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Mis putachas (Cap. 1): El nacimiento

Esta historia se desarrolla en la ciudad de Mazatlán Sinaloa México y narra la vida de las que en un momento específico se rindieron a mis pies para así convertirse en Putachas, mis “Putachas”. Las protagonistas son madre e hija, la madre llevaba una vida normal con su pareja hasta que él tuvo a bien como se dice “estirar la pata”.



Al estirar la pata el marido Sofía la esposa y madre, decidió que no iba a desperdiciar los cuatro talentos naturales que dios le había proporcionado para poderlos usar cuando llegara el momento de quedarse viuda, situación que Sofía supo aprovechar por lo que decidió perder la decencia y empezar a vestir como una puta usando tacones dorados de unos diez centímetros, minifaldas de cuero bien ajustadas que poco dejarían a la imaginación y unos escotes para rematar que bien dejaba lucir a la perfección sus atributos y siendo bisexual pues le daba lo mismo lamer panocha o comer polla, el caso era afilar esa lengua cachonda



Al quedar viuda tuvo que hacerla de madre y padre a la vez sin embargo cometió un error que a la larga a su Ama o sea yo vino a beneficiarme. El error que me benefició fue que Sofía dijo a su hija Lizbeth que teniendo buenos atributos no importa si eres inteligente o no y que disfrutara la vida mientras pudiera. A Lizbeth le pareció un buen consejo de su madre y ya que estaba acostumbrada a ver como desde que su padre falleció en su casa entraban hombres a diferentes horas y días cada rato para merendarse a Sofía, pues para ella eso era como el pan de cada día dando vuelo a la hilacha o como se dice “a darle gusto al cuerpo”, ese consejo dado por Sofía fue uno de los peores que pudo dar a su hija, ya que además de empezar a lucirse en público tal como su madre lo hacía, con el paso de los años y en plena adolescencia le dio por obvias razones a asistir a fiestas en las cuales aprendió a beber hasta llegar el punto de ponerse bien peda, pero pues el sabio consejo de Sofía fue “disfruta cuanto más puedas”, eso le dio rienda suelta y a Sofía la verdad le valía madres ver llegar a su hija dando traspiés y arrastrándose de borracha.



Eso era cada fin de semana entero empezando el viernes para que a veces ni llegaba a dormir y al aparecerse en su casa su madre solo decía “se ve que te divertiste, te invito un caldo para la peda”. Dicho esto en vez de educarla para que no se pusiera peda, solo se la llevaba a comer caldos de camarón al mercado para bajarle la cruda y poder así comenzar una nueva semana esperando al viernes para repetir el ritual de cada semana.



Sus pechos y nalgas empezaron a tomar formas muy pronunciadas y a los 18 años tuvo su primer recostón y abierta de piernas como si fuera un compás o unas simples tijeras listas para ser usadas. Su panocha aún era virgen por lo que como todo coche nuevo, aun sin kilometraje recorrido fue necesario aflojarle el agujero con algo de líquido lubricante y poder meter sin problemas la polla ganadora.



Seguía en la errónea idea permanente de que ella era la más irresistible y juraba que todos morían por ella solo de verla, sin embargo la verdad era que se había convertido en la putacha de la escuela al igual que su madre Sofía en la oficina, Sofía prácticamente su trabajo de fiscal era una simple pantalla para ocultar que se supiera era la putacha del fiscal y de los compañeros que la desearan tener a sus pies, de igual forma Lizbeth era requerida en la escuela mientras ella se sentía la más sexy.



Lizbeth en su idea estúpida de sentirse la única coca de la fiesta se metía en la cama hasta con los novios de sus mejores amigas, hasta que cierto día sin saberlo se encontró con alguien que pensó era como ella igual de libertina, sin embargo esta persona era más dominante y aunque Lizbeth era una creída que podía todo, en poco tiempo esa vanidad le fue robada junto con su voluntad, y aunque fue un hueso duro de mordisquear al final terminó cediendo ante esa persona que supo domarle en unos cuantas semanas.



A las tres semanas de haber caído a los pies de su nueva Dueña, Ama y Señora, el 75% de su voluntad ya la había perdido y le era casi imposible no obedecer las órdenes que recibía. Ahí fue donde más terminó doblegada y cuando su Ama le ordenó presentarle a su madre Sofía. Lizbeth que ya era una perrita totalmente domada sin siquiera poder opinar, solo dijo “Sí Ama se la presentaré”. Ya hasta los que antes se decían sus amigos solo la veían como la putacha más nalgona de Mazatlán.



El Ama que en su otra personalidad era una prominente empresaria tuvo que postergar que su putacha le presentara a la putacha mayor por dos días, ya que tuvo que salir de viaje pero no sin antes llevarse a su putacha para que mientras ella viajara, la putacha estuviera a sus pies rendida. La putacha solo sería llevada para cargar el equipaje de su Ama, plancharle la ropa, bañarle, así como darle masajes de pies cada día después de regresar de sus sesiones de trabajo de la empresa. De la rubia vanidosa que era meses atrás Lizbeth, ya ni su sombra, ahora solo era considerada un objeto o un mueble para usar como más convenga en el momento adecuado.



Poco antes de terminar el viaje de negocios, a su Ama se le vino la idea de en qué y cómo podría usar a esa putacha y a su putacha madre también.



Pero de esos planes nos enteraremos en el siguiente capítulo que viene con muchas sorpresas, por ahora solo quedo en espera de sus comentarios e ideas.


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