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Categoría: Maduras

Mi madre se emputece 6

Al día siguiente, cuando yo y Miguel regresamos del trabajo, en casa nos esperaban Mi madre, vestida con un vestido blanco, largo, casi hasta los pies y sin mangas y a su lado Fina, que lucía una falda bastante corta y una blusa a juego sin mangas también. He de decir a favor de las dos mujeres, que ese día el calor estaba siendo insoportable, pero la verdad es que las dos estaban radiantes.



 



Miguel se sorprendió de ver allí a la amiga de mi madre, pero pasada la sorpresa inicial, se comportó como un auténtico caballero con las dos.



 



Estuvieron un buen rato conversando, a lo que yo cansado del día de trabajo, los deje en la sala, y me fui dar una ducha, cuando me estaba duchando tranquilamente vi que alguien entraba en el baño.



 







    • Perdona, no sabía que estabas aquí- Dijo Fina torciendo la cara. - Pero bueno, la verdad es que tenía que hablar contigo. Ese Miguel es un chico encantador, y no me extraña que su madre se rinda a sus pies, es todo un hombre. La verdad es que lo de ayer me dejó algo descolocada, pero hay que entender que tu madre llevaba mucho tiempo sin su ración de polla, y hay que reconocer que de eso, tu amigo anda sobrado, así que espero que empieces a aceptarlo cuanto antes, sera mejor para los tres.







 



Me hecho un ultimo vistazo, y salio del baño, dejándome con la boca abierta. Ahora resulta que la amiga de mi madre, le daba la razón a esta, y el único que estaba loco era yo.



 



Salí de la ducha y me vestí. Ya era de noche y mi madre estaba preparando algo de cenar. Fina llamo a su marido y le dijo que llegaría algo tarde, y en vez de ayudar a mi madre a poner la mesa, se puso a cotillear con Miguel e interrogarlo en bajito, sin que yo pudiera oír de que hablaban.



 



Después de una cena distendida, Fina dijo que se iba y Miguel muy caballeroso como toda la noche, se ofreció a acompañarla a casa, que aun que estaba cerca. De noche y sola, no era el paseo mas agradable.



 



Salieron los dos por la puerta y mi madre se puso a recoger todo, mientras yo la ayudaba, entonces, cogiendo la basura, me dispuse a bajarla.



 



Al llegar a la calle, a pocos metros de mi casa, estaban parados Fina y Miguel charlando amigablemente, me acerqué sin ser visto, escondiéndome detrás de unos coches, quería saber de que hablaban, entonces cuando ya estaba cerca, los dos, empezaron a andar y se metieron en un pequeño callejón que da a unos garajes medio abandonados.



 



Cuando me acerque, la imagen me impactó. Miguel tenia contra una pared a Fina y le estaba comiendo la boca descaradamente, era increíble, como esta agarraba el pantalón de mi amigo al tiempo que se lo bajaba, dejando a la vista la ya demasiado conocida polla de mi amigo. Este, subiéndole bruscamente la falda a Fina y quitándole las bragas, empezó a follarla contra la pared salvajemente. Era increíble, yo pensé que Fina era fiel esposa y devota madre, y ahora resulta que aun era más puta que mi madre, a la cual le estaba follando al “novio” sin reparo ninguno.



 



La follada fue corta, pero bestial, Miguel embestía con fuerza el cuerpo de Fina, acorralada entre la pared y el. Se comían la boca con un desenfreno inaudito. Fina acabó primero, mordiéndose los labios para no gritar y ser descubiertos, al poco tiempo, el turno fue para mi amigo, el cual se corríó, acelerando las ya salvajes embestidas y hundiendo su cabeza, entre las pequeñas tetas de su acompañante.



Sé limpio los restos de flujos de su polla con las bragas de la amiga de mi madre, hasta ahora en el suelo. Los dos recompusieron sus ropas, se dieron un beso de despedida y cada uno se fue en su dirección.



 



!Mierda¡, que pena no tener el móvil encima, sería la prueba definitiva para desenmascarar a ese hijo de puta delante de mi madre .



 



Salí de allí corriendo para no ser visto, y llegar a casa antes que Miguel, me metí en la cama y esperé.



 



Esa noche no pasó nada más, mi amigo, durmió con mi madre, pero esta noche, no escuche ningún ruido, a no ser leves risas. Imagino que cansado de la follada con su mejor amiga, no podría dar la ración de polla a la que tenía acostumbrada a mi madre en estos últimos días.



 



A la mañana temprano, me despertaron unos gemidos, provenían de la habitación de al lado, y eran claramente de mi madre. Miguel ya se había repuesto de la follada de ayer con Fina, y ahora le estaba dando seguro los buenos días a la zorra de mi madre.



 



Me levante y mire a través de la puerta entre abierta. Miguel tenía la cabeza entre los muslos de mi madre, y estaba desayunando una buena ración de coño. Mi madre desnuda completamente, gemía y se tocaba los pechos, estaba desatada.



 



Algo pasó por mi cabeza como un flash, no se si por ver lo cerdo que era Miguel o por lo puta que era mi madre, pero sin pensarlo mucho, abrí la puerta de golpe.



 



La cara de mi madre era un poema, intentando cubrirse con las sabanas, y mirándome roja como un tomate. Miguel por su parte, levantó bruscamente la cabeza, por la comisura de sus labios, aun resbalaban restos del flujo de mi madre, mezclado con sus babas, y me miraba con una cara que me dio miedo.





  • Podíais hacer menos ruido. -Les dije mirándolos a los dos.





 



Me di la vuelta y me marché a mi habitación a quitarme el pijama, y ponerme algo para salir



 





  • Marcos, no es lo que piensas.- Escuché a mi madre a lo lejos.





No le hice caso, como coño no iba a ser lo que pensaba. Era una comida de coño en toda regla, y no había lugar a dudas. Me cambié y salí de casa, hoy no iba a ir a currar, estaba envalentonado, pero aun así me daba miedo, recibir otro correctivo de mi jefe, por haberle interrumpido su follada matinal.



 



Deambulé por la ciudad, pensando en todo lo que me estaba pasando, y casualidades de la vida, me encontré con Alberto, el hijo de Fina. Estuvimos charlando un rato, y ganas no me faltaron de contarle las zorrerías de su madre, pero sin más pruebas que mi palabra, decidí dejarlo, y me despedí de el pensando en que al menos no era yo el único hijo de puta de la zona que tenía una madre caliente.



 



Por la tarde después de darle muchas vueltas al asunto, me dirigí a casa de Fina, si esa tía era una zorra, por lo menos sacaría algo de provecho.



 



Me abrió ella:



 





  • Hola Marcos ¿Qué haces aquí? - Me dijo extrañada




  • Mira, ayer os vi a a ti y a Miguel en el callejón.- Conteste con la frase que llevaba pensando hacía un buen rato




  • ¿Y?- Me contestó esa zorra sin inmutarse.




  • Que o follas conmigo, o se lo digo a tu marido e hijo. - Resondí de carretilla, pero con la voz quebrada por la situación





 



La carcajada que soltó, aun me duele hoy, me empujó a la puerta y se despidió de mi con unas palabras que se me clavaron a fuego.



 







    • Mira niño, me alagas, pero , ya te vi desnudo en la ducha, y créeme, con esa cosita, no me llegarías ni para empezar.







 



Y me dejó ahí, en su descansillo, cerrándome la puerta en las narices.



 



Todo lo que había maquinado y todas las cosas que imaginaba hacerle a Fina, se habían esfumado de un plumazo.



 



Regresé a casa deshecho. No había nadie, me encerré en mi habitación y me tire a llorar en la cama, algo de lo que no estoy orgulloso, y era ya demasiado habitual últimamente.



 



Estuve encerrado en mi habitación el resto del día, incluso no me levanté comer, alegando que estaba malo. Nadie me molestó.



 



A media tarde llegaron mi madre y Fina, las oía hablar imagino que creyéndose solas.



 



- Que vergüenza chica, pues nos pilló con la cabeza de Miguel entre mis piernas - Escuche a mi madre, claramente refiriéndose a la situación de esta mañana.



- No te preocupes mujer – La tranquilizaba Fina.- Para los chicos de hoy , el sexo esta en el día a día, sin ir más lejos, a mi, mi Alberto me tiene visto follar con su padre y no pasa nada, ahora no es como en nuestra época.



- Ya, pero no a ido a trabajar y no se donde anda- Seguía diciendo mi madre preocupada por primera vez en muchos días por mi.



- Seguro que está por ahí con algún amigo o amiguita. - le contesto Fina, sin decirle, que había estado en su casa y me había echado de allí.- Por cierto, cambiando de tema, ¡Vaya hombre te has echado!. Seguro que estás en la gloria.



- Pues la verdad es que si- Contesto con una sonrisa mi madre- Es un encanto, y en la cama, no te lo imaginas, la verdad es que estoy descubriendo un montón de cosas. ¿quieres que te cuente algo?, me hace llevar el coño como una niña, sin un solo pelo, la verdad es que me siento un poco puta y !me encanta¡.



- Jajaja – Rió fina – a mi también me encanta esta nueva Mar, no sabes lo que deseaba que te liberaras por fín. Haber, déjame ver como te ha quedado ese coño, que a lo mejor te imito y sorprendo a mi Antonio.



 



Y mi madre como si de la cosa más natural del mundo se tratara, se pusó de pie, se levantó la falda que llevaba y bajándose las bragas le dijo a su amiga.



 



- ¿ Que te parece?, la verdad es que a mi, me encanta.



- Pues si que parece el de una niña – Dijo Fina sin dejar de mirar el coño de mi madre- ¿y no te pica?



- Que va, -contestó mi madre, -además si me pica, Miguel me lo rasca jajajaja.



 



Entonces Fina, sorprendiéndome a mi y a mi madre, le pasó un dedo por toda la raja del coño y poniendo la misma cara de puta, que la noche del callejón, se llevo el dedo a la boca.



 



Mi madre, se subió la braga y bajo la falda rápidamente, mirando al suelo y roja como un tomate. Entonces Fina, se levantó y dirigiéndose a la salida, le dijo a mi madre.



 



-La verdad es que me has convencido, mañana traigo cuchillas y me ayudas a depilarme el mío.



 



Y se fue tan tranquila, como si verle el coño a mi madre y tocárselo, fuera para ella lo más normal del mundo.



 



Dios mío que caliente estaba, me encerré en mi habitación y nada mas entré, me casqué una tremenda paja. Mi casa se estaba convirtiendo en Sodoma y yo lo único que podía hacer era matarme a pajas.



 



En cuanto pude, salí de casa sin ser visto y quedé con unos amigos, no regresé a casa hasta bien entrada la noche.



 



Entré con sigilo, no quería que me vieran. Desde el pasillo, vi luz en la sala, me asomé y vi a mi madre completamente desnuda en el gran sofá que hacía menos de 3 meses habíamos comprado y a Miguel encima de ella follándosela como un animal enrabietado. Mi madre le agarraba la espalda, arañándosela mientras gritaba como una histérica.



 



Los mire desde la oscuridad del pasillo, hasta que el animal que se follaba se corrió dentro de ella y se dejó caer a su lado en el sofá exhausto. Los dos se quedaron en completo silencio, agotados por el salvaje polvo que acababan de echar.



 



Entonces, hice mi aparición, desde el pasillo, en silencio.



 



Los dos se me quedaron mirando, pero indiferentes, ni mi madre tenia la cara avergonzada de otras veces, parecía que ya se estaba acostumbrando a que la viera en pelotas y follando.



 



Entonces Miguel sin dejar de sorprenderme, conmigo delante, le pegó un morreo a mi madre al tiempo que le metía un dedo en el coño.



 



- Es mejor que esté sepa cuanto antes, la puta que tiene como madre- Dijo dejando de besarla y metiendo uno de sus pezones en la boca.



 



Mi madre me miraba, pero no decía nada, solo se dejaba hacer y ponía una cara de placer que me estaba poniendo malo.



 



No sabía que hacer, así que me saque mi polla y allí delante de ellos, me empece a tocarla, poco a poco, al principio despacio, pero aumentando el ritmo, según subían los jadeos de mi madre, para al final hacerme una tremenda paja, sin que mi madre no dejara de mirarme. La verdad es que no duré más de dos o tres minutos, hasta que me corrí allí, mirando como Miguel devoraba con sus manos y boca el cuerpo de mi madre, la cual solo dejaba de mirarme, para cerrar los ojos y correrse entre suspiros.



 



Manché el suelo, pero me dio igual, subí mis pantalones y me fui ami habitación.



¿Qué acababa de pasar? Me había hecho una paja, mientras mi madre me miraba y ella era poseída por otro.



No se que pasaba en mi vida, pero era de todo menos normal. Me acurruque en la cama y volvía a ver una y mil veces en mi mente, la imagen de mi madre desnuda, mirándome mientras yo me pajeaba. Con estas imágenes en la cabeza me quedé dormido.



 



Me desperté a media noche, desorientado, había sido un sueño o había sido real. Me levanté y fui hasta la cama de mi madre.



 



Allí estaba ella, completamente desnuda, al lado del hijo de puta de mi jefe, también en pelotas, y roncando como un cerdo.



 



Mi madre lucia su coño completamente pelado y no pude resistir el ir a olerlo. Olía super fuerte, acerqué mi nariz hasta casi rozarlo y empece a tocarme mi pene, que crecía por momentos.



 



Super excitado, me marche para mi habitación y me la volví a machacar, recordado ese olor, me corrí y me volví a quedar dormido.



Me v



A la mañana siguiente, me despertó la música a todo volumen. Mire el reloj, era tardísimo. Me levante y me fui a la ducha. Mi madre limpiaba la casa solo con una camiseta de Miguel puesta, sin bragas ni sujetador, la verdad es que estaba bien cachonda la muy zorra.



 



Me dio los buenos días con una sonrisa, y siguió a lo suyo, yo por mi parte, me preparé el desayuno y me fuí a dar un paseo, hoy tampoco iría currar. Sabía que me caería una buena bronca, pero no me apetecía verle la cara al hijo de puta ese.



 



Deambule por las calles pensando en mi nueva mierda de vida, no se como, acabe delante de la estación de tren. Mire el dinero que llevaba en el bolsillo, 127€



 



Cogí un billete hacia Portugal, ahí se quedaban todos, comenzaba mi nueva vida, sin trabajo, sin dinero y dejando atrás una madre caliente y un ex jefe y ex amigo que la usaba para satisfacer sus más bajos instintos.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 5.5
  • Votos: 2
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1855
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