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Categoría: Incestos

Secretos en los suburbios (Cap. 02)

Carla se encontraba aburrida en su habitación. Su madre se había ido al centro de la ciudad para atender unos pendientes, aunque le pregunto si deseaba acompañarla, Carla se había negado. No soportaba la insistencia de su madre por tratar de ser su amiga.



Su hermano se encontraba encerrado también en su habitación, haciendo quien sabe que cosas. Carla siempre había encontrado irritante como este era tan unido a su madre, sabía que algunos chicos de la escuela lo burlaban por ello pero el parecía no inmutarse. Aun así le tenía cierta envidia. Ella deseaba ser así de unida con su padre, por desgracia este no quería saber nada al respecto de ellos. La chica siempre había tenido en alta estima a su padre y le dolió bastante cuando anunciaron su separación. Si bien era cierto que la mayor parte de la culpa había sido de él, su madre también era culpable por enfocarse más en su trabajo que en salvar su matrimonio, lo que había orillado a su padre a terminar envuelto con otra mujer. Al menos así era como Carla lo justificada, pero muy en su interior sabía que su padre siempre había sido un desconsiderado e irresponsable.



La chica había intentado por todos los medios tratar de mantener la relación con el pero este no estaba ni remotamente interesado. Llamadas, mensajes, correos eran constantemente ignorados por el hombre quien ni se molestaba en revisarlos ni mucho menos contestarlos. Eso era lo que más le molestaba a Carla y terminaba desquitando su frustración con su madre y hermano.



La chica decidió bajar a la calle en busca de algo que aliviara su aburrimiento. Ciertamente aquel suburbio tranquilo no le ofrecía ningún medio de entretenimiento.



Pensó en que debió haber aceptado la invitación de su madre de ir con ella, tal vez la hubiera podido convencer que la dejara en el centro comercial.



Fue entonces cuando escucho un sonido de claxon y vio que un coche se había estacionado en la entrada de su casa. Las ocupantes eran 2 chicas de edades similares a la suya.



-Hola, eres Carla, ¿cierto? Me llamo Mónica y esta es mi hermana Karina, vivimos en la última casa con nuestro padre.- dijo la que parecía ser la mayor.



-Bienvenida al vecindario. Oye vamos al centro comercial de compras, ¿te gustaría venir con nosotras?- pregunto la otra chica.



Viendo que no había nada mejor que hacer y sabiendo que el tener amigas le ayudaría a soportar el tedio del lugar, Carla acepto la invitación y se subió al vehículo.



Las tres chicas hicieron buenas migas pronto y recorrieron juntas las tiendas del centro comercial comprando cosas por aquí y por allá.



Carla se sorprendió al ver a las chicas entrar a una tienda de lencería donde ambas se probaron modelos muy atrevidos. Imagino que los estaban comprando para sus novios y sintió un poco de celos. La chica llevaba soltera desde hacía poco más de 1 año, más o menos cuando los problemas en su casa comenzaron. Lo que más extrañaba de una relación era el sexo; había perdido su virginidad con su primer novio y también había follado con los 2 últimos que había tenido. Sin embargo con todos los problemas en casa y las discusiones con su madre ni tiempo había tenido en mantener una relación. Ahora que las cosas se habían calmado un poco nuevamente sentía el deseo por contacto carnal. Por ahora tenía que conformarse con masturbarse por las noches con su vibrador pero comenzaran las clases buscaría a un nuevo prospecto de novio, cosa que no sería difícil. La chica era bonita y lo sabía. No tenía pechos muy grandes pero sus bien torneadas piernas y culo respingón eran sus mejores armas para atrapar chicos.



Mientras pensaba en ello se fijó en sus nuevas amigas que seguían probándose sensuales atuendos.



Mónica era la mayor con 22 años. Tenía unas tetas medianas como las suyas, con un buen trasero; era más alta que ella, con un abdomen marcado por el ejercicio y con un largo y lacio cabello castaño.



Karina por su parte tenía 19 años; era más baja que su hermana y tenía un increíble par de tetas grandes junto con un gran culo, era un poco rellenita y su cabello era corto de color negro.



Ambas chicas eran de carácter alegre y vivaracho, bromeaban entre ellas mientras escogían que prendas probarse. Cuando se dieron cuenta que Carla solo se encontraba sentada observando la invitaron a probarse atuendos también.



-Vamos, chica. No te quedes solo viendo, escoge algo coqueto o atrevido para la intimidad.- le animo Mónica.



-Pero yo no tengo pareja. No tendría a quien lucirle tan atrevidos atuendos.- dijo Carla.



-Eso no importa, no es necesario estar con alguien para verse arrebatadora, podrías lucirlo en la intimidad de tu casa. Además, con ese cuerpo que te cargas seguro encontraras a alguien pronto.- dijo Karina riendo.



Carla pensó que valía la pena darse un gusto luego de todo por lo que había pasado y se unió a las hermanas. Escogió un atuendo conformado por unas medias con ligero negras y un sujetador de encaje a juego y se admiró en el espejo. Las medias acentuaban sus piernas y el color negro hacia juego con su cabello teñido de rojo.



Carla pensó en lo que diría su madre si la viera con algo tan escandaloso puesto y eso solo le dio más ánimos para comprarlo.



Las chicas regresaron por la tarde al vecindario. Carla tomo sus bolsas y se despidió de sus nuevas amigas mientras estas se encaminaban a su propia casa.



La joven se encontraba bastante contenta, ahora tenía 2 nuevas amigas para ayudarle a hacer más llevadera la vida en aquel lugar. Se alivió al notar que su madre aun no regresaba y su hermano seguía encerrado en su habitación. Seguramente estará pajeandose el muy guarro, pensó Carla.



Entro en su recamara con su compra y fue cuando se dio cuenta que por error había tomado una de las bolsas que le pertenecían a las hermanas.



Se dirigió a la casa de estas para entregarles la mercancía y se dispuso a tocar la puerta cuando el sonido de voces la hizo detenerse. Las voces parecían estar discutiendo.



Motivada por la curiosidad se acercó con cautela hasta la ventana de la cocina de la casa donde el ruido era más fuerte.



-Eres una tramposa, sabía que intentarías algo así.- dijo Karina.



-Tú no hables pues eres igual. No puedes negar que planeabas hacer lo mismo.- respondió Mónica.



-Habíamos acordado esperar hasta la noche para mostrárselo pero veo que como siempre eres una desesperada que siempre busca quitármelo.- dijo Karina



-No es mi culpa que me prefiera a mí. Tal vez si tuvieras más tetas podrías complacerlo mejor.- dijo Mónica.



-Tal vez mis senos sean pequeños pero tengo un cuerpo mejor espectacular y tu sabes que el adora mi trasero.- respondió Karina.



Carla se sorprendió al escuchar aquella discusión. Las hermanas parecían llevarse bien pero ahora discutían con esmero y parece que lo hacían por un mismo hombre. ¿Acaso ambas salían con la misma persona?



Las chicas continuaron con su discusión y se encaminaron hacia el patio donde su padre se encontraba trabajando. Alberto estaba enfocado en su trabajo de carpintero, que en esos momentos consistía en darle los últimos toques a una mesa.



El hombre detuvo su labor al escuchar las voces de sus hijas y poniendo de lado sus herramientas espero a que llegaran hasta él.



La curiosidad era demasiada y Carla decidió continuar espiando a sus vecinos, ahora se encontraba dentro del jardín de la casa habiendo trepado la cerca que la protegía. Se había agazapado contra una esquina manteniéndose oculta entre unos arbustos.



Carla ahogo un grito de sorpresa al darse cuenta que las hermanas habían salido al jardín enfundadas en los sensuales atuendos que hace poco habían comprado. Se sorprendió aún más cuando observo como su padre no parecía inmutarse ante el hecho de que sus hijas estuvieran vestidas de tal forma. Gracias al silencio del lugar podía escuchar su conversación con toda claridad.



-Papi, papi, mira lo que compramos.- dijeron las hijas al unísono.



-Verdad que me queda perfecto, mira como este corsé acentúa mis senos.- dijo Mónica inclinándose hacia su padre.



-De eso nada, a mí se me ve mucho mejor el mío, esta tanga resalta mi trasero.- continuo Karina empinándose hacia Alberto.



El hombre observo con interés los jóvenes cuerpos que tenía enfrente mirándolos de arriba hacia abajo.



-Chicas, ¿Cuántas veces voy a decírselo? Las quiero a ambas por igual, ambas son hermosas para mí, ninguna más que la otra. Ambas se ven espectaculares con sus nuevos atuendos. Mónica adoro tus tetas grandes, sabes que me encanta chuparlas y masajearlas. Karina tú tienes un cuerpo escultural y disfruto darle nalgadas a tu increíble trasero.- respondió el hombre haciendo que sus hijas se sonrojaran ante tales cumplidos.



Carla estaba horrorizada. ¿Qué clase de padre se expresa así de sus propias hijas? Esos eran más los cumplidos de un amante que de un progenitor. La chica no estaba preparada paro lo que sucedería a continuación.



-Saben bien que no me gusta que peleen. Somos una familia y debemos estar unidos. Ahora, dense un beso y hagan las paces.- continuo Alberto con voz severa.



Las chicas se miraron una a la otra por un momento y cierta complicidad se divisó en sus miradas. Las hermanas se dieron un se abrazaron y un beso en la mejilla pero la cosa no paro ahí. Ante la cada vez más creciente sorpresa de Carla las hermanas se dieron un beso en los labios que pronto se dio cuenta no era para nada fraternal. Las chicas jugaban con sus lenguas mientras sus manos recorrían sus cuerpos acariciándose mutuamente.



-Vamos chicas, no sean así. Saben que no puedo resistir cuando hacen eso y aún tengo mucho trabajo que hacer.- se quejó Alberto.



-No importa papi, tú termina tu trabajo y nosotras nos quedaremos aquí muy calladitas. mmmm.-dijo Karina mientras su hermana besaba su cuello.



-No escucharas ni una palabra de nosotras más que nuestros ardientes gemidos. Ahhhh.- añadió Mónica al sentir que su hermana le apretaba una teta.



Las hermanas recorrían sus cuerpos como si los conocieran de memoria, arrancándose gemidos una a la otra. El hombre suspiro derrotado, parecía que esta era una situación que ocurría con mucha frecuencia en aquel hogar.



-Muy bien, ustedes ganan pero primero quiero que me sigan demostrando lo bien que se llevan.- dijo Alberto acercando una silla y sentándose para disfrutar la función.



Las hermanas sonrieron victoriosas y continuaron con su lésbico encuentro aumentando la intensidad. Karina chupaba los enormes pechos de su hermana, mordiéndolos juguetonamente y apretándolos con fuerza.



-Que rico, mmmm, sigue Karina, mmmm, chúpame con fuerza, ahhh- gemia Monica ante las atenciones de su hermana mayor.



La chica envió su mano a la raja de su hermana y la acaricio lentamente para después meter 2 dedos en su interior. Mónica estaba gozando el placer que Karina le brindaba y lo demostraba gimiendo con fuerza.



Karina añadió un dedo más y luego otro sin descuidar sus atenciones a las grandes tetas de Mónica. La chica le tenía cierta envidia a su hermana en aquel aspecto y a veces deseaba que las suyas fueran igual de grandes para complacer mejor a su padre, sin embargo Karina sabía que su hermana envidiaba su bien formado trasero que su padre adoraba bañar con su semen al correrse.



Mónica cayó de espaldas ante los intensos ataques de Karina quien se encontraba complacida en doblegar a su hermana, sin embargo esta también deseaba sentir placer. La joven detuvo su labor y se colocó en posición contraria sobre la otra chica.



-Muy bien, Moni, es hora que tu también pongas manos a la obra. Hazme gozar como solo tú sabes, hermanita.- dijo Karina meneando su coño por encima del rostro de su hermana.



Sin perder tiempo Mónica puso manos a la obra y lanzo su boca contra la concha de su hermana mayor. Ahora las hermanas continuaban con su incestuosa sesión en un ardiente 69 ante la atenta mirada de su padre. El hombre se había sacado la polla y se masturbaba tranquilamente mientras observaba a sus hijas darse placer. Debido a que se encontraba sentado Carla no podía ver bien su instrumento.



Decidió mejor seguir enfocándose en sus amigas quienes ahora usaban sus lenguas en sus coños, lamiendo y probando el néctar que escapaba de sus calientes rajas. Usando sus dedos Mónica los introducía con furia y rapidez dentro del coño de Karina haciendo que se convulsionara del placer, está por su parte prefería usar su hábil lengua contra su hermana menor y chupaba y lamia con intensidad provocando que Mónica gimiera con más fuerza.



Carla se estaba excitando ante aquel espectáculo también. La chica nunca se había sentido atraída por las mujeres pero no podía negar que aquello era algo excitante de ver



Parecían estar compitiendo en lograr que la otra se corriera primero. Lo cierto era que las chicas tenían una amistosa y regular competencia entre ellas. Cuando su padre estaba muy ocupado para atenderlas se consolaban entre ellas y siempre competían. El premio para la ganadora era pasar una noche a solas con su padre. Alberto estaba al tanto de esta competencia y no tenía problemas en honrar el acuerdo, claro que como buen padre luego se encargaba de tener una rápida sesión con la perdedora como premio de consolación.



Finalmente la vencedora fue Karina quien hizo que su hermana se retorciera en espasmos soltando chorros y chorros sobre su hermana y sobre el jardín. Pero como buena perdedora esta no quiso dejar inconclusa su labor y continúo su ataque contra la concha de su hermana mayor hasta que esta anuncio su orgasmo con un intenso gemido y descargo su corrida sobre Mónica.



Carla también se corrió dejando sus bragas completamente empapadas. La muchacha se sorprendió de lo que había hecho, su mente le decía que ya era suficiente, que debía regresar a su casa, pero era incapaz de moverse, aún estaba procesando todo lo que parecía ocurrir en la vida de sus nuevas amigas y honestamente deseaba ver que tan lejos llegarían.



Las chicas por su parte estaban satisfechas de su labor y respiraban agitadamente sobre el jardín cubiertas con los jugos de la otra y sus respectivas corridas. Pero por lo que Carla observo aquello estaba lejos de terminar.



-Muy bien, chicas. Ahora le toca a papa.- dijo Alberto poniéndose de pie y apuntando su erecta verga a sus hijas. El hombre se había desnudado mientras Carla se encontraba absorta en las hermanas. La chica solo pudo maravillarse ante aquel hombre maduro.



A pesar de tener más de 40 años tenía un cuerpo fornido, con 2 enorme brazos musculosos seguramente fruto de su trabajo. Su pelo era negro y canoso al igual que su tupida y corta barba y tenía el pecho peludo. Pero lo que más le maravillo a Carla fue la herramienta que cargaba entre las piernas. Dado que ella solo había estado con jóvenes de su edad nunca había visto un pene de tal tamaño y grosor. Era grande como un martillo con un par de peludos y vigorosos testículos colgando, coronado por una enorme cabeza que se levantaba majestuosa.



A la chica se le hizo agua la concha ante tal visión y comenzó a tocarse nuevamente con más esmero. Las hermanas por su parte no perdieron el tiempo y se lanzaron contra el miembro de su padre. Lo chupaban juntas con increíble coordinación. Karina se enfocaba en la hinchada cabeza dándole chupetones mientras Mónica lamia el tronco de aquel miembro. Esta última se retiró mientras su hermana se tragó casi toda la polla de su padre, apenas y pudo llegar más allá de la mitad. Luego de sacársela Karina se apartó y esta vez fue el turno de Mónica de intentar engullir el miembro paterno. Logro avanzar un poco más que su hermana pero aun así no consiguió metérselo todo en la boca. Admitiendo su derrota se lo saco y junto a Karina usaron sus lenguas para recorrer esa majestuosa polla mientras su padre las observaba complacido y gemía de placer.



-Ufff, que buenas hijas tengo, así me gusta, que se lleven bien y aprendan a compartir, ahhhh.- decía el hombre mientras las chicas seguían dándole gusto.



Karina miro a su hermana y le guiño un ojo a manera de seña, Mónica comprendió y tomando sus enormes tetas rodeo con estas la polla de su padre. El hombre lanzo un gruñido intenso al sentir las tetas de su hija menor alrededor de su palpitante verga. Pero la sorpresa no acabo ahí pues la traviesa de Karina se dirigió hasta el trasero de su padre donde le propino un beso negro lamiendo su ojete. Nuevamente el hombre se sobresaltó esta vez a causa de su hija mayor.



-Ahhh, pero que guarra eres Karina, no pares, mmmm, Mónica que bien usas tus tetas, tesoro, uffff así, que bien lo hacen, hijas.- decía el hombre.



Las chicas disfrutaban el complacer a su padre, no tenían reparos a la hora de darle placer s su progenitor. Habían muy pocas cosas que no se atrevieran hacer por aquel hombre y el también estaba siempre dispuesto a complacerlas.



Karina separaba las nalgas de su padre para introducir su lengua en lo profundo de su ojete mientras Mónica apretaba con fuerza la polla entre sus tetas.



Aquello fue demasiado para el pobre hombre y soltando un gruñido disparo su corrida sobre los senos de su hija menor. Aperladas gotas de semen cayeron sobre esos inmensos melones bañándolos por completo mientras la chica abría su boca para atrapar lo más que pudiera.



Viendo que habían logrado su cometido Karina se movió al frente de su padre para recibir las últimas gotas de leche de la verga de Alberto. Sabiendo que su hermana no había recibido mucho, Mónica compartió su botín con ella dándole un beso francés. Las hermanas compartían el semen de su padre pasándolo de una la otra y saboreándolo en sus bocas.



Carla ya no sabía si lo que estaba sucediendo era realidad o no, todo lo que podía hacer era disfrutar aquel prohibido espectáculo. La chica no podía dejar de masturbarse ante las peripecias de aquella familia. Por segunda ocasión había alcanzado el orgasmo al ver como el hombre disparaba su corrida sobre sus hambrientas hijas.



-Son unas niñas muy malas. Miren que tratar así a su cansado padre. Creo que tendré que castigarlas.- dijo el hombre recuperándose del orgasmo.



Las hermanas rieron juntas y se colocaron a cuatro patas sobre el césped del jardín mostrándole sus traseros a su padre.



-Adelante, papa, nos hemos portado mal, castíganos.- dijo Karina meneando su increíble retaguardia.



Alberto no podía negar que el trasero de Karina era mucho mejor que el de su hermana así como tampoco podía negar que Mónica tenía mejores tetas que la otra. Aun así el hombre las amaba por igual y trataba de complacer a ambas por igual, cosa que cada día era más trabajoso pues las hermanas eran incansables y muy calientes.



El hombre se dirigió a su hija mayor y le propino un par de fuertes nalgadas en su perfecto culo que pronto lo dejaron rojo, Karina gimió al sentir las manos de su padre azotar su trasero.



-A mi papi, a mí. Yo también he sido una niña mala.- dijo Mónica.



El hombre se dirigió a su otra hija y también le propino unas fuertes nalgadas que la hicieron estremecer.



Alberto regreso con su hija mayor y esta vez tomando su polla la hundió sin problemas en su ansioso culo. La joven soltó un increíble gemido



Carla se preguntó si aquello seria doloroso. Su segundo novio la había convencido de intentar el sexo anal pero lo había hecho desistir al sentir apenas la cabeza de la verga intentar entrar en su apretado ojete. La chica había experimentado un poco con sus dedos y un cepillo pero aun así no se encontraba dispuesta a permitir que un pene entrara por ahí.



Por los gemidos de Karina se veía que ella si disfrutaba el tener una verga taladrándola por el culo.



Su padre la tenía bien sujeta de las caderas mientras empujaba con fuerza su miembro dentro de ella.



A su lado su hermana permanecía en cuatro frotándose la concha mientras veía a su hermana gozar con la polla de su padre. Buscando no descuidar a su otra hija el hombre saco la polla del culo de la chica y lo hundió en el coño de la otra. Mónica gimió fuertemente al recibir a su padre dentro de su raja.



Siguiendo el mismo método Alberto penetro con fuerza a su hija menor haciendo que sus enormes tetas colgantes se movieran descontroladamente.



Alberto comenzó a alternar sus penetraciones de una hija a la otra mientras estas se besaban apasionadamente.



Carla por su parte estaba con las bragas en el suelo masturbándose furiosamente y deseando poder probar aquella madura verga. Con una mano jugaba con sus senos y con la otra se metía 3 dedos dentro de su vagina ansiosa mientras se mordía los labios para evitar que sus gemidos alertaran de su presencia.



Era increíble la forma como aquel hombre follaba con esas jóvenes, las tomaba con pasión y fuerza pero también con amor y deseo. Se aseguraba de no descuidar a ninguna y usaba sus dedos para hurgar en la intimidad de la hija que no tuviera su polla dentro. Las chicas no paraban de gemir sin importarles quein pudiera unirlas y le pedían a su padre mas.



-ahhhh, mas papi, mass, follame, con fuerza, ahhhhh, métemela toda, papi.- gemía Monica.



-Así, papito, follame el culo, rápido, no paressss, aghhh, métemela toda, papa.- gritaba Karina.



-Que par de zorras tengo por hijas, les encnata la verga de papa, ¿no es cierto?- pregunto Alberto



-Sí, papiii, mmmmm, nos encanta sentir tu dura verga dentro de nosotras, ahghhhh.- respondio Karina.



-Mmmmm, que rico es sentir tu polla entrar y salir de nosotras, ufffff, somos tus zorritas, papa.- añadió Mónica



Finalmente el hombre no pudo más y termino por correrse una vez más descargando su leche dentro del culo de Karina. Mónica se lanzó rápidamente al ojete de su hermana donde se dedicó a degustar nuevamente la corrida de su padre. Cuando hubo recolectado todo lo que pudo una vez más se unió a Karina para compartir su preciado tesoro con ella. Carla también había estallado nuevamente uniéndose al placer de aquella incestuosa familia por tercera ocasión.



Alberto observo satisfecho como sus hijas compartían su leche pero pronto se dio cuenta de lo tarde que era.



-Bueno chicas, será mejor que vayamos adentro. Tenemos que darnos un buen baño y yo tengo que regresar a terminar mi trabajo.- dijo el hombre ayudando a sus hijas a ponerse de pie.



-Pero no es justo papa, yo también quería sentir tu leche salir disparada dentro de mi.- se quejó Mónica.



-Moni tiene razón papi, es justo que ambas recibamos lo mismo. Yo deseo sentir como me bañas con tu semen.- añadió Karina.



El hombre suspiro nuevamente, parecía que aquel día no lograría terminar su trabajo. ¿Qué clase de padre podría negarse a complacer a sus hijas?



Sujetando a cada una a su lado por las caderas los tres se encaminaron de regreso al interior de la casa dispuestos a continuar con su diversión.



Carla también estaba hecha un asco. Sus jugos escurrían por sus piernas haciendo un charco en el césped donde estaba parada. Respirando agitadamente permaneció quieta asimilando todo lo que había presenciado.



Una vez que se escuchó la puerta de la cocina cerrarse y las voces alejarse, recompuso sus ropas y corrió a prisa de regreso a su casa aun excitada por lo sucedido. Afortunadamente su madre aún no había regresado. Volvió a encerrarse en su habitación con las vividas imágenes de lo que había visto rondándole por la cabeza.



Se cambió las húmedas bragas por unas nuevas y se acostó en la cama. Aquellas nuevas amigas suyas eran en verdad algo especial. Carla se preguntó cómo habían terminado en aquella relación prohibida e inmoral con su padre. No estaba segura de poder volver a verlas la cara o siquiera estar cerca de ellas sabiendo lo que sucedía en su casa.



Sintió una punzada de celos por ellas más que nada por tener un padre que las quería, de un modo nada apropiado pero aun así las quería de verdad.



Pensó también en su propio padre quien seguramente estaría revolcándose con su joven amante sin recordar siquiera que tenía una hija. Pues al diablo con él, Carla se merecía algo mejor, merecía tener un padre que la quisiera como el de sus amigas.



Si, que la quisiera como a ellas, que la follara como a ellas. Sus bragas volvieron a humedecerse mientras recordaba la verga de Alberto y los gemidos de las chicas.



¿Qué clase de pensamientos estaba teniendo? ¿Cómo podría desear algo tan pervertido como aquello?



Sin embargo no podía olvidar lo mucho que las hermanas habían gozado con la polla de su padre y también como habían disfrutado entre ellas. Para su sorpresa su madre apareció en sus pensamientos, más específicamente el cuerpo desnudo de su madre. Recordó una ocasión un par de años atrás cuando al levantarse por la noche se dirigió al cuarto de sus padre y espiando por la puerta encontró a su madre sola dándose placer. Su padre, como muchas otras noches, no había llegado a casa.



Carla observo fascinada como su madre se masturbaba, observo como usaba sus dedos para acariciar su intimidad y luego los introducía dentro de su raja mientras frotaba su clítoris y jugaba con sus pechos; sin darse cuenta ella también se había dado placer aquella noche junto a su madre.



También su hermano vino a su mente, a él lo había sorprendido pajeandose en el baño al volver temprano a casa un día. Se asombró que su hermanito tenía una buena polla, obviamente no era tan grande como la del señor Alberto pero si era más grande que la de su novio de ese entonces.



El chico había olvidado cerrar por completo la puerta y se encontraba sentado en el váter con los ojos cerrados mientras su mano alrededor de su polla se movía de arriba hacia abajo con rapidez.



Al igual que con su madre, Carla no pudo evitar sentirse excitada al observar como su hermano menor se daba placer y antes de darse cuenta ya estaba frotando su coño por encima de sus bragas.



El chico no tardó mucho en correrse escupiendo su leche por todo el baño y su hermana lo siguió también humedeciendo sus bragas en la puerta.



Carla había olvidado por completo aquellos recuerdos pero ahora con lo que había presenciado los recordaba con claridad. Los había suprimido pensando que era algo enfermo e incorrecto lo que había hecho pero nunca se pudo imaginar que hubiera gente que fuera capaz de llegar más lejos.



Mientras conciliaba el sueño la chica pensó que las veces en que se había masturbado con más intensidad, aparte de la de la tarde de hoy, habían sido aquellas 2 ocasiones. ¿Qué significaba eso? Y más importante, ¿Por qué deseaba volver a verlos hacerlo?



CONTINUARA...


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