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Categoría: Intercambios

Sexo en vacaciones II

Aunque el verano acabó y tuvimos que volver a casa, la relación de amistad que había entre los cuatro no se vio nada perjudicada por los intercambios que tuvieron lugar en verano. Es más, yo diría que nuestra relación salió reforzada.

Pues bien, se acabaron las vacaciones y cada uno volvió a su rutina. Por supuesto que ya no nos veíamos tanto. Aunque a Adri si le veía cada tarde en el gimnasio, a su novia solo la podía ver los fines de semana, cuando salíamos los cuatro juntos. La verdad es que yo seguía pajeándome mientras recordaba las veces que me follé a Marta en aquella playa de Calpe, como le penetraba por aquel maravilloso culazo que tantos hombres deseaban.

Desde el final de verano ya no tuvimos ninguna relación más. A lo sumo, cuando salíamos los sábados, en las discotecas, nos rozábamos disimuladamente, ella buscando mi paquete y yo buscando su prieto culo. Lo pasaba fatal, acababa con unas erecciones tremendas. Adri me juró que él tampoco había tenido ninguna relación con mi novia desde el verano.

La verdad es que no me hubiera importado seguir compartiendo a mi novia con él, siempre que él hubiera compartido a la suya. Silvia seguía estando igual de buena, con esas tetas que me volvían loco... una delicia.

Pues como iba diciendo, nuestra vida había recuperado la normalidad. Un buen día a Adri le salió una buena oferta de trabajo. Se trataba de montar aparatos de aire acondicionado por las casas, pero solo los fines de semana, de modo que pudiera compaginarlo con los estudios.

Como yo también andaba falto de dinero, decidí meterme también en la empresa. Visitamos muchas casas, pero hubo una que me dejó loco. Se trataba de un ático en el centro. En él vivían una madre y su hija. La madre tendría unos 44 años y la hija rondaría los 22. No sabría deciros quien estaba más buena de las dos.

Cuando llegamos Adri y yo al piso, cargados de los bultos del aire acondicionado, nos recibió la madre. Era morena, con el pelo largo y rizado. Llevaba unos vaqueros que le hacían una figura magnífica, sobre todo resaltaba el culo, grande, a primera vista bastante duro y muy bien puesto.

Tenía unos labios de lujo, pintados con un pintalabios rosa muy claro, parecían estar operados por su excesivo volumen. Las tetas no se podían comparar con las de mi novia Silvia, pero no estaban nada mal para una mujer de 44 años, estaban bien firmes con dos pezones apuntando hacia nosotros, que parecían que iban a romper la camiseta.

-Adelante, Soy Ana, la propietaria.

-Hola, somos Adri y Toni. ¿Cuál es la habitación donde hay que instalar el aire, dije yo.

-La última puerta del pasillo, podéis pasar ya, yo mientras me pongo cómoda, que acabo de llegar de trabajar...

No podíamos parar de mirarla de arriba abajo, me la imaginaba desnuda, follándomela salvajemente en la misma puerta de la casa. Pero teníamos que trabajar, así que entramos en la habitación y nos pusimos manos a la obra.

Aún no habíamos empezado a trabajar y apareció de nuevo Ana, esta vez con una bata blanca con líneas azules que dejaban ver unas piernas largas y morenas. Pero no fue en las piernas en lo primero que nos fijamos. Se acababa de duchar y las tetas se le pegaban a la bata, sin sujetador, se apreciaban los pezones, de color marrón oscuro, grandes, grandísimos.

Nos miró con una mirada de lujuria y Adri, mientras la miraba con cara de vicio, se masajeaba los huevos y verga descaradamente por encima del pantalón. Ana se rió y en ese mismo momento Adri se lanzó sobre ella, le dio la vuelta bruscamente y la puso contra la pared. Se arrimó a ella, le apartó el pelo de la nuca y se lanzó a besarle nerviosamente el cuello.

Mientras tanto restregaba su paquete, sin quitarse el pantalón, pero ya con la verga en pleno auge por su culo. Los brazos de Adri rodeaban el cuerpo de Ana y con las manos cogía fuertemente sus tetas. Mientras tanto, entre beso y mordisco en el cuello, Adri le susurraba al odio:

-¿Te está gustando?.

-¡Sí!, decía Ana entre gemidos.

-¿Quieres sentir una buena verga caliente dentro de ti?.

Sin decir nada, Ana se subió ligeramente la bata, hasta dejarla a la altura de la cintura y aún apoyada contra la pared arqueó un poco el cuerpo dejando el culo en una posición inmejorable.

Adri se quitó con una mano el cinturón y el pantalón cayó al suelo rápidamente, se bajó los calzoncillos, y la verga, ya en su máximo volumen, salió disparada. Me pidió un condón, yo estaba sentado en la cama, con la verga en la mano a punto de reventar. Le pasé el condón y se lo puso, fue introduciendo poco a poco su verga en el culo, mientras Ana seguía gimiendo.

Una vez tenía toda su verga dentro, él empezó a penetrar, primero suavemente y acelerando poco a poco el ritmo hasta llegar a convertirse en una follada salvaje, llena de gritos.

Los dos sudaban, Adri le agarraba por la cadera y con movimientos rápidos y bruscos de cintura hacía que su verga entrara sin esfuerzo por aquel grandioso culazo. Acabó corriéndose con la verga dentro del culo, soltando un largo gemido.

-Luego si quieres tendrás más, pero ahora déjanos trabajar, dijo Adri mientras metía su verga de nuevo en los calzoncillos.

Ella bajó de nuevo su bata y al darse la vuelta me vio sentado en la cama, con cara de pasmado y meneando a gran ritmo mi verga. Se acercó a mí, se arrodilló delante y mirándome a los ojos me dijo:

-Tranquilo, que luego tengo algo para tí. ¿Por cierto, que verga más gorda no?.

-Prueba, pruébala, le dije yo mientras se la acercaba a la boca.

No dudó ni un momento, se la metió en la boca y mientras con una mano me masajeaba los huevos me hacía una de las mejores mamadas de mi vida. Al llevar tiempo ya masturbándome no tardé en correrme, le avisé antes, pero ella quiso tragarse mi corrida.

Cuando acabó, cogió un pañuelo, me limpió la verga, y me subió los calzoncillos:

-¿Hacia donde cargas el paquete?.

-Hacia la izquierda, hacia la izquierda, contesté nervioso.

Cogió mi paquete, me lo metió en el slip, enfocando la verga hacia la izquierda y me subió los pantalones. Cuando acabó, me agarró fuerte la verga por encima del pantalón y le dio un beso.

-Ahora os dejo trabajar, luego más...

Tremendamente excitados continuamos con el montaje del aire acondicionado, sin poder evitar hacer comentarios de lo que había pasado y predicciones de lo que luego podría pasar.

-El mejor culo que me he follado en mi vida, Toni.

-¿Cómo puedes decir eso?. Si tu novia tiene el mejor culo que he visto nunca...

-Que has visto y que has probado. ¿O no te acuerdas de este verano?.

-Por supuesto que me acuerdo, es más, no puedo quitarme de la cabeza las veces que me follé por el culo a tu novia...

-¿Te quedaste con ganas de más?.

-¡Claro que sí!. Nunca me cansaría de tu novia...

-Pues yo también me he quedado con ganas de echarle algún polvo más a la tuya...

-Pues adelante, sabes que con la única condición de que me lo digas antes, puedes follártela cuando quieras...

-Entonces ya concretaremos un día...

Seguimos trabajando, aún más felices y excitados, pensando en Ana y en nuestras respectivas novias.

Hacía un calor tremendo, por lo que decidimos quitarnos las camisetas blancas de la empresa que llevábamos. Solíamos hacerlo en todas las casas, sabiendo que nuestros cuerpos esculpidos en el gimnasio no pasaban desapercibidos por las propietarias de los pisos y por los vecinos y gente que pasaba por la calle. En ese momento entró Ana:

-Pero... ¡Madre mía!. ¡Qué cuerpazos!, dijo mirando atentamente nuestro torso desnudo.

-Cuerpazo el tuyo Ana, ven, acércate y toca lo que quieras... dijo Adri.

-Ahora no puedo, tengo que irme un momento, volveré enseguida... pero si habéis acabado podéis ducharos, estáis sudando...

-Muy buena idea, nos duchamos y te esperamos a que vengas, comenté yo.

Entré yo primero a la ducha mientras Adri se tumbó en una hamaca que había en la terraza del ático. El baño era muy grande y me excitó aún más ver un tanga rosa colgado de una percha. Era un tanga pequeño, no podía ser de la talla de Ana. No le di más importancia, me desnudé y me metí en la ducha.

Colocándome debajo del grifo dejé que el agua fría me corriera por todo el cuerpo. No pude evitar pensar en lo que me había dicho Adri, no le importaba que me volviera a tirar a su novia. Nada más pensarlo se me puso el rabo bien tieso, con la mala suerte de que en ese momento entró Adri en el baño:

-Venga, ¡date prisa Toni!, que cuando venga Ana quiero estar bien limpio.

-¡Vale, vale ya acabo!, dije yo dándome la vuelta inconscientemente.

-¡Qué cabrón!, ¿qué estabas haciendo?, dijo entre risas.

-Me pasa siempre, solo pensar en tu novia se me pone la verga a 100...

-Vale, vale, pues te dejo... sigue, sigue, aunque no gastes mucha energía. Luego Ana nos ha prometido una sorpresa.

Reconocer a Adri que me pajeaba pensando en Marta me había puesto aún más caliente, así que apoyé una mano en la pared y con la otra empecé a masturbarme pensando en un más que probable polvo con Marta.

Estando concentrado y con la mano subiendo y bajando a gran ritmo por mi verga, noté como una mano acariciaba mi culo. Paré de golpe, pero no me di la vuelta. Las suaves caricias pasaron a convertirse en besos y luego en mordiscos. Yo, de pie, de cara a la pared y con el agua fría corriendo por mi cuerpo, prefería no darme la vuelta y seguir el juego a Ana. Mordía con fuerza cada una de mis nalgas.

Separó con sus manos mi culo y empezó a pasar su lengua por mi ano. Nunca nadie había jugado con mi culo, solo cuando mi novia me lo depilaba. Nunca me había gustado, pero estaba tan excitado que no dije nada y le dejé hacer. Introdujo un dedo y después dos, he de confesar que la misma penetración que me estaban haciendo me era indiferente, lo que realmente me excitaba era pensar en la persona que me lo estaba haciendo.

Ana se puso de pie, y me abrazó por la espalda (yo aún estaba cara a la pared). Noté sus pechos pegados a mis dorsales, duros, con unos pezones que se clavaban, quizás los notaba un poco más pequeños a como los recordaba.

Me abrazaba y acariciaba con ambas manos mi pecho, bajando por las abdominales, y bajando hasta mi verga. La acarició con mucha delicadeza, pasó sus manos suavemente por las ingles, los muslos... notaba como pegaba su chochito junto a mi culo.

El agua nos corría a los dos por todo el cuerpo. Fue entonces cuando con ambas manos giró mi cara. Fue tremenda la sorpresa al ver que no era Ana, era una chica bastante más joven, de unos 22 años, 2 menos que yo, rubia con el pelo muy corto. Blanca de piel y con un cuerpo 10, resaltaría su pecho, de tamaño medio, pero duro, durísimo con dos pezones enormes.

El culo, muy bien proporcionado con respecto al resto del cuerpo y el chochito muy bien depilado, solo con una pequeña y corta línea de pelo en la parte superior. Pues bien, cogiéndome la cabeza nos dimos un beso larguísimo, nos mordíamos los labios, jugábamos con nuestras lenguas, no nos podíamos separar.

Después del apasionado beso, aun dentro de la ducha y con el agua por encima de nosotros, se arrodilló, se puso delante de mi verga, la cogió con la mano derecha y se la metió en la boca. Me hizo una mamada lenta, pero intensa. Succionaba con fuerza y de vez en cuando daba algunos pequeños mordiscos.

Con la mano izquierda me tenía cogido con mucha fuerza por el culo. No dejé que acabara la faena en su boca, así que saqué la verga, levanté a la chica, la apoyé contra la pared, entonces me arrodillé yo y me lancé a su chochito. Pegué la cara junto a él, respiraba fuerte cogiendo todos los aromas de la mejor parte de su cuerpo. Ella manejaba mi cabeza y mi boca, mi lengua se lanzó al interior de su vagina, ella gemía. En los cortísimos ratos que apartaba mi cabeza para coger algo de aire, empecé a hacerle algunas preguntas.

-¿Quién eres?.

-Sonia, la hija de Ana, decía entre gemidos.

Al cabo del rato me cogió del pelo y me levantó, volvimos a darnos un largo beso, disfrutando los fluidos que cada uno tenía en su boca tras la recíproca felación. Fue entonces, mientras nos besábamos, cuando le penetré. De pie, con Sonia pegada a la pared, me la estaba follando.

Nos dimos cuenta de que era una postura muy incómoda, así que me rodeó con sus piernas y sin sacar la verga nos fuimos empapados hacia una de las habitaciones. Nos tumbamos de golpe en la cama, era una escena tremendamente excitante, los dos gimiendo, empapados de agua y abrazándonos muy fuerte, comiéndonos la boca mientras le penetraba a un ritmo más bien lento.

Terminamos corriéndonos casi a la vez, pero aún seguimos un rato abrazados y disfrutando de un apasionado beso. Casi siempre que había tenido sexo con alguna chica me venía a la cabeza la imagen de mi novia. Pero por algún motivo extraño, esta vez no pasó.

Al cabo de un rato, cuando por fin nos separamos, se levantó, volvió al aseo, rodeó su cuerpo con una toalla y me trajo también una a mi. Nos empezamos a secar, sin apenas decir nada, solo mirándonos con ganas de repetirlo.

Salí de la habitación buscando a Adri. Fuí a la cocina, al baño, a la otra habitación, pero no estaba. Finalmente lo encontré en el balcón. Tumbado en una hamaca y con Ana encima de él saltando exageradamente y gritando mientras era penetrada por Adri.

Resultaba sorprendente ver como las enormes tetas de Ana se agitaban salvajemente. Les dejé en plena faena y cuando volví a la habitación Sonia no estaba. Sí que me había dejado un papel con su número de teléfono. Me vestí y esperé a que terminara Adri.

-Bueno, yo ya he acabado, si quieres pegarle algún repaso a Ana ve al balcón, aunque no creo que tenga ganas de más, ya le he dado suficiente.

-No, no. Yo también he acabado. Vámonos Adri.

Por el camino le conté todo lo que había pasado y decidimos que deberíamos volver periódicamente a esa casa para hacer una revisión del aire acondicionado.

Como todos los viernes, acabábamos a las 3 de trabajar, a las 5 íbamos al gimnasio y por la noche quedábamos las dos parejas para cenar y tomar luego unas copas. Sobre las 10 pasé a recoger a mi novia a su casa, sin ningún tipo de remordimiento por lo que había pasado esa mañana.

Silvia estaba guapísima, por si no os acordáis o no os habéis leído la primera parte del relato (os la recomiendo jejeje), es rubia, llevaba el pelo recogido en una coleta larga. Llevaba un vestido negro, con mucho escote, llegaba a tapar justo los pezones. Era una vista deliciosa.

No pude resistirlo y después de darnos el beso de rigor, metí la mano, con bastante esfuerzo, por el escote, y saqué fuera la teta izquierda. La cogí por la base y sin soltarla empecé a comérmela y a besarla por todos los lados.

Silvia me miró con cara de extrañada, pero también de placer y así, después de estar un rato jugando con la teta, allí, de pie y en medio del pasillo, hice lo mismo con el otro pecho. Metí la mano por debajo del vestido y pude comprobar lo mojado que estaba su tanga.

- Vamos a follar, me dijo ella.
Datos del Relato
  • Autor: navajo38
  • Código: 18822
  • Fecha: 09-07-2007
  • Categoría: Intercambios
  • Media: 4.52
  • Votos: 65
  • Envios: 2
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