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Categoría: Confesiones

Mi desconocido favorito: placer en el Ajusco

El guey así nada más se empezó a desnudar a unos 20 metros de mi mientras yo yacía sentada en una mesa de campo viendo como mis familiares y amigos jugaban al fútbol. No era accidente ni mucho menos, el chico se empezaba a desnudar y en segundos asomaba su pene erecto para que yo lo viese. A los picos minutos me empecé a calentar y ya más relajada viendo que todos mis familiares estaban totalmente concentrados en su partido, logré disfrutar de la vista que el chico y su hermano me ofrecían. El hermano era menos atrevido que el que estaba en dirección frente a mí. El ya sin pantalones y simulando bajándose y levantándose el calzón para orinar, me estaba regalando una buena vista de sus nalgas y su pene semierecto en perfecta forma. Me empecé a poner cada vez más cachonda viéndolo ya con toda atención hasta que noté que me hacía señales disimuladas para que lo siguiera. O los siguiera a los dos?

En determinado momento se vistió nuevamente después de enseñarme su delicioso paquete totalmente inflamado y se encaminó hacia el bosque. Volví a mirar hacia mis alrededores y no vi peligro alguno sino oportunidad de entregarme a un chico desconocido de buen ver con un delicioso paquete entre las piernas. Me incorporé y lo seguí por el bosque internándonos cada vez más. Mientras caminaba pensaba en mi vecino y mi amante. Total, con el nada serio, todo es sólo sexo y ahora ando caliente y con una buena oportunidad.

Parado detrás de un roble alcancé al chico ya totalmente desnudo y con el aparato en pie de guerra ya goteando pasión. Me acerqué a él y me dejé abrazar, besar y manosear por encima y debajo de mi coqueto vestido de una pieza adornado por flores azules llegándome al inicio de mis fuertes muslos. Cinco minutos después el chico me tenía con las pantis en los tobillos, el vestido levantado hasta la cintura y a mi de espaldas a él apoyando sus embestidas en un roble que nos protegía de posibles miradas curiosas. Mientras me dejaba penetrar, así al natural como con mi vecino y amante, el chico manoseaba mis tetas colgando ya hacia el suelo y con el bra tirado en la tierra empujando mis nalgas forzando una penetración total de su adorable verga en el interior de mi cuerpo. A los cinco minutos sentí un torrente de esperma caliente vaciarse en mi y mi consecuente orgasmo que me dobló las piernas y las dejó temblorosas.

Regresé al partido minutos después goteando esperma por entre mis piernas para enterarme que el equipo de mis padres y tíos había logrado vencer en cerrado encuentro al equipo de mis primos y primas. Con la conciencia sucia y la panocha goteando esperma de un desconocido menor que yo, me uní a mis primas a preparar el asado con carne de ese día de campo familiar que yo aproveché para pasar un buen rato con mi desconocido favorito.

Ya entrada la tarde y mis tíos y tías ya medio borrachos, el desconocido se acercó a mi para proponerme un palito de despedida. Le dije que si, total, mañana el regreso a clases marcaría mi regreso a la rutina escolar y familiar y mientras el destino me ponía enfrente otro buen ratito de placer enpiernada de un chico menos que yo pero que cogía mejor que la mayoría de mis amantes anteriores.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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