Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: Dominación

Móviles - 4

Apenas he dormido por los pinchacitos en el esfínter y por la intriga de la sorpresa, aunque ni he oído cuándo llegaban los mensajes.



Antes de levantarme, de hacer nada miro en móvil y están, llamando a ser leídos.



- Buenos días florecilla.



- Espero que hayas descansado muy bien y te hayas sentido como debes: sometido además de usado.



- Sé que estás intrigado, en suspense. Y espero que más mío.



- uuuffffssss esta Laura está pero que muy bien. Ella no lo sabe, pero anoche la estuve preparando para lo que me gustaría que pasara hoy.



- De momento ponte una de esas braguitas que tienes escondidas. La negra de encaje que tenías puesta estará bien. Y te vas al trabajo con ella puesta y tapón metido y la pulsera, claro.



Me asiento excitado, entregado, ansioso por cumplir con cada uno de Sus deseos. Aunque la verdad, no me parece tan comprometido. AAHHH, dios mío, a no ser que quiera exhibirme así ante Laura. Me inquieto al pensarlo, pero cada vez más soy consciente de que debo satisfacerla y cumplir con Sus deseos.



Me pongo la braguita de encaje negra y le doy los buenos días, deseándole un despertar maravilloso y dándole las gracias por permitirme aspirar a complacerla.



- Cuando llegues a la oficina, antes en entrar, ve al aseo y cuando estés dentro me avisas.



Le digo que así lo haré y después de tomarme el café con leche, arreglarme adecuadamente a mi trabajo, salgo de casa.



Ya en el pasillo de acceso a la oficina abro la puerta del aseo, entro en el reservado y le comunico que estoy en el lavabo.



En unos segundos responde.



- flor, desnudito de cintura para abajo, incluida la braguita.



- Ya Señora



- Tapón fuera.



- Ya Señora.



- Límpialo bien, con jabón, que quede como nuevo.



Pasados unos minutos le digo que ya está limpio.



- Bien. Ahí va lo que quiero, lee con atención y foto de todo. Deja las braguitas y el tapón encima de ellas, paja de pie y que toda la leche caiga encima del tapón y las braguitas. Hazlo de pie y me avisas.



UFFFSSS lo único que se me ocurre es que después tenga que limpiarlo con la lengua y volver a ponerme el tapón y las braguitas. Algo humillante, que me anula y que me somete a Usted.



Me pajeo y no tardo nada en correrme derramando toda la leche en el tapón y en la braguita, preparándome mentalmente para lamerlo. Le digo que ya estoy vaciado.



- Ahora quiero saber si harás lo que te pida, sin preguntas ni peros.



- Si Señora, solo deseo complacerla - respondo seguro de que me iba a tocar usar la lengua.



- Así me gusta. Envuelve el tapón con la braguita, que todo quede mojadito de ti. Lo dejas en la papelera. Y al despacho.



Ufffssss, me pasa todo por la cabeza, todo tipo de pensamientos, desde que cualquiera de mis dos compañeras lo vean, sobre todo la otra que para nada sabe ni está haciendo nada, hasta la vergüenza de que Laura pueda llegar a utilizarlo para tratarme y decirme de todo abiertamente, o que llegue la tarde y sea la señora de la limpieza quien lo encuentre, hablándose entre ellas por lo bien que se llevan.



Pienso en decirle algo, pero enseguida me doy cuenta que debo hacerlo para no defraudarla. Así que enrollo en tapón con la braguita, asegurándome que queda impregnada de mi leche, me visto, lo dejo en la papelera, tapado con papel secamanos y voy a mi despacho. Solo está Laura, mirándome de reojo, como yo a ella. Me imagino que tengo la mirada perdida, ausente. Le saludo con unos buenos días que ni se aprecia. Parece que suelta una media sonrisa y me devuelve el saludo, más audible que el mío. Como es su costumbre, se levanta y va al aseo. El corazón se me sale por la boca y me siento en mi silla, olvidando lo que me había dicho anoche, sobre que estaría impregnada de ella. Me levanto un segundo al recordarlo y veo la mancha de su flujo, aunque ya seca por las horas que han pasado. Vuelvo a sentarme a la espera de los acontecimientos. Excitado por la humillación de la que se pueda liar y porque la mente juega conmigo sabiendo que todo depende de Usted y lo que desee darme cada instante, sabiéndome sentado sobre la huella que ha dejado mi compañera.



Le informo que ya estoy en mi sitio y como si estuviera leyéndome la mente responde.



- Baja los pantalones hasta que las nalgas queden al descubierto - lo hago ante la evidencia de lo que desea -. Tienes que sentir bien sus líquidos, aunque deben estar secos.



Pasan unos largos minutos y me llega otro mensaje de Usted.



- Como podrás ver, tu compañera está tardando un poquito. ¿Por cierto, me dijiste que tienes hecha la vasectomía no? - respondo que así es -. Esto es lo que está pasando florecilla. Ayer se estuvo abriendo un poquito el culito, casi se corre, mmmm. Pero quise dejarla bien calentita para que le diera un regalo a su marido. Y se lo ha dado, le ha dado por el culo, con total asombro de él. Y placer claro. Parece que a ella le dolió, aunque también lo ha disfrutado. Tenía que estar preparada para lo de hoy. Y parece que lo ha estado.



Pasan unos minutos en los que empiezo a pensar en lo que puede estar pasando en el aseo.



- Quería que ella se sintiera un poco a salvo y que no pensara tanto en hasta dónde iba a llegar el asqueroso del jefe. Por eso hoy tenías que llevar tu propia prenda. Y dar un paso para que ella estuviera tranquila por las posibles consecuencias. Y así también piensa en lo asquerosamente salido que eres. Sin saber aún quién y de quién eres. De momento, eres un jefe desmadrado que no se sabe por qué te has desmadrado con ella.



Tanta humillación por la forma y el momento me lleva a un punto de sumisión que no se describir, bajo SU autoridad y dominio.



- Hoy se trataba un poco de darle la vuelta, que te sintieras tú el descubierto del todo. Y a la vez usados a la vez dejando a los dos en la misma situación de entrega, sometimiento y entrega incondicional a mí. En cuanto me ha dicho lo que ha encontrado, le he sugerido qué hacer convenciéndola que así te la estaba devolviendo y que no sabrías dónde está lo que has dejado, con el apunte del tipo de ropa interior que usas.



Imagina ahora la situación y lo zorra que es. ¿Adivinas dónde ha dejado el tapón?



- ¿En su culo Señora?



- jejejeje, no.



Pienso entonces que oculto en algún sitio.



- Esa era mi idea, por eso se lo han abierto esta noche. Pero a medida que ibas haciendo y que la he visto tan dispuesta, le he añadido una nueva inquietud, para ella claro. Si no, ¿por qué crees que te he preguntado lo de tu vasectomía? - empiezo a pensar y a estar más nervioso todavía-. Si, por eso. Cuando ha visto el tapón y me ha dicho qué pretendías que hiciera con eso, todo empapado, lleno de tu viscosa leche y que estabas loco si era una indirecta, que menudo cabronazo asqueroso eres, se me ha ocurrido dar un paso más sutil.



Deja pasar los segundos más eternos que recuerdo y continúa.



- ¿Tu qué hubieras hecho? Había pensado en que le hiciera una buena mamadita, foto incluida, y que lo dejara un un rato en su culete, como si te metiera a ti, como si te mandara donde tantas veces me ha dicho que te fueras, sin saber que ya te estaba dando por culo. Pues bien, en ese momento he pensado qué mejor sitio para que sintieras el uso que te puedo dar y que ella sintiera la depravadito que puedes llegar a ser.



Es increíble lo que está consiguiendo que sienta, que viva, tanta humillación, tanta depravación, tanta bajeza por la intensa sumisión y uso que me está dando. Intento recapitular un poco, pensar que todo había sido una fantasía inalcanzable por todo lo que comporta. Y ahora, pantalón bajado para que las nalgas descansen en su mancha, noten los líquidos de ella, aunque secos ya dándole un pelín de aspereza al tejido, Supera Usted, cuanto hubiera podido imaginar, salvando con Su sutileza, con Su manejo de las situaciones, con Su maestría cualquier barrera que la mente hubiera podido poner, tanto mía como de la propia Laura.



Y aquí estoy, leyendo Su sabiduría en descubrir lo más oculto en ella, acentuando mi entrega incondicional a Sus deseos y a cuanto quiera de mí, con la única idea de complacerla.



- Lógicamente Laura no quería hacerlo, no quería darte ese placer. Tenía, tiene miedo de que por una de esas cosas raras que pasan pueda quedarse embarazada de alguien que le da repugnancia como tú, de tu comportamiento desde hace solo un par de días. Le he dicho que después del rato o las horas que han pasado - estaba haciendo ver ante ella que no había forma de saber cuándo me había hecho la paja ni dejado allí las cosas - ya es difícil que eso pase. Además, de esa manera ella tiene el control de tu interior apropiándose de tu leche dentro de ella, o eso le he hecho pensar, porque solo eres mío, lo demás es el uso que quiero darte, entre otras cosas porque te gusta. Y a mí, ni te digo el poder que me está dando, el control de todo lo tuyo y dejarlo donde más me complazca, como en Su interior, follada por una cosita de plástico.



Cuanto más leo, más idea me hago de lo insignificante que me veo ante mí mismo. Agradecido de que tome cuanto desee de mí.



- Ni siquiera sabe que no se puede quedar embarazada de ti y eso, en el fondo le crea un estado dependencia que aún no sabe que le gusta, que la incertidumbre la pierde y hace más dócil hacia mí. Imagina que le he dicho cuando te insultaba que te conozco, le he recordado que has sido tu quien le has hablado de mí y ni se ha dado cuenta.



Uffssss, en el momento que lo haga, ya sabrá quién soy y de quién. Sin duda la mejor forma de que se entere.



- Y de las fotos ya no te hablo. De momento no vas a poder verlas, jejeje



Se despide de mí, con uno de Sus dulces besitos, hasta prontito.



Me quedo pensando en cuanto me ha dicho. En la forma con que lo ha manejado todo, en la que nos ha envuelto a los dos, ansiosos por no plantearnos cuanto desea y cumplirlo. Pienso en el giro que acaba de dar en el lugar donde paso más horas. Y de ahí en todo cuanto haga.



Intento tomar conciencia, cuando oigo la puerta de oficina un rato después de que saliera al aseo y oigo los pasos de Laura que se dirigen a su asiento. Se sienta de forma pesada, como si tuviera un berrinche, soltando un casi inaudible gemido, fruto del tapón al sentarse de esa manera. Mi otra compañera, que está más cerca le pregunta si le pasa algo, responde que no, manteniendo la compostura, las formas. Si tú supieras, pienso yo... Y no me atrevo a fantasear, por si acaso.



Al cabo de un ratito me llega el primer mensaje del día de Laura.



- No preguntes cómo ni por qué, vale?



- Vale- respondo.



- Estoy con una pollita de plástico en el coño, toda empapada de la leche de mi jefe y puestas unas braguitas negras de encaje del muy guarro, también empapadas de sus líquidos. El muy cabrón tiene buen gusto con la ropa. La pollita me toca un puntito por dentro que, aggg, me hace mojar más aún. Menuda mañanita. Y de momento la Señora no quiere que me corra. Ni anoche con mi marido, cuando me dio por el culo. Estoy que ardo, me derrito, creo que es por eso que hago estas guarradas. Menudo capullo, mi jefe. Lo reventaba con su propio regalo.



Le recuerdo que nada de preguntas. No sé si realmente está enojada o si lo dice porque muy a su pesar le está gustando. Tengo esperanzas de que se trate de lo último ya que dentro de todo me daría cierta tranquilidad.



- Hay una cosa que sí me preocupa, aunque la Señora ya me ha dicho que tranquila que es improbable por el rato que ha pasado. Y es quedarme embarazada de ese guarro - continúa -.



- Opino lo mismo. Supongo que el rato que ha pasado dándole el aire hasta que te lo has puesto anula sus efectos.



Me dice que lo cree y que eso la tranquiliza. Sigue diciendo que no puede tener relaciones con su marido hasta que ella lo decida, aunque sí darle placer a él si es necesario, aunque solo si insiste y ve que es un momento de apuro.



Sin duda está tomando el control sobre Laura y es evidente que a mi compañera le está gustando, que se está entregando con menos reservas cada día.



- Quiero que vayas al aseo, te hagas una media paja y dejes las pinzas allí - un nuevo mensaje de mi ansiada Señora Mundo -. Y ve a comer que ya es tu hora.



Cada vez estoy más sin control, sin pensar ni decidir nada que no sea decisión de Ella, sumido ya en su dominio, pendiente de cuanto pueda desear. Me guardo la pollita y los huevecitos, me levanto con las pinzas en el bolsillo del pantalón y les digo que voy al lavabo y que me voy directamente a comer. Entro en el reservado, me hago media paja y cuando noto el escalofrío de la leche bullendo por saltar paro, hago una foto y se la envío. Dejo las pinzas en la papelera y voy a por el coche para ir a comer, dándole vueltas a lo que pueda pasar desde ese instante, ausente de la oficina para ver la reacción de Laura, en lo que se puedan hablar en ese rato. Casi no como de los nervios.



Una hora después abro la puerta de la oficina, vacía. A punto de llegar mis compañeras. Entro en el despacho aliviado por no cruzarme con la mirada escrutadora, enojada de Laura. Oigo la puerta, no es ella.



Al cabo de unos minutos oigo de nuevo la puerta, al tiempo que estoy en la puerta del despacho y veo su expresión ofuscada, ojos brillantes, mejillas sonrosadas. Cojo un material que necesito, apartando la mirada lleno de vergüenza y continúo con lo que estaba haciendo.



- Sabes dónde están las pinzas, ¿no? - es mi ansiada Señora Mundo. Estoy a punto de decirle que en aseo cuando me doy cuenta que la pregunta tiene doble sentido.



- ¿Las tiene puestas Señora?



- mmmmm, sí. Es su primera vez. No las tiene muy apretadas, justo para que no se salgan y soporte el dolor y el peso de la cadenita. Mmmm es muy excitante lo que me estáis dando. Aunque ¿sabes que es lo más interesante, flor?



- Me gustaría saberlo Señora - digo pasados unos segundos de espera.



- mmmmm pero no sé si te hará poner más nervioso - deja pasar más eternos segundos. Bueno, parece que le suenan las pinzas. Está segura de haberlas visto. uuufgsssss que apuro, ¿no?.



Empiezo a darme cuenta de la situación, de lo que tenía que llegar. Y si es cierto que antes no había hecho nada de esto, aunque sí posible que hubiera visto o leído algo, ya tiene que haber sacado conclusiones, deducido quién soy. No sé dónde meterme, qué hacer. Y así se lo hago saber a mi Ama.



- Tranquilo flor. Si ya lo sabe, todo llegará solo. Ella tiene que decidir y descubrirlo por si misma, con ayuda, jejeje, pero solita.



Sé que tiene razón. Está hecho y todos lo sabemos.



- Bueno flor, te dejo un ratito. SI hay algo me lo dices. Hasta luego.



Me despido también hasta luego de ELLA. Estoy toda la tarde pendiente del móvil, pensando en los pasos dados, en Laura se pondrá en contacto conmigo. Pero no lo hace. Llega la hora de salir. Informo a Señora de que salgo para casa, espero Su respuesta unos segundos y salgo del despacho, cuando Laura me dice que se queda un rato a terminar unas cosas. Me ofrezco por si necesita ayuda y ante su negativa cierro la puerta de la oficina.



En la calle pienso que ya no voy a disponer de mi rato fuera de horario para estar disponible solo para mi Ama, que uno de mis espacios está invadido.



Justo cuando entro en casa me llega Su mensaje en el que me dice que mañana me quiere en la oficina media hora antes.



- Te desnudas de cintura para abajo, sin nada puesto ahí. Y prepara para llevarte al trabajo dos pinzas para la ropa unidas a un cordel no demasiado largo, sin ponértelas. Lo harás, ¿verdad flor?



- Si Señora, lo haré.



- Bien flor. Hoy descansa y te acuestas temprano.



Media hora antes estoy en el despacho, desnudándome de cintura para abajo. Me siento en mi silla como cada día. Enciendo el ordenador y me encuentro un correo de Laura en el que me dice que quiere hablar conmigo, que llegará un poco antes a la oficina para hacerlo.



- Señora - empiezo a escribirle un mensaje -, tengo un correo de Laura que dice que vendrá mas temprano para hablar conmigo, por lo que le pido vestirme totalmente -le pido, nervioso porque pueda pillarme en semejante situación.



La puerta de la oficina se abre a la vez que llega Su respuesta. No se cómo reaccionar, a qué estar más pendiente, si a Su mensaje o la llegada de mi compañera. Me decido a leer lo que me ha escrito en su mensaje, por si me da Su permiso para ponerme el bóxer y los pantalones.



- No, primero tendrás que saber de qué quiere hablar contigo. Además, no necesitas levantarte para hacerlo.



Por un momento me quedo desconcertado, esperando a no sé realmente qué, miro hacia la puerta del despacho y veo a Laura mirándome fijamente, con su móvil entre las manos, mirándolo también. Da un paso, parece que le cuesta hablar.



- Buenos días. Acabo de leer tu correo. Dime.



Me mira, diría que compungida, indecisa, aunque su expresión no transmite lo mismo. Intento mantener la mirada en sus ojos, pero la vergüenza y la incertidumbre, saberme medio desnudo me lo impide, por lo que voy alternando la mirada entre la suya y el monitor.



- Me resulta violento decir lo que te voy a decir. Y ojalá que no me equivoque - empieza a decirme, aún con el móvil entre sus manos, como agarrándose a él, a la seguridad que le da -. Estoy segura que estamos compartiendo algo más que alguien que nos enseña a hacer uso del Smartphone, y por lo tanto algo más que trabajo, ¿no crees flor?



Esperaba que pueda tratarse de ese tema, que hubiera tenido tiempo para meditar alguna pista de la que no se había dado cuenta, incluso que por ese motivo no hubiera recibido más mensajes de ella. Pero que terminase la frase así me ha dejado descolocado, con la boca abierta, las mejillas encendidas, los ojos abiertos como platos, la mirada en su rostro, pero perdida, en ninguna parte.



Aprovecha el silencio que hay da la vuelta al móvil, con la pantalla hacia mi. Casi no puedo creer lo que estoy viendo. Mi asombro va en aumento, la situación más controlada y humillante a la vez. Ahí está Usted, sonriente, mirándome con Su sonrisa, Su mirada que toma constantemente lo que le pertenece.



- Hola flor - me dice -. Qué sorpresa, ¿verdad? - estoy sin habla y asiento con la cabeza, sin atreverme a mirar a mi compañera -. Esta mañana me ha dicho que iba a hablar contigo y, claro, no me lo quería perder. Le he dicho que quería oírlo y verlo y aquí estoy.



Vuelve a reinar el silencio, aunque solo unos segundos.



- Pero solo te veo a ti, anda, he visto que al lado de Laura hay otra silla, siéntate a su lado, así os tendré a los dos a la vista.



Señora... -empiezo a decirle, pensando que no se acordaba que estaba sin bóxer y sin pantalones.



- Se lo que vas a decir flor. Si esa parte ya la visto. Anda, siéntate a su lado. ¿No te importa verdad Laura?



Su mirada lo dice todo. Aunque su respuesta es que no le importa. Me levanto, como pesadamente, derrotado por mostrarme así ante la mirada de mi compañera. Doy la vuelta a la mesa invadido por la humillación, lo bajo que me siento, la sumisión y la entrega que le profeso. La expresión de Laura es indescriptible, de asombro, de incertidumbre, de asco, de querer salir corriendo.



- ¿Qué te parece así tu jefe? - pregunta a mi compañera antes de que llegue a sentarme -. Espera flor, no te sientes aún. Deja el móvil en la mesa, a una distancia que os vea a los dos.



Hago lo que me ha pedido. Los dos nos vemos en la pantalla, aunque a mí se me ve desde la barriga hasta medio muslo. Mi pensamiento constantemente dirigido a que todo ha cambiado, a que Laura ya ha tenido que cambiar cualquier idea que pudiera tener de mi.



- ¿Hablo con sinceridad? - pregunta Laura, mirándome, como si esperase también mi aprobación.



- Claro, la sinceridad es una de las bases de esto que estamos construyendo - es la respuesta de mi Ama. Saber que es Ella la que está dirigiendo este cambio en mi vida. Al menos laboral, me da total tranquilidad.



- Patético - suelta -. Me deja claro lo salido que es y la máscara que lleva puesta, es un sumiso redomado. Quiero añadir que no entiendo cómo ni por qué me pone todo esto, me hace sentir atraída y dudar si soy capaz de ser tan guarrilla como él.



- No es un sumiso Laura. Es mi sumiso, solo hace y me complace a mi, aunque en algún momento pueda parecerte que te está complaciendo. Ya verás como me ocupo de que tú también lo sientas así.



Esa conversación entre ellas hace que me sienta como una mercancía, como algo de intercambio, como si no estuviera ahí.



- flor, vamos a darle un ejemplo. Inclínate y date cuatro azotes en cada nalga, que lo vea yo y solo lo oiga ella.



Me retiro, hacia atrás, inclino mi cuerpo y doy cuatro azotes que resuenan en una nalga. Un segundo y cuatro azotes más en la otra. Las imagino rojas, arden un poco. Arde también mi orgullo.



- Laura, coge el móvil de flor, haz una foto de su culito y envíamela.



Me quedo perplejo, pensando en que haga buen uso de mi móvil. Oigo cómo se mueve, me dice que me incline, no me mueva, hace la foto y se la envía a Usted.



- Bien Laura. Ahora dime, ¿quieres participar? - pienso que ya lo está haciendo.



- Si, me gustaría descubrir algo más - responde después de unos segundos de espera -.



- Bien, lo sabía. No paras de mirar el culito de mi flor, parece que te gusta - Laura afirma con la cabeza -. Bien, de momento solo vas a mirarlo, mejor aún, levántate y ponte en Su posición. mmmm anda, enséñale a flor lo que tienes en el culito - imagino su cara sonrojada, por primera vez mostrándose ante alguien más que mi Ama, además de ser su jefe. Se abre las nalgas y veo el tope del tapón presionada por los glúteos -. Coger un rotulador grueso, si es rojo mejor - mi compañera se incorpora sin levantar la mirada del suelo, colocando la braguita granate en su sitio y sale a buscarlo mientras permanezco a la espera dándome dos nuevos azotes en cada nalga cumpliendo con el deseo de mi Ama, escuchándolos avergonzado, consciente que mi compañera los está oyendo-.



- Ya están aquí Señora - dice Laura mostrándolos por la cam -



- Escribe en el culito de flor "AMATISTA".



Hace lo que le pide sin pensarlo demasiado.



- Ahora tú, flor, escribe "AMATISTA" en su culito con el otro rotulador. Que sea ella quien se baje la braguita y ni roces la piel, ¿lo has entendido?



- Si Señora - por fin vuelvo a hablar.



Me incorporo, mientras Laura se da la vuelta, inclina y levanta la falda del vestido, baja la braguita hasta justo debajo del culo y escribo "AMATISTA" en su nalga derecha.



- mmmmm, sin daros cuenta cada uno lo habéis escrito en una nalga distinta, lo que me va a ir muy bien para lo que vais a hacer ahora - los dos estamos incorporados frente a la cámara, nos vemos diminutos, ambos desde la barriga hasta los muslos. Nos hace dar media vuelta para leer bien cada letra, acercándonos al móvil hasta que dice basta -. Preciosos. Ahora retiraros donde estabais - lo hacemos simultáneamente mirándonos de reojo, viendo en su mirando algo más de aceptación por su parte-. Inclinaos los dos juntando vuestros culos y lo que habéis escrito - lo hacemos con cuidado, sin empujarnos sin querer-. Perfecto. Dos azotes cada uno en vuestras nalgas, que cada azote mueva la del otro sin tocaros respectivamente - me doy cuenta que la braguita de mi compañera está en sus rodillas. Nos damos los dos primeros azotes, coordinando sin haberlo mencionado las nalgas opuestas. Mientras lo hago en mi derecha noto el chasquido en su derecha y el movimiento en mi izquierda y viceversa, imagino que notando ella lo mismo que yo.



- aaaggss - el primer suspiro que oigo de Laura.



- Bien, muy bien. Parece que le estás encontrando algo a todo esto Laura - afirma de nuevo con la cabeza. Adivino que le da vergüenza hablar -. Me alegra que así sea. Por si no os habíais dado cuenta, los dos sois míos, lleváis mi nombre escrito en vuestros culitos, los habéis unido como muestra de vuestra entrega y de que ambos estáis para complacerme, conscientes de que nada podéis hacer entre vosotros porque con esa unión se os impide esa libertad ya que lo notaré enseguida. Lo de uno pasa a la otra y lo de ella a él en la forma y condición que desee. Ahora te quitas el tapón del culo, Laura, lo lavas bien y lo guardas hasta que te diga que lo uses o lo devuelvas a flor - asiente -. Como puedes ver vas camino de ser como flor, decente en tus círculos más personales, una sumisa salías, salida en los más íntimos, que es éste - vuelve a asentir -. Haz lo que te he dicho y tú flor, permanece así hasta nuevo aviso y cuidado de no ser descubierto por tu otra compañera, jejeje.



Laura coge su móvil, cierra la video conferencia. Noto que su expresión ya no es tan acusadora, ojos encendidos, supongo que de pasión, de calentura. Mi mirada es de sumisión, de entrega y sin decirnos nada nos ponemos a hacer lo que nos ha pedido mi Ama y las tareas del trabajo.



Me mantengo pendiente de la puerta, en guardia constantemente por mantener la compostura, no ya por quién pueda asomarse a ella, que también, si no por ser capaz de articular una frase con sentido, incluso delante de Laura, ahora conocedora del jefe que tiene, de lo que abrigo en mi y de a quien se lo entrego. Después de todo la mañana está siendo tranquila, como otras tantas. Hasta que oigo la puerta cerrarse. Ya no sé quién ha salido, me mantengo inmóvil en mi silla por el riesgo de que me vean, latiendo sin cesar la vergüenza constante que siento, pero temeroso de que todavía sea más humillante. Recuerdo la escena de esta misma mañana, delante de Laura, con mi Ama observándolo todo, convencido de que lo hacía para conocer los límites, sobre todo de mi compañera. Levantarme delante de las dos, desnudo de medio cuerpo hacia abajo, camisa y corbata cubriendo el cuerpo dejando adivinar los huevecillos y la pollita, tomados por la pulsera mitad metal rígido, mitad finos cordones dorados por los que pasan margaritas pequeñas de diferente tamaño, decorando los miembros que pertenecen a mi Ama, cogidos por y para Ella. El momento en que me sé mirado por Laura, examinado de arriba a abajo, sacando no sé qué conclusiones aparte de las que había dicho, sincera aunque no completa, evaluando la situación, igual que hacía mi Ama, igual que había hecho yo mismo, allí de pie, rebajado mediante la exhibición a la que estaba sometido y, ¿por qué no reconocerlo?, agradecido por cuanto estaba recibiendo, por el orgullo de estar presente en sus decisiones.



Hasta que de repente oigo unos azotes que me sacan de mis pensamientos. Ocho en total, espaciados unos brevísimos segundos en tandas. Me tranquiliza saber que no se habría oído de estar los tres en la oficina. Imagino la escena, mi compañera inclinada sobre la mesa, la falda a la altura de la cintura, braguitas bajas ofreciendo las nalgas y la mano levantada y bajada rápidamente para darse cada uno de los ocho azotes.



- ¿Se han oído mucho? - pregunta Laura.



Entiendo su preocupación, su interés en saber. Doy por hecho que es la primera vez que lo hace y todas las incertidumbres le están invadiendo.



- Lo suficiente. Sé que es una pregunta tonta, pero ¿por qué lo has hecho?



- La Señora estaba esperando que nos quedásemos solos para hacerlo. Sabe que el sonido que te llega te va a gustar. Quiere saber si estás duro.



Sin duda la expresión es de Ella. Nos maneja a los dos y mi único deseo es complacerla.



- Sí, muy duro, ese sonido me excita. Y si viene de tan cerca más.



Vuelve el silencio. Le pregunto cómo está. Me dice que además de rara excitada, asimilando lo que le está pasando, la forma en que se está viendo envuelta en este estado permanente de sumisión, pendiente del móvil, plateándose si será capaz de hacer lo siguiente que llegue, aun sabiendo que lo hará y que no sabe si le da miedo o bien es todo placer, de una forma que ni se lo había planteado.



- ¿Puedo confiar en vosotros, verdad? - saca su preocupación, lo que todos nos planteamos cuando de alguna forma nos iniciamos.



- Puedes estar muy tranquila. Solo nosotros lo sabemos. Solo lo sabrá quién tu quieras que lo sepas. Aunque también confiamos en tu discreción - intento ser convincente.



- Gracias - tarda unos segundos en enviarme el mensaje -. Me tranquilizas. Y la Señora también.



Paran los mensajes para oírse de nuevo otros ocho azotes, seguidos de otros u ocho que son míos.



- ¿Te podrás quedar a comer en la oficina? - quiere saber mi Ama.



- Si Señora - respondo.



- Bien. Ya sé que Laura lo hace siempre. Hoy os toca comer juntos en la oficina. Ya te diré el qué.



- Si Señora.



- Sigue medio desnudo, date pellizquitos en los pezones cada hora durante cinco minutos. ¿Has llevado las pinzas con el cordel?



- Si Señora, las tengo aquí.



- mmmm, pronto vas a usarlas. Hasta luego flor - y se oyen otros ochos chasquidos, seguidos ahora por unos leves gemidos. ¿Se habrá corrido?



Ya casi es la hora de la comida. La mañana ha pasado rápido, casi un suspiro. Laura ha estado sentada con la falda por encima del asiento y remangada hasta la cintura, empapando, cree, la tapicería de lo mojada que está, traspasando con el flujo incluso el tejido de la braguita.



Nos quedamos solos. Mi compañera me pregunta si no voy comer.



- Como aquí. Es una petición de la Ama - respondo.



Antes de terminar la frase, aparece por la puerta, avergonzada, mirándome con timidez. Cómo ha cambiado, pienso. Quizás sea porque mi Ama ha sabido hacerle ver que evidentemente soy un salido, Su salido sumiso, Su putita o simplemente lo que Ella quiera que sea. O bien, ha aceptado la condición en la que vivo, igual que la sé que está descubriendo en ella misma y en la que también estoy, interviniendo tan solo cuando mi Ama así lo desea.



- Desnúdate del todo - me dice directamente - La Señora te quiere exhibir delante mío - me pilla de sorpresa, tardo unos segundos en reaccionar -. Vamos que está esperando - no pienso más y me levanto quitando primero la corbata y desabrochando con torpeza la camisa, dejándola caer cuando todos los botones están libres. - Ahora pon la cam - cojo el móvil y abro conversación con mi Ams.



- Hola flor. Veo que ya estás preparada. Mmm me encanta lo obediente que eres. Anda, enséñame dónde está Laura - muevo el móvil y muestro la entrada del despacho donde aún está mi compañera -. Vaya, ¿no le has invitado a entrar? - intento excusarme, pero me detiene -. ¿Qué opinas Laura?



- Señora, no lo había pensado. ¿Es un detalle importante? - pregunta.



- Si lo es. Un poco de respeto no va mal, ¿verdad flor? Entra Laura, ya te invito yo. Ponte delante de ella, de espaldas e inclínate. Que aguante ella el móvil y enfoque tu culito. Mmm aún te dura lo que has escrito, de quién eres. ¿Lo ves bien Laura? - intuyo que afirma con la cabeza. Ahora no te veo, contesta hablando.



- Si Señora - es escueta.



- Bien, dime, ¿te has sentido cómoda esperando?



Me siento ridículo así, expuesto mientras hablan entre ellas. En esa posición solo veo el suelo, oigo la conversación, avergonzado por no haber tenido en cuenta lo que mi Ama me está haciendo ver.



- La verdad, Señora, un poco incómoda sí que estaba. No sabía si mirar desde la puerta o si tenía que entrar, hacer algo. No sé...



- Vamos a ver si corregimos esa torpeza. Date cuatro azotes en las nalgas, flor, que tu compañera vea como se te sonrojan esas mejillas.



Sabe que ya estoy sonrojado en el rostro, incluso estoy convencido de que sabe lo que estoy pensando, que sabe que le estoy dando vueltas al hecho de estar inclinado delante de mi compañera, que ella tiene a su jefe humillado ante ella, que la vergüenza inunda cada uno de mis poros, que estoy dejando en evidencia que solo estoy para complacer a mi ansiada Ama en la forma y ante quien desee.



Empiezo a azotarme ante la atenta mirada de Laura, sabiéndome enfocado por la cam, subiendo el calor que se adueña, primero, de la mitad de mi culo, después, de todo, casi viendo lo rojo que lo tengo, intentando que se queden los dedos marcados, como sé que le gusta a Usted. Sigo en la misma posición después de aplicarme los azotes.



- uuaauu - dice Laura, como única expresión.



- Muy bien flor. Ya saber que tienes que ser más cortes y educado, ¿verdad?



- Si Señora - respondo casi sin voz por lo rebajado y humillado que me siento.



- Deja el móvil en el suelo, siéntate, y que te vea bien. Laura, ponte al lado de él, de pie, que te vea las piernas, falda enrollada hasta la cintura, que mi perrita pueda oler tu humedad a través de tu empapada braguita.



Mientras coloco el móvil en el suelo, me siento delante de la cam, Laura se sube la falda hasta la cintura, muy enrollada para que no se baje, se coloca a escasos centímetros de mi, su coño cubierto por las empapadas bragas casi rozándome la cara. Empieza a llegarme el olor de su excitación. Miro un segundo hacia arriba y me encuentro con una expresión mezcla de estupor, de excitación, de humillación y entrega.



- Estáis perfectos, los dos. Abre las piernas flor, dobladas, planta de los pies en el suelo, que se vea la entradita de tu culito - voy haciendo lo que me pide -. Escucha bien y no empieces hasta que termine de hablar. Hazte una media paja, delante de ella, sin moverte, mirando fijamente sus braguitas, como el puto perro que eres, mi depravado y salido perro. ¿Te queda claro putita?



- Si Señora - mi voz, mi expresión debe decirlo todo. Veo una sonrisa que me envuelve, Su expresión que me transporta a la más absoluta entrega, obediencia, sumisión.



- Laura, no te muevas y observa de qué es capaz mi perrita. Empieza flor, demuéstrale de qué es capaz un pervertido como tú y lo bajo que puedes caer para mi.



Empiezo a pajearme con la pollita en la mano, subiéndola y bajándola, descapullándola, dejando la punta a la vista y tapándola con los movimientos, mirando sin cesar la braguita de mi compañera, observando la parte manchada, oscura de la tela que delata lo excitada, lo mojada que está. La respiración se va haciendo más profunda, entre abro la boquita para tomar aire, las aletas de la nariz se abren, acelero el ritmo y cuando el calor de la explosión que va a llegar en cualquier momento, le digo.



- Señora, por favor, estoy a punto de correrme, se lo suplico.... permítame parar...



- ¿Lo ves, Laura? Es un perro salido, no aguanta nada. Solo piensa en ser usado, exhibido. Y eso le excita y humilla. ¿Qué opinas?



- No puedo pensar Señora - su voz es tenue, entrecortada, avergonzada.



- Baja el ritmo flor. Está claro que de alguna forma esto le está gustando. A ti ya lo sé. A ver si te ayudo un poco Laura. ¿Qué piensas de su pollita? ¿Son de las que te gusta?



Mi mano no para de moverse, ahora más despacio, sin bajar la excitación, la mezcla de todas las sensaciones que me llevan a desear que nunca termine la humillación en la que me veo, la vejación que llena cada poro del deseo de ser tratado como merezco, en la entrega más intensa que siento, que vivo bajo Su dominio, mi Ama.



- Si la miro bien si que es pequeñita Señora, sí -ha tardado en dar respuesta, pero se une a la humillación que está Usted despertando en Su perro Señora - Lo acabo de tener claro, creo que me gustaría más grande.



Oigo cómo se ríe Usted y eso me complace saberla feliz, satisfecha.



- Entonces, ¿crees que pueda complacer, darle placer a alguna mujer con esa pollita? No te he dicho que pares flor. Y no se te ocurra correrte.



- Señora, lo dudo - de alguna forma le está excitando la situación. La braguita empieza a mojarse más todavía -. Con esa cosita casi que no puede darse placer a él mismo.



- mmm, que buen ojo que tienes Laura. Por eso lo tengo así.



Vuelvo a ser mercancía, un objeto solo digno de ser usado, observado mientras me transformo en motivo de conversación, apartado de nada que no se me pida o de permiso para hacer.



- ¿Cuánto hace que no te follan Laura?



- Desde que estoy con Usted Señora, solo ha sido por el culo - responde.



- mmmm, ¿y te ha gustado?



- Mucho, sí.



- no pares flor. Acelera el ritmo. ¿Probamos una cosita Laura?



Noto que se piensa la respuesta, insegura de lo que pueda tratarse.



- ¿Qué es? - dice intrigada, aunque me suena a un sí, sea lo que sea.



- Nada que no pueda gustarte. Aunque si me equivoco, solo tienes que decirlo.



- mmmmm??? Vamos a probar Señora.



- Perfecto. Para flor, ve a buscar las pinzas a cuatro patas. Laura, tu también las tuyas y poneros como estáis ahora.



Vamos los dos a la vez a buscar las pinzas. Ya a cuatro patas a por las de tender la ropa unidas por un cordel. Laura a por las que dejé en la papelera del aseo. Nos volvemos a colocar como estábamos.



- Laura, baja la camiseta hasta la cintura y quítate el sujetador. Perrito sigue con la pollita -pide la Señora a ambos mientras se muerde provocativa el labio inferior -. Laura, ponte las pinzas en los pezones, apretadas hasta que aguantes el dolor - añade cuando ve que mi compañera se ha bajado la camiseta y quitado el sujetador -. Quiero probar algo con esa pollita, algo que no sé si es capaz de dar a una mujer, algo que también dudas tu, ¿verdad Laura?- se le dibuja a Usted una sonrisa provocadora, pícara, dominante.



La expresión de Laura lo dice todo, asombrada, incrédula, a punto de echarse atrás. Diría que temor en su mirada, a la vez que decisión, arrojo y tentación de avanzar hasta donde haga falta para sentir la intensidad de la humillación que cree que le espera, aun sin saber qué se espera que haga con la pollita de su jefe.



- ¿Cómo lo llevas flor?



-Señora, si sigo pajeándome me corro - mi respuesta provoca una risita tierna, suave de mi Ama y una sonrisa de Laura.



- Pues para. Ahora Laura, vamos a comprobar si mi perrito es válido para algo mas que para meneársela, ¿sí, decidida? - mi compañera responde que sí, que está dispuesta a lo que desee, evidentemente entregada y, creo que en el fondo, también hay cierta dosis de venganza con su jefe, de humillación.



- Baja la falda y fuera la braguita. mmmm, perfecto, solo se te ven las tetas. ¿Qué sientes semidesnuda ante tu jefe?



No sabe qué decir. Seguro que ya no pensaba en eso, que me veía como un sumiso, como Su sumiso, Su perrito con el que poder divertirse y pasar un buen rato, como un compañero de sumisión.



- Me siento sucia. Es todo tan nuevo, tan intenso... Creo que temerosa, como parte de un juego, que incluso me igualo a él. También desconcierto, desazón. Me siento insegura, sin saber cómo va a usarlo, si pretenderá aprovecharse por saber todo esto de mi.



- No te preocupes Laura por eso último. Flor está en la misma situación, expuesto a que quieras aprovecharte. Por lo que sé que no lo vais a hacer ninguno de los dos. También me preocupo por eso y sé que no va a pasar.



Pasan unos segundos.



- Por lo otro, me alegro de que te sientas como decías. Ahora, ¿seguimos? - Laura dice que sí sin pensárselo -. Siéntate encima de él, la pollita hasta el fondo, seguramente no notarás casi nada, al menos es lo que parece. Vamos hazlo.



- Señora, no quisiera quedarme embarazada - casi ruega.



- De eso también me ocupo yo. Ya tengo algo pensado por si llegase a pasar - evidentemente sigue sin saber nada de mi vasectomía -. Además, añade a eso que va a pasar una buena temporada que tu marido no te va a follar el coñito, luego te explico, jejeje. Imagina quedarte preñada, sin haber follado con él desde hace meses, mmmmm cuanto morbo, cuanta humillación para ti no saber qué explicación darle a semejante milagro, con tu barriguita ya evidente, creciendo semana a semana. Estoy convencida que te sentirías como te gusta

Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
  • Media: 0
  • Votos: 0
  • Envios: 0
  • Lecturas: 823
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.191.195.110

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Relatos: 37.829
»Autores Activos: 2.203
»Total Comentarios: 11.826
»Total Votos: 511.796
»Total Envios 21.937
»Total Lecturas 93.971.729