Hacía tiempo tres años que había terminado sus estudios de medicina, pero seguía estudiando y sin poder trabajar en lo suyo.

De la Universidad tenía malos recuerdos, exámenes, estudio y mediocridad. Pero también otros buenos.

Había conocido gente, hecho amigos y había tenido la habilidad de mantener algunos amantes - a veces varios simultáneos- en completo secreto, de modo que su fama de niña buena quedara inalterada.

Ese día del que les quiero hablar ella estaba estudiando. Hizo un descanso y se puso a chatear. Coincidimos en la red y le pregunté por su experiencia sexual más loca. Se tomó su tiempo y me contestó:

"Hace tres o cuatro años. En la uni. Estaba estudiando frente a una chico guapísimo. No nos conocíamos pero enseguida comenzaron los juegos de miradas, los roces y las insinuaciones. Yo disimulaba metida la cabeza entre los libros y los apuntes, pero con los ojos cerrados fantaseaba imaginándome que llevaba a ese chico a los baños del piso de arriba, que estaba vacíos por no haber ya clases en junio. De pronto lo sentí moverse. Salió. Yo excitadísima y le seguí. El pasillo estaba solitario y le dije: "ven". Le llevé de la mano y le metí en un lavabo. Lo que pasó te lo puedes imaginar."

Silvia siguió el chat lamentándose de que el tiempo pasa y que ya no se hacen locuras como aquella.

"Hacemos las locuras que queremos: en 2 horas en los baños de la puerta grande de medicina"

Para mi sorpresa su respuesta fue: "en una hora, ¿te da tiempo"

Cogí el coche y me planté allí. Con un restraso de 5 minutos apareció una chica como de 28 años, rubia, de altura media, labios carnosos, vestía pantalón vaquero prieto que marcaba un culo precioso.

"¿Silvia?" - pregunté. Y sin decirme nada ella me tomó de la manao y me llevó a aquél lavabo de su memoria. "Ahora están más limpios" fue lo único que la oí decir. Bueno, sí, al final también me dijo "Adiós".
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