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Mi primera vez en la Iglesia

~Todo comenzó cuando me mandaron a trabajar a otra ciudad y al parecer mi novio no estaba de acuerdo aunque no lo demostraba, me despedí de la familia, amigos y de él y quedé de regresar para el fin de semana siguiente y así fue... teníamos casi dos años como pareja y en este tiempo había vivido con él cosas excitantes que con nadie había vivido, para ese tiempo yo le permitía todo tipo de caricias candentes como el tocarme los senos, morderme los pezones, acariciar mi clítoris que al parecer lo volvía loco al sentir su erección y me besaba con tal lujuria que ambos disfrutábamos de la experiencia, por mi parte comencé tocando su pene duro y suave que me parecía un monstruo cuando estaba erecto, para mi era la primera vez que tenía este tipo de contacto sexual con un hombre, poco a poco fui aprendiendo el tipo de caricias que lo hacían casi gritar de placer, después y no del todo convencida comencé a tocar la punta de su verga con mi lengua y la experiencia me pareció más que excitante, finalmente era delicioso meterlo a mi boca y mamarlo con tal placer que llegué a sentir riquísimos orgasmos mientras se lo comía, ya completo lograba atravesar mi garganta que al principio se resistía; él tratando de no hacerme sentir incomoda terminaba siempre fuera de mi boca… ahora recuerdo que era tal la excitación y atracción que sentíamos el uno por el otro que ese derroche de pasión no podía pasar desapercibido cada que no veíamos (que generalmente era a diario); me encantaba su físico(alto, moreno, pelo negro y ojos café oscuro) y como era deportista tenía unas hermosas pompas y músculos marcados, además su olor me volvía loca… yo en cambio delgada, pero con curvas bien definidas, pelo largo y como en cascada, unos senos firmes y de talla regular, y algo me identificaba siempre, mi ojos grandes y expresivos color café avellana.

En fin, que esa primera semana lejos de él se me hizo eterna y cuando pensaba en nuestros encuentros furtivos lejos de todo y de todos no podía evitar la excitación y terminaba por masturbarme.

A mi regreso en fin de semana, nos hablamos por teléfono y quedamos de vernos en el atrio de la iglesia que se encontraba cerca de un parque donde nos reuníamos con otros amigos que compartíamos en común. Desde que hablamos se sentía un clima lleno de excitación tanto que debo confesar que me humedecía tan solo de pensar en ese encuentro y más aún cuando él me dijo -por favor, ponte una falda y no uses ropa interior- este pequeño comentario me hizo vibrar del placer que ya esperaba, la cita se concertó a las 5:00 PM, dos horas antes de reunirnos con los demás...

Cuando llegamos al lugar acordado nos besamos en la mejilla y nos abrazamos, pero desde ahí sentí su pene duro como nunca lo había sentido, esto me puso tan excitada que casi me olvido del lugar donde nos encontrábamos y aún así gemí de placer, -no sabes como te he extrañado- solo acertó a decir con la voz entrecortada por el deseo que era evidente lo estaba quemando, y sin darnos cuenta dirigimos nuestros pasos al edificio adjunto a la iglesia que pertenece a la misma y alberga distintas salas para los diferentes oficios que se ejercen (coros, pandillas juveniles, catequesis, etc.), ya dentro en el patio que estaba vacío por ser muy temprana la hora para el uso de los mismos oficios (generalmente comenzaba a llegar gente a las 7:00 PM), en una pequeña banca nos estuvimos besando de forma desenfrenada, él tocaba mis senos por encima de la blusa y al sentir la ausencia de la ropa interior, revisó de reojo que no hubiera nadie para levantar mi blusa y morder un pezón que ya se encontraba erecto al contacto de su lengua, era de imaginar que deducía que no traía patíes y para cerciorarse y sin dejar de morder mi seno, metió su mano en mi falda larga y holgada, separó mis piernas y encontró mi pubis que comenzó a acariciar delicadamente, haciendo presión en el área de mi clítoris hasta sentirlo erecto, separó los labios de mi vagina con tal habilidad que su dedo pulgar seguía dando masaje al clítoris excitado mientras con el dedo medio hacía círculos a la entrada de mi vagina… yo gemía de placer y cuidaba que nadie entrara al recinto y nos descubriera en tal situación, pero sin perder la cadencia del manoseo que había iniciado por encima de su pantalón y buscando la forma de bajar el cierre…

Casi al borde del placer pude abrir su pantalón y descubrir que él tampoco traía ropa interior y así sin más ese monstruo de pene que tiene salió sin ninguna dificultad, rápidamente revisé que no hubiera nadie más y baje a tragar con ansiedad esa verga que me invitaba a hacerla explotar con mis mamadas; no teníamos ni cinco minutos de tal placer cuando escuchamos voces y pasos que se dirigían hacia nosotros y sin darnos el tiempo para arreglar nuestras ropas, mucho menos recuperarnos de tanta excitación, sin pensarlo nos dirigimos a un salón anexo a la capilla que en esos momentos estaba abierto por asares del destino… cerramos por dentro, no encendimos la luz para no ser descubiertos, respiramos asustados y esperamos a que las voces se alejaran, pero al ver nuestras ropas desarregladas, mis senos al aire y su pene erecto aún sin dudarlo un segundo seguimos de pie uno frente al otro besándonos y acariciando nuestros cuerpos ya con más libertad, con mi mano le hacía una paja y él me tenía apoyada en su pierna de frente a él y restregaba mi vagina presionando mi clítoris que sentía que me estallaba.

Nuevamente escuchamos voces y pasos cerca, nos detuvimos para que no nos escucharan, al parecer se retiraban… vimos el reloj, ¡había pasado casi una hora!... él comenzó a tocar su pantalón en la pierna que me tenía apoyada y descubrió que estaba mojado comprobando que mi vagina estaba húmeda, lista, preparada… sin pensarlo dos veces, me tomo de la mano y en tinieblas porque en el pequeño recinto no había ventanas, ni muebles solo un pequeño tragaluz, me llevó hacia otra puerta, también cerrada que comunicaba de forma directa a la iglesia, había tres escalones para bajar y acceder allí, por lo que se formaba un pequeño hueco entre el primer escalón y el último… yo tenía miedo del dolor que sabía que sufriría, además no sabía si estaba preparada, pero él no me dio tiempo de expresar mis dudas y mis temores y sin más ya estábamos los dos en el último y más bajo escalón donde estaba la puerta, me inclinó hacia adelante apoyando mis manos en el primer y más alto escalón, acarició mis nalgas que quedaban levantadas hacía él, levantó mi falda, abrió mis piernas… yo estaba temblando, ahora sé que de placer y de miedo a que nos encontraran porque de tan sólo abrir esa puerta ¡estaríamos dentro de la iglesia!, bajó su pantalón, tomó su pene y comenzó a penetrar mi vagina poco a poco; nunca pensé que mi primera vez sería así, en esa posición, en ese momento, en ese lugar…

Pronto comencé a sentir dolor… más dolor y sin más solté un grito que él pronto cayó tapando mi boca con su mano, mientras la otra me sostenía por la cintura para que no me alejara, sentí que casi me desmayaba. Al parecer mi vagina era demasiado estrecha y su verga me desgarraba, él me preguntó si paraba, no pude responder y sólo con un movimiento de cabeza le indiqué que no, esperamos un momento para que las paredes de mi vagina se adaptaran al tamaño de su pene; nuevamente él comenzó a moverse lentamente, ahora sus dos manos me sostenían por las caderas y poco a poco me meneaba, empecé a sentir delicioso el compás de esos movimientos, bajó su mano por delante y comenzó a presionar mi clítoris, a acariciarlo con frenesí y mi cuerpo respondió jadeante y apoyada en mis manos hacia atrás me empujaba, luego lo sentí… me faltaba el aire, las piernas me flaqueaban, un temblor recorría todo mi cuerpo, sentía que por dentro me quemaban oleadas de aire caliente y en mi vientre chocaban… de repente sentí otra embestida, era él, su orgasmo y un chorro caliente en mí depositaba ocasionando nuevamente que mi cuerpo temblara, pero esta sí me desmayaba.

No recuerdo exactamente que pasó en los siguientes treinta segundos, sólo que él me tomaba entre sus brazos, se sentaba en un escalón y me cargaba; poco a poco reaccioné y me di cuenta de la realidad ¡había tenido mi primera vez! Sentía dolor y ardor en mi vagina y cuando me incorporé para revisarme descubrí que estaba toda manchada de sangre nunca pensé que esto llegara a suceder, pronto ambos nos levantamos a buscar dentro de mi bolsa papel o algo que sirviera para poder limpiarnos, por suerte traía conmigo siempre un pequeño paquete de toallas húmedas, rápidamente comenzamos la encomienda… su pene y manos estaban llenos de sangre, también descubrimos que nuestras ropas por el roce se habían manchado, por suerte ambos traíamos ropa casi oscura pero aúna así podría ser evidente…

Escuchamos voces que venían de la iglesia, nos dirigimos a la otra entrada, abrimos con cautela ya había gente sentada en el patio central, salimos como si hubiéramos estado hablando con otras personas dentro del salón, creo que a más de una persona le causó curiosidad nuestra presencia inesperada, pero no mucho porque ambos éramos personas conocidas y estimadas en la comunidad parroquial, ya en la calle respiramos profundo, asustados, extasiados y más unidos que nunca… no acudimos a la cita con nuestros amigos, caminamos rumbo a mi casa, nos sentamos en el jardín uno abrazado del otro sin decir palabra, disfrutando del momento y de la experiencia jamás olvidada.

Datos del Relato
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