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Patricia (2: La piscina)

-Alex, tío, ¿qué coño hemos hecho? Hemos violado a mi madre.



Se habían girado las tornas. Ahora era yo el que había sido pillado totalmente desprevenido y no sabía si terminar de sentarme o quedarme de píe. Venía de echar uno de los mejores polvos de mi vida, si no el mejor de ellos y suponía que Javier, tras su dilema inicial, pensaría lo mismo que yo ya que lo había visto disfrutar de su madre. Sin embargo, el Javier que tenía en esos momentos frente a mí no era el que dudaba nervioso por cometer una aberración moral pero que era corroído por el morbo y la excitación de probar lo prohibido. Éste, era un Javi confuso, angustiado y muerto de miedo. Este Javi estaba haciendo que el momento de los lamentos y remordimientos que quise posponer un rato antes me alcanzara de golpe con la fuerza de un mazazo.



 



-Menuda puta cagada hemos hecho, ¡joder! – se desplomó en el sofá echando la cabeza atrás y mirando al techo.



 



La palabra "violado" estaba haciendo que mi estómago se revolviera y que las escasas fuerzas que me quedaban en las piernas tras la memorial follada me abandonaran.



Ahora que vuelvo aquellos momentos para poder escribirlos, recuerdo lo confundido y divido que estaba. Estaba claro que habíamos hecho algo malo, nos habíamos aprovechado de una mujer indefensa para desahogar nuestros deseos sexuales. Para colmo, conocía muy bien a esa mujer. ¡Joder! era la madre de mi mejor amigo y ver a mi colega tan mal era duro. Pero por otro lado, lo había disfrutado como nunca, había sido algo apoteósico y lo había compartido con mi amigo. Así que solo había una cosa que podía hacer, "terminar lo empezado" (¡pero qué sabio es mi padre, coño) y mi mente ya trabajaba en ello.



 



-¿Estás bien? – pregunté a Javi sabiendo que no lo estaba.



-No… Sí, mira no sé, tío. Trato de tener la mente despejada, pero no puedo. – decía sin apartar la vista del techo. - ¿Qué vamos a hacer si se da cuenta de… joder, de que hemos sido nosotros? Yo me muero.



-Bueno, aquí para bien o para mal ambos estamos en ello, ¿de acuerdo?



-Gracias, Alex, pero eso no nos va a librar de una buena. La hemos metido hasta el fondo.



 



Javi sonrío fugazmente al oírse decir esa última frase. Pero él, no sabía que mi mente trabajaba ya a marchas forzadas tratando de hilar una fuga para salir indemnes.



 



-Piensa en una cosa… Tu madre salió de fiesta probablemente en busca de un polvete, así que en caso de recodar algo, lo más probable es que lo asocie al tipo que conoció por ahí, ya sabes, al que la trajo a casa.



-Sí, lo sé, he pensado en ello, pero que yo sepa nunca se ha traído a algún ligue a casa. Supongo que por hallarme yo en casa. – ahora estaba sentado al filo del sofá y se le veía más animado. Al menos ya había recuperado el color.



-Bueno, eso no podemos saberlo, no siempre has pasado los fines de semana en tu casa, y quién sabe si mientras dormías, ella estaba con alguien y no te enteraste. Aún así, es más fácil que piense que algún desconocido de algún bar o discoteca se ha aprovechado de ella estando borracha, a que su hijo y su amigo lo hayan hecho.



-Sí, también lo he pensado, pero en la habitación éramos dos y puede que nos haya reconocido de algún modo.



 



¡Joder! Así que mientras estaba cabalgando sobre Patricia, Javi había hecho algo más a parte de limpiar un poco el salón. Le había estado dando al coco para ver como salíamos de esta. ¡Eso estaba bien! Supongo entonces que su malestar provenía de que no estaba seguro de las soluciones que se le ocurrían, así que yo debía de convencerle, de igual modo que lo hice un par de horas antes cuando insinué fornicarnos a su madre. ¡Y vaya madre!



 



-Bueno, pero ha tenido la cara tapada todo el tiempo y apenas había luz en la habitación, así que creo que podemos estar tranquilos.



-No sé, yo no me fío.



-Javi, lo que hemos de hacer es tranquilizarnos y comportarnos con normalidad. – Sentencié.- Mañana en cuanto me despierte vendré y veremos que pasa cuando tu madre se despierte. Si tú te despiertas antes que ella me das un toque al móvil, vengo y esperamos a que tu madre despierte. En cuanto lo haga, decimos que vamos a la piscina a darnos un baño.



-Pfffff.- resoplaba inquieto mi colega.



-Qué sí, que no va a pasar nada. – seguía tranquilizándolo, aunque yo mismo me estaba poniendo nervioso en pensar en el día de mañana. – Si por alguna razón, ella se despierta antes de que yo llegue, pues le dices lo mismo, que me estás esperando para bajar a la piscina. Y si te pregunta sobre esta noche, pues dices lo que hicimos… Quiero decir, que digas que nosotros, Francis, Manolo y Juan estuvimos viendo un par de películas como de costumbre y que cuando terminamos charlamos un poco y luego nos fuimos a casa.



-Vale, vale, parece fácil, pero estoy acojonado.- dijo entre resoplidos. – Por cierto, al salir llévate la basura porque están los condones que hemos usado y eso si que hay que sacarlo de aquí.



 



La bombilla de alarma se encendió en mi cabeza, ya que uno de los condones no estaban en la basura de la cocina, si no en la papelera del cuarto de baño. Así, sin decir una palabra, haciéndole gestos a Javi de que me esperara y con el corazón a mil por hora, me lancé rápido, sigiloso y completamente a oscuras hacia el baño para recuperar el puñetero preservativo.



Una vez en el cuarto de baño, y haciendo movimientos propios de un mimo, tanteé en la oscuridad hasta dar con la papelera, sacando de ella, tanto el condón como la toallita, ya no me fiaba ni de mi mismo.



Cuando volví, le mostré a Javi las pruebas del delito, y volvió a perder algo de color, pero aún así, todo estaba controlado. Finalmente me fui a casa dejando a Javi nervioso. Por mi parte, me monté en la moto dirección a casa y a mitad de camino tiré la bolsa de basura con las pruebas de nuestra fechoría. A pesar de lo que pensaba, en cuanto llegué a casa y vi la cama, caí rendido. Eran las 05:12 y llevaba a mis espaldas muchas horas de trabajo, sexo y stress, y si tuve algún sueño esa noche, no lo recuerdo.



 



Me están llamando al móvil, se trata de Javi. Son poco menos de las 11:00, y con la lengua pegada al paladar consigo decirle que ya voy para su casa. Me ducho, me pongo el bañador, cojo la toalla y me como una triste tostada, ya que no puedo comer más de los nervios. Le digo a mi padre que voy a casa de Javi y el dice que se irá con mi madre a la playa, que lo más seguro es que coman por allí, que me busque la vida para comer.



Ya en camino, pienso en la noche anterior y no puedo evitar empalmarme al recodar como nos cogimos a Patricia entre Javi y yo.



A las 11:30 ya estaba llamando a la puerta de su casa y mi amigo me recibe. Casi se nos puede oír de latir el corazón de los nervios. Sin mediar palabra entro en casa y con un gesto negativo de cabeza me hace entender que su madre aún no se ha despertado, algo que nos tranquiliza. Decidimos entonces bajarnos a la piscina, en el ático se masca demasiada tensión. Javi va hacia su habitación por el pasillo para recoger su toalla cuando vemos que la puerta del dormitorio de Patri se abre y aparece por la puerta.



Javi y yo, yo y Javi nos quedamos como dos estatuas. En frente nuestra, está Patricia con su melena revuelta, el veraniego vestido azul está arrugado. Se apoya con una mano a un lado de la puerta mientras que con la otra se sujeta la cabeza.



Parece que aún no se ha percatado de nuestra presencia y se produce un silencio inquietante que es asfixiante, así que me decido a romperlo.



 



-¡Buenos días, dormilona!¡Tanta fiesta que luego cuesta salir de la cama! – se me adelanta Javier para mi asombro.



-¿Eh? – Patri nos mira y está como en otro mundo, al fin parece que nos enfoca – Ah, hola cielo. Buenos días. – hace un gesto con la mano para saludarme y yo respondo a su vez con un buenos días.



 



Trata de caminar, pero automáticamente da un respingo y se pone tiesa. Se puede ver en su cara un gesto de dolor.



 



-Vaya resacón llevas mamá. Íbamos a bajar a la piscina, ¿quieres que te prepare un café antes?



-¿Eh? No, no. Necesito, necesito una ducha, solo eso. – dice mientras da, no sin cierta dificultad, los escasos pasos que la separan del cuarto de baño.



 



Javi y yo, nos miramos y nos vamos presto a la piscina para quitarnos del medio lo antes posible. Los nervios de ambos han aflojado ya que parece que no sospecha de nosotros. Aún así, esa visión de Patricia me hace sentir muy culpable por lo sucedido, no sólo la forzamos, fuimos muy bestias con ella.



Ya en la piscina nos ponemos en un lugar apartado de otros vecinos que disfrutan del sol y del agua. Allí hablamos sobre como habíamos visto a Patri y sobre que podía estar pensando. Nos auto convencemos de que ella pensaría que fue violada por un ligue que se le fue de las manos y que se aprovechó de su borrachera. En cambio, en un momento de la conversación, Javi me pregunta que hice con su madre cuando estuve a solas con ella, y yo le cuento como le había dado por el culo, aunque decidí omitir la dureza y la fiereza con la que lo hice. Eso sí, una vez más se me puso dura al recordarlo.



 



Para no alargar mucho la historia, resumiré con brevedad la tarde que siguió a esa mañana de domingo y los días posteriores. Javi y yo estuvimos en contacto tanto por teléfono como vía "messenger", así que alguna información no la viví en persona si no que me la contó mi amigo.



En primer lugar, tras volver de la piscina a su casa, se encontró con una madre totalmente ausente que sólo reaccionaba cuando su hijo le hablaba y trataba de sacarle conversación, hizo alguna llamada por teléfono a alguna amiga suya y finalmente, mientras cenaban, le preguntó a su hijo cómo pasó la noche del sábado y si la oyó llegar en la madrugada. Él contestó como lo habíamos hablado, que alguno más bebido que otro se fue casa al terminar de ver las películas y que se él acostó sin enterarse de nada durante la noche y que como ella ya había llegado tarde otras veces no se preocupó.



En los días posteriores, tanto él como yo, vimos que su madre trataba de comportarse con normalidad cuando estaba con otras personas, pero que si se quedaba a solas su expresión pensativa se endurecía como si quisiera recordar o por el contrario como si recordara demasiado bien y se enfadara. Probablemente estuviera molesta consigo misma por permitir lo que le había ocurrido.



Javier y yo seguimos con nuestra rutina habitual de trabajo, estudios, piscina, alguna salida y las sesiones de cine en casa. Comprobamos rápidamente, que Patricia no salió en las dos semanas siguientes, ni siquiera cuando mi padre y mi madre le invitaron a salir a cenar con otros amigos. O bien permanecía leyendo en su cuarto, viendo la televisión o se nos unía a ver alguna película, lo que tensaba bastante el ambiente. Ahí comprobé que parte de su desparpajo se había ido, lo que me hacía sentir culpabilidad, pero bien es cierto que cuando se retiraba a su cuarto dándonos las buenas noches, no podía dejar de mirar ese culo que había sido mío y excitarme con ello. Por eso, al tercer domingo desde que poseímos a Patricia, hable con Javi de ello en la bolera mientras esperábamos al resto de la pandilla para jugar una partida de bolos.



 



-En serio, tío, no te ofendas, pero a pesar del remordimiento que siento a veces cuando estoy con tu madre, hay… no sé, hay algo en ella que me sigue poniendo cachondo. – miraba a mi colega esperando alguna mala reacción suya. – No sé, he pensado que estoy enfermo y todo, pero no sé… Es que se me desata todo deseo sexual con ella. Y puede que me esté obsesionando demasiado, pero me encantaría follármela otra vez. ¡Qué coño! Estoy deseando repetirlo.



-Aunque no lo creas, te entiendo. – me dijo Javi tras un ligero silencio, lo que hizo que me sorprendiera. – También yo he pensado en lo que pasó, incluso me he pajeado un par de veces recordándolo, aunque seguro que no tantas como tú. – me sonrió. – Pero lo que hicimos ha dejado algo tocada a mi madre, aunque ya está bastante mejor, pero la primera semana estuve a punto de rajarme y confesarlo todo.



-Es normal, no creas que no he tratado de ponerme en tu situación, ya te vi angustiado la misma noche. Sin embargo, me sorprendió lo duro que le diste a tu madre, ¡joder! Sobre todo viendo tu recelo anterior a que lo hiciéramos.



-No sé, me dio coraje pensar que salía de marcha para follarse a cualquiera, como el tipo ese que la trajo a casa, ese gilipollas. Ya fue duro vivir sin un padre porque prefería estar fuera follándose a cualquier fulana, supongo que me dio miedo pensar que podría perder a mi madre de la misma manera. Y me enfadé. Aunque no te voy a negar que me dió un morbazo increíble, sobre todo tras verte follarte.



 



No esperaba tanta sinceridad por su parte pero ahora lo comprendía y todo encajaba.



 



-De todos modos, por muchas ganas que tengas de metérsela y por alguna que pueda tener yo, no se va a repetir. Tú mismo dijiste que otra oportunidad así no se iba a presentar otra vez, y creo que mi madre ha aprendido la lección, ya ni siquiera sale.



-Lo sé y espero que te equivoques… Quiero decir, no quiero que se vuelva a emborrachar y abusar de ella otra vez, lo que quiero es follar con ella. – me apresuré a corregir. – Incluso tuvimos suerte de ser nosotros, ¿averigua que podría haberle pasado con un desconocido?



 



Así pasaron los días y Patricia parecía volver a ser la mujer simpática y alegre que conocíamos. Volvió a salir un par de veces entre semana a pesar de trabajar al día siguiente, pero siempre volviendo temprano a casa. Todo estaba volviendo a su cauce, incluso mi obsesión por Patri estaba disminuyendo, cuando tuve un más que interesante encuentro.



 



Era una tarde de jueves de Julio, había pasado casi un mes y Javi y yo estábamos jugando con la consola después de haber estado un rato en la piscina. Mi padre me llamó para que le ayudara a montar un calentador de agua nuevo a mi abuela, así que antes de irme fui a la terraza a recoger mi toalla que había puesto a secar al sol.



Al ser un ático, la terraza de casa de Javi es muy grande, y puede accederse a ella desde el salón, el dormitorio de Javi y el de su madre. Tienen allí muchas plantas, un par de tumbonas, una mesa de playa con cuatro sillas y el tendedero. Total, que entro en la terraza, descuelgo mi toalla y al darme la vuelta veo a Patricia. Cuando llegó de trabajar del supermercado entró en su cuarto y ni su hijo ni yo sabíamos que estaba en la terraza, tan embobado estábamos con los videojuegos, pero ella con los ojos cerrados y oyendo el mp3 no había advertido mi presencia.



Estaba tumbada boca arriba en una de las hamacas, una pierna ligeramente flexionada, el pelo recogido, un bikini rojo y haciendo topless. Tenía el torso sudoroso, ya que el sol de la tarde aún apretaba con fuerza, y yo embobado, miraba sus grandes tetas relamiéndome de puro gusto. Sus tetas estaban igual de bronceadas que el resto de su cuerpo, por lo que no era la primera vez que hacia topless. Esa visión volvió a despertar recuerdos, morbo y la calentura que mi polla guardaba con ansia.



Por alguna razón Patricia abrió los ojos y me vio junto al tendedero con la toalla colgada del hombro, la polla creciendo bajo mi bañador como si fuera un periscopio y recorriéndola de arriba abajo con la mirada haciendo largas pausas en sus tetas.



 



-¡Alex, por Dios! – reaccionó echando mano del top púrpura que tenía en la tumbona de al lado para cubrirse los pechos con él a la vez que se sentaba en la tumbona. - ¿Qué haces ahí? Vaya susto.



-Estooo… he venido a recoger la toalla porque he de irme a casa. Pero, puedes seguir, por mí no te cortes. – dije envalentonado.



-Claro, puedo seguir dándote el espectáculo, ¿no? – dijo acalorada.



-¿Y por qué no? Es un magnífico espectáculo. – sonreí tratando de distender la situación. – Además, hay confianza, ¿verdad?



-Claro que sí Alex, pero hasta cierto límite, leches. Y visto que sigues ahí embobado, mejor me pongo esto. – y se dio la vuelta mostrándome su espalda, y empezó a ponerse el top.



-Tranquila, te dejo tostándote al sol, si he de irme. Siento la interrupción.



-Sí, ya veo que lo sientes. Si te vas sonriendo de oreja a oreja.



-Ya te digo. Hasta luego, Patri.



-Hasta luego. – me despidió ella aún de espaldas, ya que al decirle que me iba no se terminó de vestir.



 



Me paré un momento en la puerta que entraba al salón y me volví a mirarla. Ella me estaba mirando para asegurarse de que salía de la terraza.



 



-¡Alex! – decía medio indignada medio riendo.



-Ya me voy, ya me voy. – me apresuré y salí hacia mi casa todo empalmado y contento, no sin antes decirle a Javi que esa noche debíamos de hablar por el "messenger".



 



Por su puesto esa noche conté a Javier lo sucedido en la terraza, y no hizo más que recriminarme la jodida suerte que tenía yo. Y supongo que sobra decir que esa noche realicé un digno homenaje a Patricia con un par de buenas pajas. Enterándome luego que su hijo también quiso homenajearla con sendas pajas.



 



Pasaron algunos días y el domingo de esa misma semana, Javi y yo estábamos jugando a las cartas en el césped que rodeaba la piscina, ya que el día era nublado y soplaba una brisa fresca. Aparte de nosotros, se encontraba una vecina del bloque, amiga de Patri, que ojeaba una revista y sus hijos, Antonio de unos ocho años y su hermana Sofía de trece, que inmunes al frío jugaban a la pelota en la piscina.



 



No llevábamos ni media hora cuando vemos entrar en la zona de la piscina a la madre de Javi. Lleva una especie de camisón verde y la toalla, nos saluda a lo lejos y va a tumbarse junto a Luisa, la vecina. Al quitarse el camisón, tanto su hijo como yo, nos la comemos con la vista y cuando se inclina para tender la toalla, su culo se muestra con esplendor hacia nosotros.



 



-¡Jo-der! Pero es que vaya culo, ¡coño! – dice Javi.



-Tal cual está me la follaba. – añado.



 



Seguimos jugando un par de partidas más de cartas en las que miraba de reojo a Patri, que al otro lado de la piscina, hablaba muy entretenida con Luisa.



 



-Tío, yo voy a darme un chapuzón, tengo la polla que me va a reventar, y si eso ocurre lo voy a poner todo perdido. – Así que me levanté y me fui a la piscina, pero al meter un pie en el agua y notar lo fría que estaba cambié de opinión. – Joder, que frí..– El cabrón de Javi me acababa de empujar al agua. – ¡Me cago en todo!



 



Javi se tira de cabeza y emerge tiritando de frío.



 



-¡Joder! Pues sí que esta fría.



-Pues no te lo estaba diciendo yo. – le regaño e intento dar un capón en la cabeza.



-Vamos a jugar con los niños y así entramos en calor. – me propone. – Antonio, vamos a jugar dos contra dos, ¿vale? Tú y yo, contra Alex y tu hermana.



 



Y así, con un Antonio emocionado de jugar a algo más intenso que pasar el balón a su hermana, empezamos a entrar en calor. Nos pasábamos la pelota evitando que el otro equipo la cogiera, pero evitando ir a la zona profunda de la piscina para que Antonio hiciera pie.



A los pocos minutos ya habíamos entrado en calor cuando tras nuestros gritos y salpicones de agua escucho a Patricia decir que el agua está muy fría. Estaba bajando por la escalerilla de la zona media de la piscina y el agua ya le llegaba por la cintura. Entonces Javi, balón en mano, lo lanza hacia su madre para que le salpique agua.



 



-¡Javier! No seas malo que el agua está fría, ¿o es qué no tenéis frío?



-Claro que sí, por eso nos hemos puesto a jugar con la pelota, para entrar en calor. – respondo mientras veo que se acerca nadando lentamente con el balón delante suya.



-Venga, pues yo también juego. Los niños y yo contra vosotros.



 



Todos aceptamos excepto Sofía que se sabía perdedora con ese equipo. Empezamos así una feroz batalla de robos y pérdidas de balón en la que hubo algún placaje y varios pellizcos por ambas partes. En un rifi-rafe le di sin querer un golpe a Sofía en la cabeza aunque no muy fuerte.



 



-Uy, ¿estás bien, Sofi? – Ella se hace la muerta en el agua, con brazos y piernas extendidas a la vez que se pone bizca y saca la legua. Sus pechos en pleno desarrollo asoman sobre el agua envueltos en su bikini a rayas. Dentro de unos años, esta chica será guapísima, pienso. Le doy un pellizco en el muslo. – Vamos farsante, si no te ha dolido. – Se ríe y prosigue el juego.



 



En otro momento del juego, Javi que trata de huir de su madre con el balón lo pierde, porque su madre le ha dado un tirón del bañador y le deja medio culo al aire, haciendo que Javi suelte la pelota para taparse.



 



-Alex, vale de todo, que casi me dejan en bolas.



-Ok, sin clemencia, pues. – y grito cual malo de película.



-Oigan, a los niños me los tratan bien. – protesta Patricia balón en mano mientras pienso que no son ellos mi objetivo.



 



Javier y yo nos lanzamos a por Patri que se va alejando hacia la parte honda de la piscina mientras tratamos de acorralarla, algo atrás nos sigue Sofía y un resignado y enfadado Antonio se queda en la zona donde hace pie.



Patricia nos da la espalda y trata de mantener el balón alejado de nosotros protegiéndolo con su cuerpo mientras espera el apoyo de la joven Sofía.



Entre chapoteos tratamos de alcanzar el balón dando largos y rápidos manotazos, pero para nuestro asombro Patricia los esquiva con habilidad, aunque no se libra de recibir algún que otro pellizco en el culo, en la cintura y algunos restregones de nuestras duras vergas, al menos la mía, sobre ella. Y en eso estoy, cuando Javi se sumerge y tira de las piernas de su madre hacia abajo, recuperando yo así el balón.



Pocos minutos después Javi está en posesión de la pelota, aguantando los molestos ataques de Antonio y hace amago de pasarme la bola, pero Sofía se cuelga de mi espalda cerrando sus piernas entorno a mi cintura tratando así de inmovilizarme. Patricia a su vez está caminando de espaldas hacia mí tratando de interceptar un posible pase hasta que se da de lleno conmigo. Descubro que estoy en un fantástico sándwich. A mi espalda, Sofía me clava sus jóvenes pezones tiesos de frío, y por delante mi palpitante polla roza sin pausa el culo, la cintura y los muslos de la madre de mi amigo. Cuando siento que ésta se aleja de mí, la agarro por la cintura y la aprieto contra mí unos segundos, ya que me quiero asegurar de que siente mi polla dura contra ella, para luego tratar de apartarla a un lado, simulando así una maniobra más del juego, pero como Sofía está a mi espalda molestando mi movimiento de brazos no lo consigo. Así que Patricia se vuelve a separar unos palmos de mí.



Extremadamente caliente tras los restregones, decido ir un paso más allá. Como el bikini de Patricia se sujeta con dos nudos, uno en la espalada y otro en el cuello, doy un tirón al nudo que está en el cuello para desabrocharlo, rodeándola rápidamente por un lado, para poder a ver nuevamente un espectáculo magnífico ¡Sus tetones!



Apenas he conseguido desplazarme metro y medio, pero es suficiente para ver como los triángulos del bikini han caído hacia delante desbordados por sus melones, ambos coronados por dos punzantes y tiesos pezones. Sin embargo, noto algo entre mis piernas que me hace trastabillar y hundirme en el agua. Lo último que escucho es a Javi gritar.



 



-¡Oooleeeeeee!



 



Cuando emerjo, veo que Antonio salta victorioso, Javi que sonríe y ríe, Patricia asoma la cabeza sobre el agua con las manos a la espalda, supongo que colocándose bien la parte superior del bikini y a Sofía a mí lado, con la pelota en la mano posando con una sonrisa coqueta como si fuera una azafata de "El Precio Justo" o del "Un, dos, tres". Yo le sonrío y vuelvo a pensar que la jodida será una chica muy guapa en un futuro.



 



-Venga niños, salid ya que hemos de irnos. – Irrumpe Luisa, a la que teníamos completamente olvidada. – Venga que hemos de ir a casa de la tita. – les insta su madre ante las pegas que ponen, sobre todo el mocoso de Antonio.



-Venga Antonio, otro día seguimos con la revancha. – le digo y se va más contento.



 



Patricia, Javi y yo nos quedamos en el agua descansando un poco. La brisa fresca había aumentado y en esos momentos se está mejor dentro del agua que fuera, así que estamos los tres asomando tan solo la cabeza sobre el agua.



 



-¿A qué ha venido eso del bikini? ¿Y si hubiera habido más gente en la piscina? – me regaña Patri.



-Por eso me he atrevido a hacerlo, porque no había nadie. Si sólo lo hemos visto nosotros dos. Además, tú empezaste bajándole el bañador a Javi. – me defiendo.



-Claro, pero no es lo mismo que yo pueda verle el culo a él, que vosotros a mí, las tetas.



-O sea. - irrumpe Javi.- Qué tú por ser mi madre me puedes ver el culo, y yo por ser tu hijo no te puedo ver las tetas, ¿pero de dónde te has sacado algo así, mama?



-Ay, mi niño, que se ha molestado porque le he visto el culete y quería ver mis tetas. – le pellizca la mejilla a modo de burla. –Si tú ya te hartaste de teta cuando eras un crío.



 



Esa era la Patricia que siempre habíamos conocido y no pude evitar sonreír al reencontrarme con ella.



 



-Venga, que estamos en confianza, Patri.



-Sí, claro, pero con la tontería de la confianza, Alex, te estás poniendo las botas a mi costa, qué vaya semanita que llevas.



-¡Hey, hey! Qué yo no tengo la culpa de que lo que ofrezcas sea muy interesante. – digo con sorna.



-Espera, ¿qué me he perdido? – irrumpe Javi nuevamente.



-Pues aquí tu amigo, que el jueves entró en la terraza mientras yo tomaba el sol en topless y se quedó ahí plantado delante de mí como un pasmarote. – dice Patri falsamente indignada.- Pero parece que no le bastó con eso que hoy ha decidido que dé un espectáculo en público mostrando aquí la mercancía.



Pero es que la mercancía es muy buena. – apunto entusiasta.



-Anda, ¡calla! – y me salpica con agua.



-Si es que encima los hay con suerte. – dice Javi.



-Ahora el otro. Callad y a ver quién es el bonito en salir de aquí con el frío que hace. – y se mira los brazos y por encima de los pechos. Tiene la piel de gallina por el frío.



-El que salga que acerque la ropa y las toallas a los demás. Ya nos ducharemos en casa para quitarnos el cloro. – Explica Javi muy sabiamente. – Y deberías de ir tú, mama. Tu toalla está más cerca.



-Ay, hijo, ¿es qué no eres capaz de hacer nada por tu madre? – decía mientras ponía una falsa cara de tristeza. – Es que no me cuidas.



-Echémoslos a suerte. Saquemos los dedos y al que le toque, pues a pasar frío. – propongo, ante el acuerdo de madre e hijo.



 



Así que ocultamos las manos tras la espalda, a la de tres sacamos los dedos, y hago recuento. Veintidós, los dos patitos. Empiezo a contar, pimpampum.



 



-Patri, te tocó.



-Seguro que lo habéis amañado.



-Qué va a estar amañado si solo hay que contar. – se regodea Javi.



 



Nos acercamos al borde de la piscina mientras vemos a Patricia acercarse a la escalera más cercana a su toalla. Cuando se pone de pie lentamente y agarra la escalera, tanto su hijo como yo, vemos emerger a la potente hembra que nos traía locos en los últimos días, pero sobretodo que nos había traído locos el rato que llevábamos en la piscina. El agua le cae por los hombros y le recorre la espalda según sale, pero antes de que apareciera su culo ante nosotros, volvió al agua.



 



-¿Pero qué haces mama, si ya estabas casi fuera?



-Es que hace frío, cielo.



-¡Joooodeer! – replicamos al unísono Javi y yo.



-Venga, si salís alguno de los dos os invito al cine esta tarde. – propone Patri mientras venía nadando de vuelta.



-Para que salgamos deberías hacer algo más que invitarnos al cine. – dice su hijo.



-¿A sí?¿Cómo qué? – pregunta Patri bastante intrigada mientras su hijo piensa qué decir. Yo me armo de valor y le suelto mi propuesta de sopetón.



-Pues si nos enseñas las tetas voy a por las toallas. Así del calentón, el frío será más soportable. – queda dicho.



-Pero por Dios, Alejandro, ¿qué leches estás diciendo? - pregunta sorprendida tras un mínimo silencio. - ¿Pero cómo se te ocurre pedirme eso?



-¿Y por qué no? Si total, ya te las hemos visto. – mi polla, animada de nuevo está atenta a su respuesta.



-Calla y no sigas, que me parece que voy a hablar seriamente con tu madre, que tú no estás bien de la cabeza, creo yo. – se calla un instante. – Además, basta que me vea algún vecino y crea que os estoy pervirtiendo, que soy una fulana o vete tú a saber.



-No, si pervertidos ya estamos, mama. – añade Javier. – Estamos muy necesitados.



-¡Niño! ¡Qué soy tu madre! Vaya dos locos tengo que aguantar. Lo que yo diga, que os queréis poner las botas a mi costa.



-Pues entonces nos podrías dar un masaje. – interviene Javi.



-Claro, la cuestión es que haya toqueteo. De verdad que estáis mal, ¡los dos!



-Pero si la que nos metería mano y se pondría las botas serías tú. – digo haciéndome el indignado.



 



Patricia se quedó con la palabra en la boca. Esta nueva propuesta la estaba haciendo dudar y se lo estaba pensando mientras nos miraba a ambos de vez en cuando. Supongo que algo de excitada debería de estar, ya que llevaba un mes sin follar con nadie, y encima esa vez lo hizo forzada por nosotros.



 



-Venga, sea lo que sea rápido, no vayamos a pillar un resfriado en pleno verano. – le insto a decidirse.



-Pero qué bribones sois. Está bien, pero sólo media hora a cada uno. – y alzando el dedo índice de su mano, se nos acerca y susurra. – Y ni mu a nadie.



-¡Joder con el secretismo! Si es como si nos pusieras crema para el sol. – le comento quitándole importancia.



-Eso digo yo.



-Lo que queráis, pero ni una palabra. – nos advierte Patri y acabamos por aceptar, total, no lo íbamos a contar.



 



Así, con la polla a medio empinar, Javi y yo salimos de la piscina, vamos a por las toallas y nos damos un secado rápido. Nos ponemos la camiseta, nos liamos la toalla en torno a las piernas para secar el bañador, ya que tenemos bastante frío a pesar del mes en el que estamos. Javi recoge las cartas y yo la toalla, sandalias y el camisón verde de su madre y la espero junto a la escalera con la toalla extendida.



Patricia sale rápidamente para refugiarse en la toalla mientras da grititos aludiendo al frío que hace. Y tanto su hijo como yo le hacemos un escaneo anatómico digno de "House M.D." Sus melones botan al subir la escalerilla con prisa, y sus pezones oscuros y erectos por el frío se pueden adivinar perfectamente bajo el sujetador del bikini.



Se acerca a la toalla con intención a cogerla, pero antes de que lo haga, la envuelvo yo a ella. Le froto los hombros y brazos rápidamente con la toalla para que entre en calor y con esa excusa, vuelvo a pegarme a su espalda para que note mi verga contra su culo y cintura. Tras un par de sacudidas más, dejo que se seque ella sola y le alcanzo su camisón verde cuando termina.



 



-Para que luego digas que no te cuidamos. – dice mi amigo con sorna.



-Eso digo yo.



-Ya veo… pues lo suyo me ha costado, machotes, un masaje nada menos. – contesta su madre.



 



Patri me devuelve la toalla y empieza a vestirse metiendo la cabeza en el camisón, momento en el que centro mi vista a sus tetas nuevamente, grandes, húmedas y para mamárselas y no parar. ¡Pero qué hambre de teta!



 



-Uff. – resoplo en voz baja.



-¿Qué? – me pregunta ella cuando asoma la cabeza por el traje, pero me quedo en callado. - Pues vamos para casa.



 



Dicho y hecho nos vamos a su casa, todo sea dicho, con mucha hambre y más contentos que unas pascuas.



En casa, Patricia nos dice a Javi y a mí que nos duchemos primero mientras ella prepara algunas cosas para comer. Así que Javi se va a un cuarto de baño y yo me voy al pequeño cuarto de baño que hay junto al dormitorio de Patricia. Justo cuando cierro la puerta me dice que me llevaría unas bermudas secas de Javi y me pregunta si me quedaré a comer.



 



-No lo sé, luego llamo a casa, no vaya a ser que mis padres tengan planes de salir. – y tras eso me metí en el baño.



 



Dejo la toalla encima de un mueblecito, me quito el bañador y me meto en el plato de ducha cerrando la mampara. Y allí, bajo el agua, empiezo a sacudirme la verga arriba y abajo a ritmo constante, recordando cada roce de mi polla con Patricia y cada visión de su cuerpo. Tan ensimismado estoy que no me entero cuando ella entra al baño.



 



-¿Alex, estás sordo? Te dejo aquí las bermudas secas y me llevo a tender tu baña... – Calla de pronto.



 



Miro a través del cristal translúcido de la mampara y veo que Patricia vuelve la cara rápidamente.



 



-¿Eh? Vale, gracias. – le jadeo sin dejar de pajearme, si acaso incremento el ritmo al saber que me ha pillado en plena faena.



-Pues eso. – y sale con premura del baño. Varias sacudidas después de ello vierto buena cantidad de mi leche particular.



 



Salgo ya vestido, secándome el pelo y tras pasar por el dormitorio de Javier a recoger mi teléfono móvil, voy a la terraza a tender mi toalla. Allí encuentro a Patricia tendiendo nuestros bañadores.



 



-Vaya tela con los niños. – la oigo susurrar.



-Ya te puedes duchar. – la interrumpo.



-¡Alex! Me va a dar un ataque como sigas así. – se altera tras un respingo.



-Perdona. Voy a colgar esto y llamo a mi madre para ver si almuerzo aquí o en casa.



-Vale, pues voy a ducharme. – y me da un azote entre la espalda y el culo



 



Así que hablo con mi madre y puedo comer en casa de mi amigo, pero que a las 17:00 he de volver pada asistir al cumpleaños de mi primillo Fernando. Lo había olvidado completamente. En esto que llega Javi y me pregunta si me quedo a comer finalmente. Asiento.



 



-Bueno, yo voy a hacer ya algo de comer que tanto juego a la pelota me ha abierto el apetito.



-Yo me quedo aquí un rato, pero avísame si quieres que te ayude. – me ofrezco a mi colega.



-No te preocupes, haré algo de pasta con verduras o ensalada de pasta.



 



Contesto algunos SMS de compañeros de facultad cuando a los poco minutos oigo como se cierra la puerta de la habitación de Patricia. Envío el último y me dirijo a su cuarto para decirle que me quedó, pero en lugar de entrar por la puerta rodeando todo el salón y pasillo, entro por la amplia ventana que comunica la terraza y la habitación, ya que es el camino más corto.



 



-¡Patri! Qué me quedo a alm… ¡Os-tias!



 



En esta ocasión, sin proponérmelo, cuando aparto la cortina y entro en el dormitorio, encuentro a Patricia de pie mientras la húmeda toalla esta en el suelo, con otra toalla liada en su cabello a modo de turbante. Lleva puesto un pantalón corto y pegado de color beige al que aún le falta por cerrar el botón y subir un poco la cremallera, cosa que ella estaba haciendo hasta mi interrupción, y un sujetador blanco lucha frente a la gravedad por sostener en alto sus sabrosos, grandes y sugerentes pechos.



 



-¡Pero bueno!¡Alejandro! – me mira seriamente mientras apenas se tapa las tetas con una mano y con la otra busca rápidamente algo de un cajón abierto para terminar de cubrirse. - ¿Pero a ti qué te pasa?



-Perdón, perdón, perdón. ¡Joder! Pensaba que ya habrías salido vestida del baño. – y voltee mi cara para no mirarla, aunque no pude evitar la progresiva erección de mi cipote.



-¿Pensar? Y creo que últimamente tú no piensas mucho. –Se pone una camiseta ancha de color oscuro y termina por abrocharse el pantalón. – Es que no puede ser, llevas una racha… ¿A ver, qué quieres ahora?



-Nada, que me quedo a comer y que Javi ya está preparando el almuerzo, que va a hacer algo de pasta. – Estaba bastante nervioso, se acaba de ir a la mierda el buen rollo creado en la piscina. – Lo siento, de verdad, si lo prefieres mejor me voy a casa. Pero tampoco es para tanto.



-No es para tanto, pero sí lo es ¡leches! – dijo tras un pequeño silencio. – Quédate, eso sí, tú y yo vamos a tener un seria charla.– me dijo muy en aptitud de madre. – Vaya tela contigo, de verdad. Anda, ve con Javi y ayúdale.



 



Salí de la habitación y ayudé a Javi con la comida, luego comimos los tres juntos, pero Patricia se mostraba aún algo seria y si intercambiábamos alguna mirada, la suya decía claramente "Vaya tela contigo" o "Ya te vale, majo". Tras almorzar y jugar con la consola me fui al cumpleaños de mi primo.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 5
  • Votos: 1
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