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Categoría: Confesiones

Segundo encuentro con Amparo

Después de mi encuentro sexual con Amparo en el coche aquella noche de lluvia, tenía ganas de volver a verla y follar de nuevo. Tenía la sensación de que esta mujer podía dar mucho más de sí todavía, que aquel polvo era como un simple aperitivo. Por ello decidí llamarla.

La llamé y le dije que tenía muchas ganas de verla, que no me quitaba de la cabeza nuestro encuentro. Eres un cabrón José, no debemos seguir con esto, sois mis amigos y no puedo hacerle esto a tu mujer, me dijo. Insistí un poco diciéndole que tenía muchas ganas de hacerle cosas que no pudimos hacer el otro día. Vente, estoy solo en el bufete. No, José, no voy a ir, me dijo, no te voy a negar que no me gustaría, porque no sería cierto, pero no debemos. Bueno, si cambias de idea ya sabes donde estoy.

Ya que estaba allí, intenté terminar un asunto que tenía pendiente, pero me fue imposible, estaba excitado y decidí irme a tomar una cerveza y relajarme un poco. De repente suena el portero automático con insistencia. ¿Quién?, pregunté. Abre José. Era Amparo. Abro la puerta de la calle y también la del bufete. Oigo el repiqueteo de sus tacones subiendo la escalera del entresuelo casi como si estuviera corriendo. La veo subir y solo pensar lo que podía venir a continuación, me polla dio un respingo y empezó a cobrar vida, palpitando una y otra vez.

Cuando llegó al rellano le dije: vaya, has cambiado de idea, me alegro. Se me acerca, me aparta un poco, entra, cierra la puerta y me diciéndome: calla cabrón y fóllame me empujó contra la pared y apretándose contra mí, me empezó a comer la boca, con una desesperación que hizo que mi polla alcanzar su máxima dureza. La notó y me dijo: ¿ya estás duro cabrón?. Es culpa tuya, ya ves como me has puesto. Solo verte subir por las escaleras, mi hermanito ha empezado a despertarse. Umm, me gusta José, quiero sentirla ya, estoy muy caliente, he venido mojándome todo el camino.

Mira como estoy me dijo, llevando mi mano a su coño por debajo de su falda. Ufff, tenía toda la braga empapada y frotando con mi mano su coño, empezó  gemir por lo que apartándosela empecé a hacerlo directamente, notando su carne caliente y mojada. Mojé un poco el clítoris con sus jugos y acariciándolo después con el dedo pulgar, seguí frotando su coño con la palma de mi mano hasta que explotó en un orgasmo que la hizo temblar de piernas, por lo que me abrazó fuerte para no caerse mientras buscaba mi boca me mordía y lamía el labio inferior alternativamente.

Cogiendo su mano y tirando de ella, hice que me siguiera y nos fuimos a mi despacho donde nos sentamos en el sofá cama que tengo para relajarme de aquellos momentos tensos de trabajo. Amparo se quitó el chaquetón y se sentó a mi lado abrazándome el pecho, mientras yo la acariciaba. Al poco tiempo se giró, puso su cadera al lado de mi pierna derecho, subió sus piernas al sofá y de frente a mí, me volvió a abrazar pegando su cara a mi pecho, mientras yo también la abrazaba y sostenía con mis brazos.

¿Qué ha pasado para que cambiaras de idea?, le pregunté. Cuando oí tu voz y me dijiste que viniera, sabia que iba a venir, empecé a excitarme mientras hablábamos. Mi cabeza me decía que no viniera, pero mis entrañas me pedían que acudiera. Desde el otro día no he hecho más que esperar tu llamada. Cuando me despertaba ya me excitaba pensando que ese día lo harías y así un día y otro hasta hoy.

Amparo me confesó que a sus 53 años llevaba diez sin tener sexo con nadie. Que desde que murió su marido no lo había hecho nunca hasta nuestro encuentro. También me dijo que hacía tiempo que fantaseaba conmigo y que cuando se masturbaba utilizaba un consolador y algunas veces pensaba que era yo quien la follaba y desde nuestro encuentro se masturbaba todos los días un par de veces recordando el polvo del coche.

También me dijo que tenía una fantasía y que quería cumplir: quería que la follara duro y le diera cachetes en las nalgas y que la tratara como si fuera una puta.

Solo oírla me puso tan caliente que no esperé más, empecé a besarla suavemente primero y con mucha pasión después. Nos fuimos desnudando, nos levantaos y abrí el sofá cama. Nos tumbamos y empezamos a recorrer nuestros cuerpos con un sin fin de caricias. Cuando quise bajarme a su coño para comérselo, me pidió que lo dejara para otro momento que me la follara ya, que no aguantaba más.

Se tumbó boca arriba, yo de rodillas entre sus piernas, puse sus piernas en mis hombros y rozando su coño con mi polla, intentó quitármela de la mano y metérsela. Le di un manotazo y dije que esperara. Empezó a insultarme diciéndome de todo y pidiéndome: fóllame ya, cabrón, eres un hijo de puta, fóllame, ¿no ves como me tienes?

Como quería que cumpliera su fantasía, se la metí de golpe y empecé a bombear fuerte y al mismo tiempo le daba azotes en las nalgas, no fuertes, pero si lo suficiente para que al poco tiempo las tuviera enrojecidas. De vez en cuando me agachaba más y la besaba con pasión, juntando nuestras lenguas y realizando figuras malabares con ellas, intercambiando nuestras salivas.

Fóllame más duro, cabrón, venga, más, me decía, mientras yo la follaba con mucho ímpetu, acariciando sus pechos y pezones, golpeando sus nalgas y golpeando mi pubis contra el de ellas. ¿Así guarra, le pregunte, te gusta como te follo, puta o aún quieres más fuerte?. Siiii me dijo, así, dame más hijo de puta, sigue llamándome puta y guarra, no dejes de hacerlo, oírtelo decir, hace que me moja más cada vez, quiero que me escupas en la cara, hazlo cabronazo, venga. Le escupí en la cara y recogiendo mi saliva se la llevó a los labios y se la tragó toda.

Luego empezó a tirarme de los pelos del pecho (no tengo mucho y a veces le costaba encontrar y tirar), y me dolía cuando lo hacía. Dame más duro o te dejo sin pelos cabrón, más, más me decía.

Cuando ya estaba casi a punto de correrme, paré un poco y le dije para retardar mi eyaculación que quería hacerlo en su boca. Me dijo que no, que esa vez tendría que vaciarme dentro e ella, en su coño y que por lo que más quisiera, siguiera porque estaba ya casi a punto.

Le di la vuelta y la puse de rodillas y con las manos apoyadas en posición de a cuatro. Y ahí ya no esperé más, empecé a darle lo más fuerte y rápido que pude, al tiempo que golpeaba sus nalgas y con una mano acariciaba sus pechos y pellizcaba sus pezones. ¿Te gusta más así, perra? ¿Es esto lo que quieres? Shi, me decía, dame fuerte, soy tu puta cabronazo, quiero que me folles muchas más veces, me gusta como lo haces y me siento muy guarra. Me voy a correr, José, sigue más, por favor, estoy a punto. Llevaba varios minutos follándola duro y rápido y no sabía si aguantaría mucho más, no por mi eyaculación que si, sino porque la velocidad y los golpes que le daba con mi pubis en su culo era para no aguantar mucho tiempo así.

Cuando iba a ralentizar un poco la follada, empezó a dar gritos y temblando empezó a correrse como nunca había visto hacer a nadie. Siiii, me corro, cabrón, que gusto me das, siii, ahhhhhhhhhhhhhh, mientras sentía que mi mano, que la tenía acariciando su clítoris era empapada con una corrida como si se estuviera orinando, cogí mi mano, la lleve a su boca para que chupara y restregándosela por la cara y boca le dije que la lamiera y chupara. Seguí follándola sin parar porque ya me iba a correr también y así se lo dije, me corro puta, voy a llenarte tu coño de leche y cual no fue mi sorpresa cuando al momento de soltarle toda mi leche, volvía a gritar y a correrse de nuevo, dejando las sábanas del sofá cama totalmente empapadas de sus fluidos.

Se dejó caer sobre la cama, boca abajo y yo me puse a su lado sobre mi hombro derecho, la giré un poco para que en la misma posición que yo, pegara su espalda a mi pecho y su culo contra mi pubis, la abracé y así estuvimos más de diez minutos sin hablar, solo sintiéndonos.

Joder, José, me he corrido tres veces en menos de una hora y dos en apenas cinco minutos. Ha sido fantástico, quiero que me llames muchas más veces, quiero ser tu amiga, tu amante, follamiga, tu puta o como quieras llamarlo, pero no quiero dejar de follar contigo, me dijo.

No se Amparo, le dije, esto quizás no esté bien, eres amiga de mi mujer y eso…

Se giró hacia mí y sonriendo dijo: eres un cabrón y al mismo tiempo acariciando mi polla se deshizo del abrazo y bajó, lamiendo mi pecho, hasta tenerla junto a sus labios y lengua empezó a lamerla, pero eso ya será otra historia…

¡Ufff, como me gustaba esta mujer!

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 9
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