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Categoría: Incestos

Mis Primas

Repentinamente, después de más de 40 años, a mi mente vinieron los recuerdos de esa época tan especial en donde un fin de semana compartí con mis primas una aventura que nunca más volveríamos a repetir.

Por esas fechas, recién había cumplido los 19 años, estudiaba mi segundo año de medicina y estaban próximas las vacaciones de fin de año, coincidían con el periodo de descanso de la fábrica donde trabajaba para pagar mis estudios, en esta misma empresa, trabajaban dos de mis primas, Martha de 20 y Diana de 18 años. Su padre, una semana antes se había ganado el premio mayor de la Lotería Nacional, a pesar de no tener el billete completo, la cantidad ganada era muy respetable.

Regalo a toda la familia diferentes cosas compartiendo su alegría y repentina riqueza, a mí me tocó un reloj, mi madre, su cuñada, recibió una estufa y para agradecerle organizo una gran comilona, como era costumbre en esa gran familia.

El día de la reunión, se juntaron las tres hermanas con toda su prole, gracias al patio grande de nuestra casa, se pudo acomodar a 10 adultos en una mesa y a los 17 primos que pudieron asistir, los menores, Alicia y Cesar, tenían solo 10 y 9 años respectivamente, como era costumbre había tres mesas para todos nosotros para poder compartir por grupos de edad e intereses comunes, era siempre una grata experiencia ya que no solo se compartía comida sino música y baile, varios habían aprendido a tocar la guitarra con mi padre y era obligado, que ya de postres nos ofrecieran largas horas de cantada, las tres hermanas lo hacían y muy bien ya que de jóvenes, lo habían hecho profesionalmente.

En el curso de la comida me moví de silla para quedar en medio de Martha y Diana, empezamos platicando del trabajo y comentaron que su padre quería organizar un viaje al puerto de Acapulco, a pesar de haber ido un par de veces, les dije que me apuntaran, si el viaje se hacía, mientras el tiempo pasaba, bailamos unas tres o cuatro melodías, yo alterne entre una y otra como siempre y había confianza, las pegaba yo a mí para sentir las redondeces de su cuerpo, debo confesar que más de una vez mi pene se ponía en señal de alerta y tal vez lo pudieron sentir entre sus piernas.

Para continuar debo describir a mis primas, Martha la mayor lucia por esos años un cuerpo lleno, pleno, de busto amplio y caderas rotundas, un trasero respingón y piernones fabulosos, si tuviera que comparar diría yo que las facciones de su rostro, eran muy similares a la cantante inglesa Adele que tantos éxitos musicales tiene ahora.

Diana, merece una sola descripción, era Divina, morena obscura con ojos claros casi grises, cuerpo de una bella simetría a pesar de lo bajo de estatura, era la viva imagen de la inocencia por un lado y el erotismo profundo que transmite un cuerpo como el de la también cantante Rihanna quien en la actualidad me recuerda a la Diana de esos años.

Pues bien, la fiesta termino y cada quien para su casa, a los dos días recibí la llamada de Martha que me informaba que el siguiente viernes saldríamos rumbo a Acapulco, avise a mis padres y comentamos que sería un viaje divertido; al llegar el viernes, se confirmó que de los asistentes previstos, solo se había armado un grupo de 15 personas por lo que no viajaríamos en autobús especial sino en una pequeña camioneta con capacidad sobrada para el grupo, quede acomodado en la penúltima fila junto a mi prima Martha, Diana iba en la última fila junto a tres de los menores de edad, cuando arrancamos me dedique a ver pasar los edificios y calles de la fabulosa ciudad de México que siempre me ha parecido una hermosa ciudad que nunca duerme, al pasar por la calzada de Tlalpan, me percate que Martha maniobraba para quitarse los pantalones vaqueros que traía quedando solo en bragas y calcetas en los pies, también se había quitado los zapatos y sin consultar, paso las piernas por sobre las mías y extendió una cobija para cubrirse.

Ya no pude viajar tranquilo, sus rotundas piernas, además del peso, mandaron una señal de calor a mi entrepierna y mi verga empezó a ponerse morcillona, hice un movimiento de caderas para buscar darle espacio y el resultado fue mejor aunque a los pocos minutos mi erección era más que evidente, Martha empezó a jugar conmigo haciendo presión con sus muslos en forma alternada y gimiendo entre labios como si estuviera disfrutando ese contacto, -Uy, primito, como has crecido, ¿te acuerdas cuando teníamos 10 años? ¡Era mucho más chico entonces! Dijo sonriendo.

Con sus palabras mi mente regreso casi diez años, una tarde de fiesta en el pasillo exterior de su casa, su hermano Juan Pablo, me había retado a que tocara los traseros de sus hermanas, diciéndome al oído ¡Agárraselas! ¡Martha y Diana las tienen bien grandes y durísimas!

Ellas, simplemente se dejaron tocar, nos ofrecían a ambos sus traseritos parados, con la poca iluminación en el pasillo, subieron sus faldillas permitiendo así que nuestros toqueteos fueran directo sobre la piel y sobre las pequeñas bragas que usaban,  Juan Pablo que era el mayor de todos, comento que eso lo excitaba y se le ponía dura su pistola, creo que también fue mi primera erección provocada por algo sexual, continuamos tocando y el juego se acabó cuando ellas nos pidieron tocar nuestros bultos, ahí me deje tocar por ambas por espacio de varios minutos, para luego salir todos corriendo y gritando como fruto tal vez de la maldad que habíamos hecho, les juro que nunca más algo similar sucedió y hasta ese momento para mí era una cosa olvidada.

Sonreí y solo le dije -¡También tu trasero era más chico entonces! A lo que de inmediato contesto: -¡Pero sigue igual de duro que siempre! Al tiempo que giraba su cuerpo como ofreciéndome la oportunidad de que lo constatara.

Mi mano izquierda, tímidamente inicio el recorrido por sus muslos exteriores, hasta que la detuve entre la tela de su braga y el inicio de la redondez de su trasero firme y macizo.

Mi erección dio un brinco, ahora era yo el que impulsando el movimiento disfrutaba el contacto con su media nalga, ya no era yo aquel chiquillo de esos años, mi primera experiencia sexual la había cumplido a los doce años con una mujer casada de 23 años que fue lo suficientemente tierna y hábil como para obtener de mí el máximo placer al tiempo que me enseño como debía amarse, acariciarse y poseer el cuerpo de una mujer nuestra relación duro más de dos años hasta el momento que quedó embarazada y tuvo que cambiar su lugar de residencia. (Ver los relatos de la serie Esta es mi historia donde cuento el desarrollo de mis experiencias sexuales).

Créanme que el viaje de cinco horas hasta Acapulco, se nos hizo corto, con mis manos hice gozar a mi prima Martha más de tres veces, acariciando su entrepierna hasta que empapo sus bragas y yo sentía subir su fuerte olor de hembra. En correspondencia ella recibió mi derrame entre sus maravillosos muslos después de masajear con la presión adecuada por más de una hora.

 Me sentía incómodo, mi prima Martha, termino de ponerse sus pantalones ya con la puerta de la camioneta abierta, dándose cuenta de mi turbación, al salir me abrazo y me dijo al oído, -¡Calmado primito! Aun no pasa nada, apenas empezamos.

Cuando Diana bajo de la camioneta, también me abrazo y aunque se veía somnolienta, se acercó y me dijo: -Traigo las piernas molidas, a mí me debes un masaje como el que le diste a Martha, -¡Pero no le des con la misma crema! Se apuró a decir Martha sonriendo al tiempo que me sentí atrapado en algo que parecía un juego bien planeado entre ellas.

Mi tío y tía, hicieron los arreglos para el hospedaje y de inmediato bajamos el total del equipaje con tal de tener más tiempo para llegar a las playas

Dadas las características de la Posada que nos recibió, me correspondió una habitación en el tercer piso, las muchachas quedaron en un cuarto para ellas en el segundo piso y mis tíos junto con otras personas quedaron en el primer piso donde colocaron camas adicionales para los menores, de inmediato nos cambiamos para ir a la playa distante solo unos cien metros.

Salimos en grupo, no pude hacer ningún comentario ya que mis tíos estaban presentes pero la verdad ambas primas se veían fabulosas en los trajes de baño de color verde eléctrico, ambas podían presumir de unos traseros majestuosos que solo cubrían media nalga ya que eran del tipo brasileño, mi tía les comento si habían venido con la intensión de conseguir pareja, a pesar de que contestaron negativamente, ambas voltearon a mirarme y guiñando un ojo casi a la par, Martha incluso remojo sus labios pasando la lengua sobre de ellos en una forma muy provocativa.

El día transcurrió sin nada más sobresaliente, me pegue varios calentones con ellas mientras jugábamos a empujarnos y jalonearnos dentro del agua, comimos todos juntos en un localito tipo palapa cerca de la playa, ahí nos regalaron pases para una de las discotecas de moda del puerto, ellas pidieron permiso para asistir y se los dieron siempre y cuando yo les acompañara y aseguráramos que no beberíamos nada de licor.

Por su puesto que nunca cumplimos lo prometido, nada más llegar a la Disco, bebimos de un tirón caballitos de tequila que ofrecieron a la entrada, ambas lucían encantadoras, llevaban vestidos estraples que se ajustaban a la parte alta del busto cubriéndolos totalmente, también ajustaban a su cintura con resorte ancho y luego caían en forma recta hasta poco más arriba de la rodilla, sentí que era la envidia de muchos hombres pues muchas cabezas voltearon a mirarlas sobre todo cuando giraban haciendo que el vuelo de su vestido permitiera ver sus muslos.

Bailamos y bebimos durante las más de cuatro horas que pasamos dentro, varias veces, sentí que me encendía cuando la una o la otra se pegaban a mi cuerpo, se podría decir que mantuve una mediana erección en forma constante, cerca de las dos de la mañana, caminamos rumbo a la posada, al llegar, todo estaba silencio, pasamos del primer piso al segundo sin sorpresas y ellas retiraron sus zapatillas, cuando llegamos a la puerta de su cuarto, Martha se abrazó a mí y me beso en los labios -¡Buenas noches primito! Fuiste todo un caballero, yo hubiera querido que te portaras mal, Me dijo.

Diana, salió del cuarto y se acercó a nosotros, jalo mi cabeza y me beso asomando la punta de la lengua de sus labios, penetro mi boca y me dijo: -¡Todavía podemos portarnos mal!  ¿Verdad que si primito?

Mi respuesta fue tomarla de la cintura, estrecharla a mi cuerpo al tiempo que yo devolvía el beso que se convirtió en una devorada completa de su lengua y de sus prominentes labios, mis manos se fueron a su trasero y la pegue a mí fuertemente. Al sentirse así tratada, suspiro y me volvió a ofrecer su boca, no sé por cuantos minutos nos besamos, empecé a sentir un par de manos adicional acariciando mi espalda, era Martha que se pegaba a mi trasero y nos empujaba hacia el interior de la habitación.

Ya dentro y después de colocar el seguro, Martha empezó a desnudarse, bajo el vestido llevaba un  corpiño de plástico que afirmaba sus grandes senos y una pequeña tanga de color blanco, empezó a bajarla con dificultad por sus amplios muslos haciéndose un rollito que quedo entre sus pies, me jalo por los hombros y me ofreció su boca entreabierta, nos besamos con ansia y casi desesperación mi lengua y su lengua luchaban por la supremacía del territorio, a veces el interior de su boca, a veces la mía, me separe un poco de ella para empezar a quitar mi camisa, me ayudo aflojando el cinturón y los primeros botones del pantalón, volteé a mirar a Diana, estaba doblada desatando las cintas de sus zapatillas, estaba desnuda y su cabello caía sobre su rostro, cuando se levantó, fue un gran espectáculo, jamás había visto un cuerpo así de firme, sus senos parecían no colgar, estaban como suspendidos en el aire, hacían contacto curva contra curva y solo vibraban cuando se movía, ambos estaban coronados por amplias aureolas que a su vez tenían amplios y rotundos pezones que sobresalían más de un centímetro y eran del doble de diámetro de la goma de un lápiz, como ya he dicho, ¡Divina!, camino con paso lento hasta colocarse junto a Martha, ¡Que espectáculo, Dios Mío!

Mi mirada bajo deslizándose lentamente por ambos cuerpos, el contraste de color de piel le daba un morbo adicional, el ligero vientre abultado de Martha, se difuminaba en dos o tres llantitas que parecían cubrir su abultado monte de venus que de tan carnoso parecía tener vida propia, apenas cubierto de una ligera pelusa de bellos, se partía en dos haciendo que su profundidad fuera más notable, el plano vientre de Diana parecía la continuación de su tonicidad perfecta, su pubis se adivinaba duro apenas cubierto por una ligera mata de ensortijados bellos de color negro casi azuloso, parecía ser de una pieza y no se permitía ver ninguna partición; ambas mujeres sabían que tenían piernas preciosas, de muslos firmes, rodillas gráciles y pantorrillas rotundas, con esa imagen me di cuenta que yo permanecía de pie con los pantalones puestos, me agache a quitarlos y aflojar las cintas de mis zapatos, cuando levante la mirada ellas se besaban, tomadas de las manos, compartían un beso lento, suave y tierno que me calentó más de lo que ya estaba.

Diana se desprendió de los brazos de su hermana Martha estirando su cuello al mantener el roce de sus labios hasta el último segundo, pude ver un hilillo de saliva que se rompió entre ambas bocas, Martha se quedó quieta pero saco su lengua y recorrió sus labios lentamente para después con un gesto de picardía, enseñarme más de su lengua y extender sus brazos hacia mi persona, yo del otro lado de la cama, estaba dispuesto a llegar hasta ella cuando fui interceptado por los brazos de Diana que sonriendo maliciosamente me dijo: ¡Ven a mí, primito! ¡Toda la noche me he mantenido ardiendo por ti! Ya me platico en detalle mi hermana y sé que nos vas a hacer muy felices ¿A que sí?

No supe que contestar, simplemente extendí mis brazos y empecé a abrazarle queriendo sentir a plenitud la tersura de su piel, mis ojos voltearon a ver a Martha quien ya se subía a la cama, al mismo tiempo que sentí que las manos de Diana empujaban el elástico de mi bóxer hacia abajo, mi herramienta se levantó vibrando por el doble efecto de bajar y ser liberada por el elástico y plantearse orgullosa ante el reto que tenía por delante.

Cualquier hombre se hubiera liado a golpes conmigo por estar con cualquiera de ellas, aquí estaba yo solo con las dos.

Mi prenda quedo hecha rollo a mis pies y solo con un pie la hice a un lado, abrace fuertemente a Diana y me fui como un lobo directo a su cuello, recorrí el mismo y remate metiendo mi lengua en el fondo de su oreja izquierda, mis manos fueron a sentir sus pechos, quede subyugado por su suavidad al tacto y su firmeza, sentí crecer entre mis palmas sus pezones de color chocolate obscuro, pase con mi lengua por ambos y los sentí endurecer y crecer un poco más, regrese a mordisquearlos con suavidad como jalando de ellos, Diana dejo caer su cabeza hacia atrás y emitió un intenso sonido gutural prolongando un ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiii! Que salía del fondo de sus pulmones.

Al ser más alto que ella me percate que mi pene había dejado una línea de humedad arriba de su ombligo, como si hubiera querido dejar huella de mi recorrido y de mi deseo.

Diana se fue sentando sobre la cama al tiempo que yo me inclinaba con ella, los brazos de Martha nos recibieron y guiaron hasta que Diana se estiro a lo largo, de inmediato me bese con Martha quien me ofrecía su boca abierta aun enseñando su jugosa lengua.

No pregunte nada, no hizo falta, solo me deje llevar por mi propia lujuria y por cuatro hábiles manos que me movían y guiaban sobre de ellas y para ellas.

Fue una lucha encarnizada donde no hubo vencedor ni vencido, nunca deje de besar alguna boca o chupar y lamer algún seno muchas veces me encontraba un seno humedecido por otra saliva que no era la mía, más de una vez me encontraba una boca al momento de buscar un nuevo seno o bien coincidíamos en algún otro, mis propios senos fueron lamidos y chupados descubriendo lo excitante que esto resulta sabiendo que dos bocas te provocan este placer, empecé a tomar conciencia de nuestros arrebatos cuando me percate que por mis piernas velludas corría la humedad de las vaginas de mis primas, ambas por igual se deslizaban sobre de ellas marcándome con su humedad, en un momento quise más y penetre la vagina más próxima que resulto ser la de Martha, su interior estrecho y carnoso me atrapo como un guante, Diana me tomo por la espalda y clavo sus senos al tiempo que sus manos sobaban mis nalgas y me llevo acompañando el movimiento de dentro hacia afuera con que ataque a su hermana, por la situación nuestros cuerpos empezaron a transpirar profusamente y era difícil tocar parte de cuerpo que no tuviera una cubierta de humedad. Martha gozo casi a los dos minutos confirmando el nivel tan alto de excitación que la dominaba, me empujo por el pecho y me desenganche, la humedad que salía de su vagina era exagerada, Diana se retiró de mi espalda para ponerse en cuatro sobre la cama empezando a saborear el néctar de su hermana directamente de la fuente, a mi vista quedaron sus dos agujeros y enfile la cabeza de mi pene a su ranura, la humedad fue suficiente para que de dos golpes me hundiera por completo, ella se quejó y gimió argumentando que era muy grande, que fuera despacio y que no me moviera para que se acostumbrara.

La situación era tan morbosa que me afiancé a sus amplias caderas y comencé a atacarla con fuerza pero a un ritmo lento, cada estocada era más y más profunda hasta que sentí la cabeza de mi herramienta chocar con el cuello del útero, Diana comenzó a vibrar a la vez que enterraba su lengua más intensamente en la vagina de su hermana que la tomo firmemente del cabello impidiendo cualquier intento de retirada.

Después de esto, ambas me cabalgaron por turnos y en un momento de locura Martha se sentó sobre mi cara al tiempo que Diana me cabalgaba, entre ellas se besaban y acariciaban sus senos.

Eran cerca de las 6 de la mañana cuando Salí de su cuarto solo para llegar a mi habitación a bañarme, baje a desayunar el primero pues me moría de hambre, ese fin de semana lo hicimos las tres noches, las combinaciones eran espectaculares y mucho ayudo el morbo de verlas besándose constantemente, entre descansos me entere que cada una de ellas había entregado su  virginidad a su hermano Juan Pablo siendo el mismo el responsable de iniciarlas en el sexo de ellas solas.

Por eso me acorde de mis primas y siempre las llevare en la memoria y de quienes guardo la experiencia más morbosa, nunca más volvimos a tener sexo juntos ni en forma aislada, cada una así se dieron sus despedidas de solteras pues al regresar del viaje se casaron.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 6
  • Votos: 1
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