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Mi criada es una calentona

~~Pasé el día sin poderme concentrar en el trabajo. La llamé un par de veces para indicarle alguna cosa intrascendental sobre lo que me gustaría me cocinara y me contestó con toda naturalidad, no pudiendo notar en su voz algún indicio que me indicara que había encontrado las draguitas bañadas en mi leche. Pensaba que lo más seguro era que las había dejado allí en algún descuido, pero entonces, ¿Porqué se las había quitado?. No era lógico que se cambiara de bragas en la casa y mucho menos que las olvidara entre mi ropa interior. A medida que iba avanzando el día se apoderó de mi la impresión de que me había equivocado y estaba deseoso de llegar para salir de la duda.
 Entré en casa y temblando me dirigí al armario, Las bragas no estaban allí. Fui al cuarto de baño y miré entre la ropa sucia. ¡No había ropa sucia!. ¿Entonces?. Sin duda había lavado pues yo había dejado ropa sucia los dos días anteriores. Bajé al jardín a comprobar si las braguitas estaban entre la ropa tendida. Eran las cuatro de la tarde y ella se habría marchado a las dos como de costumbre. La ropa estaba tendida y mojada, por lo que habría lavado a última hora pero ni rastro de sus bragas. Subí a la casa y me desnudé en el dormitorio. Tenía necesidad de sexo. Lo sucedido el día anterior con María demostraba mi teoría de que a las mujeres también les gusta mirar , si se les presenta la ocasión de hacerlo pareciendo que no miran. Una fuerza superior me obligaba a exhibirme y no había mejor candidata que mi vecina alemana. Alguna vez me había pillado con solo una camiseta mientras yo regaba las macetas de la terraza.. Suelo ir por casa totalmente desnudo cubriéndome solo con camisetas muy anchas, que a penas me llegan unos centímetros por debajo del pene y las nalgas, a las que les corto las mangas, para andar más fresco , me encanta sentir la suave brisa canaria colándose bajo el amplio vuelo de la prenda. Su jardín se encuentra a, más o menos, 10 metros de mi casa y está situado en un plano inferior a mi terraza de unos tres metros, por lo que al alzar la vista puede ver sin dificultad lo que hay bajo la camiseta.
 Me anudé una toalla a la cintura poniendo cuidado en que quedara lo suficiente corta, fingiendo salir de la ducha, para que mi vecina alemana, si salía a su jardín, que, como ya he dicho, queda por debajo de la galería de mi salón, pudiera vérmelo todo . Sabía que estaba en su casa pues al prepararme el desayuna la había visto trasegar por la casa a través de sus abiertas ventanas de par en par. Alguna vez había tenido la suerte de verla en bragas. Salí a la terraza, era septiembre y aquella tarde lucía un sol espléndido. Tuve buen cuidado de que la toalla llegara, por detrás, justo al inicio de mis nalgas sobre los muslos y por delante, a un centímetro por debajo del glande, así parecía que estaba tapado y que se me veía por casualidad y sin yo saberlo, pero en realidad podría vérmelo todo a la perfección. ¡Tuve suerte!. Silvie apareció de repente en su jardín portando un balde repleto de ropa lavada, el tendedero está entre su casa y la mía. Para tender la ropa debía ponerse de cara o de espaldas a mí. ¡Afortunadamente se puso de cara!. No lo dudé ni un instante. Todo debía parecer casual y sobre todo que no me daba cuenta de que se me veía todo . Yo había descorchado una botella de Cava y tenía la copa en la mano.
 De la manera más natural la saludé:
 ¡Hola Silvie!
 Alzó los ojos y me respondió con su acento alemán:
 ¡Hola Arturo!
 He iniciando una conversación añadí:
 ¿Cómo va todo?
 ¡Bien!
 Me dijo mientras recogía una prenda para tenderla. Alzó los brazos y su vestido playero dejó ver al completo sus buenos muslos.
 Sentí como mi polla se endurecía e iniciaba la erección. Que bien pensé, así me verá en plena forma.
 Mientras tendía la prenda me miró y pude percibir en ella un ligero estremecimiento. Terminó de colocar las pinzas y alzando un poco más los brazos e agarró a la barra que sostenía los cables del tendedero. El vestido se alzó un poco más y bajo el borde asomó el ángulo de la braga que tapaba su coño.
 ¿Y a ti como te va?
 Me miraba Sin dar a entender sorpresa y comprendí que deseaba alargar la situación por lo que iniciamos una conversación de vecindad sobre las cosas y el tiempo. De repente me dijo.
 Ahora vuelvo. tengo algo en el fuego Y salió a toda prisa hacia el interior de la casa. Volvió a los pocos minutos tiempo que aproveché para descapullarme el glande pues no estoy operado de fimosis y normalmente lo tengo cubierto de piel. Hice que asomara hermoso e hinchado como estaba, rodeado de la fina piel morena, tostada por el sol. Voy afeitado. Por cierto que hoy compraré crema depilatoria.. Se colocó donde estaba antes, apoyada de hombro a uno de los pilares de una pequeña pérgola de su jardín donde se enmaraña una tímida enredadera y dijo.
 He apagado el fuego y así estoy tranquila. Las niñas están en el Lago Martianez, pero no tardarán en venir.
 Apoyé los codos en la baranda metálica de la galería y puse un pie derecho en la barra inferior por lo que al quedar la rodilla algo alzada y tener el busto adelantado, la toalla que cubría mi vientre, se separo lo suficiente para que mi pene quedara en plena libertad y totalmente visible. Ella, entonces, se volvió a coger de la barra donde se ataban las líneas del tendedero y su vestido volvió a subir y ¡OH!. ¡SE HABÍA DESPOJADO DE SUS BRAGUITAS!. Comprobé que se depilaba como yo. Separé la rodilla alzada para liberar aún más mi polla que se estaba poniendo dura por momentos, levantando la toalla con la punta.
 ¡Que rico!, Pensé. ¡Mira Silvie mira que lo estoy enseñando para ti solita!. ¡Disfrútalo amor. Disfrútalo! Y me puse a cien. Sentía como la bolsa testicular se estremecía y al contraer el escroto el glande rozada suavemente la rugosidad de la toalla, lo que me estaba excitando de tal manera que tuve que hacer un tremendo esfuerzo para no pajearme. Seguí con las contracciones y el roce de la toalla me excitaba más y más. Presentí que me iba a correr y ¿Qué haría entonces?. Silvie se estaba balanceando sostenida de la barra y su vestido se había subido un poco más dejando todo su lindo conejito al descubierto. No tenía marca de la braguita del Bikini y estaba muy broceado, lo que indicaba que ella también tomaba el sol desnuda. Semi suspendida de la barra se balanceaba atrás y adelante por lo que el borde del vestido se movía en el mismo sentido chocando en el vaivén contra su vulva. Separaba y juntaba las piernas haciendo chocar sus rodillas. El clítoris apareció, rosado e hinchado, entre los labios vaginales externos. De repente un estremecimiento recorrió su cuerpo, se soltó de la barra y apartando la vista de mí me dijo.
 Bueno. A ver si termino de tender la ropa, que hablando y hablando se me va el tiempo y tengo que preparar la cena, tu ya sabes que lo alemanes cenamos muy pronto.
 Y añadió
 Tu compañía y conversación es muy grata pero lo siento debo seguir con las cosas de la casa
 Si. Claro. Cuando uno está a gusto el tiempo pasa volando
 Creí que me salvaba, pues la leche ya había iniciado su recorrido, pero no fue así pues ella mirándome y sosteniendo unas braguitas en la mano me dijo.
 Ha sido un rato muy agradable, a ver si lo repetimos como buenos vecinos que somos, la gente está falta de comunicación
 Dijo mirándome fijamente
 No supe que contestar pues a mitad de su frase yo ya estaba eyaculando. El semen brotaba a borbotones. Con fuerza, como si quisiera alcanzarla. En el balanceo la toalla se había colocado sobre la caña de mi polla y el capullo estaba completamente liberado y ella podía verlo eyacular con toda claridad, estaba morado y boqueando a cada avenida . No pude evitarlo y mi vientre, piernas y nalgas no cesaban de dar sacudidas a cada borbotón de semen. No podía moverme mis pies estaban clavados en el suelo y mis manos se aferraban a la baranda para mantenerme en pié. Me sentía abrumado y a la vez dichoso y sumamente excitado por que mi vecina Silvie me viera en aquel trance. No podía apartar la vista de ella con el riesgo de que se armara la marimorena. Silvie se quedó absorta mientras colocaba las braguitas en la cuerda y sin dejar de mirarme se agachaba para tomar otra prenda, al levantar las manos consiguió prender el borde del vestido y me obsequió con toda su desnudez hasta la cintura, antes que este cayera volviendo a su posición normal. Eso provocó en mi algo nunca ocurrido antes, sentí como un chorro de leche salía despedida con fuerza como un surtidor Lo había hecho con mucho disimulo procurando que pareciera casual, pero no pudo ocultar la intencionalidad. Parecía decirme Es aquí donde deberías regar con tu leche , y por todos los diablos eso es lo que mi polla pretendía con semejante chorro.
 Si Le dije con voz estremecida y temblorosa por el placer mientras me corría.
 Todo. s deberíamos ser más. . . comunicativos y mostrarnos tal como somos, sin tapujos, sin prejuicios
 Iba a desfallecer de tanta excitación. Me temblaban las piernas y tenía que agarrarme fuertemente a la baranda pues temía caerme. Mi vientre se convulsionaba al unísono de los borbotones de mi corrida. Tenía que irme o me desplomaría ante ella y despidiéndome añadí.
 Bueno adiós, yo también tengo cosas que hacer, a ver si la próxima vez tenemos ambos más tiempo
 Y dándome la vuelta entré en el salón de mi casa, dejándome caer en el sofá, jadeante y sudoroso. Todo mi cuerpo temblaba atenazado por la excitación tan intensa que sentía. ¡Había sido algo maravilloso, extraordinario. Correrme ante Silvie, mientras ella me miraba sin pestañear, absorta en mi tremendo orgasmo.
 ¡Jamás hubiera pensado que mi vecina fuera de esa clase de mujeres que no se reprimen ante la oportunidad de disfrutar de algo que les proporcione gusto. ¡Que bueno. Silvie había presenciado con indudable placer mi corrida!. Lo único que yo lamentaba es haber desperdiciado aquella corrida y no haber tenido tiempo de recogerla en un baso para bebérmela o verterla sobre las braguitas de María.
 Fui a la nevera y tomé un refresco que bebí de un trago. Tenía los muslos llenos de semen y mientras iba al baño para lavarme recogí las gotas que resbalaban muslos a bajo y me las llevé a la boca con incontenible deseo.
 María había despertado en mi una incontenible necesidad de sexo y mi pasión por la autosatisfacción me pedía pajearme sin cesar, pero procuré calmarme. El agua fría de la ducha me calmó, y poco a poco me fui relajando, en menos de 24 horas había tenido dos sensacionales vivencias, las braguitas de María y, mas que mi exhibicionismo, el voyerismo de Silvie, el descubrir que mi vecina gustaba de verme y que lo había disfrutado a la descarada, sin tapujos, sin inhibiciones, presenciando estoicamente, como me corría ante ella sin ni siquiera tocarme y muy posiblemente por el estremecimiento que en ella aprecié, disfrutar de un buen orgasmo, sin, como yo, masturbarse.
 Cené mientras visionaba una película porno y me hice una paja, tranquila y suave y la calientita crema fue el postre.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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