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Segundo masaje de parejas con esposa, mas caliente

Recordarán que mi esposa y yo habíamos ido a un masaje de parejas y lo disfrutamos mucho. La misma noche en que hicimos el masaje estuvimos discutiendo de hacerlo de nuevo. Y ver qué más alternativas existían.
Nos metimos a ver su sitio de web y vimos muchas opciones, pero estábamos algo confundidos, por lo que decidimos hablar la mañana siguiente. Como estaban cerca del hotel nos recomendaron pasar a que nos explicaran más. Pasamos como una media hora mirando lo que nos ofrecían y optamos por la llamada “The most sensual couples massage” Era más caro que el anterior, pero nos ofecía más.
En este proceso nos preguntaron por nuestras preferencias. Mi esposa dijo que ella quería mujer esta vez. Hablamos de si yo pedía un hombre, pero acordamos al final que pediría un hombre para el baño y una mujer para el masaje. Nos preguntaron preferencias físicas pero nos dijeron que este tipo de masaje lo hacen con un número limitado de terapistas. Igualmente, si queríamos mujeres depiladas tendríamos que ver la disponibilidad, pues este spa se caracterizaba por los triángulos del vello poblado, aunque tenían dos rasuradas.
Mi esposa pidió un mujer con bubis más bien grandes, quería tocar unas así. Mi preferencia era tener una rubia con buen vello rubio o hasta una peliroja, sin importar tanto las bubis. No teníamos preferencias de etnicidad. Nos preguntaron se debíamos evitar algo o no. Y nos advirtieron con suavidad que no se permitía penetrar a las masajistas en su panocha o ano con nada.
Conseguimos nuestra cita para esa tarde. Nos fuimos a comer ligero, pero nos echamos unos tequilas para aflojar el cuerpo.
Nos presentamos en el local y nos llevaron con las masajistas. A mi esposa le tocó una mujer de muy buen cuerpo, estatura media, piel morena bastante oscura, era de ascendencia negra. A mi me tocó una rubia bastante delgada y alta, digamos casi 1:80 metros. Nos recibieron en sus batas y era evidente que la morena estaba bien equipada en las bubis. La rubia sí abultaba pera nada impresionante. Nos llevaron al cuarto de masaje. Era distinto. En éste, los camastros eran muy bajos, solo unos 30 cms arriba del piso. La atmósfera era tibia, aromatizada muy sutilmente. Y en este cuarto había espejos en el techo. “Les ayudamos” dijeron y empezaron a desvestirnos. Interesante. Luego nos pusieron las batas de toalla y nos llevaron a la sala de baño donde nos esperaban. A mi un hombre blanco, joven y a mi esposa la misma muchacha asiática de la vez pasada.
Nos quitaron las batas y nos pidieron recostarnos. La rutina fue muy parecida. Un buen chorro de agua tibio para remojar, seguido de una muy buena enjabonada. Era muy especial sentir que un hombre me lo hiciera, especialmente cuando llegó a mi entrepierna. Estando yo boca abajo, me abrió las piernas suavemente y metió la esponja hasta llegar a mis huevos y luego subió por la rajada. Redondeó las nalgas y bajó a las piernas. Al regresar, hizo lo mismo, pero esta vez usó sus dedos para llegar a mi ano y asegurarse estuviera limpio. Una sensación muy rara al saber que era un hombre. Terminó enjuagándome y me pidió quedar boca arriba. Donde siguió la misma rutina. Me enjuagó con el agua tibia, seguido de la esponja enjabonada desde los hombros y hasta los pies. Pasó brevemente por mi verga sin detenerse. Pero al regresar, sentí su mano coger mi verga, levantarla suave y empezar a enjabonar los huevos con dedicación. Luego dejó la esponja y con las dos palmas de las manos atrapó mi verga y la enjabonó con un cuidado notable. Con sus pulgares limpió la cabeza de la misma. Sentí placer, pero no se me paró. Al terminar, todavía con las manos “desnudas” bajó e hizo los mismo con los huevos. Después me enjuagó abundantemente y me pidió pararme para secarme. Mi esposa estaba al lado cuando nos preguntaron si queríamos secarlos. Nos miramos. “¿Lo secas?” me preguntó con algo de reto en la voz y fue lo que hice. Le sequé su verga sin circuncisión y sus huevos a través de la toalla. Divertido, digamos.
Llegamos al cuarto de masajes y las masajistas nos quitaron las batas, luego se quitaron las suyas. Nos recostaron sobre los camastros. Y empezó el masaje. Nos dijeron que iba a ser una rutina un poco diferente, que ya veríamos que nos iba a gustar. Las dos se situaron frente a nuestras cabezas y empezaron a darnos masaje en el cuello, hombros y espalda. Usaban un aceite que nos dijeron era especial, que se absorbe y no deja la sensación de aceite en la piel. Sus manos bajaban casi hasta mi cadera y cuando lo hacía, sus bubis rozaban o casi descansaban sobre mi cabeza. Rico.
Se trasladó al lado contrario del camastro y empezó a masajear mis piernas. Subió por los muslos y yo fui abriendo un poco las piernas. Pero ella sólo rozó ligerísimamente mis huevos una o dos veces, pero casi nada. Se adelantó y se sentó sobre mis piernas. Empezó a masajear mi espalda baja y siguió con mis brazos. Algo interesante es que al terminar de masajear mi primer brazo y mi mano, la llevó a tocar su muslo, dejándola ahí. Yo aproveché para acariciar un poco, se sentía bien firme. Hizo lo mismo con la segunda mano y se adelantó un poco con lo que ahora alcanzaba yo el costado de sus nalgas. Las acaricié mientras ella lo hacía con mis hombros.
Aquí fue cuando ella se recostó encima de mí. Sentí sus bubis hacer contacto con mi espalda. Se acomodó y entonces acercó su boca a mi oreja y me preguntó si esto se sentía bien, al tiempo que presionaba y movía sus bubis contra mi espalda. Le dije que sí y entonces empezó a besar, sólo rozando, mis orejas. Se acercaba con la boca abierta y cerraba sus labios contra mi oreja. Se sentía delicioso.
Acto seguido siento su vello tocar mis nalgas y mueve sus caderas para restregarlo. Sus manos cogen las mías y las masajea echándolas hacia adelante. Con esto el contacto entre nuestros cuerpos es intenso. Al regresar masajea ligeramente mi cabeza.
Se incorpora y gira sobre de mi sobre su panocha. Siento el vello cosquillear mi piel. Uhmm. Empieza a masajear mis piernas desde los pies. Sube por los muslos. Los masajea uno a uno. Luego hace algo muy especial que me volvió loco de placer. Su mano derecha la pone en la parte baja de mi espalda. Empieza a poner presión sobre mi cuerpo llevándola a cruzar a mi nalga opuesta, mi derecha. La masajea un momento y luego se adelanta, y me hace poner la pierna derecha flexionada hacia afuera. Es decir, mi rodilla toca ahora de lado el camastro y mi pierna está a 45 grados de mi cuerpo con la pantorrilla recogida. Esta favorece al máximo la apertura de mi culo. Vuelve a mi nalga y después de unos cariños, hace su mano como una copa y empieza a avanzar hacia adentro de mi culo y hacia afuera. Con esto, la parte baja de su mano, la opuesta al pulgar, creo le llaman palmar, entra directamente a fondo sobre mi rajada. Dirige sus dedos al interior de mi ingle y empieza a masajear esta parte de mi cuerpo que ha quedado en su mano, mitad nalga, mitad ingle. Sus dedos van y vienen los abre y los cierra. El placer es enorme. A veces deja que su mano llegue hasta el año. Y lo frota un poco con el palmar de su mano.
Hace lo mismo con el otro lado, pero no es posible mantener tan abiertas las dos piernas, por lo que debe hacerlo una y luego la otra. Estoy tan excitado que me cuesta trabajo.
Cuando termina el segundo lado, aprovecha para entonces poner sus manos juntas sobre mis nalgas. Sus pulgares se tocan en mi rajada y los usa para acariciar mi ano. Uno, luego el otro. En un momento cambia los pulgares por sus índices. Juega con mi ano. Siento mucho placer. Y entonces vuelve un pulgar a presionar. Antes que me dé cuenta, el pulgar empuja, abre e inmediatamente su índice entra en mi. ¡Me está cogiendo por el culo! Mueve bien suave su dedo y hace círculos para abrir más. Luego desliza el pulgar sacando el índice. Delicioso.
Saca su dedo suavemente y me dice, “vamos a descansar un momento” Se baja de mi y vuelve a masajear unos minutos mi espalda de manera relajante. Me verga está durísima.
Me pide después de un tiempo que levante un poco la cadera y mete un cojín bajo mi vientre. Esto levanta mis nalgas. Me abre las piernas y empieza a masajear mis nalgas para bajar al centro. Ahí su mano se acomoda de forma que dos dedos queden al lado de la raíz de la verga y dos del otro. Y empieza a ir y venir hacia afuera y volver donde estaba. Masajea las ingles y la raíz de la verga. Hasta que su mano termina abrazando desde atrás mi verga. Llevo mi mano a abrazar la suya. Siento su mano y partes de mi verga. Me suelta y con las yemas de sus dedos empieza a estimular esa parte fuerte de la raíz de la verga, ésa donde siente uno los impulsos al venirse. increíble.
Se echa hacia mis pies y empieza ahora a restregar sus bubis y su cuerpo contra el mío Subes desde mis muslos hasta mi cuello y baja varias veces. Siento esa suavidad de sus bubis desplazarse sobre mí. Me calienta mucho, empiezo a intentar distraerme para no venirme.
Me voltea boca arriba. Ahora es cuando la veo en todo su esplendor. Está muy bien. Sus bubis son un tamaño B a C, diría yo. Está sentada sobre mi cadera y se inclina un poco para empezar a masajear mi cuello y hombros. Yo no puedo evitarlo y me voy sobre sus bubis. Las toma en mis manos, las acaricio, las soporto en mis manos. Se sienten deliciosas, son naturales. Mientras ella me masajea, juego ocn sus pezones que se endurecen rápidamente. Nos sonreímos. Me hace un masaje de cara que me hace dejar sus bubis.
Luego gira sobre ella y se pone casi en posición 69. Veo su ano y su pucha cerca de mi cara, poco más allá de mi barbilla. Ella se ocupa de mis piernas, mis pantorrillas y yo me voy a sus nalgas. Las disfruto, las acaricio, las aprieto entre mis dedos. Bajo y rozo su ano, no hay respuesta. Bajo mi mano y la pongo sobre su pubis, siento el vello. Y luego empiezo a ir hacia sus labios. Los veo bien color rosa. Con mis dos pulgares abro un poco su entrada y veo más carne rosada. Masajeo con mis pulgares justo afuera de sus labios.
Acerca su pubis a mi y levanto mi cabeza para darle un beso suave en sus labios. Está llena de aceite por lo que no huele a nada más. Ella se levanta y gira. Se pone de rodillas con una pierna a cada lado mío y acerca su pubis poco más debajo de mi barbilla. Lo veo, hermoso. Tiene bastante vello, pero cortado en forma de un triángulo perfecto que baja a su rajada. ES la primera vez que veo un pubis rubio así, al natural. Llevo mis manos a su vientre y bajo a disfrutar ese vello. Con mi pulgar busco su clítoris y creo encontrar algo. Lo estimulo con mi dedo. Ella baja y me pone las bubis en mi cara, las hace bambolearse de un lado al otro. Siento sus pezones rozar mi nariz y mis mejillas.
Se levanta y me tiende la mano “Ven, vamos a ver”. Veo a mi esposa con la morena encima de su cara como estaba yo hace un momento. La morena se levanta y le pide a mi esposa ponerse sentada sobre el camastro. La moreno se pone atrás de ella y le pide que deje caer su espalda sobre ella. Mi masajista entonces va y hace que mi esposa doble las piernas para que las rodillas suban, dejando los pies en el camastro. Luego se las abre lo más posible cómodamente. La pucha de mi esposa está a la vista de todos. Deliciosa. Con su vello negro, rizado. Ella se lo recortó de las orillas también y de arriba para poder usar bikinis pequeños. Además, se rasuró para esto, la zona de los labios.
Las manos de la morena aparecer para masajear las bubis de mi esposa, ésas 34B que conozco. Las mueve magistralmente la morena, busca sus pezones y los excita. Luego baja lentamente por el vientre hasta llegar a la pucha. Ahí empieza a masturbarla. Primero el clítoris, en círculos y luego longitudinalmente. Mi esposa está en placer, lo puedo ver. Cierra los ojos y deja caer su cabeza hacia atrás. La rubia, después de ponerme en la misma posición que mi esposa justo frente a ella para presenciar esto, se pone de lado y va a abrir los labios de mi esposa con sus dedos. Veo esa pucha roja intenso de mi mujer. Está brillante entre sus jugos y el aceite. Mientras la morena atiende el clítoris, la rubia abre la panocha y termina metiendo dos dedos dentro. Busca el punto G. Y mi esposa no tarda nada en explotar en placer. Oigo su respiración y de repente sólo aspira hondo y su cuerpo tiembla.
Durante un momento, simplemente esperamos a que mi esposa vuelva del paraíso. Cuando lo hac eme busca la mirada y me sonríe felizmente.
La rubia y me pide ponerme de pie mientras a mi esposa la recuestan boca arriba. Me ponen de rodillas sobre el pecho de mis esposa y la rubia se coloca atrás de mí, pegada a mi cuerpo. La morena hace lo mismo, poniendo su cuerpo sobre la cara de mi esposa, viéndome a mi. Le está enseñando toda su pucha rasurada. No espero y voy por las bubis de la morena. Son estupendas. Creo que con implantes. Pero se siente deliciosas. Sus pezones son muy oscuros, muy largos. Erecto deben medir casi dos centímetros. Los tomo entre mis dedos.
LA rubia, entretanto, viene por mi verga. Pone su mano sobre ella y empieza a masturbarme lentísimo. Yo bajo a acariciar ese pubis desnudo de la morena. Se siente rico y me voy a su rajada. Siento su clítoris en mi mano, evidentemente está algo excitada. Al regresar de atrás, dejo que mi dedo pase entre sus labios. Sé que no debo penetrar, pero los rozo, están mojado, pero seguramente de aceite. Pero siento delicioso abrirlos. Entonces ella se levanta y veo la cara de mi esposa.
La rubia me masturba lento, lento hasta que no puedo más y me vengo, dejando caer todo encima del pecho de mi esposa. Veo toda mi venida sobre ella. Un poco ha caído en su cuello.
La rubia me acaricia el pecho y se levanta. La morena viene y con su mano esparce mi semen sobre el pecho de mis esposa, como si fuera pintura. “¿Les gusta?” nos pregunta. Casi inmediatamente la rubia viene con una toalla aromática y lo limpia.
Con mis esposa todavía en el camastro, las dos masajistas se dirigen a su panocha. Mientras una le acaricia el clítoris, la otra vuelve a su pucha. Se la está cogiendo con los dedos. Llega a tener 3 dedos dentro de ella. Luego logra abrirla tanto que mete sus 4 dedos (menos el pulgar) dentro de ella y simular cogérsela. Se los mete y saca a mayor ritmo cada vez hasta que mi esposa vuelve a explotar en un orgasmo de a 10.
Se levantan y nos dicen “los dejamos un momento para que descansen”. Nos acostamos el uno al lado del otro y nos besamos como hace mucho que no. Nos abrazamos y se siente rico todo ese aceite en nuestro cuerpo.
Unos minutos después regresan y nos llevan a unas ducha donde nos quitan el aceite enjabonándonos perfectamente. Nos llevan a donde está nuestra ropa, nos secan y ¡nos visten!
Nos despedimos y nos vamos a tomar unas copas.
Intercambiamos historias y me esposa me dice que todo fue más o menos igual. Claro, ella no tiene verga que le toquen. Pero a ella la morena le dio unos buenos lengüetazos en el ano. “De repente sentí algo caliente y puntiagudo que me recorría y se detenía en el centro” Era la lengua de la morena. Dice que le gustó mucho la sensación. También se la cogió por el ano con los dedos. “Lo hizo muy suave, pero creo que me metió hasta dos”
Así nuestra segunda sesión de masaje. Estamos buscando nuevas aventuras…..

Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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