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Mi madre en las bodas

~~Hola, os voy
 a contar una historia que me ocurrió en la boda de un familiar
 a la que acudí dispuesto a aburrirme. Vivo en una ciudad del
 mediterráneo con mi madre de 44 años, viuda desde hace
 6 años, de estatura media, morena de pelo liso, con una cara
 normal en la que sobresalen dos ojos grandes y redondos de un color
 verde claro que yo he heredado. Su cuerpo se mantenía firme
 gracias al aeróbic, no se podía decir que estuviera
 delgada, pero en ningún caso gorda, era una mujer que diríamos
 ç maciza , con sus curvas bastante bien puestas,
 un culo un poquito ancho (desde luego, nada que ver con el culito
 prieto de las veinteañeras), unas tetas de buen tamaño,
 todavía bastante erguidas y unas piernas bronceadas y bien
 formadas por las horas de gimnasio. Aunque nunca había mirado
 a mi madre de esa manera, hay que reconocer que se conservaba bastante
 bien y tenía esa belleza especial que da la madurez, además
 le gustaba arreglarse y cuando salía con sus amigas del gimnasio,
 la mayoría divorciada y alguna soltera, formaban un grupo maduritas
 pero todavía de buen ver, que sin duda era el blanco de las
 miradas de muchos hombres.
 El caso es que llegó a casa una invitación para la boda
 de una prima de mi padre, yo casi no me acordaba de ella porque desde
 que murió mi padre, los contactos con su familia habían
 disminuído. Precisamente para que no desaparecieran del todo,
 mi madre decidió que deberíamos ir. A mí no me
 hizo mucha gracia al principio (siempre he odiado las reuniones familiares),
 pero no me quedó otro remedio. Así que el día
 en cuestión allí estaba yo, vestido con mi único
 traje y esperando a mi madre junto al coche. Cuando la ví aparecer,
 no pude menos que piropearla mamá, vas a hacer palidecer
 de envidia a la misma novia , ella respondió no
 seas bobo ; llevaba un vestido largo de tirantes: la falda de
 tela bastante fina, con una abertura lateral hasta medio muslo que
 dejaba ver sus bronceadas piernas, la parte de arriba mostraba el
 inicio de su canalillo, ajustándose justo en la parte superior
 de sus pechos, quedando luego la tela a su caer , hasta
 la ceñida cintura, por alguna razón la tela se empeñaba
 en pegarse a sus bien formadas tetas, dejando adivinar sus redondeadas
 formas resaltadas aún más por un sujetador sin tirantes
 que apretaba y levantaba un tanto sus pechos.
 Después de una aburrida ceremonia, fuimos al chalet del padre
 de la novia, donde había de celebrarse el banquete, a pesar
 de que entre los invitados se encontraba alguna amiga de la pandilla
 de mi madre, como los sitios estaban asignados, nos tuvimos que sentar
 en una mesa rectangular con unos parientes lejanos de los que nunca
 había oído hablar, la comida iba transcurriendo entre
 conversaciones frívolas y regada con abundante vino. Justo
 después del segundo plato, noté un ligero temblor en
 mi madre y ví como su mano apretaba fuertemente la servilleta,
 al principio pensé que sería debido a una corriente
 de aire, pero al fijarme ví en su cara una expresión
 extraña, con los ojos entrecerrados y mordiéndose ligeramente
 el labio inferior, al tiempo noté en el tipo que tenía
 enfrente una postura un tanto forzada, además tenía
 en la mirada una expresión de concentración que no pegaba
 para nada con la intranscendencia de la conversación que se
 mantenía en la mesa. Convencido de que algo estaba pasando,
 simulé una caída de servilleta y al agacharme a recogerla,
 comprobé que el tipo sentado frente a mi madre mantenía
 su pie descalzo entre la entrepierna de ella, no alcanzaba a ver sus
 dedos, ya que éstos se perdían en el coño de
 mi madre; el tipo estaba realizando unos rítmicos movimientos
 circulares, que a juzgar por la fuerza con la que apretaba sus rodillas
 y la expresión de su cara, supe que la tenían en un
 estado. Un tanto sorprendido y bastante caliente por lo que acababa
 de ver, intenté seguir conversando con el resto de comensales
 como si tal cosa, en un momento de la conversación, noté
 como el líquido de la copa de vino que tenía delante
 se movía un tanto violentamente, al tiempo que mi madre emitió
 un suspiro seguido de una risita, sin duda para disimular su orgasmo.
 El caso es que en ese mismo instante, uno de los comensales había
 soltado una gracia bobalicona y el disimulo de mi madre no quedó
 para nada fuera de lugar. Nadie en la mesa parecía haber notado
 nada. Después de servir la tarta y los brindis de rigor, comenzó
 el baile, el tipo que le había hecho el trabajito
 le dijo que si quería bailar, a lo que ella accedió
 de forma casual, como si no hubiera pasado nada. Estuve un rato fijándome
 en ellos mientras bailaban la pieza lenta que tocaba la orquesta y
 observé como el tipo tenía a mi madre bastante apretada
 contra sí mismo, circunstancia que ella no hacía nada
 por evitar, más al contrario, parecía que disfrutaba
 frotándose contra su pene el cual sin duda debía de
 tener una erección considerable. Poco a poco la mano del tipo
 fue deslizándose por la espalda de mi madre hasta posarse sobre
 su redondo culo, que apretaba poderosamente, a juzgar por la forma
 en que se le marcaban las venas del dorso de su mano. Esta actitud
 de ambos, me indujo a pensar que la cosa quizá no hubiera acabado
 con el magreo por debajo de la mesa, por ello cuando les ví
 abandonar la pista de baile en dirección al aparcamiento, me
 dispuse a seguirles sigilosamente, así agazapado tras los arbustos
 del jardín, los ví entrar en una zona del aparcamiento
 que lindaba con una especie de bosquecillo, la cual quedaba totalmente
 en penumbra. Con mucho me deslicé tras un frondoso matorral
 a escasos cinco metros de ellos y contemplé atónito
 como el tipo había acomodado a mi madre sobre el capó
 de uno de los coches y buscaba sus labios casi con desesperación,
 al tiempo que sus manos sobaban las hermosas tetas de mi madre apretándolas
 con frenesí, con un mismo movimiento, se sacó el cinturón
 y se bajó los pantalones hasta las rodillas mientras le decía
 ahora vas a tener lo que buscas, so puta ; ella le contemplaba
 con una mirada de lujuria digna de una pornostar y le decía
 si cabrón, métemela entera . El tipo sin
 pensárselo dos veces le introdujo toda su enorme y erecta polla
 y empezó a embestirla de forma salvaje aprovechando la abertura
 de su falda. Ella, con las bragas enrolladas alrededor de uno de sus
 tobillos, fue subiendo las piernas, hasta juntar los pies por detrás
 de la espalda del individuo y movía sus caderas adelante y
 atrás dando la réplica al hombre que la estaba embistiendo.
 Desde donde yo estaba se podían oír sus gemidos de placer
 intercalando expresiones como más, más ,
 así, así , hasta que el hombre se
 corrió dentro de ella con un gruñido de placer y le
 metía la lengua en la boca hasta paladear sus jugos intestinales.
 Tras esto, abandoné mi escondite dejando a mi madre allí
 despatarrada, con las bragas en los tobillos, el vestido todo arrugado
 y sus tetas asomando por encima del escote. Cuando volví al
 baile iba tan caliente que no pensaba más que en buscar los
 baños y cascarme la mayor paja de mi vida, pero antes de llegar
 a mi destino, me abordó una compañera de aeróbic
 de mi madre, que me insistió en que bailara con ella, de lo
 cual nunca me arrepentí, pero esto merece un capítulo
 aparte que ya narraré en otro relato

Datos del Relato
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