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Categoría: Incestos

Novia, tía y madre. Todas para mí (Parte 2)

Nos dormimos abrazados, el sentimiento del placer disfrutado nos llenó de paz, no sé cuánto tiempo, estimo que no necesitamos mucho más de tres horas, los machos jóvenes podemos todo, ella lo sabía.



Esas vacaciones con mi novia, su madre y la tía, las pasamos en San Bernardo, en la casa de mi familia, la noche tormentosa, el corte del video cable, sin otra cosa que hacer busqué en el desván y encontré una vieja videocasetera y una caja con casetes de películas, un par era porno, que la tía Erny decidió poner.



La visión acentúo las carencias de pareja de las dos mayores, como mi novia estaba con la regla, se dio esa situación tan fortuita como inesperada y me “prestaron” a la tía Enry.



Con este párrafo concluye una deliciosa sesión de sexo: “Nos dormimos abrazados, el sentimiento del placer disfrutado nos llenó de paz, no sé cuánto tiempo, estimo que no necesitamos mucho más de tres horas para colmar sus deseos de ese momento, los machos jóvenes podemos todo”



Abrazados, “haciendo cucharita” nos quedamos dormidos. En algún momento, estimo que de madrugada, siento unas caricias sobre mi pierna, tenues, suaves como si una pluma estuviera rozando mi piel, paso mi mano como para sacarla… pero siento un dedo que se posa sobre mi labio.



No entiendo demasiado, la tía esta con mi pierna metida entre las suyas. Quién puede ser?, los ojos lagañosos y la poca luz que se filtra en la puerta entreabierta no me permite identificarla.



- Shhhh, soy Anna… También te necesito… si no quieres me retiro… por favor, no sabes lo que estoy pasando…



Medio dormido, las neuronas funcionan algo lentas, a la entendedera le cuesta descifrar esta nueva alternativa, sorpresiva pero en el estado de situación previo no tan inesperado. La pregunta gestual, mirando a la tía, el ¿qué hacemos con ella? Está implícito en la mirada. Me habla, muy quedo, al oído:



- Shhh, no hay problema… ella entenderá, estamos en la misma urgencia de sexo. Tengo un increíble calentón, cuando te secuestra quedé ardiendo, las ganas de coger no me permitieron dormir ni un minuto. Ani está dormida, yo muero de ganas. Dime que puedo quedarme!!



Se había colocado de mi lado de la cama, fuera del cono de sombra, ahora podía verla, se abrió la bata, movió los hombros y el cuerpo desnudo emergió ofreciéndose. La luz proyectada acentuaba sus redondeces, disimula las pequeñas adiposidades que el fitness no pudo borrar. Quedó exhibiéndose al novio de la nena, sostuvo sus tetotas en sus manos, sabía que son mi debilidad, las agita tomando los pezones entre los dedos incitando a ser lamidos.



Se acerca ahora solo ofrece una, la otra mano en la vagina separando los vellos para que pueda ver como se abre los labios y vea el nácar brillante del interior totalmente húmedo.



Me acercó la teta a la boca, lamí la ambrosía de su sabor, oprimí su mano para presionar el néctar interior, sentir como late el corazón bajo esas carnes blancas y temblorosas.



Le hice lugar en la cama, de mi lado, me tendí para rapiñar de las dos tetas, lamiendo, chupando y cuando la calentura me urge no puedo contener el deseo de morder, abarcar más de lo que puede mi boca.



Bese y lamí en el cuello - Cuidado no me dejes marcada. Seguí recorriendo el pecho besando cada centímetro. Cuando intenté hacerlo en la boca, cerró los labios, supuse que el vínculo puso ese límite, seguí recorriendo hasta sumergirme en los pechos y dejarme caer al abismo de su vientre, rodar entre sus piernas y sumergir mis dedos en las húmedas aguas de su sexo.



Un dedo, dos, tres fueron los que hurgaron en sus carnes, los gemidos silenciosos se contienen mordiéndose los labios. Cuando mi boca se acopló con la suya, y mi lengua comenzó a paletear dentro de la conchita los gemidos comenzaron a tomar entidad y dimensión, tanto que tuve que actuar tapando su boca con mi mano para silenciar los placenteros gemidos, ahogar los jadeos, sofrenar sus agitados movimientos.



Todo fue inútil, las sacudidas descontroladas del calentón de Anna, sacaron a la tía Enry de los brazos de Morfeo, despierta a medias, giró el cuerpo, apoyó la cabeza en su mano, quedó quietecita viendo como el “sobrino” estaba mamándole la concha a la mamá de la novia.



No hubo sorpresa, como si fuera parte de un guión de la sexualidad familiar, sonreía complaciente y comprensiva cuando le tomó la mano a su hermana. – Sientes que bien sabe mamar la conchita?



- Si, lo hace de maravilla. Luego como sigue…



- Viste lo gruesa que la tiene? Y cómo te la hace sentir.



El orgasmo no se demoró demasiado, el calentón que tenía enredado desde hacía horas se desenredó con esta lamida de concha y los dedos buscando ese esquivo punt G, pero igualmente el orgasmo subió por su cuerpo hasta ahogarse en ese gemido estrangulado por mi mano.



Vine gateando sobre Anna, llegando con el preciado trofeo: “cosota gorda” ofrecida a domicilio, puesta en la boca. La rodeó con las dos manos, descubriendo la cabezota y lamiendo el “juguito” que emerge por efecto de la calentura, siguió chupando y mamando mientras me masturba.



Gateando sobre ella, voy hasta ponerme de rodillas entre sus piernas, elevadas, una mano en cada muslo abren el panorama, hacen espacio para hendir mi poronga en su vagina, la cabezota juega entre los labios, cuando entra éstos le dan la bienvenida apretándole para que sienta como deben abrirse para dejarme entrar. En dos golpes estoy en el fondo de su sexo, elevo más sus piernas, ahora estoy volcado sobre el cuerpo de Anna, empujando con ardor y pasión, la tía se asoma para ver como la estoy penetrando, la toma de la mano acompañando en este delicioso trance pasional.



La cogida adquiere ribetes épicos, nos movemos con ímpetu, sus manos se agarrotan, apretando las ropas de cama, crispadas para no aullar la lujuria incontenible cuando el orgasmo producido por un hombre termina con la pertinaz abstinencia de pija. El gemido salió estrangulado para no despertar a la hija, los empujones que siguieron fue la forma de sostener ese estado de mágica excitación y prolongar las sensaciones.



Deliciosamente largo y agotador, dijo luego de recuperar la cordura y poder hablar. Seguía dentro de ella, enhiesto y duro como el primer momento. – qué bueno que está, qué bien coge este guacho (muchacho)



- Ni te imaginas que bien la mueve, coge divino. Me hizo todo.



- Todo?



- Sí todo... también ese me lo hizo y no duele tanto…



- Estaría bueno probarlo



- Seguro, así sabrías lo que es bueno.



Mientras ellas endulzan mi ego de macho cogedor, estuve acariciando el clítoris, poniéndola en forma, necesitaba que me acompañara para disfrutar de mi polvo.



- Dame vuelta, boca abajo.



- Por atrás?



- No!, no aún… desde atrás… en la concha. Cogeme por la concha.



- Hmmm, me dejarás con las ganas de hacértelo… está bonito



- No ahora, en otra ocasión… en la próxima te lo prometo.



La coloqué boca abajo, levanté de las ingles, la tía colocó la almohada para elevar las nalgas, tener comodidad y poder hacerle una buena cogida.



Comencé a menear la verga entre los labios, que se abriera los cachetes y se la mandé de una, a fondo, con todo, hasta el mango. Luego ubicarme bien encima de sus nalgas, para que entrara al máximo, moverme con todo el ímpetu de estar montando ese culito que había fantaseado muchas noches mientras tenía sexo con su hija, si bien esta vez no era dentro del culo, tenía la promesa de que sería el próximo.



Anna se movía con cadencia acompañando, habíamos tomado el ritmo acompasado de avance y retroceso coordinado, la penetración era deliciosa, la estrechez mayor que las otras dos mujeres acentuaba el goce.



En un momento la calentura me hizo presa de una excitación que me llevó a tomarla con fuerza de los cabellos, como para domar y someter a una potra por el padrillo, sentía ese instinto de animal, salvaje en los actos, desmesura en apretar sus carnes, exceso presionar la poronga hasta el límite de hacerla gritar.



Cuando el silencio se expande en los actores, es cuando el estallido emocional está llegando a la cúspide, el bramido como expresión liberadora fue acompañado del pletórico fluir de la eyaculación.



Es el momento silencioso del estruendo, perdemos el sentido de escuchar otra cosa que no sea nuestros propios latidos que parecen salvas de cañón, tan ensordecedor que no pude captar el fragor de la exteriorización de Anna cuando en ese momento, al influjo de los profusos chorros de caliente semen producen el orgasmo que la hace temblar y agitarse hasta dejarla agotada y laxa como un trapo mojado.



- Qué cogidota hermana!!! Qué polvo nos echó.



- No sabía que tanto lo necesitaba. Cómo podremos págale lo que hace por nosotras.



- Dale lo que le prometiste. –palmea la nalgas.



- Hmm no sé… pero si dices que no duele...



La tía me diría sonriendo al oído: -de nada sobrino, ves que fácil te hice conseguir este culito.



Esa mañana fui el último en aparecer en la cocina para el desayuno, la mamá había preparado un suculento desayuno, sobre todo los crocantes churros rellenos y las media lunas (croisant) calentitas, parecía que esa mañana era el mimado del gineceo veraniego.



En la noche salimos a cenar en un restaurant de la costanera, a tomar unos cremosos helados en la playa y en la casa cerramos la noche con tequila en el juego de bodyshot, lamiendo el jugo de limón del cuerpo de la otra persona, los pechos fueron el sitio adecuado para colocar el zumo a sorber, claro que el pecho de ellas era más delicioso que el mío, aunque ellas no decían lo mismo.



A la hora de dormir, mi novia, seguía indispuesta (con la regla) se fue a dormir con la tía. Pareciera que todo estaba hablado, yo solo era una especie de trofeo. La verdad es que me sentía como un marajá en su harem, cuando la Anna, la mamá me dijo: - Podemos irnos a dormir?



- Y la promesa? -palmadita en el trasero



- Si te portas bien, es tuyo…



En el mismo cuarto donde tuve a las dos hermanas, esta vez me tenía toda la noche para ella. Anna salió del baño con un tenue babydoll, luciendo la opulencia de los senos, transparentando los pezones, ofreciéndolos a la codicia de mis labios. Mamé esos pezones gruesos y erectos a través de la tela, dejando todo mojado por la jugosa mamada.



Se tendió en la cama esperando el acoso de mi boca, sorbiendo y lamiendo su sexo hasta llevarla al paroxismo del acuciante amague de orgasmo que corté tan pronto sentí que subía al épico desenfreno de montarse al tropel de la excitación.



Me la monté encima, necesitaba verla en acción, moverse y contonearse con la verga ensartada, menearse hasta conseguir por propia decisión el orgasmo interruptus en mi boca, ahora ella produce su propio placer, sus pechos son ofrenda de paz mientras lo disfruta.



Fue un disfrute largo, solo uno por vez pero intenso y prolongado, me contuve para no venirme, quería hacerlo cuando la ponga de bruces.



Tendida, abriéndose las cachas, para que pueda ver el premio. – Solo, ver y tocar, si me gusta el polvo te lo dejo para que me la metas…



Obviamente el premio valía el “sacrificio” de echarme un buen polvo. La volví a coger como la noche previa, pero ahora con el incentivo de poder acceder a ese culito tan deseado, solo era un juego pues tenía la convicción de que su culo sería mío de cualquier manera.



Le di una cogida salvaje, con fuerza, para hacerle sentir el rigor del macho, entrarle y llevarla hasta el punto de que necesitaba volver a llegar juntos. – Te falta mucho?



- No, casi… estoy muy cerca. Te aviso…



Fui apurando el trámite de acercarme lo suficiente al punto de no retorno, esperando la invitación para arribar juntos a la meta de llegada. – Ya estoy, ya estoy llegandooo...



- Voyyyyyyy…



Nuevamente se nos dio de poder llegar juntos, eyacular durante su orgasmo, algo que pocas veces consigo, en general priorizo el placer de ella, como soy de largo aliento, voy primero por el orgasmo de la mujer, que lo disfruto mucho, luego es mi tiempo de venir en ella.



Esta vez se repitió de arribar juntos al triunfo, dar el grito de gloria al mismo tiempo.



- Uffff, qué bueno, otra vez me hiciste venir cuando tu lechita caliente me regaba por dentro.



- Y ahora qué?



- Ahora soy toda tuya, - toda, toda? - Toda, sin restricciones, quieres que también sea tu puta?



- Obviamente, claro que sí.



- Lo soy.



Cuando se colocó boca arriba me acerqué, apoyado tan cerca de su boca, tan cerca… que posé mi boca sobre sus labios, el beso más obsceno e insolente que le quería dar se hizo realidad. Ahora se dejó besar, dominar y controlar la boca, ser explorada con mi lengua, animarse a jugar con las lenguas fuera de la boca, danzar el gusto de la intimidad de las bocas.



Era otra mujer, una hembra renovada, una suegra que se había convertido por propia decisión den mi puta.



Los besos intensos, cargaron las baterías del deseo, incentivaron las ganas del disfrute. La dejé darme una soberbia mamada, sentir el gusto de sus propios jugos y algún resto del semen remanente de la enlechada.



Se colocó ahorcajado sobre mi vientre, ofreciendo la visión de su magnífico trasero, con restos del semen y de jugos fue suficiente para jugar y lubricar el ano que se mostraba totalmente libre de vellos, era evidente que se había hecho tira de cola (depilación alrededor del ano), para elevarme en el autoestima me creía que lo hizo pensando en mí. Como si me hubiera leído el pensamiento dijo: - Te gusta como lo tengo, lampiño como de bebé? lo hice pensando en vos.



Esta mujer sabe de qué modo endulzar el ego de un hombre, ahora se me había puesto aún más endurecida, rígida como una vara. Se la acomodé en la puertita del hoyo, sabía el modo de metérselo, fue bajando el culazo guiado por mi mano para embocarlo, despacio, regulando la penetración, y la profundidad, hasta llegar a tenerla en gran parte dentro. Tomada de mis pantorrillas comenzó a moverse, basculando hacia adelante y atrás hasta que vaya cediendo el dolor de la dilatación.



Cuando la relajación le permitió entrar todo, se dejó sentar sobre mí con todo el tamaño de la pija dentro del ano. – Joder!!! Que la tenés bien gorda. La guacha (tramposa) de Enry me mintió, que no dolía. La puta madre, sí que duele, las tenés bien gorda, este culito hace años que no tiene carne, ya se había olvidado lo que es tener un buen pedazo dentro, claro siempre fueron menos gordo que la tuya. Ufff, sí que duele, pero hay que aguantar…



No duró mucho empalada por el culo, la puse de bruces en el borde de la cama, dos almohadas elevaron lo suficiente las nalgas para cogerla de parado. Comenzó el bombeo con toda la enjundia de la fantasía hecha realidad, latiendo dentro de su culo, era tiempo de hacerle sentir que había dado con la horma de su zapato, ponerla en la horma de mi poronga, bombearla sin piedad, sin darle tiempo a salirse por más que sacudiera sus nalgas, al menos hacía el intento, un par de nalgas con cierta intensidad sofocaron el intento por salirse de mi penetración.



No hubo más intentos, solo someterse al dominio del hombre, aguantar todos los embates. Como reza el viejo dicho de ante lo inevitable relajarse y disfrutar, pues parece que también lo conocía porque dejó de rezongar y resistirse, se dejó garchar, acopló sus movimientos a los míos, apretando y cerrando el aro anal al compás de mis empujones.



Fue una garchada con todos los méritos para que fuera el mejor polvo para recordar, este que me estaba echando dentro de Anna. Una maravillosa eyaculación dentro de este culito tan deseado, inmediatamente después de acabar, la potencia de mis piernas habían desaparecido, luego de la profusa eyaculación me quedaron temblando las piernas. Suele pasar luego de una tremenda tensión.



Ese fue el final de esa noche de sexo, dormirnos abrazados con la satisfacción de habernos disfrutado.



En lo que restó de la estadía en San Bernardo, las tres fueron mis putas durante las noches, alternándose o hasta con dos, pero lo curioso de todo esto fue que durante el día nos seguimos conduciendo como antes, nunca se mencionó las actitudes promiscuas cuando llega la noche.



Retornados a la ciudad no hubo recuerdos ni memoria de lo sucedido, las aguas volvieron a su cauce, todo igual que antes de salir a las vacaciones de nuestra vida. Lo que sucedió en el verano, se quedó en el verano.



El devenir de la vida hizo que el noviazgo se terminara, de esto hace un par de años, pero esta semana recibí la sorpresa de un whatsapp de Anna que decía: “Recuerdas el verano en San Bernardo, soy Anna, puedo ser tu puta y que me rompas el orto”. Este mensaje motivó que escriba esta historia, algo poco frecuente, única para mí y lo quise compartir, en mi ambiente no puedo, por eso con alguna alteración de nombre y lugar lo escribí para recordarlo.



Este es un pedio a la mujer madura: me gustaría compartir y comentar contigo estaré esperándote en loboferoz1943@gmail.comatrévete a contarme.



Lobo Feroz


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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