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MIS DIAS EN PRISION 6

MIS DIAS EN PRISION 6

 

 

DIA CUARENTA

 

El obispo estaba sentado en la silla. Cuando me vio exhibió una leve sonrisa. Me invito a sentarme delante de el. Así lo hice. Era un hombre de mediana edad. Tal vez un poco desgastado, quizá por la función. Quiero decir que parecía mayor. Pelo gris, tal vez muy cuidado. Ojos grises. Una cara de viejo sabio. esa fue la impresión que me daba.

__Bueno muchacho. ¿Tu eres a quien llaman Luli?__ preguntó inquisitivo

__¡Sí señor!__ dije yo. El sonreía. Era de tarde. Recién me había levantado de mi siesta.

__¿Y como llegaste aquí?

__Uno se mete en líos vio Padre…__ dije con mi mejor tono de inocente

__¿Y ya te arrepentiste de ello?

__¡Claro Padre, como no, nadie debería estar encerrado, es muy feo!

__¡Claro, claro!... Quieres hablar de algo, en particular…__ me sorprendió

__No, no sé, de nada en particular!!

__Tal vez quieres hablar de cuando empezó todo

__¿Todo qué Señor?

__Esto, de que te gusten los hombres…

__¡Ah, claro…claro…__ pensé que estaba bromeando

__¿Y bien? Cuéntalo

__Esta bien__ no sé que me mecanismo se activo en mi interior y comencé a  hablar sin ningún esfuerzo…

Resulta que hubo una época en mi vida en que tuvimos que ir con mi madre a la casa de su hermano. Mi tío estaba casado con una hermosa mujer, a mi me lo parecía. Además era buena, muy buena.

En fin, la cuestión es que allí pasaba mis días. Mi tío trabajaba por las mañana hasta las tres de la tarde. Mi tía atendía la casa. No tenían hijos. Mi madre estaba fuera de la casa generalmente. Supuestamente también ella tenía un trabajo. Yo iba a al escuela por las mañanas y ya en la tarde estaba en la casa de mis tíos. Walter y Raquel.

Una tardecita, hacía calor. Mi tía estaba en un cuarto de la casa  planchando ropa y ordenando las cosas. Mí tío Walter,  miraba la tele sentado es una de esas sillas plegables. Yo estaba sentado a su lado en una silla común y corriente de madera, recuerdo que eran mas bien pesadas.

La cuestión que en n momento mi tío, mira hacia donde estaba

__¿Te aburres?__ pregunta

__No tío Walter

__¿Y como te va en la escuela?

__Bien por ahora.

__¿Y con tus compañeritos como te llevas?

__Bien, salvo por algunos..

__¿Qué pasa con ellos?

__Algunos son  unos idiotas

__¿Te maltratan?

__No le cuentes a madre…

__¿Qué? dímelo chico

__Intentaron abusar de mi

__¿No me digas?

__Sí…__ hice silencio porque note que el tío me miraba distinto. Con un cierto brillo perverso en los ojos.

__¿Y qué paso?

__Nada, nada…

__¿Como nada?¿Sabes lo que has logrado?__ dijo de repente como en un susurro

__¡Qué?__ dije yo. Entonces el tomo una de mis manos y la llevo a su entrepierna. Noté algo duro. Y que mas duro se puso en tanto yo tenía la mano allí. El suspiraba y gemía. Se bajo el pantalón un poco más y vi una enorme víbora queriendo levantarse.

__¿Ves lo que has logrado? Mira como estoy__ decía mi tío y me tomaba la mano para que no dejara la vara, que por otra parte yo no pensaba dejar. Al contrario me aferraba mucho mas a ella.

Me acercó a el y su lengua se perdió descontrolada en mi boca. Apenas abrí la boca al principio, pero luego al calentarme abrí mucho mas grande y mi lengua chocó con la suya. Yo no dejaba de mover su rocosa pija. De allí me empujo la cabeza hasta su mástil. Me hizo tragar su vergota. No era la primera vez que comía una pija, pero si era la primera de un adulto. Debo decir que me gusto saborear aquel pedazo erecto. Walter, mi tío, gemía y miraba de vez en cuando a la puerta. tal vez esperaba de un momento a otro a que ingresara la tía.

De pronto se puso de pie. El calzoncillos a mitad de sus piernas. La pijota bamboleaba frente a mis ojos. Con las manos me corrió hacia atrás.

__¡Ábreme los cachetes anda y chúpame el culito llénalo de saliva, hazlo!!__ abrí sus nalgas. Estaba bien afeitado. No tenía un pelito. era un culo muy pulcro. metí mi lengua y la moví. El estaba tan caliente que respiraba a punto del desmayo. Yo metía mi lengua. La movía en su agujero. Pasaba la lengua por sus bolas. El gemía y decía cosas susurrando. Todo era muy caliente, pero contenido. Con mis manos sostenía su espada que saltaba de un lado a otro como muñeco salvaje.

__¡Ahhh ya detente demonio, vas a hacerme acabar!!__ me dijo el en un momento.

Se volvió a sentar. Y me colocó delante de el. Mi culo daba en su nariz. Bajo mis pantalones cortos. Pellizco mi cola. Mordió mis nalgas. Me aspiraba sintiendo mi olor. Abrió mi zanja y se metió allí con su lengua. Comenzó a chuparme como ningún chico del colegio lo había hecho hasta ese día. Mi pija se paro y lanzó chorros de leche de inmediato.

__¡Ahh te gusta puta, eres una perrita, te gusta, ahhh!!__ decía el puerco y me hundía la lengua en mi anito. Después de aquello. solo me atrajo hacia el. Despacio me fue acomodando su tranca en mi agujero. Sentí como iba entrando. Mi ojete echaba espuma. Me mordía la oreja. Me senté finalmente en su estaca hundida entera en mi colita abierta y espumosa. Gozaba a mas no poder. El me mordía el cuello.

__¡Ahh es tan apretado, me encanta tu culito, eres una putita, Ohh, ahhh!__ gemía el muy caliente.

__¡Vas a ordeñarme, te voy a dar tu leche, quieres, sí, di que sí!!__ gemía el

__¡Si quiero tu lechita tío, si, si dámela!!__ le contestaba yo. Mientras el sacudía su descarga furiosa dentro de mi. Llenaba mi agujero de semen. Apretaba mi pecho y serruchaba un poco más, descargando sus bolas en mi interior.

 

Salí del cuento y es como que volví a la realidad. Al tiempo real. El obispo estaba desnudo y con su herramienta gruesa totalmente parada. Sentado en la misma silla me mira, con un brillo demoníaco.

__Ven siéntate en mis rodillas…__ dice un hilo de baba le cae por la comisura de sus labios

__Quítate ese uniforme__ ordena y yo obedezco dejando caer el ismo en el suelo. Me siento en sus piernas y ya me aferro a su estaca. El obispo gime y resopla. Se mueve nervioso en la silla.

__¡Trae tu boca aquí y chúpame estos pezones!!__ me lleva la cabeza hasta su pecho. Chupo sus tetillas muy paradas. Extremadamente gordas para ser de un macho. Lindas. Me gustan. No dejo de masturbar al hombre. No dejo de pasar los dedos por la cabeza grande y brillosa.

__¡Ahhh, me hablaron de tus dotes, pero se quedaron muy cortos..ahhhhh!!!__ gime el

 

Obispo enardecido, loco de calentura. Mi lengua recorre los pezones duros y

 

enrojecidos de aquel hombre. Succiono con hambre, como si fuera un púber hambriento. No dejo de masajear su inflada espada. Me acaricia el cuello. Me pellizca las nalgas. Alcanza a meter un par de dedos en mi orificio despierto y desbordante de calentura. Atenaza mi pija y la sacude. Acaricia mis huevos. Los toca despacio, con calma y a la vez con desgarrada erupción.

Apuro mis arrumacos a su pistón aceitado. Muerde los dientes. Gruñe como animal. Empieza a descargar abundante leche. El hace lo mismo conmigo y me hace escupir mis líquidos al unísono. Chupo mas fuerte su pecho. Grita. Aprieta mi cabeza.

Quedamos unos instantes ordeñándonos mutuamente. Dejamos secas nuestras vergas.

Yo seguía en las piernas del Obispo, esto no parecía molestarle. Es más creo que estaba muy a gusto con un macho en sus muslos. Sentía el calor de mi culo en el. Es que de allí podía enterrar sus dedos, como lo estaba haciendo, en mi baboso anillo.

__¡Tienes un hermoso ojete Luli!__ comentaba mordiendo mis hombros. Yo sudaba y gemía. Sus dedos entraban profundamente. Comencé a rozar con la yema de mis dedos su alicaída tranca. Suavemente comenzó a dar señales de vida. Buscaba levantarse.

El Obispo me tomo de la barbilla y llevo su boca al encuentro de la mía. Las lenguas sacaron chispas. El hombre respiraba entrecortadamente y su poronga se levantaba sin remedio.

 

Entonces sacándome de sus piernas me coloca contra el borde del escritorio mas cercano que había en aquella oficina. Abre mis nalgas y escupe en medio de ellas. Mete su lengua comiéndome el anillo del  ojete que se abre cada vez mas. Saborea cada

milímetro de mi carne explosiva.

__¡Que hermoso anillo tienes Luli, eres un encanto de carne fresca, deseo meterme en ti!!_- confiesa el Obispo

__¡Sí hágalo, entre en mi, por favor, penétreme!!!__ lanzo yo , el sigue chupando un poco mas. Me abro por completo.

Así por fin entra en mi. A fondo. Siento su ariete quemando mi piel. Taladra ya mi interior. Por completo se hunde en mi humanidad.

__¡Ahh, eres un diablo pervertido, ahh, me encanta ese ojete que tienes!!__ gruñe el Obispo en tanto me sostiene de las caderas. Se aferra a mi. Va y viene golpeando sus bolas en mis nalgas. Me siento ensartado en el aire. Mis pies apenas apoyan en el piso porque con sus embestidas me levanta del suelo.

__¡¡Ahh eres un amor Luli, un a perra, me gusta tanto cogerte!!!

__Cójame entonces, ay, ay, ay!!

__¡Te voy a dar lechita fresca, ahhh!!

__¡Si señor deme, la leche, démela toda!!!__ así acelera sus andanadas en mi. Su poronga se infla cada vez mas. Aceleró y aceleró y fue largando su descarga dentro de mi. Sus escupitajos cargados llenaron mi culito, rebalsándolo. Muerde mi nuca. Lame mis orejas, apoyado en mi espalda. Se queda resollando. Casi sin vida.

__¡Ohhh me has dejado de cama, eres muy putita, tendré que verte mas seguido…!!!__ alcanza a decir en tanto va saliendo de mi agujero. Siento que los fluidos caen por doquier.

 

El Obispo me gira. Quedo sentado en el escritorio. Me toma del rostro y acercándose me besa ardientemente. Me abraza. Acaricia mis cabellos. Muerde mi cuello. Pasa su lengua por los hombros, lóbulos de la oreja, llega a mis tetillas y las muerde. Vuelve a mi boca. Nos besamos profundamente. Las lenguas chocan y se envuelven en chispas incendiarias.

__¡Eres una fruta prohibida. Un manjar, tu culito es tan ajustadito, tan salvaje, eres tan hermosa, perrita…!!__ decía esto y volvía a buscar mi boca y me besaba. Acariciaba mi pija que descansaba semi blanda.  A mis bolas las amasaba y las tocaba alzándolas.

__¡Voy a hacerte probar mi líquido cristalino! ¿Quieres?__ dijo agarrando su poronga y apuntándome.

__¡Sí báñame, hazlo!__ arengue sin cuidado. El Obispo apunto y empezó a orinar sobre mi cuerpo. Baño mis genitales, provocándome un intenso calor. El chorro era grueso e intenso. Amarillo. Placentero.

__¡¡Con esto te bendigo y quito tus pecados, sé bendito!!__ casi gritaba sacado el Obispo. Llegó con su riego hasta mi pecho, luego me dio vuelta y apuntando a mi culo limpio todo los restos de leche que quedaban en mi cuerpo.

Cuando termino con su meada sobre mi cuerpo, lamió todo lo que pudo. Erotizándome otra vez. Calentando mis sentidos al máximo. Así llegó hasta mi pija y la metió en la boca. Chupó. Lamió. Mamó. Tragó mis bolas. Mi pija se levantó endurecida. La masajeó, jugó con ella haciéndome explotar en semen por todos lados. Trago mis jugos hasta rebalsar su boca.

No podía articular palabra. trago y trago sin medida. Sin descanso. Me dejo seco y sin aliento.-

Datos del Relato
  • Autor: MARIO
  • Código: 51964
  • Fecha: 20-09-2018
  • Categoría: Gays
  • Media: 0
  • Votos: 0
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1832
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