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Categoría: Infidelidad

MI INFIDELIDAD CON FERNANDO!

Como están, soy nueva en esto de escribir relatos, mis amigos Luis y Lety me invitaron a escribir mis historias y vaya que tengo algunas cuantas que les pueden parecer interesantes.



No diré mi nombre por protección, pero mi seudónimo será Kali, yo soy una mujer casada, con cuatro hijos, tengo 35 años y mis hijos son de tres padres distintos, creo que con eso digo muchas cosas.



Antes de empezar me describiré como lo que soy, una mujer de 1,65 de estatura, piel blanca, pelo largo, muy nalgona y piernuda, aunque tetas casi no tengo, desde antes de los 18 años ya era madre y pasé de un patán a otro, hasta que conocí a mi marido, él es un ángel, se casó conmigo y adoptó a mis hijos y procreamos uno más.



Pero soy honesta y los que son casados me entenderán, llega un punto en que todo se vuelve monótono, así como hay veces que a diario hacemos el amor, pueden pasar semana e incluso meses sin tocarnos, los hijos, tareas, escuela y el trabajo, todo se vuelve volátil y más cuando se tiene de antecedente una vida como la que tuve, la fidelidad en ocasiones cuelga de un hilo pequeño que apenas si se puede sostener, hasta que finalmente una sede a sus instintos y termina haciendo lo que dijo que nunca haría frente a un juez y un sacerdote.



Eso fue aproximadamente hace 2 años, la relación con mi esposo colgaba de un hilo, discusiones, disgustos, todo estaba mal, llegó el punto que él dormía en el sofá y yo en la cama sola, fue en ese entonces que un viejo conocido de nombre Fernando C volvió a escribirme.



Él y yo en el pasado tuvimos nuestras ondas, me gustaba mucho, tenía algo que me llamaba, pero de un par de besos y algunas caricias no pasó.



Todo el tiempo que mi marido durmió en el sofá, yo me la pasaba chateando con él y me hacía sentir mejor, de hecho, yo siempre remilgué de eso, de chatear a escondidas, pero él honestamente me generaba sensaciones que no podía controlar.



De hecho, intercambiamos algunas fotos sexys, pero de ahí no pasó, en ese momento me sentía la más infiel de este planeta, pero como seguía discutiendo con mi esposo, no me arrepentía de haberlo hecho, de hecho, por esa razón terminé aceptando la invitación a desayunar de Fernando.



Me citó un miércoles a las 11 de la mañana para ir a un buffet cerca del eje 8, yo me bañé, me depilé como si presintiera que algo más pasaría, me puse una licra azul, zapatos bajitos y una blusa que mostraba mis hombros y parte de mi espalda, la verdad me arreglé coqueta para él, lo admito.



Llegué donde dijo que pasaría por mí, estuve unos 5 minutos hasta que el llegó en su moto, una moto que usa para el trabajo, pero él iba de jeans y chamarra de piel, se veía muy bien.



FC: ¡Hola, como has estado?!



K: Hola, que gusto, ¡hace tiempo!



Nos dimos un abrazo fuerte, casi como si dos amantes se reencontraran, él me dio un beso entre mi mejilla y mi boca, pero estaba emocionada y no le dije nada.



Sin decir más, nos subimos a la moto y nos dirigimos al lugar donde desayunaríamos.



El lugar era agradable, discreto, buena comida, me la estaba pasando bien, recordando la etapa en la que trabajamos juntos, la etapa de mi soltería donde podíamos ir a bailar y el recordó las veces que nos besamos y estuvimos a punto de algo más.



FC: Vaya, ¡sí que fueron buenas épocas!



K: ¡Si, jajá qué tiempos aquellos!



FC: ¡Como vas en tu matrimonio!



K: Uy, ya valió jajá, ¡tenías que decirme!



FC: ¡Perdón, ja, en serio esta tan mal?



K: Pues, la verdad no sé qué pase, no sé si soy yo o es él, no sé y no quiero pensarlo, mejor sigamos en esto, ¡jajá!



Mi declaración lo dejó mudo, solo me miró, yo bebía mi te cuando de pronto se me acercó y sin decirme nada me robó un beso.



Honestamente no lo alejé, de hecho, moví mis labios, sus labios gruesos me daban una sensación diferente, cerré mis ojos y me dejé llevar, hasta que nuestras lenguas se cruzaron reaccioné y lo alejé.



K: ¡Creo que ya tenemos que irnos!



FC: Si, tienes razón, ¡deja que pago!



K: Te espero afuera, ¡necesito tomar aire!



Él se dirigió a la caja y yo me fui a donde estaba la moto, tomando un respiro y pensando que era lo peor que le había hecho a mi marido y es que las cosas no estaban tan bien, pero sentía que no lo merecía, pero también una ligera excitación recorría mis entrañas.



Cuando Fernando salió, me miró fijamente y sin decirme nada, volvió a besarme.



Esta vez, el beso fue mucho más pasional, sus manos acariciaban mi espalda, yo me entregué a ese beso y metía mi lengua en su boca, sus manos bajaron lentamente hasta llegar a mi trasero, el cual acariciaba con suavidad y pasión, una caricia diferente.



FC: ¡Quiero hacerte el amor!



K: ¡No digas eso, vámonos!



FC: Por favor, te deseo, ¡te gustara!



K: ¡Pero soy casada!



FC: No te estoy pidiendo que te divorcies, solo dame la oportunidad de estar contigo, lo mereces, mereces algo distinto.



Lo miré fijamente, por mi cabeza volaban muchas cosas, pero sin decir nada, solo acerté con la cabeza y me coloqué el casco, él sonrió y diciendo que no me arrepentiría, nos fuimos rumbo al primer motel que encontramos.



Llegamos y él pidió la habitación, yo estaba nerviosa, tensa, sentía que todos me conocían, aunque ni siquiera sabía dónde estábamos, él me tomó de la mano y me llevó a la habitación, apenas entramos, comenzamos a besarnos apasionadamente, ahora sus manos ya tocaban, mis nalgas con más confianza, yo lo abrazaba, me besaba el cuello, mis hombros, sus manos bajan a mis piernas, me tenía excitadísima.



Besándonos nos fuimos a la cama, él me acostó y me quitó mis zapatos, besándome mis pies y aunque no me gustaba mucho eso, ese día verlo como me los besaba y lamia, me hizo mojarme un poco.



Se quitó su camiseta y la verdad no estaba mal, tenía un buen físico, me quito mi licra y mi blusa, dejándome solo con sostén y trusa.



Su boca probaba todo mi cuerpo, yo gemía de excitación, la adrenalina en mi estaba a tope, me quitó el brasear y comenzó a chupar mis pezones, eso me retorcía, ellos se endurecieron de inmediato, su boca estaba en mis pechos y el los disfrutaba, sus manos apretaban mis piernas y mis nalgas, estaba sintiendo como tenía tiempo que no lo hacía.



Me quitó mi trusa y se fue directo a besar mis ingles, su lengua masajeaba delicioso, poco a poco se acercó a mi vagina que estaba un poco velluda, pero a él no le importó y comenzó a lamerme mis labios vaginales, yo me retorcía al punto de quererlo aventar, la excitación y placer era tanta que pensé que no podría con ello.



FC: ¡Uhm, que rico!



K: ¡Ah!! ¡Oh!! ¡Ya! ¡Ah!!



Yo solo gemía mientras él ya devoraba mi vagina, que puta me sentía dándole el tesoro a otro, pero ya era tarde, mi clítoris estaba en su boca y sus dos dedos ya palpaban dentro, haciéndome retorcerme y gemir como una verdadera necesitada sexual.



Fernando subió a mi cara besándome mi abdomen y mis tetas, perdiéndonos en un rico beso francés, fue entonces se acercó a mi oído y me dijo:



K: ¡Chúpamela por favor!



El solo oír eso me hizo casi venirme, sin abrir mis ojos me levanté y él se acostó, comencé a besarle su cuello, bajé por su pecho a su estómago, al cual le di ligeras mordidas que él disfrutó, bajé a sus muslos los cuales lamía y mordía, él abrió sus piernas y me fui a lamerle y probar sus ingles, con mis manos le acariciaba sus testículos velludos, él gozaba eso, abrí mi boca y metí su cabeza primero, la verdad la tenía del mismo tamaño que mi esposo, pero su olor, sabor y dureza me gustaba más.



FC: ¡Ah!!! ¡Qué delicia, uhm, ah!!



K: ¡Uhm, Mmm!!



FC: Que rico ah, soñaba con que me hicieras esto, ¡ah!



K: ¡Me gusta tu sabor, uhm! ¡Tu dureza, uhm!!



Estuve probando ese pene un buen rato, la verdad no me cansaba de comérmelo, él me apretaba la cabeza y me lo metía todo a mi boca, eso me gustó, dejárselo todo babeado, finalmente él me pidió me levantara, era el momento de que me penetrara.



Me acosté y abrí mis piernas, él cómo serpiente se arrastró acomodándose y empezó a penetrarme suave, la humedad de mi vagina facilitaba la penetración, yo cerraba mis ojos. En ese momento me olvidé de todo y solo gemía y le pedía que me cogiera.



Sus movimientos eran riquísimos, me besaba el cuello, su verga entraba y me hacía gemir, yo también me movía, sus manos estaban en mis nalgas, me empujaba rico a él, sentía maravilloso.



FC: ¡Nena, que rico, ah!



K: ¡Que duro, ah, Mmm!



Levantó mis piernas y las juntó, besándome los pies me la metía con velocidad, que rico era tenerlo así, su verga entraba y salía mientras su boca me besaba mis pantorrillas y pies.



K: ¡Que rico, uhm, que rico!



FC: ¡Corazón, uhm, eres fantástica!



Le pedí se pusiera de pie y yo me puse en cuarto en la orilla de la cama, él besó mi tarsero y lo acarició como si fuese su precioso.



Tomó mi cadera y la metía suave, me sacó un rico gemido y comenzó a moverse de forma espectacular. Nunca me la habían metido así en esa pose, yo gemía y gritaba, que rico, no con mi esposo sentía si, el de verdad cumplió, me estaba gustando todo.



FC: ¡Que rico, uhm, ah!



K: ¡Ah! ¿Te gusta?



FC: Me encanta, estas buenísima, dios, como es que nos perdimos de esto hace años, ¡ah!



K: Dios, que duro, cógeme, cógeme, ¡uhm!



Ambos nos movíamos muy rico, él de tanto que me empujaba me dejó boca abajo y subió agarrando mi frente y empujándose para dejármela ir completa.



Que rico me la metía, en ese momento ya no era la mujer, fiel, casada y madre, ahora era una puta sedienta de sexo y disfrutándolo al máximo.



Me acostó de lado y mientras apretaba con desesperación mis piernas, me la metía de forma fantástica, mi esposo nunca ha podido cogerme en esa pose y Fernando lo hacía espectacular.



FC: ¡Que culote, uhm, nena que rico!



K: ¿Quieres que este arriba?



FC: ¡Por favor!



Él se acostó y lentamente me dejé caer en su duro pene, que rico era tener su dureza hasta el fondo, comencé a moverme, él disfrutaba al máximo, me acariciaba mis pechos, mi abdomen y mis piernas, las cuales no dejaba de chulearme, yo continuaba moviendo suave, quería hacerlo gozar.



FC: ¡Corazón que rico!



K: ¡Ah! ¿Te gusta?



FC: Muchísimo mi amor, ahora muévete más rápido, ¡por favor!



Le hice caso y empecé a moverme rápido, en círculos, movimientos pélvicos que lo tenía loco, gimiendo y gritando, me agachaba a besarlo y los movimientos de mi cadera, a ambos nos tenían a mil.



Me movía como loca, hace tiempo no podía moverme tan libre su verga me daba el placer que necesitaba, me estaba liberando de muchas cosas, me estaba sintiendo completa nuevamente.



FC: ¡Que rico coges, dios, ah!!



K: ¡Tú también, papi, uhm!



FC: ¡Me voy a venir, ah!!!



K: ¡Déjame hacértelo invertido, y te vienes dentro!



Me di vuelta y empecé a darme de sentones y cabalgarlo mientras sus manos apretaban mis nalgas, sentía como comenzaba a inflarse, yo también me sentí a tope, que rico momento estaba por vivir.



FC: ¡Ah, nena, ah, me vengo, ah!



K: ¡Ah, no pares, ah, métela, ah!



FC-. ¡Nena, ahí viene, ahí viene!



K: ¡Dámela, dame tu leche, ah!!



Una erupción seminal salió de su pene, llenándome de su cálido esperma, yo también me viene, el orgasmo era fantástico, ambos gritábamos y nos retorcíamos como gusanos del placer, ¡que rico!



Reposamos ensartados unos minutos, luego me la sacó y nos besamos, acariciando nuestros sexos y calmando nuestra explosión.



Me levanté al baño, ya más tranquila un enorme remordimiento me recorrió, incluso sentí ganas de llorar, pero ya era tarde, ya lo había hecho con otro y eso no se borraría y aunque gocé mucho me quería morir.



Cuando salí con la intención de irme, fui tomada por Fernando, que estaba nuevamente duro y listo para más, eso me sorprendió, hacía años que no lo hacía más de una vez, por eso cedi nuevamente, olvidándome de que era una mujer casada.



Kali


Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
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