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Renace el harem (Cap. 5)

Al llegar a su residencia, ordenaron a las perritas sus nuevas obligaciones como atender a diario tanto a sus dueñas, así como la limpieza general de la casa. Las perras al ver el tamaño de la casa que era casi tan grande como la de su Majestad, solo que con un poco menos de jardín se dieron cuenta el gran tiempo que les llevaría limpiar. Las clientas que ahora eran dueñas de esas perritas, les pusieron de inmediato los collares correspondientes.



Los collares eran especiales, ya que tenían de manera oculta dos funciones, una era la función de GPS, así las perras siempre estarían vigiladas sin que ellas lo supieran, y la segunda función era un reloj que permitía a las amas ajustar las horas laborales y el tiempo permitido para descanso de las esclavas. Los collares tenían una función que si detectaban que no había movimiento durante las horas de trabajo debía activar una pequeña descarga eléctrica que no dañaba la salud, pero si hacía recordar a las esclavas que las horas de trabajo para eso son, solo para trabajar.



Estas funciones tanto de GPS como de programar el horario de trabajo, eran controladas desde un PC que las perras no tenían conocimiento de él. Las perras no sabían que los collares eran controlados por sus distintas amas, pero lo que si se dieron cuenta es que las descargas del collar eran solo en su horario de trabajo, por lo que se vieron forzadas a no descansar en esas horas por su propio bien.



El tiempo permitido de comida era solo de 15 minutos, por lo que las perras debían hacerlo rápido, sin embargo no les daba tiempo de terminar de comer entre su alimento de perro y beber el agua, por lo que se les ocurrió que la única manera de comer y beber su agua a tiempo sería echar sus croquetas en el agua, de esa manera comerían y beberían de esa manera ahorrarían mucho tiempo que podrían usar al final de la jornada ya en sus jaulas.



El lugar permitido para su descanso y horas de dormir eran jaulas reforzadas en titanio, las cuales se mantenían al aire por las noches y sostenidas por un mecanismo hidráulico que las hacía descender en el horario especificado, el cual estaba controlado también desde el PC. Llegó fin de mes y las amas debieron hacer el pago correspondiente en la cuenta bancaria de Su Majestad que amparaba la renta de las esclavas. Las amas mandaron electrónicamente el comprobante del pago de la renta de sus perras.



Con el pasar de los meses las perras ya totalmente domadas, se habían acostumbrado al ritmo de trabajo sirviendo a sus amas, ya fuera regularmente o cuando se organizaban eventos sociales.



Su Majestad hizo llamadas telefónicas a sus clientas para programar una reunión en el reino, no solo para verificar como se comportaban las perras en sus nuevos trabajos, sino que además se les convocó para recordarles que aún no se habían dado a la tarea para cumplir la cláusula donde ellas se comprometían a buscar personas y recomendarle los servicios que ofrece su Majestad en cuanto al mantenimiento y limpieza doméstica.



Las clientas que hacían en el suelo desde su llegada, bajaron la cabeza hasta la altura de los pies de su Majestad y con humildad suplicaron fuera perdonada por esa única vez el incumplimiento en la búsqueda de más personas que contrataran sus servicios. Su Majestad les dijo que por esa única vez les iba a pasar por alto la falta, pero que si había reincidencia en ello, les tendría que penalizar con un 20% de incremento en la renta cada mes que no recibiera su Majestad llamadas solicitando informes acerca de su negocio, esto con la finalidad de cubrir los gatos no contratados por más clientas.



Las clientas se acercaron a su Majestad para besarle los pies y agradecerle una vez más el que no les penalizara por esa ocasión. Su Majestad les dijo a sus clientas que les daba solo una semana para que empezara a recibir esas solicitudes de renta de esclavas. Las clientas agradecieron a su Majestad la prorroga y aseguraron que no le fallarían en esa encomienda. Habiendo dicho esto se les permitió ponerse de pie para que se retiraran haciendo una caravana ante su Majestad sin darle la espalda.



Una vez que las clientas se retiraron respetuosamente, su Majestad dio las acostumbradas palmadas para hacer venir a su sequito, el cual se presentó y arrodillo apenas pasados unos segundos para preguntar que se le ofrecía a su Majestad. El Ama se dirigió a su sequito que en ese momento se encontraba rendido a sus pies como iba el avance de la limpieza de su reino, así como el cuidado de los jardines, las perritas respondieron a su Diosa que solo hacia falta de concluir el lavado, planchado y guardado de su ropa. Su Ama preguntó a que se debía el retraso, ya que para esa hora debían tener todo listo para empezar sus obligaciones vespertinas. Las perritas suplicaron perdón por su retraso. El sequito se retiró para cumplir y concluir su horario matutino y preparar sus actividades de la tarde.



Apenas se retiraron, se escuchó como sonaba el timbre del reino y enseguida el Ama de llaves atendió la puerta. Eran las clientas que pocas horas antes habían estado ahí, como forma de agradecer a su Majestad la prórroga de tiempo se dieron a la tarea exprés de conseguirle más clientas, y en ese momento se las llevaban. El Ama les dio salida a sus arrodilladas clientas y así quedarse para entrevistar a sus futuras amas de las perras en renta.


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