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Categoría: Confesiones

Mi esposa se volvió su puta

Hola:



El día de hoy estoy feliz y ansioso de platicarles una historia real y deliciosa; y es el hecho de cómo mi esposa se volvió la puta de un casado durante su paso en un restaurante VIPS.



Después de tanto insistir con mi esposa de que me platicara sus aventuras sexuales que ella había pasado antes de conocernos, noche tras noche, cada vez que hacemos el amor, finalmente ayer se decidió a comentarme una de sus historias.



Comenta que, cuando ella trabajaba en un restaurante VIPS del primer cuadro de la ciudad de México, un día conoció a un proveedor del lugar, quien entregaba sus mercancías al restaurante en cuestión todos los días sábados. Esto facilitó mucho la situación que se dio entre ellos. Resulta que éste tipo cada vez que tenía que hacer sus entregas correspondientes, el último lugar que visitaba era la sucursal en donde trabajaba ella y que siempre era lo mismo, que intentaba acercarse a ella de muchas formas, hasta que cansada de tanta insistencia, un día se quedó platicando con él hasta después de su hora de salida acostumbrada.



Le salió con la onda de que, ella era muy parecida a su esposa en muchos aspectos, pues él era casado. Pero que había un detalle en que se diferenciaban, que su esposa no le gustaba usar pantimedias por nada del mundo y que en este caso, a ella sí, entonces esa era la diferencia que marcaba la admiración que él sentía por la que ahora es mi esposa.



Total, que para no hacerles el cuento largo, terminó invitándola a salir.



Las tres primeras salidas eran a algún bar, a un cine o a cualquier otro lugar, pero él, siempre con la intención natural de cada caballero, poder llevársela a la cama.



En la cuarta salida resulta que, se supone, la llevaría al cine, pues no. me platica que siguieron el mismo camino que los llevaba al cine, pero de repente desvió el coche y se metieron a un hotel. Al principio ella se negó, pero bueno, fue tanta la insistencia por parte de él que ella finalmente accedió entrando al cuarto, bajo la condición de que no sucediera nada, excepto las caricias normales; porque me comenta que el tipo éste le fascinaban las piernas de ella por el hecho de vestirse con pantimedias.



Ya se imaginarán, él seguía insistiendo con ella hasta que terminó accediendo. Me comenta que a él lo que le encantaba de mi esposa es que, le daba unas sesiones de sexo oral riquísimo y es verdad, quiero pensar que, por tantos momentos así, ella adquirió la experiencia necesaria para hacer un sexo oral delicioso.



Esas salidas se hicieron permanentes. Cada sábado era salida directa al hotel. Me platica que le hacía muy buenos trabajos. Que cada vez que ella se ponía de perrito y él la cogía por detrás, que siempre le susurraba al oído que siempre iba a ser su puta, que porque su esposa no era la suficiente hembra como para tenerlo siempre en la casa y que cuando conoció a mi esposa, se dio cuenta que con esa cara que tenía, deseaba verla haciendo gestos a la hora de coger.



Una de las posiciones favoritas de mi mujer cada vez que cogía con él era cabalgarle, porque su verga era lo suficientemente grande como para mantenerse sentada por mucho tiempo y que le llegaba la cabeza hasta las entrañas.



Me dice que una cosa que a ella le encantaba era tragarse su semen y que cada vez que tenía la oportunidad, lo hacía. Siempre terminaba rompiéndole las pantimedias, pero no se tenía que preocupar por ello, pues él siempre le daba dinero para que se comprara las suficientes para la semana, pues el uniforme de ella así lo requería.



Lo rico de todo esto que ella me platicó es que, ya teníamos como seis meses de estar saliendo ella y yo y que, de repente todavía se veían una o dos veces por mes para irse a coger, y aunque ella ya le había confesado que estaba enamorada de mí, pero que no dejaría de ser su puta por el tiempo que él quisiera.



No inventes, eso me prende como no se dan una idea.



Ya le pedí que si ella gusta, puede seguirlo viendo, pero bajo una condición, de que me avise cada vez que lo vaya a ver, porque yo quiero ser quien le ponga las pantimedias a mi esposa para que él se las rompa y ella está de acuerdo, solo es cuestión de tiempo. No sé si ella tenga hasta este momento informes de donde poder contactarlo, pero yo creo que sí.



Así es que, si algo se da, seguramente en breve les estaré platicando como mi esposa me pone los cuernos con uno de sus amigos y yo seré feliz, haciéndome el pendejo que todo le consciente, hasta sacarle los mocos que le deje dentro de la panocha cada vez que se vayan a coger, dice ella que le saben deliciosos y la verdad, es que no me quiero quedar con las ganas de probarlos.


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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