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Mucama en la alta sociedad

~~Hola de nuevo, soy Audrey, quiero agradecerle a las personas que me han escrito hasta ahora.
 Pero bueno, esta historia, se desarrolla cuando yo tenía 24 años, mis pechos ya habían alcanzado su madurez total y mis nalgas eran deseadas por más hombres cada vez.
 Debido a que me había quedado sin trabajo, tuve que entrar a trabajar como sirvienta a una cada de una familia bastante rica.
 Mis patrones, tenían 1 hija y 1 hijo.
 Como muchacha de una casa de la alta sociedad, me obligaron a usar uniforme, me gustaba bastante, pero creo que no era lo mejor para la clase de trabajo.
 Para empezar era como 1 talla menor a la mía y me apretaba de las caderas y me costaba trabajo agacharme.
 Pero por otra parte, mis pechos se apretaban a tal grado que dejé de usar sostén, mis pechos se aplastaban contra la tela y se levantaban, haciéndolos ver muy grandes.
 Y mi trasero, de igual manera, se expandía por la presión que ejercía la falda y hacía que mis braguitas se marcaran. Después de un tiempo, decidí dejar de usarlas para que no se me notara nada de mi ropa íntima.
 Junto a mí, entró a trabajar una mujer como de mi edad, 23 años tal vez, tenía un cuerpo precioso, el uniforme la hacía lucir muy atractiva, tenía pelo negro, ojos cafés, un trasero muy apretadito y aguadito y unos pechos medianos, tamaño normal.
 Ella y yo teníamos nuestras propias habitaciones y nunca trabajábamos en la noche.
 Este relato empieza en uno de los días en que acabé mis labores temprano y decidí bañarme y luego salir a divertirme un poco.
 La primera sorpresa del día, fue cuando al asomarme por mi ventana, vi al hijo de mi jefa (Elisa), metido ahí, y mayor fue mi sorpresa al ver que tenía entre sus manos una de mis braguitas, unos calzones blancos con bordados de rosas muy finos al frente.
 Había envuelto su pene en él y se estaba masturbando.
 Me quedé viendo, la verdad no me gustó nada ver eso, pues la privacidad era una de las pocas cosas que aún conservaba.
 Pero decidí no interrumpirlo y esperar a que terminara.
 Lo vi eyaculando sobre mis calzones, limpiando toda su leche en ellos y luego llevándoselos a su habitación. Seguramente los usaría para limpiarse cada vez que se calentara.
 Entré a mi cuarto y me desvestí, me quité la falda y me deshice de mi blusa.
 Mis grandes pechos dieron un salto al liberarlos de su encierro y me metí a la ducha.
 Comencé a lavarme el pelo, esos rubios mechones que se escurrían hasta mi espalda, me mojé toda, comencé a enjabonar mis pechos, llenándolos de espuma y poniéndolos al agua caliente para que se relajaran.
 Luego bajé a mi vagina, enjaboné todos mis vellos, los tallé con fuerza y luego bajé a mis piernas. Mi cuerpo todo mojado se veía muy apetecible.
 Salí de bañarme y después de envolverme en una toalla, decidí que saldría a un antro o algo así.
 Abrí mi cajón de la ropa interior, saqué una braguita normal, de color negro y me la puse, escogí un sostén del mismo color y metí mis pechos en él.
 Me puse un pantalón pegado de mezclilla y una blusa que resaltaba mi busto.
 Vestida así, salí de la casa y fui a una disco cercana.
 No habían pasado ni 5 minutos desde que entré, cuando los hombre que había ahí ya empezaban a mirarme. Al empezar a bailar en la pista, sentía como varias manos rozaban mi trasero cada que se podía, esos torteos disfrazados por el baile.
 Fui al baño un momento, después de haber bailado como 2 horas, y al salir, me encontré a un sujeto que sin dudarlo y sin preguntarme, me tomó y me recargó sobre la pared, comenzó a besarme y yo me resistí, pero era mucho más fuerte que yo, luché y luché, pero finalmente tuve que ceder a él.
 Me manoseó por todas partes, metió su mano bajo mi pantalón y apretó mi vagina que empezaba a mojarse, la apretó con su mano y luego metió las manos bajo mi blusa.
 Desabrochó mi sostén y lo olió, lo lanzó al suelo y comenzó a masajear mis pechos, a pellizcar mis pezones y de pronto, sacó su miembro de dentro de su pantalón.
 El tipo lo tenía gigantesco, era anchísimo y muy largo, me puso una mano sobre él y justo cuando me iba a arrodillar a mamársela, el muy desgraciado se la guarda y se va, llevándose mi sostén, me dejó toda caliente y excitada.
 Salí inmediatamente del baño y me dirigí a casa, donde podría desahogar mi calentura libremente.
 Cuando llegué, ya era tarde, temí que mis patrones me regañaran, pero no había ruido, así que asumí que se habrían dormido.
 Pasé al cuarto de mi amiga a preguntarle sobre las actividades de hoy, pero la segunda sorpresa del día, mi patrón tenía agarrada a mi amiga de las caderas, sus piernas estaban cruzadas sobre sus hombros y su vagina se había engullido todo el pene de mi jefe.
 Esto no hizo más que aumentar mi calentura.
 Corrí a mi cuarto y de entre mis cosas más secretas, las que guardaba bajo llave, se encontraba un consolador que le había pedido a compañera.
 No dudé ni un segundo y así como así, lo metí en mi vagina, hasta el fondo y me hizo soltar un leve gemido.
 Me lo metí y saqué una y otra vez, sentía como ese pedazo de plástico se metía en lo más hondo de mi vagina, era algo excitante, mis pezones estaban gordos, hinchados, comencé a acelerar mis movimientos hasta que tuve un orgasmo delicioso, y caí tendida en mi cama.
 Según creo, he de haber dormido media hora, porque poco después de mi orgasmo, algo me despertó, sentí como mi vagina se dilataba, y fue una gran sorpresa el encontrar al hijo de mi patrón con todo su pene dentro de mí, bombeando muy suavemente para no despertarme.
 No sabía que decir, ni que hacer, porque a decir verdad, se sentía muy bien, comencé a humedecerme toda, y, pues después de todo, ya que la situación se presentaba, no tuve más remedio que aceptar lo que pasó y disfrutarlo.
 Así que comencé a acompañarlo con movimiento de caderas, muy rápido, su pene se introdujo perfectamente dentro de mi vagina y me hacía retorcerme de placer, gemir de gozo, debo decir que para ser tan joven, el hijo de mi jefe era bastante bueno en la cama.
 Mientras me penetraba y bombeaba, no dejaba de masajear mis pechos y yo le empujaba la cabeza hacia ellos, me excitaba mucho que me lamiera mis enormes pechos, que rebotaban con cada sacudida de placer.
 Cuando pensé que el niño estaba a punto de acabar, le saqué el pene de mi vagina, lo tomé entre mis manos y comencé a masturbarlo.
 El niño se hincó y comenzó a masturbarse entre mis pechos, tuve un orgasmo al verlo eyacular sobre mis enormes y jugosos pechos, mis pezones llegaron a su punto máximo, mis jugos se derramaron sobre mi cama, y su semen me llenó todos mis pechos.
 Tomé un poco entre mis dedos y comencé a chuparlo, mientras él seguía sacando su lechita.
 Tomé otro poco y le metí los dedos en la boca, para que se probara a sí mismo, lo lamió todo y me agradeció por una cogida tan rica.
 Me quedé dormida un tiempo, hasta la mañana siguiente.
 Al despertar, volví a mis rutinas de siempre, lavar los platos, barrer, tender camas, etc.
 A decir verdad, lo único que esperaba en aquel día, era llegar a la habitación del hijo de mi patrón el niño , quería estar en su lugar más íntimo.
 A decir verdad, era un lugar muy cómodo, su cuarto no me daba mucho trabajo, pues siempre estaba limpio.
 Comencé a esculcar entre sus cajones de ropa, hasta encontrar mi cielo, su lugar de la ropa interior.
 Para mí era como un paraíso, estar rodeada de su olor a macho, tan sensual, excitante.
 Muchos de sus boxers estaban manchados de semen, sin duda alguna era un chico caliente.
 Al tener estas prendas entre mis manos, comencé a meter mi mano bajo mis calzones, estaban empezando a humedecerse.
 Comencé a masturbarme, tan delicioso, pero tuve que salir antes de correrme, pues el olor me delataría.
 Salí corriendo y al llegar a mi cuarto, otra de mis grandes sorpresas, cuando encontré a la hija de mi patrón acostada desnuda en mi cama.
 Ella era una muchacha un tanto fea, la verdad, con cuerpo medio por así decirlo, pechos medianos y trasero aplastado.
 ME DIJO MI HERMANO QUE ERES HERMOSA EN LA CAMA, dijo sensualmente, mientras sacaba de entre las sábanas un consolador con un hilo.
 QUIERO QUE ME DEMUESTRES SI ES CIERTO. Comenzó a atarse el consolador alrededor de la cintura.
 No me hice del rogar y me desnudé toda, rápidamente, arrancándome la ropa.
 Me abalancé sobre ella y comencé a besarla en la boca, nuestras lenguas se estrecharon, mientras yo le sobaba los pechos y la besaba, ella estrujaba mis nalgotas, me sobaba y no dejaba de tocarlas.
 Ella tampoco era una aprendiz en la cama, precisamente.
 Me aventó muy violentamente sobre la cama y me abrió mis labios vaginales de un jalón, me dolió mucho, me ardió y justo cuando pensaba que no podía doler más, ella introdujo el consolador completo dentro de mí, era algo gigantesco, era un consolador muy ancho y largo.
 La Niña comenzó a meter y sacar el consolador de mi vagina, mientras yo le jalaba los pechos, aquellas pequeñas cositas que apenas estaban creciendo.
 La tomé de las caderas y la jalé hacia mí para que empujara más y más fuerte.
 Sentía mi vagina calentarse poco a poco con estas penetraciones de una mujer, me excité tanto aquella vez, siempre me había encantado la idea de que una mujer hablara como hombre en la cama.
 El placer que sentía era inmenso, no podía contenerme más, así que le dije que sacara su pene de mí y que me lo diera.
 Cambiamos de posiciones y me amarré aquel penesote en mi cintura.
 Tomé a la Niña por las caderas y la puse de cuatro.
 AHORA SÍ VAS A SENTIR PLACER NIÑA le dije.
 Y sin dudarlo, le metí todo el pene en su vaginita, estaba muy apretada y al principio me costó mucho trabajo metérle mi pene completo, pero después de un tiempo todo se facilitó y empecé a penetrarla muy violentamente, sentía como sus labios vaginales se contraían mientras ella gemía de dolor, y se levantaba con cada embestida mía.
 La sujeté de las caderas y la empujé hasta mí, la hice sentir tanto dolor y placer a la vez, sus lágrimas escurrían, pero ella no dejaba de pedir más y más.
 Seguí mis penetraciones dentro de su vagina unos minutos más, hasta que me agoté y finalmente saqué mi miembro de ella y entonces nos besamos apasionadamente, estuvimos acostadas y abrazadas unas cuantas horas, mientras las dos jugábamos con nuestros pechos y reíamos.
 Mi vagina aún estaba húmeda y chorreando, mientas mi pene falso estaba lleno de los fluidos de mi nueva compañera de cama, en ese momento, me prometí que acabaría con toda la familia.

Datos del Relato
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