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Categoría: Incestos

Me entrego al deseo y los dedos de mi hijo

Mi nombre es Esther, me acuerdo que mis padres me decían que mi nombre significaba estrella y supongo que de cierta forma eso condicionó mi vida, brillaba en mi trabajo pero era una más de entre tantas mujeres que trabajan todo el día en una constelación donde destaca la monotonía. Tengo un puesto gerencial donde mi actividad y cargo me aleja de los empleados, tengo que ser fría y calculadora, aunque se vea como una posición de poder, también es duro para una mujer no sentirse querida y lo que es peor sentir a mis empleados no como compañeros de labor, sino como enemigos, especialmente entre las mismas mujeres que fueron mis compañeras años atrás, pero bueno es la vida que me toca.



Soy madre soltera, tengo 37 años y vivo con mi hijo Diego que tiene 18, nuestra relación era normal, o por lo menos lo que supongo que puede ser normal entre una madre soltera y su hijo, yo lo cuidaba pero no lo mal criaba, en sí éramos muy independientes el uno del otro, casi no sabía de sus relaciones con otras chicas de su edad, no me contaba, no sé si por vergüenza o porque mi actividad que ocupaba casi todo el día no nos daba la oportunidad de entablar ese tipo de relación. Él estudiaba mientras yo trabaja y nos veíamos todos los día cuando yo llegaba del trabajo, casi siempre para la cena, el escaso tiempo hacia que la cocina fuese casi desconocida para mí pero cuando tenía algo de tiempo se podría decir que para mí era como el hobby que me relajaba.



Mi cargo en el trabajo necesita de mi formalidad en la vestimenta, siempre uso ropa de ejecutiva, faldas unos dedos arriba de las rodillas combinando con el traje y camisa de color claro generalmente blando, los zapatos elevaban mi figura sobre las demás mujeres, pienso que son una forma de mostrar mi sensualidad ya que los altos tacos resaltan mi cola en forma tentadora.  Soy alta y me mantengo en buen estado físico, hago yoga hace años, primero concurría a algún instituto, pero la falta de tiempo me obligo a practicarlo en casa, es una actividad que te mantiene en forma y a su vez relaja.



En casa me relajaba un poco en la vestimenta, pero no tanto y no por vergüenza, sería que la costumbre era más fuerte. La casa en la que vivimos es grande y hasta tiene una piscina, pero siempre uso trajes de baño enterizos que no dejan ver mucho, así que mi hijo sólo me ve como su madre.



Esta monotonía un día cambio y mi forma de ver la vida también. Desde que vivo con mi hijo pocas veces pude salir con alguien, creo que mi situación nadie la quería compartir, pero mi actividad supongo que era la principal barrera. Ya no tenía contacto con mi familia, a mis padres no los vi más después de quedar embarazada, estábamos solos en el mundo, pero era nuestro mundo.



Me acuerdo que era un viernes, venia de una semana complicada, estaba agotada por el trabajo, decido regresar a casa alrededor del mediodía, ya había delegado trabajos y necesitaba descansar un poco. Mi hijo desde hacía más de una semana se encontraba todo el día en casa, empezaban sus vacaciones de la universidad a la que concurría. En realidad no necesitaba apurarme para regresar a casa, pero mi ansiedad hacía que acelere el paso para llegar, dejo el auto en el garaje de casa y camino apurada hacia el pórtico de entrada, el mismo tenía tres escalones ante de la puerta de entrada. Piso el primer escalón y cuando levanto la otra pierna para dar el segundo paso siento cuando se quiebra el taco de mi zapato, el del pie de apoyo, fue instantáneo, aparecí en el suelo, caí sentada sobre el borde del escalón, se me nubló la vista, en realidad conocí que es ver las estrellas, tenía un dolor impresionante en el medio del culo, casi no podía respirar. Mi hijo que estaba en casa parece que escucho el grito de cuando me golpee, yo no me di cuenta que había gritado, abre la puerta y me ve acostada en el piso. El maletín por un lado abierto con los papeles desparramados por todos lados.



-¿Qué te paso?



-Me caí, no me puedo mover.



-espera que te ayudo



Era verdad, el dolor era insoportable, no me dejaba abrir los ojos, hasta me lagrimeaban. Me toma con sus brazo por debajo de los míos y me ayuda a levantar, suerte que es fornido y no tuvo problemas  en levantarme, me acompaña adentro y me deja sentada en un sillón de dos cuerpos que se encuentra en el living, sale corriendo a recoger los papeles y el maletín que habían quedado tirados en la entrada. Yo no aguantaba el dolor, necesito recostarme y lo hago. Sentía las piernas dormidas, un cosquilleo que me asustaba. Me frotaba el culo con una mano, pero me dolía hasta cuando lo tocaba. Regresa mi hijo.



-¿Te calmó un poco?



-No, me duele mucho, se me duermen las piernas, ¿me ayudas a ir a mi habitación?



-Si vamos.



Me toma como antes y voy caminando despacio, llego a mi habitación y caigo sobre mi cama, me contorsionaba del dolor.



-¿Cómo te ayudo?



-Puedes llamar a sala de emergencias y pregunta si puede venir Cristina, dile que es una emergencia.



-Si ahora voy.



Diego sale apurado de la habitación a llamar por teléfono. Vivimos en un barrio cerrado de clase alta en el hay un centro comercial, una zona de deportes, escuela y seguridad privada, también cuenta con una sala de emergencia que tiene un equipos de médicos las 24 hs del día para cubrir emergencias que ocurren dentro del barrio, yo conocía especialmente a una médica deportóloga, se llama Cristina,  que hacía tiempo que trabajaba ahí, la fui a ver algunas veces cuando me sentí adolorida cuando practicaba algún deporte, sabía que era buena en su especialidad y entendía mucho de traumatismos, además era mujer, me podía ayudar y a esa hora ella seguro estaría trabajando en el lugar.



Regresa mi hijo y me dice.



-Ya le avisé, dice que en unos minutos viene para acá



-gracias hijo, voy a esperarla



Pasaron unos diez minutos y sigo recostada, el dolor continuaba ya me estaba acostumbrando pero no mermaba. Escucho que suena el timbre de calle y siento los pasos de Diego que va recibir a la doctora y viene con ella a la habitación.



-Hola Esther, ¿qué te pasó?



-Me caí en la entrada de casa sentada y me golpee muy fuerte con el borde del escalón de entrada. Se me duermen las piernas



-bueno, vamos a ver, te voy a revisar



Veo que me hijo se retira despacio y nos deja solas, yo sigo a costada boca abajo, seguía con la ropa con la que había llegado del trabajo, solo me había sacado el traje, estaba con la camisa blanca y la falda gris. Me baja el cierre de la falda y me la desliza hasta las rodillas, luego toma la tanga que uso de ropa interior y la baja hasta debajo de la cola. Quedo con el culo al aire.



-Bueno, vamos a ver que tienes.



Con sus dos manos separa los glúteos y mira, también toca por donde comienza la raya del culo.



-está caliente y colorado, perece que fue grande el golpe. ¿Te duele cuando aprieto?



-Ay, si, si, ay



-Bueno, esta parte se va a poner morada por el golpe, igual que los glúteos, tengo que revisar si se quebró el coxis, espera, un momento.



Yo sentía cierta tranquilidad que fuese mujer, no sentía vergüenza de que me tocara, estaba entregada y dolorida como para pensar en otra cosa. Traía un pequeño bolso de primeros auxilios, saca un par de guantes de látex y un pequeño pote que parecía de vaselina o una crema. 



-Permiso. Tengo que meter el dedo.



Ya con los guantes puestos mete el dedo índice en el pequeño pote y se unta el dedo, muy despacio siento por el roce del mismo que busca la entrada de mi ano, el esfínter no se resiste mucho gracias al lubricante. Siento que el dedo va entrando despacio, la situación sería agradable si no fuera por el dolor que crecía mientras entraba más profundo.



-¿Duele?



-Ay, ay, si, si, si



-Bueno aguanta un poco más tengo que sentir el coxis



Revuelve el dedo, hasta que lo consigue, en ese momento me sobresaltó, le apreté el dedo con el esfínter, el dolor era muy intenso, me quejaba, pero ella continúa moviendo el dedo y lo retira muy despacio mientras me dice.



-¿Cómo se llama tu hijo?



-Diego.



-¡Diego! ¡Diego! ¿Puedes venir por favor un minuto?



Lo llama con unos gritos, yo sigo con la cola al aire, no reacciono como para taparme, él tardo unos segundos en llegar y quedar parado bajo en el marco de la puerta, yo estaba acostada con mi cabeza apuntando la puerta, la levanto un poco y lo veo.



-Gracias Diego, me haces un favor, me puedes traer un poco de papel higiénico del baño.



Yo no atino a decir nada, sentía vergüenza al ver a mi hijo en la puerta, estaba paralizada, pero supongo que la situación de estar expuesta a la mirada de mi hijo me calentaba. Él desaparece al instante y sale presuroso hacia el baño. Ella como si fuera algo normal comienza a describir la situación.



-Esther, por lo que puedo ver y sentir fue sólo el golpe, es muy difícil que sufras una quebradura en el coxis pero siempre existe la posibilidad, te amortiguó el golpe los glúteos, tienes suerte de hacer deporte. Pero el golpe fue muy fuerte, se va a poner muy morada la zona y vas a estar muy sensible, tienes…



En eso regresa Diego con un bollo de papel en sus manos, ella le dice que pase, él entra y le da el papel, sabía que me vería la cola al aire, pero yo apoyo la cabeza en la cama y decido no mirarlo, escucho que entra y sale.



-Gracias Diego. Bueno te decía…



Escucho los pasos de Diego que se alejan hacia la puerta. Ella continua hablando como si nada, suerte que no me podía ver la cara, la sentía caliente de la vergüenza, al mismo tiempo que ella hablaba escuchaba como que acomodaba el papel en sus manos y me comienza a limpiar el culo, sube y baja por la raya de mi cola rozando el ano con presión, eso lo hace varias veces mientras hablaba.



- ….va a estar muy sensible la zona, los glúteos te van dolor por unos días y se te puede dificultar sentarte, el coxis también te va a doler pero es más fácil que sientas puntadas de dolor debes en cuando y un dolor constante, principalmente se conecta con terminales nerviosas de la columna, eso hizo que sientas un hormigueo en las piernas, pero eso se va ir pronto. Ahora te voy  a inyectar un calmante y después te indico que hacer.



Todo fue muy rápido, yo la escuchaba con mucha atención, ella prepara una jeringa con lo que debe ser un analgésico y me la aplica en un glúteo, mientras hace eso a un costado mío deja apoyado sobre la cama el papel que uso para limpiarme y sobre este los guantes de látex que había usado. Me doy cuenta que el papel estaba arrugado pero podía ver unos trazos o líneas de color marrón, el mismo color que brillaba en uno  de los dedos de los guantes, quede sorprendida al ver eso, pero era algo lógico, no era como en las películas porno donde entran 25cm de carne en el culo y sale el pene sale más limpio de lo que entró, este caso era la vida real. Me sube la tanga y la falda.



-¡Diego! ¡Diego!



Nuevamente llama a mi hijo, me sorprende no lo esperaba, él regresa de inmediato.



-Diego ¿me haces otro favor?



-Sí, si no hay problema.



-Toma, puedes tirar esto a la basura, mientras le explico a tu madre que tiene que hacer, vos también las vas a tener que ayudar un poco hasta que se encuentre mejor.



Nuevamente quede inmóvil de la vergüenza, tenía un primer plano de cuando ella le entregaba el papel y los guantes manchados de mierda, él lo miraba sin decir nada, pero lo toma sin ningún problema, hasta parecía que con ganas, parecía que no podía alejar la mirada del papel y los guantes, se va caminando y sale de la habitación.



-Bueno te decía, el golpe fue fuerte, perece que no hay ninguna quebradura o astilla, eso sería complicado porque son operaciones complejas si eso pasa, pero ya veremos qué pasa la evolución nos va indicar que hacer. Te voy a recetar un analgésico inyectable por si las puntadas son fuertes, seguro van a ser los primeros días y un analgésico local en crema para los glúteos, para que te pases tres veces al día. Puedes tomar ibuprofeno cada 8 horas pero si es necesario. Aplica también frio en forma local con una bolsa con hielo, eso también ayuda ¿Tienes dificultad para ir al baño?



-No, bueno más o menos ¿Por qué?



-Mira te lo digo, porque va a sentir dolor cuando quieres ir de cuerpo y si haces muy duro vas a tener mucha dificultad.



-bueno, sí, son muchas horas en la oficina y si no hago a la mañana cuando llego a casa me cuesta mucho.



-Perdona que pregunte, pero tengo que saber cómo es, que forma tiene, es consistente pero blando o duro y globuloso.



-la verdad es duro



-bueno eso puede ser un problema, vas a tener que pasar por lo menos una semana en casa y cambiar la dieta, para que sea lo más blando posible, pero los primeros días va te va a costar mucho, puede ser que tengas que usar una enema para evacuar los primeros días.



-¿Será necesario?



-no te lo puedo asegurar, pero ya te vas a dar cuenta cuando tengas que ir al baño, también le tienes que sumar la dificultad para sentarte por el golpe en los glúteos, te voy a dar una marca de unos almodones de una goma viscoelástica que son especiales para estos golpes, hasta hay una que viene con un agujero en el medio que puedes usar para ir al baño.



-Bueno, agrégalo a la lista que después lo mando a Diego a comprar. 



-¿tienes mamá o alguna hermana que te pueda ayudar?



-No, hace años que no los veo.



-¿y alguna amiga?



-La verdad no tengo de confianza, sólo las de la oficina, pero son empleadas que tengo a cargo y no tengo esa confianza. ¿Por qué?



-Sí es un problema, todavía estás acostada y no te das cuenta, pero cuando tengas que caminar se va a complicar bastante porque el dolor te va a limitar los movimientos y no es bueno estar acostada todo el día. Mira te puedo pasar por si no consigues a nadie el número de teléfono del enfermero de la enfermería del barrio, es muy profesional, recuerda que por mi experiencia vas a necesitar inyectarte los primeros días y también vas a necesitar del enema para evacuar. Pero veras como haces por ahí puedes sola, tu hijo te puede ayudar a caminar y llevar al baño, ya verás que es mejor.



Termina de escribir las recetas y la indicación médica, también todo lo necesario para mi cuidado. Los almodones y sus formas, marca y modelos. Ella se despide y me deja su número de móvil por alguna emergencia y nuevamente llama a mi hijo.



-Mira Diego, te dejo esta lista para comprar en la farmacia, creo que puedes conseguir todo en la farmacia local. Ya le explique todo a tu mamá y ayúdala en lo que puedas. Cualquier duda me llaman, yo este fin de semana no trabajo pero a partir del martes estoy nuevamente, pero igual llamen para una consulta sino queda un médico de guardia, creo que le doctor Aguirre



-Sí, no hay problema. Gracias



Quedamos solos en casa, él viene a mi habitación, yo me siento en la cama, pero con mucha dificultad, tenía razón la doctora, el dolor se incrementaba según la posición que tomaba, pero la inyección estaba haciendo efecto y el dolor era soportable.



-Bueno voy a comprar, necesitas algo



-me puedes ayudar, voy al baño, me quiero dar una ducha así me puedo cambiar, podes llevarme esa ropa



Tomo una remera y unas calzas que uso todos los días cuando hago yoga, las lleva al baño y regresa. Me levanto y me toma de los hombros para caminar, cuando me levanto no siento mucho dolor, seguro que por el analgésico, voy caminando por el pasillo hacia el baño y siento una puntada en el coxis que me detiene de golpe.



-¿te pasa algo?



-No, nada estoy bien, una puntada, pero no es nada sigamos.



-Bueno, yo mientras voy a comprar a la farmacia.



-ok, gracias



-espera, espera, ¿me puedes traer una bombacha del cajón de la cómoda, cualquiera?



Se va al dormitorio, cierro la puerta y me comienzo a sacar la ropa. Regresa y golpea la puerta, entreabro la puerta y me alcanza una bombacha rosada que tomó del montón, era una de algodón algo gastada pero no le digo nada igual estaba en casa. Antes de meterme a la ducha, trato de sentarme en el inodoro  para orinar, pero cuando me estoy agachando nuevamente siento una puntada muy fuerte que me hace incorporar y quedar parada. No quería experimentar estando sola, me meto en la ducha y aprovecho para orinar parada, me siento aliviada. Sólo espero que consiga los almodones que me aconsejo la doctora. Termino de ducharme y despacio me seco y cambio, decido ir caminando hacia la habitación. Ya en la habitación me recuesto boca abajo en la cama y espero a mi hijo.



Creo que pasaron unos 40 minutos, me había quedado dormida, me toca en el hombro, era mi hijo que había regresado.



-¿pudiste volver sola? Mira, ya compré casi todo.



-sí, haber. ¿Qué falta?



-No tenían el almodón con el agujero en el medio, dicen que lo pueden tener para el lunes, después está todo. ¿Qué es esto?



-eso, es para enemas, me dijo que lo comprara por las dudas. Veremos cómo hago sin el almodón, veo como me las arreglo.



-¿necesitas que te ayude en alguna cosa?



-No está bien, me paso el desinflamatorio y voy para la cocina.



-bueno, cuando termines me llamas que te acompaño.



Él sale de la habitación y cierra la puerta, me bajo la calza y la bombacha para frotarme la crema, en verdad el efecto de la inyección parecía que se estaba desvaneciendo, el dolor de a poco era más intenso. Termino y lo llamo.



-¡Diego!



Entra y como antes me sostiene para caminar segura hasta la cocina. Cuando llego veo que sobre una silla donde me siento habitualmente se encontraba el almodón que había comprado. Me siento despacio, era confortable, la goma viscoelástica se moldeaba a la forma de mi cola. Comienzo a hablar con Diego y en un momento estornudo, ese movimiento brusco de mi diafragma hizo que me agarrara una puntada muy fuerte en el coxis, un dolor en el medio del culo que me hizo ver las estrellas nuevamente, sentía como que me bajaba la presión. Empiezo a transpirar y mi hijo me toma del brazo.



-¿Te pasa algo? Estas fría.



-ay, sí, me bajó la presión, tuve otra puntada.



-¿quieres que llame al médico de guardia?



-No, no esperemos un poco



-¿te quieres recostar de nuevo?



-Bueno, vamos, me voy a aplicar hielo



Vamos nuevamente a mi habitación y me recuesto, él va a la cocina a preparar la bolsa con hielo y me la trae.



-Gracias Diego



Me alcanza la bolsa y trato de colocarla sobre la cintura y me bajo un poco la calza, pero se cae la bolsa para el costado.



-¿te ayudo?



-Bueno, espera que me bajo un poco la bombacha y me apoyas la bolsa.



Tomo por los costados de la bombacha y la bajo un poco, pude parar pero sin pensar o sentir vergüenza la bajo casi toda y quedo con la cola al aire, a la vista de mi hijo, hacia mucho que un hombre no me podía ver el culo a tan poca distancia, creo que me estaba excitando. Él apoya la bolsa y la sostiene con la mano. Me hace un comentario.



-Está muy morado, casi de color violenta, debe doler mucho.



-Sí me duele mucho, pero son peores las puntadas



-¿Dónde?



-en el coxis, igual me revisó y me dijo que no sentía que estaba quebrado, pero es muy incómodo. Y todavía no fui al baño.



-¿pero hiciste pis?



-sí, cuando me bañe, pero todavía no hago de lo segundo.



-¿caca?



-Si, además soy medio estreñida y tengo miedo de no poder hacer



-¿para eso es la enema?



-Sí, pero primero tengo que hacer la prueba. Espero poder sentarme sin el almodón.



Estuvo sosteniendo la bolsa durante unos minutos, pienso que no alejaba la vista de mi culo, yo no lo podía ver, tenía la cara apoyada en la cama.



-¿Te paso el analgésico?



Me sorprende con la pregunta, pero no pensé que era mi hijo, me despoje de todo prejuicio, sabía que a él le gustaría y a mi también, que me acaricie un hombre después de tanto tiempo, no pensé más y le contesto.



-Bueno, como quieras, pero tienes que frotar un rato hasta que se absorba toda.



-Está bien, no hay problema.



Deja la bosa de hielo a un costado y me deja con la cola al aire, se levanta de la cama y toma la pomada que estaba sobre la mesa de luz. Ya se estaba poniendo oscuro serían como las siete de la tarde, prende la luz del dormitorio, parecía que no quería perder detalle y se vuelve a sentar a un costado mío sobre la cama.



-¿te paso donde está morado?



-Si donde está el golpe.



-Bueno, pero vas a tener que bajar un poquito más la bombacha.



-Sí, no hay problema.



Tomo de los costados nuevamente la bombacha y ahora la bajo del todo, por ahí no hacía falta tanto, pero seguro que era lo que queríamos los dos. El silencio dominaba la escena, escuchaba todos sus movimientos, hasta el ruido de cuando destapa el envase. Escucho el ruido como de un pedito que hizo cuando se pone crema sobre una de sus manos, pero hace lo mismo sobre mi culo, primero en un glúteo y después en el otro. De repente siento que apoya sus manos sobre mis nalgas a la vez y comienza con pequeños círculos en sincronía. Pasa un ratito con esos movimiento pero los círculos se van agrandando y me doy cuenta de su intención, disimulando trataba de separar los cachetes, su objetivo era ver mi ano, yo lo dejaba y no me resistía en nada, trataba de no hacer fuerza con las nalgas quería que tuviera lo que quisiera. Paso un rato largo masajeando, no puedo decir cuantos minutos.



-¿Te paso en el medio? También está morado



-Si mejor vos podes ver bien donde está morado.



Nuevamente el ruido del pomo sacando crema y siento que pone un poco de crema sobre el comienzo de la raya del culo. Empieza a pasar el dedo muy despacio de arriba hacia abajo, cada vez se acerca más al centro, se detenía a casi a un centímetro de mi esfínter. No paso un minuto y toca el ano con el dedo, yo me doy cuenta pero no reacciono, eso favorece a que él lo hago nuevamente una y otra vez, pero no intenta meter el dedo, sólo lo acariciaba, era una sensación hermosa. Tampoco quería que pasase todo el día, como siguiendo una conversación normal le pregunto.



-¿ya absorbió la crema?



-Sí, sí, ya casi 



Me dice con una voz temblorosa.



-¿Te sigue doliendo?



-Sí me molesta hasta el roce de la bombacha.



-¿y porque no te la sacas y usas la remera larga que usas para dormir?



-Sí tienes razón, igual ya me viste la cola y acá no hay nadie que me pueda ver



-Jajaja si una cola mejor que la de las revistas.



-sí, claro de casos médicos, un culo de color violeta  



-o de película, como  Avatar.



-jajaja



Ya estaba relajada parecía un juego que me excitaba según pasaban los minutos.



-Si tienes razón, alcánzame la remera larga que está en ese cajón que voy andar en la casa con ella



Me incorporo en la cama y mientras él abre el cajón, yo me saco la remera y quedo en corpiño.



Cuando me da la remera me la pongo, me paro y me saco la bombacha y se la doy.



-Toma, ponla en el cesto del lavadero.



-Bueno



Mientras va caminado, me saco el corpiño por un costado de la remera y le digo.



-Toma ya que estas lleva esto también.



La remera que usaba para dormir apenas llega hasta donde termina la cola, si me agacho solo unos centímetros quedo desnuda, él y yo lo sabíamos. Mientras él va al lavadero yo voy caminando despacio a la cocina, en realidad ya no sentía tanto dolor en los glúteos, pero caminaba con el miedo de sentir una puntada, pero llego tranquila a la cocina y me siento a esperarlo.



-¿Volviste sola?



-Sí, no puedo estar acostada todo el día y no comimos nada en todo el día, porque no vas a comprar algo para comer que yo mientras llamo a la doctora para hacerle una consulta y después cenamos.



Eso hicimos, llamo a la doctora para preguntarle como hago para ir al baño.



-Hola Cristina, habla Esther



-Sí hola ¿Cómo estás?



-Bien, te llamaba para una consulta. Resulta que traté de ir al baño pero no me pude sentar, ni para orinar porque me dio una fuerte puntada y me bajó la presión. Pero tengo que hacer caca y no sé si voy a poder sin que me pase lo mismo.



-¿Usaste la almohadilla?



-En realidad no consiguió la del baño, recién el lunes la tienen.



-Si es fácil que te ocurra lo mismo y peor si no tienes la almohadilla. Mira puedes hacer la prueba de usar la que conseguiste sobre un borde del inodoro y en el otro cualquier otra y probar, pero antes te debes inyectar el analgésico que compraron, 10 ml ya habrán pasado varias horas desde que te lo apliqué.



-Bueno voy a tratar de contactar a algún enfermero



-Prueba, si ves que tienes que hacer mucha fuerza no te quedará otra cosa que un enema, lo podrás arreglar con el mismo enfermero 



-Bueno, gracias, hablamos



Mi idea era no llamar a ningún enfermero y menos sabiendo que era un hombre el que había en la sala de emergencia del barrio, primero tendría que hacer la prueba sola y si no puedo le diría a mi hijo, veremos si quiere o se anima, también era una idea que me excitaba, quería estar expuesta y entregada al único hombre de la casa, sabía que estaba mal pero la calentura me superaba.



Mi hijo regresa con unas bandejas de comida para la cena informal, a decir verdad eso hacíamos muchas veces venia cansada del trabajo. Nos sentamos a comer, usamos unos platos y cubiertos para que parezca una verdadera cena y no comer desde las bandejas. Conversamos un rato.



-¿Hablaste con la doctora? ¿Para que la llamaste?



-Si pude hablar, la consulté porque todavía no pude ir al baño, perdona, estamos comiendo.



-jajaja, no hay problema Ma



En la conversación uso psicología inversa, jajaja, lo quería hacer desesperar, lo tentaría con que otro tomaría su lugar, era obvio que caería



-La verdad me dijo que tengo que llamar al enfermero, del que me pasó el número, para que me ayude, es un trabajo para él, me tiene que inyectar, eso no sería el problema porque yo misma me lo hice alguna vez, pero con el enema es diferente, no me gusta que sea un hombre pero me dijo que es muy profesional y es un trabajo medio asqueroso el que tiene que hacer.



-¿Pero qué tiene de asqueroso?



-¿Cómo que tiene? Me tiene que andar metiendo la cosa ahí adentro, no creo que sea lindo ver eso.



Mientras sigo hablando me levanto para lavar los platos



-Te ayudo



-No, está bien, quiero estar parada un rato estuve todo el día acostada y sentada.



Llevo los platos a la pileta para lavarlos y le doy la espalda mientras seguimos hablando, yo sabía que la remera era muy corta y abajo no llevaba nada, con sólo agacharme un poco para lavar los platos sabía que le dejaba a la vista el culo. Entonces sigo con la conversación como si nada.



-Después que termino veo si lo llamo, espero que no sea muy grandote por si me tiene que meter el dedo, jajaja.



-¿Si quieres lo hago yo? No debe ser difícil, yo ya te vi la cola y tengo los dedos finitos



-jajaja, no tan finitos. Pero no Diego vas a empezar y cuando veas caca salís corriendo. Para mí sería mejor que me ayudes vos, otro andaría contando por ahí que tengo celulitis, jajaja



-Bueno que mejor, yo no voy a contar nada a nadie.



-Si es una promesa, acepto, pero después no quiero que te eches atrás, no quiero que si te digo que me metas el dedo en el culo, digas “no me da asco, llamemos al doctor”, no quiero que te arrepientas.



-Te lo juro.



-Bueno, trato hecho



Listo misión cumplida, ya lo había atrapado, fue un trato equitativo, yo sin que él lo supiera me moría porque me tocara el culo, el sólo pensarlo me humedecía, él creo que se llevó el mejor regalo que le podía dar, mi culo sería suyo.



Nos sentamos en el living para mirar la tele esperando que se haga la noche, yo trataría de hacer la prueba de ir al baño antes de dormir, ahí tendría idea de si podría o no. Terminamos de ver la película y me levanto del sillón.



-Bueno voy al baño y después me acuesto.



-¿vas a probar de hacer caca?



-Sí, iba a hacer la prueba



-Porque no pruebas sentarte en el cuello que usas cuando vas en el avión, por ahí te sirve por la forma.



-Claro tienes razón, puedo hacer la prueba, me parece mejor que lo que me dijo la doctora



Yo voy para el baño, podía caminar bien yo no sentía esas puntadas repentinas pero no le dije nada de la mejoría. Él mientras fue a buscar a mi habitación el cuello de viaje, una especie de banana acolchonada. Lo espero en el baño hasta que regresa y me lo alcanza. Me levanto un poco la remera y me siento sobre ese almodón que pongo sobre el inodoro, la idea parecía perfecta. Apoyo las manos sobre la remera tapando mi vagina, él me mira de frente.



-Bueno, ya estoy lista.



-espero afuera.



Sale y se queda afuera del baño, me doy cuenta porque entorna la puerta sin cerrarla del todo y veo que está parado fuera como guardia de seguridad de boliche. Me daba un poco de vergüenza pero empiezo a orinar, el ruido era más fuerte porque caía de más altura, sabía que él podía escuchar el pishhhhhhhh como de una manguera cuando aprisiono con los dedos la punta. Termino de orinar, ahora el desafío era otro, empezar a empujar sobre mi esfínter, el resultado fue inmediato, las puntadas habían vuelto, trato de aguantar y presiono con mis músculos abdominales, pero obtengo el mismo resultado, un fuerte dolor agudo. Lo peor es que no podía cagar por el dolor, porque si fuera por las ganas no tendría problemas, por el agujero quería asomar pero lo impedía el dolor, estaba en la punta y no podía terminar con el trabajo. Pasaron varios minutos, no sé cuantos pero supongo que para Diego se hicieron eternos.



-¿Ya terminaste?



-No, no pude hacer, trate pero no pude por el dolor, no quiero empeorar las cosas.



-¿quieres que te ayude con una enema?



-No, gracias, voy a esperar, si quieres mañana a la mañana cuando me levanto lo hacemos, primero me vas a tener que aplicar la inyección, yo puedo aguantar. Ahora me voy a acostar.



-Bueno, ¿te paso el desinflamatorio?



-Ha bueno sí, ahora voy para allá



Me limpio y veo que el papel deja una delgada línea marrón, sí, como el nombre de la película, pero esta no era de guerra, era de guarradas. Era un signo de que algo quería asomar de su cueva. Me termino de limpiar y voy a mi habitación, ahí ya estaba Diego esperando, me recuesto en la cama y me levanto la remera para dejar el culo en sus manos. Él se sienta nuevamente a un costado y me coloca crema en los dos cachetes, y empieza con el masajeo, luego como había hecho antes comienza a pasar el dedo por la raya tocando el ano, yo temblaba de excitada pero él termina de golpe, me baja la remera y se va apurado, creo que eyaculo en su pantalón, supongo que habrá sido muy fuerte por el apuro con el que salió.



-Buenas noches, nos vemos mañana.



Me quede pensando, si estaba bien todo esto, al fin al cabo era mi hijo, pero pienso que el placer está más allá de convenciones sociales, si nos hubieran separado cuando él nació y nos conociéramos por alguna razón de la vida ¿él sería mi hijo o sería un extraño? Bueno, todo depende que como y de qué lugar se vean las cosas. Me duermo y siento sonar el despertador a las 9 de la mañana.



Me estiro en la cama, no necesitaba cambiarme, estaba prácticamente desnuda, voy al baño despacio, no quería despertar a mi hijo, supongo que dormiría. Ahora más tranquila y sin ningún apuro me siento en el inodoro utilizando la misma almohadilla de cuello, orino sin ningún problema y cuando intento cagar, el mismo resultado, una puntada muy fuerte cuando hago fuerza, me baja la presión de nuevo. Me lavo la cara, los dientes y regreso a mi cuarto, pero cuando salgo del baño lo veo a Diego en el pasillo.



-Hola, pensaba que estabas durmiendo todavía.



-No me desperté temprano, pudiste ir al baño



-No, no pude, me puedes ayudar, ¿no te arrepentiste?



-No, Ma, yo te ayudo



-Bueno vamos a mi habitación y me inyecto el calmante, va a ser mejor para el enema.



En la habitación tomo la jeringa y la cargo 10ml del calmante, lo miro a Diego y así parada como estaba le digo.



-Me voy a inyectar, me puedes tener levantada la remera así veo donde me pincho.



Él rápidamente la toma de los costados y la sube hasta las tetas, como todavía estaba de frente quedo con la vagina expuesta, nunca me la había visto, bueno ya era hora, suerte que soy prolija, acostumbro a depilarme totalmente una costumbre que tenía de chica, la mira como fascinado, giro medio cuerpo y apunto mi nalga derecha con la jeringa y me inyecto. Me doy unos golpecitos y me bajo la remera.



-Ahora tenemos que esperar a que haga efecto. Podemos preparar todo para el enema.



Vamos a la cocina y llevamos una especie de jarra con una manguera, con una cánula en el extremo con pequeños agujeritos. También le dieron un pote de vaselina y un líquido en una bolsa plástica con unas instrucciones. Las leo y explicaba la cantidad que tenía que mezclar con agua y la forma de aplicarla, nada de otro mundo. Pregunta mi hijo



-¿Dónde lo hacemos?, ¿en el baño?



-No sé si tenemos lugar, sería mejor, pero me tengo que acostar en el piso



-¿y si lo hacemos acá, en la cocina?



-Me parece que va a ser mejor



-¿Qué cantidad hay que meter?



-No dice, pero la jarra marca como 2 litros, será lo que pueda aguantar.



-Probemos



Me subo la remera y le hago un nudo a la altura de la cintura, lleno la jarra con agua y le agrego el líquido de la bolsa, parecía una especie de aceite o vaselina líquida, lo mezclo y lo apoyo en la mesa. La cánula tenía un pequeño grifo que mantengo cerrado, se lo alcanzo a Diego para que lo sostenga.



-Bueno, yo me pongo en el piso y primero pon un poco de vaselina en la punta de la cánula, pero vas a tener que meter el dedo un poco en el ano también para que entre. Lástima que no te dieron unos guantes.



-No importa es lo mismo.



Me pongo en cuatro patas en el piso, los codos en el piso y abro bien el culo y espero, sabía que tendría la mejor vista de mis partes, no le ocultaba ningún agujero, desde atrás veía el rosado tajo brilloso y lubricado de mi vagina. Espero la estocada. Primero toca el esfínter con la punta de la cánula, pero mi reacción era apretar el culo y cerrarlo, decido aconsejarlo para mi placer.



-Espero, espera Diego, vas a tener que pasar vaselina con el dedo, así no va entrar ¿quieres que me ponga yo un poco?



-No, está bien yo te pongo



Parecía que necesitaba el permiso mío para que ganara confianza, comenzó a meter dedo con timidez pero sólo pasaron unos segundos para que lo empuje hasta el fondo, podía sentir cada detalle de su dedo, desde la resbalosa uña y su suave yema, entra la primera falange, hasta llegar a la media, lo saca y lo mete en el pote de nuevo y vuelve a meterlo, lo saca de nuevo y me pregunta.



-¿hago la prueba ahora?



-Sí, prueba despacio, todavía tengo el efecto del analgésico, pero con cuidado



Empieza a meter la cánula despacio, la puedo sentir entrando unos pocos centímetros, y se detiene.



-Se trabó, ¿sigo empujando?



-Sí, despacio, ¿Cuánto entró?



-Un poco, dos o tres centímetros



Sigue empujando, pero no avanza. No sabía si era que no me quería lastimar o tenía miedo de empujar más fuerte.



-empuja, empuja sin miedo.



-pero no entra.



-A ver, quiero ver la punta.



Me muestra y era obvio que la barrera era mi propia mierda, el color lo delataba.  



-Sí es caca, ¿no te da asco? ¿Podemos seguir?



-Sí, no hay problemas, no me da asco ¿Qué quieres que haga?



-No queda otra que lo empujes más fuertes, así podemos abrir el grifo y con el agua se va a ir ablandando. No queda otra



Vuelvo a la posición, ahora parecía que él tomaba la iniciativa, mete el dedo de nuevo y lo revuelve, era verdad que no le daba asco. Cuando saca el dedo mete la cánula y empuja, me duele un poco pero no le digo nada, él sigue, yo sentía como que me violara un negro, sentía que un pedazo duro subía por mi intestino.



-Ya entraron como diez centímetros ¿sigo?



-No está bien, abrí el grifo.



De repente siento un frio que me recorre, pero se detiene de pronto.



-No baja más, parece que se tapó.



-Prueba en ir moviendo la cánula



-Sí, tienes razón, ahí está bajando



-Bien, voy a tratar de aguantar lo más que pueda, sigue.



Siento que me empiezo a llenar, pero aguanto.



-Parece que no baja más.



-¿Cuánto entró?



-Como un litro y medio, más o menos



-Bueno, está bien, yo no aguanto más, saca despacio la cánula y voy al baño rápido



-Sí, ahora la saco



La verdad que transpiraba de las ganas de cagar que tenía, ya tenía que apretar el esfínter para que no saliera, él retira muy despacio la cánula y la siento por todo el recorrido. La punta de la cánula es donde tiene los orificios y  se ensancha como una pequeña pera, así que se resiste un poco en salir pero el continua sacándola. Cuando traspasa el ano, no aguanto más y exploto.



Acá sucedió lo que menos esperaba, no imaginé la presión acumulada, apenas la sacó empecé a tirar un chorro a presión, como una hidrolavadora sobre mi hijo, no podía parar, él parecía que no reaccionaba y mantenía la posición.



Sentí vergüenza, aunque parezca gracioso, trate de meter la mano, pero seguía saliendo, quedé en cuclillas y lo que era agua cambio rápidamente el color, imaginan que pasó, me cagué en el medio de la cocina. Era una escena bizarra, volteo y veo a mi hijo con la remera empapada y me empiezo a reír, él también hizo lo mismo, comenzamos a reírnos a carcajadas en el medio de la cocina, todo era un enchastre, piso, pared, muebles, hijo.



-jajaja, mira cómo te dejé, soy una sucia



-jajaja, no pasa nada, igual me tenía que bañar.



-Sí, ahora vamos a tener que lavar toda la casa.



-menos mal que no era el enfermero.



-jajajajaja, sí, menos mal, me imagino cual sería el chisme en el barrio, ¡ahí va la mamá cagona!



-jajajaja



-Deja que limpio, mientras ve a ducharte.



-Está bien te ayudo y después vamos.



Cuando dijo “después vamos”, no dije nada pero mi silencio era como una afirmación, limpiamos, espacialmente yo me dedique a las partes más difíciles, pero a él parecía no molestarle limpiar a la par. Yo continuaba con la remera anudada arriba de la cintura, me gustaba estar desnuda. En mi cabeza rondaba la idea de bañarnos juntos y eso hacía que se acelerara mi corazón.



De repente, escuchamos el timbre de la calle, ding dong, ding dong, quedamos paralizados, nos miramos y me acordé.



-¡El jardinero!



Habíamos perdido la noción del tiempo como todos los sabado pasaba el jardinero por casa casi como una rutina, era un hombre muy puntal, un hombre mayor jubilado, yo lo hacía también para ayudarlo, p

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 4.5
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