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Categoría: Incestos

Mamando la verga de mi tío

Hola, mi amor. No te platiqué nada este fin de semana por que el doctor H., el médico guapo del que te he platicado, al fin se decidió a recibir de mi algo más que una furtiva mamada en el baño de la clínica y me invitó a pasar el fin de semana en una casita de campo en Cuernavaca. Te he platicado antes cómo he seducido al doctor H, hasta que, hace a penas unos días, me encerré con él en el sanitario de médicos en la clínica donde trabajamos, para luego de quitarme la blusa y el sostén darle una riquísima y profunda mamada, que culminó con el miembro del doctor siendo masturbado entre mis hermosos senos; para que luego, el muy cabrón me tomara sorpresivamente por el pelo e inclinara mi cara forzándome a recibir un chorro de su orina, de rodillas frente a él, como la puta sumisa que me encanta ser para él.



La mamada que le di a H. me hizo recordar que la primera vez que una polla me llenaba la boca yo recién había cumplido 18 años y que fue el miembro de mi tío Pablo el que por primera vez profanaba mis labios. Aquella tarde, mamé la verga de mi tío Pablo por un buen rato y luego me entregué a él para ser penetrada por su miembro enardecido previamente por mi lengua y mis labios, disfrutando por primera vez las delicias del miembro de un hombre mucho mayor que yo.



Fue por mis celos que sucedieron las cosas que voy a platicarte. Y es que recordarás que la noche de fiesta por mi cumpleaños, luego de que en mi habitación le entregara mi virginidad a mi hermano, salí de nuevo al patio a donde se celebraba la fiesta para ir con los pocos invitados que quedaban, para seguir la parranda a la casa de mi tío Pablo, quien era nuestro vecino de al lado en esa época. Pues esa noche, a mi fiesta acudió por supuesto, mi mejor amiga, Mónica, que, cuando ya estábamos en la sala de mi tío, se puso algo borracha y se quedó dormida en un sofá, abrazada a mi primo Aarón, a quien conoció recién en mi fiesta. Mi tío Pablo, previniendo que mi primo aprovechara las circunstancias y le metiera mano a Mónica mientras dormía, se echó a mi mejor amiga al hombro y  subió cargando con ella las escaleras de su casa para acomodarla en una de las habitaciones de la planta alta, en donde ya dormía desde hacía un par de horas mi prima Blanca. Luego de hacer eso, Pablo bajó de nuevo y al ver que a excepción de mi novio y yo,  el resto de mis primos y amigos habían entrado en tumulto al cuarttito de servicio contiguo a la sala de estar, en una infantil competencia por apoderarse del mejor sitio para dormir un rato. Entonces, mi tío le pidió a Ricardo, mi novio, que me llevara a la casa de mis papás, y se regresara a dormir un rato en el sillón. Y bueno, recordarás que te platiqué de la deliciosa forma en que me cogió Ricardo, empinadita contra la pared en un hueco bajo unas escaleras exteriores en la casa de mi tío y que aprovechó  un descuido mío para quitarse el condón y venirse dentro de mi sin consultarme antes.



Bueno, pues el lunes siguiente, pasé un día normal en la escuela, pero a la hora de la salida, mi amiga Mónica me haría una confesión que desataría mi celos -Oye, Candy, tengo algo muy fuerte qué contarte, pero primero dime algo... ¿Alguna vez se te ha antojado tu tío Pablo? Quiero decir, bueno, aunque sea tu tío, está guapísimo ¿a poco nunca has pensado en darle las nalgas?- Su pregunta me intrigó y me divirtió. -Pues la verdad, sí, te confieso que me encanta, pero lástima que es mi tío, así que no he hecho nada-. Mentí, omitiendo que mi tío ya había correspondido a mi coqueteo con una caricia bajo mi falda hacía unos pocos días.



-Ay, amiga, te voy a contar algo que pasó en su casa el sábado, pero es secreto eh. Ves que me quedé dormida y quién sabe quién me subió y me acostó en la misma cama que tu prima Blanca. Pues un rato después, ya que se me había bajado lo borracha, me desperté y no vas a creer lo que vi, amiga-. A mi me mataba la curiosidad, así que detuve nuestra caminata rumbo a casa para llevar de la mano a mi amiga a sentarse a mi lado en una jardinera que había cerca y escuchar el resto de su historia. -¿Qué viste, Moni? ¿Se metió a bañar mi tío y salió desnudo? ¿Cómo la tiene, grandota? ¿Qué fue? ¡Ya dime!



-Pues sí que vi la verga de tu tío, pero no por que haya salido del baño sin ropa, no. Lo que pasa es que cuando me desperté y abrí los ojos, me llevé un buen susto por que en el marco de la puerta del cuarto, había alguien de pie. Yo por el pinche miedo no me moví ni dije nada, hasta pensé que me lo estaba imaginando o que era un fantasma. Pero no era nada de eso, tu tío Pablo estaba ahí parado en la puerta y se estaba jalando la verga mientras me veía y a tu prima durmiendo juntas en la cama.



-¿Estaba ahí parado, masturbándose?



-¡Sí, Candy! Al principio pensé en moverme o algo para que se fuera, pero luego, pensé que mejor me quedaba quieta para ver qué hacía. Y después de un rato de estar ahí masajeándose el pito, se acercó a la cama por el lado donde yo estaba aparentemtente dormida sobre mi costado. Y cuando tu tío se acercó, cerré los ojos y nadamás oía cómo se estaba masturbando ahí parado al ladito de mi. Luego sentí cómo se acomodó frenta a mi cara y me puso la punta de su verga en la boca.



-Oh ¿en serio? ¿y tú qué hiciste?



-Al principio, nada, por que estaba muy nerviosa, y quería que tu tío pensara que todavía estaba dormida y peda y que no iba a sentir lo que me estaba haciendo. Pero cuando me puso un dedo en el mentón para abrirme la boca y meterme más que sólo la puntita, me puse muy cachonda; la verdad, pues es que tu tío me gusta mucho, y nunca pensé que se animaría a hacer algo así; digo, es mayor que nosotras ¿Por cuánto? ¿veinte o treinta años? Así que pensé, bueno, el cabrón está guapísimo, y yo con gusto le daría una buena mamada en cuanto me lo pidiera. Con lo cachonda que estaba, no aguanté más y le agarré el miembro con una mano y empecé a meterlo más en mi boca mientras lo masturbaba; cuando hice eso, tu tío Pablo me empezó a tocar las tetas. Y pues yo creo que ya llevaba un rato masturbándose antes de que yo se lo mamara, por que luego luego se vino en mi boca y como no me dejó sacar su verga mientras se venía, me llenó la boca e hizo que me tragara su semen, y yo encantada.



-Qué cabrón, y eso que según él te había subido para que no cogieras con Aarón después de los besotes que le estabas dando a mi primo en la fiesta. Y mira, bien que aprovechó, pinche Pablo.



-La verdad me gustó mucho mamársela, yo le traía muchas ganas a tu tío. Además lo tiene como de este tamaño-. Dijo Mónica mientras separaba sus manos como unos 20 centímetros una de la otra, ilustrando el tamaño de la verga de mi tío. -No le vayas a decir a nadie, Candy, promételo-. Me pidió, viéndome con una expresión preocupada en la cara. -Sí, te lo prometo. Pero qué impresión, Moni. No esperaría nunca que Pablo te hiciera eso- respondí.



-Ni yo lo esperaba, pero estuvo rico. Ya que se vino, me lo sacó de la boca y me dijo si quería agua o algo. Le dije que no. Me dió un beso en la mejilla y se fue. Y con todo y tu prima roncando ahí al ladito, terminé de quitarme lo cachonda masturbándome bajo del pantalón.



-Pues te guardo el secreto, no te preocupes, Mónica-. Le dije a mi amiga mientras una mezcla de sentimientos que nunca más volví a experimentar bullía en mi interior. Era incómodo, me sentía enojada, aunque también algo excitada por lo que me dijo mi amiga; también había algo de rencor contra los dos, por haber hecho eso el día de mi cumpleaños, sobre todo, estaba enojada con mi tío, por que nunca pensé que elegiría a mi mejor amiga antes que a mi para satisfacerlo, y menos después de lo que pasó el otro día en su carro... Me moría de celos.



Mónica me dio algunos detalles más de la mamada que le dio a mi tío. Y luego de asegurarse de la sinceridad de mi promesa de no decirle a nadie, empezamos a cambiar de tema, y reanudamos el camino a casa; llegado el momento, nos despedimos y nunca jamás volvimos a hablar de aquella noche.



Ya en mi casa, pasé la tarde rumiando mis celos, pegada a la ventana de mi cuarto esperando a ver el auto de mi tío entrar a su casa, hasta comí ahí sentada en mi cama, ni siquiera me quité el uniforme para ponerme algo más cómodo, tenía en la mente la idea fija de sentirme traicionada. Fueron horas tormentosas para mi corazón roto de jovencita. -Pablo va a escucharme, esto no se queda así- Pensaba. Finalmente vi llegar a mi tío y yo bajé corriendo para encontrarme con él antes de que se metiera a su casa. Cuando llegué la reja exterior, él ya había descendido de su coche. Le llamé desde la acera y cuando me vio ahí parada, sonrió y se acercó para ver qué era lo que yo quería.



-Vas a tener que explicarme, cabrón-. Le dije, conteniendo lo mejor que pude mis ganas de llorar. -¿Qué pasó? ¿Por qué me hablas así, Dulce?-. Me contestó Pablo poniendo la cara seria mientras abría de nuevo la reja para dejarme entrar al patio de su casa. Era la primera vez que escuchaba a mi tío dirigirse a mi por mi nombre y no por mi apodo "Candy". -Te vengo a reclamar por jugar conmigo ¡Por hacerme sentir increíble un día y al siguiente tirarte a mi mejor amiga!- Ya no pude contenerme más. comencé a llorar. Mi tío Pablo me abrazó y me acarició el pelo, tranquilizándome contra su pecho. -Ay, Candy, cuánto te falta por aprender, mi amor. Ven, vamos adentro-



Nos instalamos sentados lado a lado en el sofá y mi tío Pablo escuchó impasible mis reclamos; paré de llorar una vez que había dicho todo lo que guardaba en mi pecho y entonces bajé la cabeza, mirando mis rodillas y mis manos que jugaban sobre la falda de mi uniforme con un húmedo trozo de papel higiénico que Pablo me había dado para secar mis lágrimas. Entonces, mi tío con un movimiento dulce me levantó la cara, volviéndome hacia él y empezó a hablarme de muchas cosas que hasta el día de hoy han delineado mi carácter y me han convertido en la mujer que soy. Me habló largamente de cómo nadie es propiedad de nadie, de los deseos y las pasiones de todos y de cómo vemos limitada nuestra libertad por los rediles que desde siempre la moral ha plantado a nuestro al rededor para llevarnos "por el buen camino". Terminó su discurso diciendo -Así que Candy, hermosa, se que eres más inteligente que esto, más fuerte que tus celos y que sabrás que mis motivos van más allá de lo bueno y lo malo-. Luego me acerqué más a su asiento y me abrazó. El calor de su abrazo, además de reconfortarme, produjo en mí una reacción sensual cuando percibí el rico olor de la colonia que usa mi tío. En ese momento yo estaba sentada a su lado en el sofá  y recargaba mi cabeza en su pecho y Pablo me rodeaba con su brazo sobre mi hombro. A eso se limitaba el abrazo que sosteníamos, pero mi cuerpo pedía más. Subí mis piernas en las suyas, y luego con la ayuda de mi tío, terminé sentada de ladito sobre sus piernas y abrazada al cuello de Pablo, como si de una niña se tratara, mientras él me rodeaba con sus brazos por la cintura. Pensé que mi tío tenía razón en las cosas que me dijo, pero pensaría en eso depués, por que al estar ahí, sentada inocentemente en sus piernas, mi deseo se apoderó de mis pensamientos y empecé a acariciar su mejilla con mi naríz, mientras acercaba muy discretamente mi boca a la suya. Luego decidí cambiar las tiernas caricias que le estaba haciendo usando la punta de mi naríz, por unas más sugestivas, que empecé a hacerle con mi labio inferior por el borde de su mejilla yendo despacio hacia su boca; hasta que mi tío no resistió la tentación de mi boquita, volteó la cara hacia mi y nos besamos, primero despacito, luego muy intensamente, haciendo el beso cada vez más húmedo.



Una de las manos de mi tío empezó a meterse bajo la falda de mi uniforme escolar y me acarició las piernas, que yo le abrí dócilmente mientras sus dedos se movían lentamente hacia mi vagina; una vez ahí, hizo a un lado mis braguitas y con el dedo medio empezó a dibujar lentos círculos al rededor de la entrada de mi vagina haciendo que me pusiera muy cachonda. La otra mano de mi tío también recorría mi cuerpo, pero esta, se había metido entre mi blusa y la piel de mi espalda y hábilmente me había desabrochado el sostén que terminé sacando por debajo de mi blusa antes de quitármela.



Pasé de besar la boca de mi tío a poner mis labios en su cuello mientras mis senos desnudos y mi vagina bajo mi falda eran víctimas de las ardientes caricias con que mi tío reclamaba la potestad de mi cuerpo. Pude sentir cómo el dedo que había estado esparciendo mis jugos al rededor de la entrada de mi cavidad, ahora se introducía totalmente en mi coño, para después salir tan lento como había entrado, luego otra vez adentro y afuera, muy despacio y haciéndome sentir cada vez más rico. -Quiero mamarte la verga como Mónica, tío Pablo-. Le dije entre los besos que recíprocamente nos dábamos en la boca y el cuello a un ritmo cada vez mayor. Mi tío sin decir nada hizo un movimiento que indicaba que quería ponerse de pie. Le permití hacerlo bajándome de sus piernas y sentándome en el sofá. Una vez de pie, Pablo puso el cerrojo de la puerta de su casa, se quitó el pantalón y el bóxer, dejando libre un pene muy grande y marcado por algunas venas, exhibiendo un glande que brillaba casi palpitante a la luz de aquella tarde y se sentó nuevamente a mi lado. Usé la mano izquierda para masutrbar a mi tío mientras le ofrecía mi boca para que la besara, él lo hizo y mientras nuestras lenguas jugueteaban,su mano derecha se internaba de nuevo bajo mi falda y era recibida por mis piernas abiertas que lo dejaban pasar hasta mi húmedo coño. Terminé el beso que le daba en la boca a mi tío y acomodé mi cuerpo de costado en el sofá para luego inclinarme y bajar la cabeza, acercando mi cara al miembro erecto de mi tío. -Nunca he hecho esto, tío Pablo-. Le confesé. -No pasa nada, Candy, sólo mételo en tu boca como si fuera una paleta y chupa. Ya luego te diré qué tienes que ir haciendo, pero por ahora, mete la punta en tu boca y chupa-.



Obedecí su indicación, cerré los ojos e introduje completo el glande de mi tío en mi boca y comencé a succionar, haciendo que en mis mejillas se ahuecaran un poco por fuera. Mi tío acomodó mi cabello, que ese día yo llevaba suelto, sujetándolo con una de sus manos en mi nuca y dejando caer mi melena hacia el otro lado de donde él estaba sentado. Aprovechando la posición de su mano en mi nuca y elevando un poco la cadera, sentí que mi tío me indicaba que debía meter más de su verga en mi boca y así lo hice. El pito de mi tío era mucho más grande y grueso que el de mi hermano o el de mi novio y lo sentía abriéndome los labios, que yo mantenía tensos rodeando de la parte media de aquél enorme instrumento. Moví la cabeza hacia abajo, enguyéndolo casi en su totalidad; luego sentí que la mano con que mi tío me sujetaba el cabello en la nuca, me jalaba hacia atrás, haciendo que mis labios apretados rosaran su verga parada en mi recorrido de vuelta a la punta en donde otra vez mis labios rodearon el glande y succioné de nuevo; sentí que Pablo me empujaba la cabeza de vuelta hacia abajo, haciendo que su verga penetrara mi boca otra vez. Probé a realizar ese movimiento de mete y saca yo sola y mi tío se deleitó sintiendo su verga mojada por mi saliva entrando y saliendo rítmicamente de mi boquita. Un momento después de estarlo metiendo y sacando, sujeté con una mano la base el miembro de mi tío y anclé mis dientes suavemente al rededor de su glande y empecé a acariciarlo dentro de mi boca con la lengua, dándole vueltas a la punta y pegando lo más que podía mi lengua al glande. Mi tío dejó escapar un gemido como el resoplido de un toro embravecido al sentir la forma en que le estaba lamiendo el glande. Mi saliva empezó a escapar por las comisuras de mis labios y llegaba a la mano que yo tenía aferrada al lugar donde nacía la verga de mi tío. Quise hacer algo para limpiar la salva con mi boca, así que dejé de acariciarle el glande con la lengua y traté de comerme su verga completa y aspi recoger la saliva que escurría para tragparmela, pero era un palo muy grande y no pude recoger la saliva que ya se regaba envolviéndome la mano con que le sujetaba la base del pene; mi tío, sintiendo que me introducía otra vez su falo en la boca, me empujó con fuerza la cabeza hacia su cuerpo, y su miembro se metió de golpe, llegándome hasta la garganta, yo me quise quitar, pero entonces mi tío me sujetó ahí contra él, ahogándome con su glande y obligándome a aprender a respirar con la naríz mientras controlaba las arcadas que me daban por tener su polla tan dentro en mi garganta. Como ví que mi tío no aflojaba la fuerza con que me estaba ensartando la verga en la boca, una vez que pude respirar comencé a frotar todo el largo de su miembro con mi lengua mientras gemía como pidiéndole que me la sacara. Luego de poco tiempo, cedió el empuje de su mano en mi nuca y saqué su verga de mi boca, usé el bóxer de mi tío para limpiar un poco la abundante saliva que ya estaba escurriendo por todas partes y una vez terminada mi tarea, otra vez me comí completa la verga de mi tío.



Estuve mamando su miembro un rato más, así, sentada junto a mi tío, alternando el comerle completa la verga con los mordisquitos  y lamidas que le daba en el glande. Me había puesto muy caliente a esas alturas y quise que me diera placer él también, así que me puse de rodillas en el mismo lugar en donde hasta entonces había estado sentada y sin dejar de mamarle la verga a mi tío, metí las manos bajo mi falda y bajé mi slip hasta mis rodillas flexionadas en el asiento del sofá y levanté el culo hasta que mi espalda dibujaba una línea inclinada desde mi cabeza hasta mi culo levantado y aún cubierto por la falda de mi uniforme. Pablo empezó a dedearme en esa posición con su mano libre, metiendo en mi cavidad dos dedos que me profanaban violentamente imitando el ritmo y profundidad con que mi boca le daba placer a su verga. Entonces, mi vagina se empapó en juguitos y sentí el imperativo deseo de tener dentro de mi cavidad la verga que tenía en la boca. Me separé entonces un poco del miembro de mi tío para preguntarle si quería cogerme.



-¿quieres que te lo meta, Candy?- Me preguntó como respuesta, sin dejar de mover sus dedos en mi coño



-Sí, tío, métemela toda y aunque te diga que me duele no me la saques hasta que te vengas.



Mi tío Pablo fue a sacar un condón de un cajón en un mueble cercano y mientras, yo de rodillas en el asiento del sofá, incorporé mi espalda hasta apoyar mis brazos en el respaldo, me incliné y paré el culo para ofrecérselo y recordé a Mónica preguntándome si nunca había pensado en darle las nalgas a mi tío y sonreí mientas mentalmente le contestaba -Mira cómo se las doy, pendeja-. 



Pablo se puso en condón y se colocó de pie detrás de mi, levantó mi falda escolar hasta descubrir mis trasero y mi vagina; me me tomó de las nalgas y las abrió con dulzura y colocó después la punta de su enorme verga en la entradita de mi ya muy mojada cavidad. Un instante después me embestía, haciéndome gritar de dolor y placer al sentir cómo su grueso falo estiraba las paredes de mi canal como no lo habían hecho ni mi novio ni mi hermano. Arquee mi espalda, levantando aún más el culo para que mi tío me penetrara hasta el fondo; voltee a verlo a la cara sobre mi hombro y le repetí -Aunque te diga que me duele, no me la saques, Pablo-. Y estiré los brazos despegando mi busto del borde del respaldo del sofá para soportar lo que presentía que me haría mi tío. -Métemelo todo, tío, estoy estrechita, pero sí me cabe- Le dije provocándolo. Mi tío me tomó de las nalgas con ambas manos y comenzó a cogerme con violencia, haciéndome gemir pidiendo más verga.



Aunque el condón me quitaba un poco de la delicia de sentir el calor directo de la verga en mi vagina, el grueso falo de mi tío me proporcionaba unas intensas oleadas de placer a cada embiste. Luego de penetrarme muy duro unas cuantas veces, sentí que Pablo levantaba mi falda hasta acomodarla en mi cintura para luego, con una mano tomarme del pelo y jalar mi cabeza hacia atrás, obligándome a arquear aún más la espalda. Con su otra mano me dió una fuerte y pausada serie de nalgadas mientras su verga llenaba por completo mi cavidad; entonces me dijo -Este es tu castigo por ser tan celosa, Candy- su verga me taladraba brutalmente haciéndome gemir como una puta. -Para que aprendas a no faltarme el respeto, puta- Y seguía pegándome en las nalgas.



-¡Me duele, tío, me estás cogiendo muy fuerte!- le grité entre gemidos



-Es por que eres una puta celosa, por eso te castigo, sobrinita, por eso te la meto hasta el fondo, para que se te quite lo celosa.



Sus testículos golpeaban con fuerza la parte baja de mis nalgas mientras mi tío me cogía desde atás. Bajé una de mis manos hasta atrapar sus huevos entre mis dedos y los empecé a acariciar, eso hizo que Pablo limitara un poco el movimiento con el que sacaba su verga de mi interior para introducirla de nuevo con fuerza, pero al mismo tiempo, aumentó el ritmo con que su verga tocaba una parte muy sensible al fondo de mi vagina, acercándome al clímax. -Así, tío Pablo, cógeme, te doy mis nalgas, hazme lo que quieras, soy tu puta-. Le dije mientras sentía cómo estaba cada vez más cerca el momento en que sus embestidas me harían estallar de placer. Cuando la verga de mi tío me produjo un riquísimo orgasmo le dije mientras lo disfrutaba -Déjalo adentro, tío, me voy a venir, no me lo saques- Y Pablo satisfizo mi petición metiendo hasta el fondo me mi vagina su rígido miembro clavándomelo mientras yo me venía ahí empalada gimiendo como una perra en celo.



-Todavía no termina tu castigo, mi sobrinita puta. Todavía tienes que hacer que me venga-. Me dijo Pablo una vez que sintió que los espasmos que mi orgasmo me provocaba en todo el cuerpo, hubieron pasado. -Dime qué quieres, tío, soy tuya para que me disfrutes- Le contesté mientras balanceaba con fuerza las caderas hacia a delante y hacia atrás, haciendo que su miembro continuara muy erecto dentro de mi. -Vas a tener que darte unos sentones en mi verga, Candy, ven-.



Mi tío Pablo sacó su miembro de mi coño y se fue a sentar en una silla que había ahí cerca, tomó su falo por la base y me dijo -Siéntate en mis piernas, vas a darte unos sentoncitos aquí  hasta que se te quite lo celosa-. Pensé que estaría muy bien que me cogiera en esa posición, pues yo podría regular la profundidad y el ritmo con el que mi tío me iba a coger ahí sentados; pero me equivoqué. Cuando acudí a sentarme de espaldas a mi tío para continuar con mi "castigo", él sentado en la silla abrió las piernas, de tal manera que las mías quedarían cerradas. Levanté mi falda escolar y me abrí las nalgas con las manos mientras mi tío acomodaba su glande entre los labios interiores de mi vagina. Con su miembro en posición, comencé lentamente a introducirlo en mi cavidad, bajando la cadera hasta quedar sentada en las piernas de mi tío, con su verga bien ensartada en mis entrañas y comenzando a moverme dándome unos ricos sentones en la verga de mi tío. Como yo tenía las piernas cerradas, mi coñito se hizo muy estrecho, haciendo que cada sentoncito que me daba en la verga dura debajo de mi, me doliera y me hiciera gemir; aunque por otra parte, como tenía los pies bien apoyados en el piso y mis manos en las piernas de mi tío, podía introducirme su verga despacito, para que no me doliera. Mi vagina empezó a lbricarse otra vez, muy intensamente y cuando Pablo se percató de ello. Me obligó a quitar mis manos de sus piernas y con su brazo me rodeó por la cintura atrapando mis brazos contra mi y dejándome sin ningún apoyo para evitar que las penetraciones fueran muy violentas. Su mano libre rodeó mi torso desnudo hasta que su mano me atrapó por el cuello. Una vez que se aseguró que con su abrazo limitaba mis movimientos, Pablo tomó el control del ritmo y la profundidad con que su verga me entraba en cada sentón que me obligaba a dar, moviéndome con todas sus fuerzas de arriba a abajo clavándome en su verga a su gisto. Mi coño abierto como hasta ese día no lo había estado, se encontraba empapado y hacía que la verga de mi tío llegara fácilmente al fondo de mi ser en cada metida, a pesar de lo estrecha que se sentía mi cavidad por tener las piernas cerradas.



Así que me demostró mi tío que me había equivocado al pensar que cuando me dijo que me iba a dar unos sentones en su verga, me dejaría controlar los movimientos. Y ahora era él, quien me obligaba rodeándome con sus brazos y sujetándome por el cuello a introducirme su verga hasta el fondo aplicando todo el peso de mi cuerpo, haciendo que mis nalgas chocaran contra las piernas de mi tío Pablo en un sonido que me encantaba, pues me hacía sentir completamente dominada por la fuerza de mi hombre. Al poco rato de estar usando mi estrecho coñito para darse placer, Pablo se levantó de la silla, conmigo ensartada en su fierro y me sorprendió al tomarme por las corvas y levantarme del piso con mis rodillas flexionadas sobre sus manos y mi faldita escolar colgando por los lados. Esto hizo que mi vagina se abriera aún más ante su verga que me penetraba dejando un placentero dolor a su paso, mi tío me tenía empalada en el aire mientras yo me sujetaba como podía se sus brazos. Cuando se hubo cansado de cargarme, mi tío me bajó al piso, sacó su verga de mi destrozado coño, que me dolía por haber sido abierto por la verga más gruesa y larga de las tres que hasta entonces me habían cogido. Se quitó el condón y me dijo -Híncate aquí en frente de mi, Candy y abre la boca-. Yo hice como decía mi tío y una vez de rodillas y con mi cara frente a su verga, abrí un poquito mi boca y me acerqué para hacerle una nueva mamada. -Haz lo que me hiciste hace rato en la punta del pene, Candy, lo haces muy bien-



Coloqué su glande en mi boca aplicando una suave mordida y apretándolo con mis labios, mientras con mi lengua lamía el glande atrapado en mi boca y Pablo masturbaba el resto de su miembro. Unos movimientos después, el pene de mi tío se hinchaba mientras él gemía y me decía que yo era su puta, a lo que yo contestaba moviendo la cabeza afirmativamente y soltando un par de gemiditos, sin detener mi labor sobre el glande de mi tío. Un chorro tibio y saladito me llenó la boca de pronto, sentí el semen de mi tío siendo expulsado sobre mi lengua que ahora sólo se movía acariciando con la punta y muy despacio, el orificio por donde salía el esperma de Pablo. Cuando mi boca estuvo saturada de semen y saliva, intenté quitarme su pene de la boca dejando escapar un poco de líquido por la comisura de mis labios; entonces mi tío me tomó por el pelo y con su mirada clavada en mis ojos me impidió sacar su verga de mi boca -Trágate el semen, Candy- Yo cerré los ojos y me tragué obedientemente el semen de mi tío.



Cuando todo terminó, me incorporé y me senté en el sofá para ponerme mi sostén y mi blusa mientras mi tío Pablo aseaba su miembro y se ponía la ropa. Me levanté una vez que los dos nos habíamos limpiado fluídos del cuerpo y estábamos ya vestidos. -Me gustó mucho, tío, coges muy rico- le dije a Pablo, mientras me acercaba para abrazarlo -Y tu boquita es una delicia, Candy. Otro día lo repetimos ¿vale?- Me respondió mi tío mientras me recibía en sus brazos.



Con mi tío Pablo han pasado ya muchas cosas que luego te platicaré. Ahora él está viviendo con una chica que es la pareja perfecta para él, Karen, una rubia de revista, con un cuerpo que despertaría las más bajas pasiones de cualquiera. Es una libertina como mi tío. Tiempo después, Karen me llevaría a la casa de sus papás, con el pretexto de que le ayudara a mudar sus cosas más íntimas a la casa que ocuparía con mi tío Pablo luego de decidir que vivirían juntos. La noche en que llegué a la lejana casa de los padres de Karen, ella me dijo que necesitaba hablar muy seriamente de algo que Pablo le había contado. Yo naturalmente pensé que él le había confesado nuestras aventuras y que me pediría que me alejara de él. Pero fue una grata sorpresa descubrir que aprobaba mi incestuosa relación con su novio y que ahora pedía mi permiso para sumarse a nuestros juegos. Yo le dije que encantada y sellamos el pacto con un beso de lengua que convertiríamos en una deliciosa noche lésbica en su cama.



Ahora es momento que me vaya a tomar un par de clases a la facultad. El doctor H. me dió un par de noches de locura de las que luego te platicaré detalladamente. Tu putita te manda un beso rico para que lo pongas donde más te gustaría sentir mi boquita.



Dulce F.


Datos del Relato
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