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Me siento toda una putona

~~Así es como me siento, puta, puta y reputa, pero a decir verdad, no me importa.
 Decir que me llamo María José, pero todo el mundo me llama Nana, era la más pequeña de siete hermanos y ellos me llamaban así. Tengo 52 años y vivo desde hace 11 años en Ciudad Real, aunque soy de Toledo.
 Todo comenzó hace cuatro años, me quedé viuda. Al principio sólo sentía la muerte de mi marido, al que estaba muy unida, pero a medida que pasaba el tiempo fui superando su muerte y mi cabeza empezó a razonar y ver nuevas cosas. Ya habían pasado 14 meses cuando por primera vez me vi obligada a pajearme, no aguantaba más.
 Me convertí en una pajeadora incansable. Me metía caña a todas horas, a veces hasta cinco o seis veces al día, pero aún así no quedaba satisfecha.
 Empecé a comprar revistas eróticas, de las que cuentan historias y traen fotos, la mayoría de mujeres pero también algún hombre en la sección de contactos, etc.
 Ya en el 2002, empecé a notar que en la carnicería de la calle, un chaval, de 17 ó 18 años, siempre me trataba muy bien, tenía la sensación de que quería ligar conmigo. Al principio no le hacía caso alguno, pero con el tiempo me dejaba querer, sólo por sentirme mujer y deseada. Así paso bastante tiempo, el procuraba encontrarse conmigo, hablábamos, me acompañaba hasta el edificio, pero de ahí no pasaba la cosa.
 Un día que tenia que arreglar papeleo en el ayuntamiento, pasé antes por la carnicería y compré algunas cosas, quedé en recogerlo más tarde, a la vuelta. Tardé bastante más de lo previsto y se me olvidó por completo. Esa tarde, como a las siete sonó el timbre, era el chico a traerme la carne. Le dejé subir, cojí la carne en la puerta y le di las gracias, pero el me dijo que si no lo invitaba a un café. Por cortesía le hice pasar. Tomamos café, hablamos de todo un poco y para mi sorpresa en un momento dado me preguntó: ¿Desde que murió tu marido no has follado?, la verdad es que me sorprendió tanto que no reaccioné y le contesté: Oye, tu que te crees, eso es asunto mío y no de un crío como tu . El sólo dijo ¿Crío?, bueno si tu lo quieres creer .
 Seguimos hablando, y me preguntaba el por qué no le había echado de la casa, pero al mismo tiempo no paraba de darle vueltas a la pregunta de Jaime, que así se llama, y la verdad es que me ponía caliente, cada vez más y no podía evitarlo. Fui al baño a refrescarme, pero no sirvió de nada, así que decidí decirle que me iba a duchar, para que se fuera. El al decírselo se levantó y de dirigió a la puerta, dijo: Bueno, me voy, ya te veo en la carnicería y se acercó para dame un beso en la mejilla . Le fui a corresponder pero justo cuando iba a darle el beso el giró la cara y me dio el beso en los labios. Me quedé paralizada ante el atrevimiento del niñato, pero sin recuperarme del primer impacto, ya sentí como su mano apretaba mi conejo por encima del pantalón, no podía reaccionar, estaba aturdida y cuando me di cuenta ya tenia su otra mano metida entre mis tetas. Estaba entregada y aún más cuando me giró de espaldas y empezó a sobarme por todas partes. En segundos no tenia la blusa. Ahora la niña era yo y el un macho soberano que hacía de mi lo que quería.
 Yo creo que apenas habían pasado dos o tres minutos y ya estaba abierta de piernas y recibiendo bombeo sin piedad. Me parecía un semental imponente, jamás me habían dado así. Me díó por todas partes y terminé mamándole la polla.
 Después se fue, yo apenas podía caminar, del escozor. Al día siguiente volvió. No quise que entrara, pero al final entró y me volvió a doblegar, me folló tanto o más que el día anterior. Hasta entonces yo le compraba carne, ahora el me la daba gratis, aunque bastante mas dura y me la metía por todas partes.
 Al final decidí que hablaría con el fuera de casa, para evitar la tentación y poner punto final a esa locura. Así lo hice.
 En la actualidad, el sigue pasando por casa, le sigo armado la bronca cada vez que viene pero al final termino desparramada en la cama, con las piernas abiertas, a cuatro patas, mamando la polla y lo que es peor suplicando más y más. ¿Qué puedo hacer?, no quiero hacerlo, pero no puedo vivir sin el, sin su tranca, su bombeo, su fuerza, su vitalidad. Quiero dejarlo pero me he vuelta adicta, se que por mucho que lo intente me va tener siempre a su disposición.

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