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Categoría: Parejas

Otra Intimidad

Desde las altas cumbres nace el río que atraviesa el pueblo de Cáceres para desembocar en el mar. La vida transcurre en fantástica armonía con la serenidad y sosiego de un pueblo montañés. La mayoría de los hombres trabajan en el campo, otros regentean negocios de artesanía. Hay una farmacia, la iglesia frente a la pequeña plaza donde se elevan hacia el cielo unos imponentes árboles que la embellecen ,sobrepasando los techos de las viviendas continuas. La panadería que siempre esta abierta hasta muy entrada la noche, el almacén de ramos generales donde se puede encontrar desde alimentos a una bicicleta, cuadros descoloridos por el tiempo, herramientas, algunas revistas viejas y hasta una radio que esta en venta desde que abrieron la tienda. Hay también un bar que es lugar de encuentro de los vecinos que pasan largas horas charlando, discutiendo, jugando a las cartas o bebiendo. Y como no podía ser de otra manera la MUNICIPALIDAD, la sede del gobierno y a continuación la comisaría donde se turnan para dormir los tres únicos uniformados del pueblo.
Las mujeres por su parte se encargan de mantener sus casas en condiciones y criar a sus hijos sanos y fuertes, para en un futuro hacerse cargo de los pequeños negocios de sus padres e incluso de prepararse para encargarse de los tramites burocráticos que la municipalidad requiere. El ciclo siempre funciono así y jamás se le ocurrió algún vecino reparar que las mujeres también tienen derecho a una vida independiente fuera de la casa. Pero la mayor característica del pueblo es el calor del verano, un verano como el día que encontré ese pueblo. Se sentía un calor que asfixia, un calor que derrite el asfalto de la carretera. Ese calor que al mediodía convierte el lugar en un pueblo fantasma deshabitado. Yo tan solo buscaba algo de paz y sosiego y también algo de tiempo para meditar, necesitaba reposo y descanso.
Llegue a ese pueblo porque me perdí, tomé un desvío equivocado y me pasé varios kilómetros serpenteando por una estrecha carretera que circulaba paralela a la costa, al final de una cuesta me encontré con un paisaje de postal, un diminuto pueblo salpicado de casitas de diferentes colores.
Llegué hasta la plaza y dejé mi coche estacionado a la sombra, tan solo se percibía el sonido de las olas en el mar golpeando sobre la playa, el sol abrasador quemaba la piel, la figura desaliñada de un perro que descansaba a la sombra me contemplaba de tanto en tanto.
Caminé por estrechas y empedradas callejuelas sin cruzarme con ser humano alguno, me deleitaba en contemplar las fachadas de las casas, los hermosos enrejados de sus ventanas tras los que se encontraban infinidad de macetas con geranios y flores diversas, el aire olía a mar y al final de una de aquellas calles pude contemplar los verdes y azulados tonos de un mar en calma.
Camine presuroso hasta el bar y mientras me tomaba una cerveza con hielo le pregunte al patrón que me miraba con no cierto disimulo si tenia alguna habitación para alquilar. Con la parsimonia característica de los pueblerinos me acompaño hasta la puerta y me dijo; Vaya hasta la farmacia, y pregúntele a la dueña. Ella es la única que alquila algo de vez en cuando.. Al entrar percibí lo fresca que estaba aquella farmacia, y descubro una joven atractiva que levanta sus ojos cuando me siente entrar y vuelve a la lectura ignorando mi presencia. En esos instantes entra una señora de unos 55 años sonriendo y preguntándome que deseaba. Discúlpeme pero en el bar me dijeron que Vd. era la única que podía alquilarme una habitación. He equivocado el camino y me encontré perdido, pero al seguir por la carretera encontré este pueblo que por su paz y tranquilidad me dan deseos de quedarme unos días para descansar. En realidad mi intención de ser posible, seria alquilar una casita por un par de semanas. Tiene suerte precisamente tengo una linda casita en las afueras del pueblo cerca de la playa. Pero para venir al pueblo tiene que hacerlo en bicicleta o en automóvil, no importa le conteste. Arreglamos el precio y comento que su hija me enseñaría la casa para ver si me gustaba, pero en caso de no gustarme me alquilaría una habitación en los fondos de la farmacia, donde tenia un cuarto disponible. Perfecto le dije.
Laura, acompaña al señor a ver la casa de las afueras, le grito a su hija, que me llevo en un antiguo Citroen hasta el lugar. La casa estaba un poco lejos del pueblo, tenia una habitación, un cuarto de baño, una sala de estar, una cocina grande y estaba modestamente amoblada pero limpia y recién pintada de blanco, con una hermosa vista al mar y la playa, motivo por el cual acepté las condiciones y pagué por una semana.
Regresamos al pueblo casi sin hablar a buscar mi coche y al despedirme repare en lo estupenda y magnifica figura de aquella jovencita de no mas de 20 años. Fui hasta el almacén y compre desde papel higiénico hasta comida, bebidas, etc. de mi “nueva casa”. Al llegar deje todas las cosas sobre la mesa de la cocina y en la sala de estar. Con las zapatillas en la mano me fui a la playa; camine por un sendero de arena entre miles de pinos que seguramente fueron plantados para evitar el avance de la arena sobre el pueblo disfrutando del contacto directo de mis pies y la arena, feliz de encontrarme en aquel paraíso lejos del bullicio de la gran ciudad. En la orilla de la playa me quede contemplando ponerse el sol en el horizonte.
Camine por ella sintiendo las olas golpeando mis pies para seguir en busca de alcanzar una orilla que nunca termina y cansadas retornan al mar para volver a empezar. Sentía la brisa acariciando mis oídos y el canto de las gaviotas sobre las olas mientras los últimos rayos del sol iban perdiéndose entre las montañas y el silencio, un silencio cómplice que se mete en mi alma brindándome su paz.
Mis pensamientos vuelan a través del tiempo y aun los mas recientes para como un calidoscopio mezclarse y dar mil formas a este instante, este precioso tiempo de sosiego.
La brisa acariciaba mi cuerpo empapado de sudor, mire a todos lados buscando alguna persona pero nadie había en la playa por lo que desnudándome me metí en el mar. Parecía que las olas me arrullaban en sus enormes brazos y el cansancio de aquella jornada poco a poco se apodero de mi. Al llegar a la casa no tenia deseos de bañarme, me saque la malla y me acosté desnudo quedándome completamente dormido en un instante. Al despertar por la mañana estaba sudando, el sol pegaba sobre las paredes de la casa y el cuarto era un sauna. Logre hacer funcionar un viejo ventilador que estaba entre unos trastos viejos y me di una ducha fresca.
Prácticamente pase toda la mañana dentro del mar y caminando por la playa, Al mediodía el calor del sol se torno insoportable y volví a casa. El silencio lo inunda todo, y el calor que se cuela bajo las puertas, que golpea los techos y las paredes, calor que sofoca y asfixia por momentos.
Comí unas empanadas de camarones con una ensalada fresca y me tome media botellita de champagne. Luego me duche, tire una manta sobre el piso fresco y me quede dormido. Desperté al atardecer, me volví a dar una ducha y me senté en una vieja mecedora que también encontré, dispuesto a escuchar música y leer “Así hablaba Zaratustra” de Osho.
Veo que encontraste la vieja mecedora decía Laura detrás mío.
Me sobresalte...Nunca mas me vuelvas hacer eso le dije
Discúlpame, pero te llame varias veces y no me di cuenta que tenias los oídos tapados por los auriculares. Esta bien, no hay problema. ¿Qué haces por acá? No deberías estar atendiendo la farmacia
No, tenemos una empleada y como hacia mucho calor me vine hasta aquí caminando. Suelo caminar mucho todas las tardes.
Estas empapada. Porque no te das una ducha mientras preparo algo para tomar.
No quiero molestarte.
No es ninguna molestia, pasa.
Gracias musito Laura mientras entraba en la casa mirándome con una sonrisa seductora.
Al salir de la ducha no se había secado bien y la camisa quedo pegada al cuerpo mostrando unos estupendos pechos con los pezones duro marcándole los contornos
Nuevamente gracias me dice acercándose lentamente y mirándome con unos ojos celestes como jamás había visto.
No es nada le conteste mirando sus pezones que parecían querer salir de la camisa.
Un intenso olor al perfume del jabón exhalaba su cuerpo de hembra joven, cerré los ojos por un instante aspirándolo. Ninguno de los dos decía nada solo nos mirábamos.
Camine hasta ella, la tome firmemente de la cabeza y la bese con fuerza, con intensidad, mi lengua jugaba en su boca y su saliva se mezclaba en mis labios que danzaban con los míos. Con mis manos la apreté desde el culo y la levante del suelo mientras sus piernas se aferraban a mi cintura, sus manos arañaban mis hombros, mi cuerpo se pegó al suyo empapado en sudor. Mi boca devoraba su cuello sus orejas, sus ojos , su nariz, sus labios y hasta su pelo. La lleve en brazos hasta la habitación. La senté sobre la cama, besé sus pezones y los mordí, mi lengua recorría su pecho mientras ella acariciaba mi nuca y mi espalda.
Mirándome a los ojos, con desesperación me fue sacando la ropa rompiendo los botones de la camisa y tirando todo al suelo dejándome desnudo frente a ella, sus pechos danzaban en mis manos, sabía como acariciarlos, conseguía que sus pezones se pusieran duros hasta dolerle, los besaba, los mordía, los lamía, los chupaba y ella gritaba con placer salvajemente como hembra en celo..
La tire sobre la cama, me pija estaba en todo su esplendor. Potente y poderosa, dura como una piedra. El glande se había corrido y mostraba su roja cabeza que dejaba caer gotas intermitentemente
Recostados en la cama nuestras bocas seguían devorándose, sus manos apretaban con furia mis nalgas sudando a mares, y mi pija apretada contra su vientre. Mi lengua dejaba un reguero de saliva en su cuello, bajando a sus pechos mientras los dedos tiran de sus pezones, beso su ombligo, dejo que mi lengua juegue con él, busco cada pliego hasta alcanzar el Olimpo el “ Monte de Venus”, tironeo con los dientes su vello púdico, se que esta completamente mojada y cuando me voy acercando a la meta mas aumenta su humedad. Por fin tomo posesión de su concha, recorro sus labios menores con lentitud y calma, descubriendo cada rincón, explorando su intimidad a conciencia. Mi lengua alcanza su clítoris erecto y sensible, lo recorro en círculos, lo absorbo y acaricio lentamente al principio y aumentando el ritmo. Los dedos avanzan en su interior, su concha se contrae aprisionando a éstos, entran y salen una y otra vez mientras mis dientes juegan con su clítoris, esta empapada, arquea la espalda, la noto llegar, y una descarga eléctrica recorre mi espalda cuando contrae todos los músculos de su cuerpo, mi boca y mis dedos no descansan un segundo, y entonces estalla dulce e intensamente en mis manos.
Me mira sonriendo, empapada en sudor, y mojando dos dedos en mis manos se los lleva a la boca, los lame degustando su propia intimidad, saboreando la humedad y el fruto de su éxito.
Me besa con rudeza, percibo el sabor de su sexo al inundar su lengua en mi boca, muerde mis labios y pellizca mis pezones, araña mi espalda. Se ríe... yo también.
Apoyándose sobre su brazo izquierdo, con la derecha acaricia mis labios recorre mi pecho, muerde suavemente mis pezones y lame el vientre, aspira su olor, acaricia mi pija, toma mis huevos los masajea comenzando una lenta masturbación. Me doy cuenta que le encanta mirar la pija, le fascina seguramente el glande, porque lo mira como hipnotizada mientras gruñe roncamente. De pronto como dando rienda suelta a sus instintos se la mete en la boca y comienza a chupar una y otra vez con lujuria. Me encanta como chupa, siento su paladar como se acopla a mi pija como su lengua provoca a mi frenillo, mientras sus gemidos se vuelven más roncos. Esta frenética, perdida de deseo y cada vez muerde mas fuertemente hasta llegar hacerme doler, es algo que nunca me ha gustado, así que la aparto dulcemente y me voy al baño a darme una ducha. Se quedo enfadada por no haber obtenido mi semen, por haberle sacado el juguete de su boca, por no haber obtenido lo que deseaba, la penetración que su concha reclamaba. Se fue orgullosamente ofendida hablando por lo bajo, seguramente se creyó que seria como uno de los tantos jóvenes que caían a sus pies y la complacían obedientemente. Mas yo no soy así, el control de todo lo llevo yo. Soy quien decide siempre.
Luego del baño y aun desnudo, saco de mi maleta la notebooks, los cigarrillos y el reloj que me pongo como siempre en la muñeca derecha. Al pasar por la sala de estar dejo sobre la mesa la pc, prendo un cigarrillo y voy a la cocina a prepararme algo.
Con una tranquilidad que hacía mucho no sentía, al terminar de comer y beber me levanté, llevé todo a la cocina, donde lavé y guardé lo que había usado. Regresé a la sala reubicándome frente a mi cuaderno electrónico como me gusta llamar a la notebooks comenzando a escribir, puse la fecha de aquel fantástico día y me concentré en qué escribiría y por dónde comenzaría: durante el viaje nada extraordinario había sucedido en los diversos pueblos que pase ni tampoco nada para contar en la carretera. Estaba un poco nervioso... pero eran nervios agradables. Volví a posar los ojos en el tecleado, pero nada podía escribir. Decidí ir al pueblo. La noche, hermosa, calurosa y estrellada me invitaban a dar un paseo ideal con una luna llena, el lejano murmullo de las olas del mar arrullaban mis pasos, soñando despierto intentando descifrar mi destino. La música me saca de aquellos pensamientos, es una música lenta que alguien más que cantar parece recitar, a medida que me acerco el sonido aumenta, y al dar vuelta en la esquina me encuentro con la plaza iluminada a giorno y el bar que por la mañana me parecía sucio y vetusto estaba transformado con un hermoso cartel de Neon, en un pintoresco y coqueto Púb. Entonces si reconocí la voz Pink Floyd.
¿Escapando o paseando? alguien me pregunta por detrás
¿Estas de visita en el pueblo, nunca te había visto?
Me doy vuelta por la impertinencia de las preguntas, pero me quedo callado mirando aquella mujer durante unos segundos. Hacia mucho tiempo que no me sorprendía...
Te pido me perdones, pero soy muy curiosa, dice con una sonrisa turbadora.
Me es difícil describirla, delgada y casi tan alta como yo, cabellos negro azabache muy cortitos y despeinados, ojos grandes y verdes, aros en la nariz y también en el ombligo, un pequeño tatuaje de una roza en uno de sus hombros, tiene una sonrisa que perturba y sus rasgos son hermosos. Sus manos parecen suaves y cuidadas, sus dedos son largos y lleva numerosos anillos en ellos. Su silueta espléndida parecía despedir una luz impropia de aquel bar
No, está bien, no visito a nadie, la verdad que buscaba un sitio tranquilo y apartado donde pasar unos días escribiendo, salí del camino y me perdí dando por casualidad con este pueblo.
Si, tranquilo y apartado lo es, a veces me parece que se detiene el tiempo.
Tengo la impresión que no te gusta ¿ porque vives aquí entonces? ¿SOS de aquí, verdad?
Sí, vivo aquí, y la mayor parte de los días aborrezco este lugar, sin embargo creo que no podría vivir en ningún otro, es una relación extraña de amor y odio, quizás mi vida es así. Cuando me aburro agarro la moto y me voy hasta la ciudad Capital de la provincia donde tengo un departamento y me quedo unos días. No muchos porque cuando me canso de juergas y fiestas vuelvo.
Conversamos durante horas, la mayor parte escuchando partes de su vida con una sinceridad que en muchos momentos me identificaba.
Cuando el mozo nos trajo la cuenta porque estaban por cerrar nos quedamos mirándonos. Me voy a dormir me dijo.
Yo también conteste, estoy muy cansado. Pero déjame llevarte a tu casa -a propósito como te llamas- mi nombre es Marcos.
Lucia, pero me conocen como Isa. Mejor llévame a tu casa que queda cerca de la mía y puedo ir caminando. La noche esta bellísima para pasear con este cielo estrellado y la luna iluminando el mar.
Pues vamos entonces.
Al abrir la puerta del automóvil para ayudarla a entrar, los pliegos de su vestido se corrieron y pude ver fugazmente su pubis totalmente afeitado, porque no llevaba nada puesto.
Las luces del auto iluminaban la carretera y las sombras de la noche desaparecían ante el brillo de la luna. Una estrella cruzo fugazmente el cielo y exclamo -viste la luz- pide un deseo que se te cumplirá.
Mi deseo le dije poniendo mi mano sobre los muslos descubiertos espero que pronto se cumpla.
Sentí su mirada en mi rostro mientras colocaba su mano sobre la mía diciéndome - estoy segura que se te cumplira.
Estamos llegando- a unos 100 metros de tu casa existe un sendero que te permite volver a subir aquí. En ocasiones vengo a meditar o a huir del mundo, incluso suelo bañarme desnuda muchas veces..
Siento su mano en la espalda mientras me habla, y mi corazón palpita presurosamente, tengo una sensación nueva, ese miedo a que suceda algo y esa pequeña decepción cuando no sucede. Supongo que deseaba que me acariciara.
¿Nos bañamos? Pregunta de repente.
¿Ahora?
Sí, ahora, yo lo hago en ocasiones, es refrescante.
Desnudos, en la oscuridad, con un pequeño bosque a nuestras espaldas y el mar enfrente. Comenzamos una breve carrera hasta que el agua nos engulló. El agua está fantástica, gracias por la invitación, hace mucho tiempo que no gozo esta felicidad..
Es un lugar fantástico, me hace acordar a una playa en Puerto Rico donde visite hace mucho tiempo
Estábamos frente a frente, separadas apenas por unos centímetros. Separe un mechón de sus cabellos que caían sobre su cara
¿Sabes? Eres una mujer hermosa y fantástica compañera.
Iza...... No me dejó decir nada más, puso su dedo índice sobre mis labios para indicarme que no hablara, acarició con su mano mi mejilla para acercarse más a mí y besarme.
Sus labios eran suaves y carnosos, pocas veces me habían besado así, su lengua danzaba en mi boca, me dejé llevar y respondí a su beso, mis labios buscaban ansiosos los suyos, gozábamos el uno del otro.
Sus manos acariciaban mi nuca y mi espalda, las mías permanecían unidas su cintura. Nuestros cuerpos terminaron por unirse en un abrazo húmedo, notaba sus pechos contra los míos, incluso nuestros vientres se rozaban, las piernas se enlazaban y jugaban al ritmo que marcaban nuestros besos.
Separó sus labios de mí y me miró con una sonrisa hermosa, dulce y tierna, apoyé mi cabeza en su hombro y lo besé, ella mientras continuaba acariciando mi espalda y mi cintura.
Será mejor que salgamos del agua.
Sí, tienes razón, vamos a casa.
Nos secamos brevemente y comenzamos a subir por el sendero rumbo al automóvil.
Al llegar a casa me mira con esa sonrisa turbadora y baja del coche.
La casa hierve por el calor, prendo el ventilador y abro todas las ventanas.
Luego me acerco a ella que se encontraba parada en el portal mirando las estrellas- voy a preparar café comento – No, exclama – y tomando mi cara con sus manos me beso suavemente en los labios. Luego se separo unos segundos para mirarme a los ojos y sonrió. Me da mucho gusto estar contigo.
A mi también le dije, pero ven y tomándola de la mano la lleve como una niña hasta el dormitorio.
Ella sentada sobre la cama y yo de pie entre sus piernas, su boca lamía mi ombligo y mi vientre, sus manos desabrocharon mis vaqueros para bajarlos lentamente, sus dedos se deslizaban por mis piernas y se perdían entre mis muslos causando estragos en mi interior. Sentía su aliento sobre mi pija y creí desfallecer. Sus manos acariciaban mis nalgas mientras apoyaba su cara en el miembro para captar las palpitaciones que emanaban del.
Con dificultad para sacarle la ropa sin perturbar sus caricias, la desnude, la acosté sobre la cama y me recosté a su lado, mis labios se apoderaron de sus pezones, chupaban, lamían, mordían y estiraban hasta hacerla gemir.
Apoye su cabeza sobre la almohada mientras mis labios comenzaban un lento descenso por su cuerpo, besaban y lamiendo su piel provocándole continuos gemidos. Separe suavemente sus rodillas para abrir sus piernas y dejarla expuesta a mi contemplación. Me encantaba mirar ese cuerpo espléndido y su entrepierna mostrando su mas preciado tesoro. Mi cara se perdió entre sus muslos, sople sobre los labios mayores, mientras percibía que su piel se erizaba, mi lengua recorría separando uno por uno sus labios menores deslizándose con experiencia y suavidad, recorriendo cada cavidad de su interior uniendo sus flujos a mi saliva par sacar de su escondite delicadamente a su clítoris que salió rápidamente vigoroso e imponente erecto y desafiando a mis dientes que se aferraron para aprisionarlos con una enorme dulzura. Los chasquidos de mi boca sorbiendo sus flujos y sus ahogados gemidos eran los únicos sonidos de aquella calurosa noche.
Salí de entre sus piernas para subir hasta su boca y saciarme en ella dejándole sus propios flujos. Estaba fascinado de su piel y con un enorme deseo hacia aquella mujer y su cuerpo.
Mi lengua danzaba sobre su vientre en mi bajada hacia su monte de Venus inmaculado, limpio de vello y suave como la piel de un recién nacido. Aspiré su intenso olor a pasión. Mis labios besaban nuevamente su intimidad y la lengua recorría lentamente la orilla de aquella playa escondida, tremendamente sensible a mis caricias que daban a entender la respiración de Isa y sus gemidos. Mi saliva se unía a la savia que manaba de su interior, intensa y embriagadora. El olor penetrante me emborrachaba, sus piernas se cerraron sobre mi cara, sus gemidos eran maravillosos, los flujos eran cada vez mayores. Acerque el dedo índice a la entrada de su vagina, y mientras mis labios y mi lengua jugaban con su clítoris, mi dedo comenzaba a penetrar lentamente, haciendo círculos y rozando las paredes. Cuando la penetraba, con la yema del dedo acaricie su punto G que estaba grande como un poroto, de su garganta salió un ronco gemido de placer seguido de unas leves convulsiones. Al dedo índice le siguió el del corazón y mas tarde el anular; cada vez mis dedos penetraban mas profundamente, y el ritmo aumentaba en la misma proporción y cada vez faltaba menos para que su cuerpo estallara como un volcán en erupción. Las contracciones de su vientre y de sus muslos me anunciaron el estallido y brotaron como un enorme río de una catarata para correr por sus muslos y nalgas hacia mi boca. Lamí y bebí con fruición, como si estuviera en medio del desierto.
Mi amor...jamás me sentí así,- dice ella con un hilo de voz en mi oído
Me gusta tanto acariciarte - Digo con voz ronca. Mientras me acuesto a su lado y la acaricio jugando con sus pezones. Comenzó a relajarse. ( Siempre he pensado que un buen amante ha de conseguir que su pareja tenga los primeros orgasmo antes de cualquier penetración) Sin mediar palabra pero con esa cautivante sonrisa agarro con una mano la pija y, mientras se sujetaba el pelo con la otra, comenzó a introducírsela todo lo profundamente que pudo, iniciando un rítmico movimiento arriba y abajo, sacándolo casi totalmente, para luego volver a absorberlo golosamente. Su lengua era fuego alrededor provocándome placer intenso... como una melodía de Vivaldi terminando. Después de unos momentos, lo sacó del todo, y empezó a recorrer el glande hinchado con su lengua, primero casi como con precaución, después de forma más decidida
No dejaba de moverse en círculos sobre mi glande. Me apoyé sobre los codos y disfruté del espectáculo que me ofrecía. Me fascinaba verla lamerla y a humedecerla con su saliva. Primero lo hizo en la parte de abajo, junto al escroto, con mucha suavidad lo recorría de abajo arriba, deteniéndose placenteramente en el surco que separa el tronco de la pija con el glande. Luego empezó a concentrarse sólo en la cabeza, que estaba hinchada y roja como nunca, lamiéndola y succionándola. La sensación era irresistible creía que iba a morir.
Mientras tanto mi mano bajo hasta su clítoris que estaba caliente e hinchado. Pero al parecer ella tenía la intención de concentrarse sólo en mí y me hizo sacar las manos. Solamente atiné a acariciar sus cabellos preparándome a disfrutar. Ella había comenzado a morderla suavemente, sus dientes se hincaban sobre la piel de mi miembro y me hacían estremecer, cuando lo notaba optaba por lamer nuevamente. Cuando creyó que era suficiente se concentró en mis huevos. Empezó acariciarlos y luego lamiéndolos mientras con su otra mano me masturbaba con firmeza apretando la pija. Poco después suspendió sus movimientos creyendo que estaba por acabar pues quería que durara un poco más. Le dije –no te detengas- practico al tantra y puedo estar mucho tiempo gozando sin acabar. Por el contrario es la búsqueda de lo sublime, mas allá del placer. Me miro con esos enormes ojos verdes que estaban brillantes por la excitación y volvió a continuar masturbándome, las sensaciones eran de lo más fuerte y ella se esforzaba en hacerme sentir lo mejor. Fue cuando decidió hacer los movimientos de una penetración, y moviendo su cuello hizo que mi órgano entrara y saliera de su boca nuevamente, sus labios apretaban firmemente y con la mano se ayudaba para que mi prepucio no cubriera el glande y permaneciera expuesto e hinchado. Con su lengua no perdía oportunidad de lamer lo que encontrara y ayudaba a hacer más fuertes los movimientos, chupaba con mucho entusiasmo y yo alcanzaba el éxtasis, mientras seguía chupando y su lengua frotando mi frenillo. No pude contenerme y grite salvajemente musitando su nombre.
La separe suavemente, me miro profundamente y con una sonrisa nos quedamos boca arriba con los cuerpos sudado y el penetrante olor a sexo que cubría todo el cuarto.
Querido mío, me dijo. Me case dos veces y muchos amantes. Algunos ame y muy pocos me hicieron gozar. Pero presiento que nuestro destino es común.
Lo viviremos hasta el final de nuestros días y cuando estemos viejos, YO te seguiré masturbando mientras dure esa sonrisa y esa mirada metálica de tus ojos que irradian decisión y seguridad.
Quiero dejarte esta poesía que esta tarde encontré entre las paginas de un viejo libro.
Me recuesto sobre tu pecho
después de haberte amado, de haber
besado tus labios
y tu miembro,
de haber traspasado los límites del sexo,
los límites (si los hubiera)
del cielo,
y de la muerte
pequeña en que revivo,
de navegar tu piel hasta que nada
te proteja del hambre de mis dientes,
hasta que nada de ti
quiera salvarse o
pudiese quedar a la deriva.

Y oigo con la palma de mi mano
el latido profundo de la tierra,
los ríos subterráneos que te cruzan
de norte a sur,
el aire que inflama
tus pulmones, las palabras que encierra
tu pasión acelerada,
tu decirme a viva voz:
"ábrete para mi, frota tu sexo
mientras yo
te cabalgo toda entera",
mientras entras y sales y me inundas,
y me enciende tu voz
y me enloqueces
el corazón, las hinchadas
cavernas de dulzura
rezumando tu forma
de poseer mi alma
y mi cuerpo,
el origen del fuego de mi sexo
hasta el último
temblor de mi gemido
en una eternidad que nos disuelve
el íntimo segundo
en que me encuentro
y me pierdo al entregarme.

Me recuesto en tu pecho, y me envuelvo
en el aroma de tus brazos, y rodeo
con mis dedos tu sexo que como tú
empieza a dormir
sabiendo
que habrá de despertar
mojado en besos.
Rowena Citlali

Mateo Colon
Datos del Relato
  • Categoría: Parejas
  • Media: 4.62
  • Votos: 50
  • Envios: 7
  • Lecturas: 3206
  • Valoración:
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