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Categoría: Confesiones

Me gustan las embarazadas ¿por qué?

No sé por qué, te juro que no sé por qué me calientan tanto las minas embarazadas.

Lo supe cuando mi mujer quedó embarazada por primera vez, no dejaba de cogérmela, me calentaba tanto que no la dejaba tranquila, se me paraba la pija a cada rato de solo mirarla, y a la noche a la hora de dormir el solo roce de una pierna me ponía loco, a veces la despertaba casi con la pija adentro desde atrás. Por supuesto ella feliz, los dos tenemos una química única que siempre funcionó, pero embarazada es explosiva.

Digo esto porque tuve oportunidad de cogerme otras minas, por el solo hecho de hacerlo y no desaprovechar oportunidad, pero eyaculaba pronto o no se me paraba con tantas ganas así que perdía el entusiasmo y volvía a ser marido fiel.

Lo cierto es que mi mujer sabe lo mucho que me calienta, y juega con ello, es extremadamente puta, y le encanta coger, pero... ya tenemos dos niños, el menor de 2 años, así que nuestra frecuencia e intensidad no es la misma, atrás quedaron esos días desenfrenados de coger dos veces por día, una lástima.

Estos dos años, miraba cuanta mina embarazada caminaba, se me van los ojos, mi esposa bien lo sabía y se moría de celos, pero también sabe que es más fuerte que yo.

Mala suerte la mía, la niñera, a quien nunca miré con ojos de quererla coger un día me dice que está embarazada.

- Pero ¿cómo? no se te nota.

- Es que solo son dos meses señor, todavía no se nota, hasta ahora solo he ganado peso -lo dice y con un gesto, insinuando que le crecieron las tetas.

- Jaja, son cosas que pasan. Le digo (¡Por dios que nunca la había mirado! de repente estaba allí, dos hermosas tetas bien disimuladas en un pequeño escote, ¿dónde estuve estos dos meses que no me di cuenta?)

- Bueno espero que te cuides, y decime todo lo que necesites, ... y ... una cosa más... ¿podrías no decirle al menos por un tiempo a la señora?? -de verdad no quería escenas de celos.

- ¿celos? por qué?

- Es que ella me conoce bien, sabe cuánto me gustan las mujeres embarazadas.

- No se preocupe señor, se guardar muy bien los secretos -dijo con cierta picardía, y como un estúpido yo solo podía mirarle los labios e imaginármelos besando mi pija, y se me debe haber notado mi excitación porque se ruborizó.

A partir de ese día hice todo por disimular mis ganas de cogérmela, pero era más fuerte que yo, todo en forma inconsciente ya que no quería tener ningún tipo de problemas con mi esposa, estaba pasando un momento fenomenal, sentimentalmente hablando. Comencé a volver a casa en horarios infrecuentes, con alguna estúpida excusa, y comenzamos a tener más dialogo, así fue algún día me contó que su novio no quería al bebé y que eso le había traído problemas de pareja.

¡Qué calentura que tenía!!  la beneficiada fue mi mujer, ya que me la empecé a coger nuevamente en cualquier ocasión! Comencé a cogérmela de día en nuestra habitación, para lo cual cerraba la puerta, pero gemía tan alto como podía, y mi mujer gritaba de excitación, creo que inconscientemente pretendía que me escuchara la niñera, cogíamos en el baño y dejábamos nuestra ropa tirada por ahí, manchaba con semen los almohadones del sillón... hasta que un día nos agarró cogiendo en la cocina.

Nos disculpamos, fue algo vergonzoso, pero... me excitaba, incluso me masturbaba cuando podía, juro que quería imaginarme a otra mujer, miraba porno en internet, pero mis pajas se las dedicaba todas a ella.

Un día no fui a trabajar, algo indispuesto, miraba televisión mientras la niñera estaba en el patio con los niños...  trataba de pensar en cualquier otra cosa, pero la idea era fija... no pude más, Organicé todo para encontrarme con ella a solas, pedí a mi hermana que vive a dos calles, que tenga a los niños por la mañana, ella los retiró de mi casa sabiendo que yo estaba algo mal de salud. Ahora sí... ¿y ahora qué hago?? me empecé a poner nervioso y a hablar de cualquier cosa, de cómo marcha el embarazo y esas cosas.

- Veo que estas muy bien

- No se burle, mi cuerpo comienza a deformarse

- No vuelvas a decirlo, es el estado más hermoso de la mujer

- No jodas, no me puedo mirar al espejo

- Ven, aquí hay un espejo. Mírate un poco... Tu cintura sigue intacta, tus senos están (y me ruboricé) ... cada vez más lindos -le señalaba el cuerpo mientras los dos nos mirábamos al espejo, yo levemente detrás de ella ya que el espejo era angosto y no reflejaba la imagen de los dos.

Comencé a señalarle la curva de su cintura desde la rodilla hasta el hombro, al principio rozándola con la punta del dedo, Ella vestía calzas que dejaban adivinar una tanga metida en el culo, y una remerita de esas que tienen escote ancho, que deja ver la tira del corpiño, como si supiera realmente lo que a mí me calienta, al llegar al hombro ya apoyaba mi palma completa sintiendo todo el roce de su piel, no pude menos que besarle el cuello, creo que ella lo estaba esperando, tan caliente como yo.

Le besé el cuello, hasta la oreja, con mis dos manos en sus dos tetas desde atrás, de esa forma, toda mi pija (todavía en pijama) se apoyaba en su culo, Al instante ya respiraba agitada de calentura, me mira por el espejo a los ojos ....

- ¿Me vas a coger como a tu mujer?

- Si, (al oído) Si sos tan puta como ella sí, no sabes cómo me calentás.

- Si lo sé tonto, ya no sabía cómo hacer para que me cogieras.

Enseguida una mano paso por debajo del corpiño y apretó un pezón caso como un pellizco, la otra por debajo de la calza directo a la concha.

- Mmm que rico, hiciste que me mojara - y era cierto, mis dedos se humedecieron al instante y pude adivinar una concha prolijamente recortada.

Era tanta la calentura que no quería que me la chupé ni comerle la concha, ¡quería metérsela ya!  y creo que ella estaba igual que yo.

- Dale cogeme siii meteme la pija por favor, la necesito.

Así como estábamos, hicimos un paso hacia adelante, la empuje haciendo que doblara el torso hacia adelante, le baje la calza y la tanga de un solo tirón, con la calza en los tobillos y sin abrirle las piernas, apoye mi pija ayudada con mi mano, el calor y la humedad de sus labios vaginales actuaron como imán, (no hay nada más lindo que correr el prepucio en la puerta de la vagina y sentir la aspereza de algún vello, junto a la suavidad de los labios) se la metí despacito, realmente podía sentir la estrechez de las piernas cerradas, en un par de embestidas ya estaba adentro y bien lubricada.

- Aaahhhh siiiii, ahhhh que rica pija siiiii

- mmmm ahhh que hermosa que estas, -mientras comenzaba a aumentar el ritmo- ¿te gusta así??

- Siiii mi amor siii metémela así no pares, haceme todo lo que le guste a tu mujer, ¿sí? pero no pares por favor que estoy muy caliente, me lo dijo mirándome por el espejo.

Tomándola con una mano en la cintura y otra del cuello, le daba duro por atrás, hice que su mejilla diera contra el espejo, lo que hizo que se comience a empañar con su respiración.

Que hermosa puta que me estaba cogiendo, quien iba a pensarlo, ¡cómo me había puesto!  la pancita de embarazada ya hacía que la concha sea más estrechita, así que le empecé a decir toda clase de groserías que me calientan tanto, y que le gustaban tanto a mi mujer.

- Toma putita, una buena pija, sentila así -y cambiaba de movimientos, en círculos mientras ella movía el culo de igual forma.

- Ahhh si, hace ya tiempo que no me cogen, que rico, necesito pija, por favor necesito una pija, prométeme que me vas a coger como a tu mujer.

Yo a esa altura no pensaba, no contestaba, estaba cogiéndola duro, agarrándola del pelo y el cuello, sentí como me aprisionaba la verga adentro, estaba acabando, ya no la escuchaba gritar, no escuchaba como se le aflojaban las piernas, no sentía como me rasguñaba mis nalgas, tengo recuerdos borrosos, hasta qua al fin me recuerdo tirando todos mis chorros de leche en su espalda, como si hubieran estado guardado años, me la froté hasta que se ablandó y la última gota salió.

Ahí si pude escucharla hablando bajito como para sí misma:

-hijo de puta como cogés! Me hiciste acabar todo el tiempo.

Ese es el momento donde a uno se le va el erotismo, cuando piensa en su esposa, en la responsabilidad, en que tiene razón, ¡soy un hijo de puta, que hice!  así que me salió del alma y con mucha vergüenza, el instinto protector...

 

-vení al baño a bañarte, limpiate todo eso –y la acompañé, al entrar, le indiqué donde estaban los toallones, el jabón, y abrí la ducha, pensando en salir y no volver nunca más, o no sé qué, lo que sí sé es que, a los quince minutos, me la estaba chupando y cogiendo de nuevo, ahora ella arriba mío en el piso, y yo pensando… que hijo de puta, no volverá a pasar…

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