Nos dirigimos hacía el salón él puso la mochila que llevaba en el suelo y saco uno de los libros y volvió a cerrar la mochila. Abrió por una de las páginas del libro y me indico que ese día la lección había entendido casi todo pero tenía una serie de dudas sobre ella que quería consultarme y mirar a ver si entre los dos podíamos solucionarle esas dudas que tenía. Le explique las dudas, comprendiendo lo que le decía, y después nos pusimos a hacer los ejercicios que venían para comprender mejor la lección. Cuando llevábamos uno hecho, se me ocurrió decir que cuando se fuera iría al mercado a comprar algo para comer, entonces él me dijo:



“No madrina, ve ahora, yo me quedo haciendo los que faltan y cuando vuelvas lo corregimos, de esa forma encontrarás ahora que es temprano mejores productos”.



Me pareció buena idea y me dirigí a mi cuarto a arreglarme para ir al mercado, no sé por qué sentí ganas de que me volviera a espiar cuando me estuviera vistiendo, (pues desde que lo hizo la otra vez me excitaba mucho pensar que me había visto desnuda) de modo que deje la puerta medio entornada dejando una abertura de unos 30 ó 40 centímetros por los que él podría verme desde el pasillo. Yo me coloque de tal forma que pudiera ver este hueco de la puerta a través del espejo. Y así fue no llevaría ni un minuto en mi cuarto cambiándome cuando pude ver por el espejo como Raúl me espiaba y podía ir viendo como me desnudaba y volvía a vestirme. Al acabar de hacerlo me dirigí al cuarto de baño cuya puerta quedaba justo frente el espejo, me la ve la cara un poco y tras secarme abrí la tapa y me senté en el wáter a mear, abriéndome bien de piernas para que si él conseguía mirar al espejo y me veía pudiera ver mi coñito completamente abierto y salir el chorro de orín por él. Raúl si se dio cuenta y me estuvo viendo perfectamente como meaba, cuando dejo de oír el chorro caer, retrocedió y volvió al salón antes de que yo pudiera volver y esperar sentado en el sofá a que yo fuera a despedirme de él antes de salir para el mercado. Al llegar al salón él ya estaba haciendo los ejercicios y le dije:



“Raúl, ¿de verdad no te importa que marche al mercado?, mira que si quieres me quedo “



Él muy amable me contesta:



“No madrina, vete tranquila, cuando vuelvas corregimos y miramos entre los dos los ejercicios”



Yo me marche y al cabo de una hora u hora y medía volví y me le encontré en el salón esperando, ya había acabado los ejercicios. Los corregimos y entonces tras corregirlos le dije:



“¿Tienes clase ahora?”



“Si la última de la mañana, la comienzo ahora a las 12,30 y la terminamos a las 14,00”



“Si quieres te invito a comer aquí en casa, pues mi marido me llamó esta mañana que le ha surgido un imprevisto y que comería con un cliente, por tanto voy a comer sola. Porque no llamas a tu madre y la dices que no te espere a comer que vas a comer aquí conmigo o si no quieres que se entere que estas aquí, la puedes decir que comerás con algún compañero”



“De acuerdo, encantado, que alegría poder comer a solas contigo, madrina”



Se levanta recoge los libros, lo mete en la mochila y dándome un beso en mi mejilla, se despide diciéndome:



“A las 14,10 estaré aquí para comer con la mujer más maravillosa y bella del planeta”.



Yo me ruborizo, pero me gusta lo que me dice. No sé porque le he invitado, pero algo en mi interior me ha movido hacerlo, deseo estar con él no sé qué es lo que me pasa cuando estoy con él o a su lado, pero me gusta y siento una sensación extraña entre deseo y prudencia de no cometer cosas que luego me pueda arrepentí.



Miro a mi alrededor y veo varias cosas descolocadas, me dirijo a mi cuarto y noto que alguien ha enredado en mi cajón de ropa interior, pero que no falta ninguno de mis conjuntos y que esta movida la butaca que usamos para sentarme frente a la cómoda para cuando me arreglo y me miro al espejo de ella. Y en el cuarto de baño también noto como si alguien hubiera andado en él. Me doy cuenta que mi ahijado en mi ausencia ha estado mirando mi ropa interior y en el baño ha estado también viendo o cogiendo mis bragas sucias que tenía en el cesto de la ropa sucia y ahora están en el suelo caída. Me rio y pienso:



(“Pobrecillo, le traigo por la calle de la amargura, ja, ja, ja,)”.



Me cambio y me voy a la cocina a preparar la comida para cuando Raúl vuelva esté todo preparado y comamos. Pasó el tiempo, que se me hizo larguísimo y a eso de las 14,10 como había dicho llamo al timbre y allí estaba puntual, como había quedado.



Tras comer, fui a preparar unos cafés, pero él me dijo:



“No madrina, déjame que los prepare yo, tu quédate aquí quieta esperando, que ya has trabajado bastante haciendo la comida. Dime donde está la cafetera, y el café y todo lo demás y yo lo hago”



Le acompañé a la cocina y le saque todas las cosas necesarias para hacer el café para él y un sobre de descafeinado para mí. Le di también y las tazas, la leche, azúcar, etc. al acabar me dijo:



“¿Cómo le quieres que te haga el descafeinado?



“me gusta más bien oscuro con poca leche”



Tras decirle esto, me vuelve a decir:



Venga, venga fuera de la cocina, al salón, la señora al salón que dentro de un momento el mayordomo la llevará a la señora el café”



Y dándome una palmadita cariñosa en el culo me despidió. Yo me volví y llevándome mi dedo índice a mis labios, le hice un gesto moviendo mi cabecita, como diciéndole “cuidadito, cuidadito, no te pases”, pero con una sonrisa en mi cara.



Me dirigí al salón y allí le esperé hasta que pasados unos 5 o 7 minutos se presentó con la bandeja portando su café y mi descafeinado. Lo puso encima de la mesa, me pregunto cuanta azúcar quería y me la puso y después me le ofreció. Cogió el suyo y se sentó a mi lado y comenzamos a conversar a medida que nos íbamos tomando el café.



A eso de los 15 o veinte minutos de haber tomado el descafeinado, comencé a sentir un sueño que no era capaz de despertarme, por mucho que trataba de disimular. Raúl parecía no darse cuenta y seguía hablando y contándome cosas que yo ya apenas podía oír, hasta que no me di cuenta y quedé dormida, (luego unos días después cuando volvió a visitarme me confesó que me había echado en el descafeinado un somnífero mezclado con un afrodisiaco suave). Cuando me desperté, estaba sentada en el mismo sitio, él se había ido y había recogido el servicio del café y lo había llevado en la bandeja a la cocina donde lo dejó. Me había dejado una nota que decía:



“Te has quedado dormida, y estabas tan a gusto, que no he querido despertarme, gracias por todo, mañana vuelvo y te cuento más cosas, un beso”



Miré el reloj y desde que comenzamos a beber el café hasta ahora había pasado cerca de tres horas, eran las 6,15 de la tarde y mi marido debía estar al llegar. Me levanté y me fui al cuarto de baño me duche y esperé a que llegara mi marido. Cuando vino, esperé que fuera al servicio a orinar y después salimos. Me dolía un poco la cabeza y al volver me tome un calmante y me fui a la cama a tratar de dormir. Pero no era capaz, pues al quedarme tanto tiempo dormida no tenía sueño y al estar sola en la cama de nuevo comencé a pensar en José enrique, me lleve mi mano a mi coño, bajo mis bragas y comencé a masturbarme, al hacerlo sentía algo de escozor y dolor en mi almejita, pero continúe hasta correrme. Al acabar me lleve la mano a mi nariz para oler los jugos que acababa de echar y me dio la sensación de que me olía a mis jugos mezclado con semen, como cuando mi marido se corre dentro y me sale después mezclado con mis jugos. Me levante y me fui a lavar, hasta que llego mi marido y me hice la dormida, quedando a los pocos minutos dormida de verdad.



Al día siguiente, a la misma hora que el día anterior, es decir a las 10 de la mañana se presentó Raúl en mi casa, al sonar el timbre, fui abrir y me alegré muchísimo de verle. Nos saludamos y dándome un beso en mi mejilla, le hice entrar, yéndose él directamente al salón y se sentó en el sofá donde habitualmente lo hacía. Yo me senté a su lado y le dije:



“Raúl ¿no tienes hoy clase tampoco?”



“No madrina, no es eso. Si tengo clase, pero me apetecía más verte a ti que ir a esa clase y he decidió venir a estar contigo un rato”



Yo algo enfadad le dije:



“Eso no se hace, mi niño, no puedes perder las clases solo por estar conmigo, sabes que a mí me puedes ver cuando quieras, de modo que no vuelvas hacerlo, y hoy que ya has perdido la clase vale, pero a la próxima debes de ir, sino me enfadaré”



“Si ya sé que puedo venir a verte a cualquier hora, pero esta es a la que estás sola y no esta tú marido y yo quiero estar sola contigo , porque me vuelves loco y me gustas muchísimo y te deseo aún más y si está él no puedo decirte estas cosas y tampoco proponerte lo que deseo y no es otra cosa que seas mía, pues desde que te vi el otro día solo pienso en ti, no ha habido noche que no me haya masturbado pensando que estoy contigo, amándote y follándote por todos tus agujeros, madrina, estas tan buena”



Yo enfadada le digo:



“Cállate, sinvergüenza, te das cuenta lo que estás diciendo. Me estas proponiendo que sea tu amante y ponga los cuernos a mi marido, como te atreves, tú estás loco, sal ahora mismo de aquí, verás cuando se entere tu madre”



Él entonces se levanta y va hacía la televisión y saca un DVD y lo pone en el reproductor que tengo junto a la televisión, lo enciende junto con la televisión y me dice:



“Madrina, sé que te gusto y quizás hasta me desees, pues estos días te has insinuado y exhibido para mí tratando de seducirme y calentarme y lo has conseguido, por eso ahora te deseo y sé que tú en tu interior también y que solo te falta un empujoncito para entregarte a tu deseo y el mío y que no es otro que estar juntos amándonos y haciendo sexo, vas a ser mía y yo tuyo porque tú sabes bien que lo deseas tanto como yo. Pero no obstante para darte el empujoncito que te falta para entregarte a mi quiero que veas este video”



Según dice esto aparezco en la pantalla cambiándome de ropa, duchándome y meando en el servicio y después completamente desnuda muy abierta de piernas con los brazos abiertos como llamándole en mi cama de matrimonio tumbada. Entonces llega él también desnudo y se pone entre mis piernas con su polla grande y hermosa tiesa y se ve como comienza a penetrarme y yo como sonámbula le echo mis manos a su cuello y le atraigo hacía mi, dejándose él caer sobre mi cuerpo y agarrándome mis pechos comienza a chuparlos y a mamar de mis pezones y yo comienzo a emitir gemidos de placer a medid que él bombea su polla a mayor ritmo dentro de mí, hasta que llega al orgasmo y se corre dentro de mí. Para luego salirse y se ve goteando su gran pollón y saliendo gran cantidad de semen y jugos míos vaginales por mi chochito. Aquí acaba el video y él me dice:



“Ayer cuando fuiste al mercado aproveche para instalar cámaras de televisión en tu cuarto y en el cuarto de baño, grabándote cuando te has cambiado, duchado, orinado y otras cosas. Cuando estuve haciendo el café aproveche para echarte en él un somnífero y un afrodisiaco suave, por lo que te quedaste dormida. Cuando esto pasó te lleve a tu dormitorio, te desnude y te tendí en la cama como has visto y luego te folle y poseí corriéndome dentro de ti y parece que disfrutaste, dormida pero disfrutaste. Al acabar, te lave un poco tu sexo por fuera, te volví a vestir y te lleve de nuevo al salón colocándote en la misma posición que estabas cuando te dormiste. Yo volví al cuarto e hice la cama cambiando las sabanas poniendo otras iguales y escondiendo las que habíamos usados pues las habíamos puesta perdidas de semen y de tus propios jugos. Luego recogí el servicio de café lo lleve a la cocina, escribí una nota dándote las gracias y me fui dejándote dormida. Si quieres y estoy seguro que aunque tú abiertamente no lo veas, es lo que en el fondo deseas, puedes entregarte a mí libremente o caso contrario este video se lo enviaré a tu marido (cosa que no quiero) para que vea lo guarra y puta que eres madrina. Hoy no quiero que lo decidas ni voy hacerte nada a la fuerza pues quiero que te entregues a mi porque me desees, mañana vendré a la misma hora y espero que me des tú respuesta.”



Yo le digo:



“Como has sido capaz de hacerme esto, Raúl, con lo que te quiero si eres como mi hijo”



Y él me dice:



“Sí madrina, soy como tu hijo y no me importa que consideres lo que te propongo como un incesto, pero estoy loco por ti y te deseo y quiero que seas mía y tú sé que también lo deseas aunque una parte de ti este luchando contigo y no te deje aceptarlo, por eso te he grabado este video para ayudarte a decidirte y que los dos gocemos de nuestros cuerpos.”



Yo permanecí callada y sentada en uno de los sillones, me había quedado paralizada. Él saco el DVD del reproductor, apago la televisión, se guardó la grabación y se marchó, dejándome en un estado total de shock. Cuando me recuperé estuve dando todo el tiempo vuelta a este asunto y siendo sincera para mí misma, me dije:



“Si lo pienso fríamente, el chico tiene razón, desde que me visitó y me saco la conversación de su polla larga y gorda y el miedo que les daba de ella a las chicas de su edad, y lo de la prostituta y que se ha acostado con mujeres mayores poco más o menos de mi edad, y los piropos que me dijo, no dejo de pensar en él. Incluso cuando hago el amor con mi marido pienso que es con él, no me he dado cuenta pero tiene razón de que a mí también me atrae él, pero no puedo caer en lo que me propone, sería como un incesto y eso para mí toda la vida ha sido algo que no me ha cogido en mi cabeza.”



Y tras esto volvían a mí las dudas y me decía:



“Pero es verdad, tiene razón le estoy deseando, sin saberlo, joder que me pasa yo con mi edad liándome con un chico de 18 años, que encima es mi ahijado y lo he querido siempre como si fuera mi hijo, estoy loca, esto no puede ser. Pero que hago, lo deseo y no puedo o no debo entregarme a él, pero por otra parte si me niego, tiene el video y si se lo envía a mi marido es el fin de mi matrimonio, joder que lio tengo en la cabeza ¿Qué hago, joder, que hago?”



Me puse hacer las cosas de la casa para ver si se me iba de la cabeza el tema, pero era imposible, por más que lo intentaba no se me apartaba de mi pensamiento las escenas que había visto en el video y sobre todo el verle a él desnudo con su hermosa grande y gorda polla, esa imagen la de su polla se me venía una y otra vez a mi mente, hasta que acabe deseando tenerla dentro de mí y no pudiendo más me fui a mi habitación y me tuve que masturbar de lo caliente que estaba. No pensé en ningún momento que tenía cámaras en mi cuarto y el baño y que el sinvergüenza y atrevido de mi ahijado seguramente me vería todo lo que hiciera en esas habitaciones. Cuando me acorde, tras correrme, comencé como loca a buscarlas para desconectarlas y quitar la instalación, pero no fui capaz de dar con ellas pues en el video tenía tomas de varias posiciones al menos de 4 o 5 cámaras en cada una de las habitaciones. Las había camuflado y escondido perfectamente porque no conseguí localizar ninguna de ellas.



Por la noche a la hora de acostarnos, yo estaba muy excitada y le dije a mi marido que me poseyera, que necesitaba que me follara y él me dijo que estaba cansado que ya me había follado el otro día y que como sabía él ya no tenía el mismo ímpetu y ganas que hacía unos años, que si estaba tan caliente que me masturbara, pues él estaba cansado y no tenía ganas. Eso me molestó mucho y me hizo decidirme prácticamente a decir a mi ahijado que aceptaba y comencé a masturbarme. Pero una vez que me corrí de nuevo me vino la duda y de nuevo aparqué la idea de entregarme a Raúl.



Continuará... espero les haya gustado, no busco sexo,...


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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