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Categoría: Incestos

Mi cachonda tía me cogió

El relato que a continuación les cuento sucedió en Tlalnepantla, estado de México, sucede que soy de Veracruz, a la edad de 18 años me vine a radicar a la ciudad de México con unos tíos.

Soy moreno claro, complexión robusta, 1.75 m. de estatura y una polla que no es por dárselas a desear, pero es mi máximo orgullo pues sus medidas de punta a cojones son de 24 cm. en sus momentos de gloria.

Sucede que en cierta ocasión estando a solas con mi pariente política empezó a contarme lo mal que la pasaba con su esposo (pariente sanguíneo) que era un insensible, que nulas veces le importaba su satisfacción en la cama, mencionaba que ella es súper cachonda que cuando estaba aún soltera le encantaba irse de farra a los bailes y acostarse con quien se le diera la gana. Estos relatos me pusieron cachondo, ella al darse cuenta de la tremenda erección debajo de mi bermuda, me comentó que hacía tiempo yo le atraía, pero que por miedo a su esposo jamás lo había mencionado.

Yo que soy muy libertino y promiscuo no dudé ni un segundo en acercarme, a lo cual ella respondió con caricias, rápidamente la estreché contra mi pecho y comencé a lamer su cuello y a susurrarle aire tibio en la nuca y en el interior de su oído, cada vez que hacia esto la sentía estremecer más y más. Lentamente bajé a su escote sin preocuparme por arrancarle sus ropas, lamí sus pezones duros y erectos, mientras ella acariciaba mi tranca dura y humedecida, con suma delicadeza bajé mis manos a sus nalgas e introduje mis manos a su sexo, el cual ya estaba húmedo y dilatado esperando recibir semejante recompensa. Sin prisas bajé a beber agua al pozo del cual brotaban a borbotones esos deliciosos néctares, con mi lengua fui recorriendo su entrepierna hasta llegar a esa cuevita del placer, mis dedos maestros entraban de uno en uno acariciando su clítoris y buscando su punto g.

Hasta ese momento jamás había conocido una persona que gozara y llegara al orgasmo de una manera tan explosiva, el ver esto en ella me dejó anonadado y más excitado aun, por lo cual ya no soporté más que mi garrote estuviera sufriendo por recibir ese delicioso cobijo de sus paredes vaginales y sin más le metí hasta el fondo toda mi verga. Comencé a bombearla primero lento y después cada vez más rápido al tiempo que con mis dedos no dejaba de estimular su clítoris, seguimos así por más de una hora, parecía que ambos no queríamos que ese rico movimiento de caderas terminara jamás, sin decir más y como si nos hubiéramos puesto de acuerdo expulsé toda mi lava ardiente hasta el interior de su vulva, llenándola hasta la última molécula de su ser, ella al unísono lanzó un gemido el cual anunció la culminación con un orgasmo.

Estuvimos abrazados como 20 minutos más hasta que mi fierro fundido abandonó su concha por sí solo. Fue tanto el gusto por coger que ya llevamos 5 años clavando de manera clandestina.

Me encanta la manera en que me baña con sus líquidos que en alguna ocasión hemos pensado en irnos a vivir juntos.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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