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Los viajeros del tiempo (III)

El sol comenzó su lento recorrido por el cielo de Egipto. A su paso los campesinos, artesanos y comerciantes iniciaban sus labores. Así mismo los esclavos emprendían otra jornada bajo los rayos candentes y los golpes del látigo. Mientras, en el palacio de Rama-Tut, el Faraón se dejaba vestir por un sequito de esclavos que con toda precisión le colocaban sus atuendos reales. A su lado la mujer conocida en el siglo XX como Sue se mantenía en silencio. Con sus bellos ojos azules enrojecidos a causa del llanto.



-No te sientas mal querida.-dijo Tut mirándola de reojo.-Estoy seguro de que tu esposo no ha sabido aprovechar tus encantos como se debe.-

-¡Maldito!.-gruño Sue con el rostro encendido de rabia.-Fue por su infernal rayo Ultra-diodo... por eso yo....- Tut sonrió divertido y apartándose de los esclavos se acerco a Sue.



-¡Oh! Vamos. Deme un poco de crédito señora Sue.-el viajero del tiempo ignoro los ojos encolerizados de la mujer invisible y coloco su mano sobre su hombro desnudo. De inmediato Sue pudo sentir un hormigueo que le corría por todo el cuerpo. Asustada se apartó del Faraón.



-Debo admitir que exagere al decir que odiaba todas las cosas de mi época.-dijo Tut volviendo al lugar donde sus esclavos le esperaban para seguir con su labor.-En nuestro tiempo hemos descubierto muchas cosas respecto al cuerpo humano. Conocemos centros nerviosos que ni su "amado esposo" sospecha que existen. En consecuencia podemos hacer de nuestros encuentros amorosos una experiencia muy superior a lo que ustedes llaman éxtasis.-Tut no pudo terminar su discurso, pues en ese momento su visir Logos entró a la habitación seguido por una escolta de soldados. De inmediato el viejo astrónomo se arrodillo ante su monarca y le dirigió unas palabras.



-- Tut hizo una mueca de fastidio y le contesto con firmeza.



-<¡Conozco mis deberes Visir!. ¡Partiremos tan pronto como mis sirvientes terminen mi arreglo!>- de inmediato el hombrecillo y los soldados se marcharon. A Sue le tomó un momento comprender que algo extraordinario acababa de ocurrir. ¡Había entendido el dialogo entre los dos hombres!. Por un instante la mujer del siglo XX se sintió desconcertada, pero luego llego a la conclusión de que debía tratarse de algún efecto colateral del rayo Ultra-diodo, aunque no tenía idea como podía ocurrir algo así.



-Tendrás que perdonarme querida.-dijo el Faraón en inglés, mientras le colocaban su corona bulbosa sobre las sienes.-Mi fiel visir Logos me ha recordado que hoy debo cumplir con una de las estúpidas tradiciones de este pueblo primitivo.-

-Creí que usted imponía su voluntad en todo.-dijo Sue tratando de ocultar su alegría por el inesperado fenómeno que le había ocurrido.



-Touche.-dijo Tut volviéndose de nuevo hacia ella.-Aún yo estoy obligado a representar un papel en esta charada de reyes y esclavos. Pero la diferencia es yo soy el único que sabe lo que hay detrás del escenario, solo yo se cual es la verdadera meta de todo este juego.-Sue volvió la cara hacia otro lado en evidente desdén a las palabras del hombre. Este la miro algo irritado y luego sonrió.



-Que tengas buen día mi reina.-sin decir más el usurpador salió de los aposentos de Sue. Esta lo siguió discretamente hasta uno de los grandes patios del palacio y lo miro partir en un carro tirado por dos corceles blancos, seguido por una batallón de soldados. Al verse sola Sue intento pensar en alguna forma de aprovechar su nueva capacidad de comunicación. Tal vez podría conseguir información sobre sus amigos con los esclavos y sirvientes del palacio. A toda prisa retorno a sus habitaciones y con beneplácito encontró a su fiel criada esperándola ahí.-Muwa.-dijo Sue tomando ansiosamente a la chica por los hombros.-¿Puedes entenderme?.-por un momento la chica miró a su ama con tal extrañeza que Sue temió que sus esperanzas fueran falsas. Pero al fin obtuvo la respuesta que anhelaba.



-Te entiendo señora.-Sue no pudo evitar abrazar a la joven etiope, quien no salía de su asombro ante tales muestras de afecto.



-Muwa necesito que averigües donde esta mi esposo.-dijo Sue apartándose un poco de la joven esclava. Esta la miro desconcertada.



-El faraón acaba de partir hacia el templo de Ra.-dijo confundida.



-¡No me refiero a Tut!.grito Sue.-¡Quiero que preguntes por Reed, Johnny y Ben!.-la joven esclava se esforzaba por comprender a su señora, pero Sue iba demasiado aprisa para ella.---No te entiendo señora.-dijo tímidamente. Sue sintió que la sangre hervía en sus venas a causa de la frustración, por un momento estuvo de acuerdo con todos los conceptos despectivos que Tut usaba para hablar de aquella gente del pasado.



-¡Pequeña idiota!.-le grito al tiempo que descargaba una fuerte bofetada sobre su rostro. La infeliz esclava cayo al suelo llorando y lastimosamente se arrastro hasta la pared como un perrito faldero. Sue la miro sorprendida de su propio acto. Asustada se abrazó a si misma tratando de calmarse. Finalmente, recobrado el control, se acercó a Muwa y arrodillándose a su lado le hablo de nuevo, con más suavidad.



-Perdóname.-le dijo colocando su mano en la mejilla que había castigado.-Me deje llevar por la desesperación y olvide donde estoy.-Muwa la miró cada vez más extrañada. Sue meditó por un rato y al fin planteó de nuevo sus deseos.



-Escucha Muwa. ¿Sabes si alguien ha visto a un gigante de piedra que se mueve?.-el rostro de la esclava se ilumino.



-¿Te refieres al golem que los soldados llevaron a las canteras hace dos noches señora?.-el rostro de Sue se ilumino al comprender que ahora si estaba comunicándose con Muwa.



-Exacto.-dijo.-¿Sabes donde esta ahora?.-

-Los soldados se lo llevaron a la pirámide. Pues dicen que él solo puede mover bloques enteros.-Sue miro por la ventana. Las pirámides estaban demasiado lejos para mandar a la chiquilla en busca de Ben. Entonces cambio de plan.



-Muwa atiéndeme con cuidado. ¿Sabes algo de un sabio extranjero que llego hace dos noches?.-la joven etiope medito la pregunta de su señora, pero con temor tuvo que responder negativamente.



-No se nada. Mi señora.-Sue sintió que las fuerzas la abandonaban. Era obvio que Tut había dispuesto todo para que no pudiera comunicarse con los demás. Al ver las sombras en el rostro de su señora la fiel Muwa se esforzó por encontrar una esperanza para ella, hasta que una idea le vino a la mente.-Señora. Si el hombre que buscas es un sabio debe estar en el templo de Thot.-Sue miro a la joven con los ojos llenos de agradecimiento.



-¿Cómo podríamos saberlo?.-

-Mi hermano sirve a uno de los sacerdotes de ese templo.-respondió Muwa.-Tal vez él pueda saber.-Sue ayudo a la joven esclava a levantarse y le dio un abrazo amistoso en señal de gratitud.



-Ve pues Muwa.-le dijo con firmeza.-Averigua lo que puedas y vuelve aquí.-Muwa hizo una reverencia y sin esperar más corrió hacia la salida. Pero un grito de Sue la detuvo.-¡Espera Muwa.-la chica miro de nuevo a su señora sin comprender sus designios.-¿Dónde esta el bufón de la corte?-

-Cuando no sirven al Faraón los saltimbanquis practican sus suertes en el patio sur del palacio.-Sue medito un momento y dejo ir a su sirvienta.-Va y has lo que te he dicho.-la chica salió corriendo a toda prisa, no fuera que su ama se molestara de nuevo. Mientras tanto la mujer invisible decidió que ella misma buscaría a su hermano por los salones del palacio. Así emprendió la búsqueda. Por varios minutos vago por los amplios salones y pasillos del palacio, contemplando en todo su esplendor los muros decorados con un sin fin de pinturas, con oro y lapislázuli incrustado en los jeroglíficos; pero sin encontrar ninguna pista de su hermano menor.



Por fin vio en uno de los pasillos a unos chicos practicando suertes circenses y acercándose a ellos les dirigió unas palabras.



-¿Dónde esta el bufón de la corte?-los dos chicos volvieron la mirada y al ver a Sue cayeron de rodillas ante ella.-¿Dónde esta el bufón de la corte?-repitió paro los muchachos no le respondieron. En ese momento un hombre, viejo y decrepito, llego corriendo ante ella y arrodillándose comenzó a suplicarle temeroso.



-¡Oh Poderosa señora! ¡Disculpa la torpeza de mis hijos, ellos solo conocen la lengua de sus padres!.-Sue miro al viejo con lastima y colocando una mano sobre su cabeza le dijo con suavidad.



-Descuida buen hombre. Tus hijos no me han ofendido.-el viejo suspiro aliviado.-Pero tal vez tu puedas decirme ¿donde esta el bufón de la corte?.-dijo Sue expectante. El rostro del viejo se iluminó y exclamo jubiloso.



-¡Lo se!. ¡Oh hija de Isis! ¡El que buscas esta en los aposentos del general Ozmandias!-Sue sintió un escalofrío correr por su espalda. Y sin perder el tiempo hizo otra pregunta al viejo.



-¿Cómo llego hasta ahí?.-el viejo le dio una serie de indicaciones y Sue emprendió el camino hacia el ala este del palacio. El lugar era casi un palacio a parte, con su propia puerta y postas de defensa. Al cruzar la puerta Sue se dio cuenta de que varios soldados la miraban, pero no se detuvo por eso. Al fin el sonido de música y risas llegaron hasta sus oídos. Apretando el paso llego hasta un amplio salón y descubrió una especie de fiesta privada, presidida por el propio Ozmandias quien departía con varios guerreros de su tropa.



A un lado del salón varias mujeres tocaban delicadas flautas de bambú y largas arpas de cuerdas doradas, al centro estaban varias bailarinas ejecutando una vigorosa danza que emanaba sensualidad. Pero lo que llamo su atención fue la figura de un joven de piel blanca que bailaba torpemente en medio de un grupo de hombres de color, pintados grotescamente, que le tocaban de manera obscena las nalgas y el pene despertando la risa de los presentes.¡Era su hermano Johnny!.



-¡Déjenlo en paz!.-grito Sue al ver como uno de los bailarines se metía el miembro de Johnny en la boca, mientras otro le frotaba las nalgas al muchacho del futuro con su negro falo. De inmediato la música callo y todos miraron a la recién llegada. Sue no perdió tiempo y llegando hasta su hermano lo tomo del brazo para llevárselo de ahí. Pero un par de guardias le cerraron el paso.



-¡Vaya!. ¡Si es la extrajera que quiere ser nuestra reina!.-dijo Ozmandias levantándose del cómodo taburete donde estaba sentado. Por primera vez Sue fijo su atención en el general egipcio. Era un hombre alto y musculoso, de piel tostada por el sol del desierto, cubierto por incontables cicatrices resultado de las muchas batallas que había librado. Su rostro era afilado como el de un halcón y sus ojos negros miraban con fiereza a la mujer del siglo XX.



-¡Le ordeno que nos deje ir!.-dijo Sue tratando de mantener la calma. El egipcio ignoró las palabras de Sue, al tiempo que se colocaba un tocado de paño sobre su afeitado cráneo. Luego con gran dignidad se acercó a la mujer invisible y tras un momento de contemplación le cruzo el rostro con el puño. Sue sintió que todo se volvía negro a su alrededor y se derrumbo junto con su hermano.



-¡YO SOY OZMANDIAS!.-grito el general egipcio.-¡HE CONQUISTADO A ETÍOPES, FILISTEOS Y PARTOS!... ¡NO RECIBO ORDENES DE UNA PERRA EXTRAJERA COMO TU!.-los dos soldados que habían cerrado el paso a Sue y Johnny se acercaron a los caídos y los levantaron con lujo de violencia.



-¿Qué hacemos con ellos señor?.-pregunto uno de ellos. Ozmandias se acaricio el mentón en actitud meditativa y luego sonrió cruelmente.



-¡AMIGOS!.-proclamo a sus invitados.-¡LA "REINA DE EGIPTO" NOS HONRA CON SU PRESENCIA! ¡DEJEMOS PUES QUE SE UNA A NUESTRA FIESTA!.-todos los presentes aplaudieron y se abalanzaron sobre Sue quien se debatía inútilmente entre los brazos del guardia. Las ásperas manos de los soldados de Ozmandias se posaron de inmediato sobre los grandes y hermosos pechos de la mujer invisible para acariciarlos lascivamente.



-¡Vino para "la reina"!.-grito uno de los soldados. De inmediato un esclavo llevo hasta ellos una gran jarra de barro cosido, mientras los brutos hacían arrodillar a Sue. La cual cerro la boca con todas sus fuerzas negándose a beber. Pero aquellos soldados eran expertos en la tortura y comenzaron a apretar con fuerza los pezones de Sue, hasta que el dolor la hizo abrir la boca para gritar. Cosa que aprovecharon para introducir el cuello de la jarra en su boca y vaciar el vino en ella. Sue percibió un sabor extraño en aquel vino, algo amargo y pegajoso que no había probado nunca. Se trataba del extracto del Loto azul, un poderoso estimulante empleado por los antiguos egipcios.



-¡Noooooo!... ¡A ella nooooo!.-aquel alarido sorprendió a todos. Quien había gritado no fue otro que Johnny quien, con los ojos entre abiertos y enrojecidos por la droga, forcejeaba torpemente contra el soldado que lo mantenía arrodillado. Los soldados se miraron unos a otros y comenzaron a reír de buena gana.



-Así que el bufón quiere salvar a la "reina".-dijo Ozmandias con desprecio.-Solo por eso merece un trago. ¿No lo creen?.-Sue intento defenderse invocando sus poderes, pero lo único que consiguió fue que el dolor le estallara en la cabeza como un petardo. Con los ojos llenos de lagrimas de rabia é impotencia vio como su hermano, la viva imagen de la derrota, era sometido por tres soldados; quienes lo obligaron a beber el vino adulterado. El efecto fue fulminante, los ojos de Johnny se pusieron en blanco y su cuerpo comenzó a convulsionarse grotescamente.



Entonces los soldados volvieron su atención hacia ella. Sue intento resistirse de nueva cuenta, pero la constante tortura sobre sus pechos la hizo ceder de nuevo. Y cuando el cuello de la botella estuvo en su boca un caudal de vino agrio entro en su cuerpo. La mujer invisible sufrió los mismos síntomas de su hermano, su cuerpo se convulsiono y sus ojos se pusieron en blanco, al tiempo que un hilillo de baba le escurría por los labios. Sue sentía que todo su cuerpo se llenaba de calor mientras fuertes espasmos le sacudían el estomago, era como si un millar de alimañas le desgarraran las entrañas. Pero eso no era nada comparado con el calor que pronto la tuvo sudando a chorros.



El cerebro le latía con fuerza y las figuras ante sus ojos empezaron a distorsionarse en formas espectrales y desproporcionadas, el concentrado de Loto trabajaba rápido dejando a los dos hermanos indefensos ante los deseos de los soldados. Estos comenzaron a hablar entre si y echando suertes decidieron que Johnny fuera el primero en "divertirlos". Uno de ellos dio una orden a los danzantes negros en una lengua rara y estos, con gestos divertidos, se lanzaron sobre el indefenso antorcha; quien no pudo defenderse por tener el cerebro abotagado por el vino.



Sue cerro los ojos para ver como las manos de los danzantes acariciaban lujuriosas los pectorales y las nalgas de su hermano menor. Los soldados guardaron silencio y contemplaron como uno de los negros manipulaba su gran verga hasta conseguir que se pusiera dura como una lanza de bronce. Para luego, mientras los otros dos le abrían las nalgas a Johnny, arrodillarse detrás de él y empujar su miembro en sus entrañas.



-¡Aaaaaaahhhhhhh!.-grito Johnny al sentir como su domino era violado por aquel demonio negro que lo apresaba por la cintura. Sue abrió los ojos y deseó morir al ver a su hermano, el conquistador de chicas y súper héroe del siglo XX, ultrajado como una jovencita. Pero para su sorpresa descubrió que Johnny tenía el pene erecto, muestra de que estaba disfrutando de la acometida del danzante.



-¡Aaaaaahhhh!... ¡Aaaaahhhhh!...-gemía el chico mientras movía las caderas al ritmo que le imponía el hombre que lo poseía, entonces otro de los negros le acercó el falo a la boca de Johnny y este lo tomo en sus labios para chuparlo desesperadamente. Desde su lugar Sue podía ver como su hermano tenía la vista perdida, en sus ojos no había temor ni dolor, mientras acicateaba al negro para que lo cabalgara más briosamente, mientras su ano se abría y se dilataba absorbiendo cada embestida, cada penetración.



Finalmente Johnny y sus folladores se estremecieron y todos vieron como brotaba una cantidad increíble de semen del falo de la antorcha humana. A cierta distancia Ozmandias contemplaba la escena con asco, en realidad le desagradaban aquellos lances, mientras tomaba un trago de vino mezclado con Loto. Cuando los esclavos terminaron el general se acercó a ellos y con voz de trueno les dio una orden terminante.



-¡Lárguense de aquí!.-los dos esclavos se inclinaron respetuosos, pero uno de ellos, cuyo falo había sido chupado por Jonny, se atrevió a pedir algo al cruel egipcio.



-¿Podemos llevarlo con nosotros?-dijo mirando con envidia a su compañero.



-¡Mátenlo si eso los divierte! ¡Pero váyanse!.-los dos negros cargaron con Johnny y salieron del salón.



-¡JOHNNY!.-grito Sue al ver desaparecer a su hermano. Pero un golpe de Ozmandias la hizo callar.



-¿Qué sigue? Oh poderoso Ozmandias.-interrogo uno de los comensales. Por toda respuesta el egipcio sonrió al tiempo que daba una palmada. En el acto un esclavo se postro ante él.



-Tráeme a Sek.-el esclavo salió de inmediato a cumplir la orden de su cruel amo. Mientras este hablaba con sus invitados.-Ahora mis amigos verán un espectáculo digno de los dioses.-dijo mientras tomaba asiento en su taburete forrado de piel de ternera. En ese momento el esclavo regreso trayendo entre sus manos una gran cesta de mimbre que deposito a los pies de su amo. Al verlo los invitados, que hacia mucho conocían a Ozmandias comprendieron lo que se proponía.



-¿En verdad lo harás? Hijo de Ra.-interrogo uno de ellos.



-Si lo dudan. ¿Por qué no apostamos?-dijo confiadamente el general.



-Diez piezas de oro a que lo logra.-dijo uno de ellos.



-Acepto.-respondió otro.



-Yo apuesto 20 gemas preciosas a que Ozmandias morirá este día.-dijo el más ebrio de todos.



-Yo lo secundo.-por un momento las apuestas corrieron. Pero una voz interrumpió a los apostadores.



-¡Un momento!.-dijo el mismo que había apostado contra Ozmandias.-En verdad me parece poco cortés de tu parte, amigo mío, que solo tu disfrutes de "nuestra reina".-dijo mirando lujuriosamente a Sue.-Es cierto dijo otro que ya acariciaba las nalgas de la mujer invisible.



-Que nadie diga que no se tratar a mis amigos.-dijo Ozmandias zalamero.-Pueden tomarla, pero recuerden que debe estar en condiciones para que juguemos. El cruel egipcio se retiro un poco y Sue sintió como los invitados de su captor se daban a la tarea de desnudarla, rompiendo salvajemente sus ropas entre hipos de risa y exclamaciones obscenas.



-¡Que bella es esta puta extranjera!.-escucho que decía uno de ellos. Sue quiso defenderse pero su cuerpo y su mente estaban demasiado intoxicados con el Loto para lograrlo. Sintió manos por todo su cuerpo, manos que estrujaban sus pechos, que frotaban sus nalgas blancas. Bocas que mordían sus pezones y lenguas que se paseaban por cada rincón de su cuerpo. Sue apretó los dientes mientras un estremecimiento de excitación le recorría todo el cuerpo, se daba cuenta de que todo era producto de la droga que había bebido, pero aún así se resistía a dejarse vencer por esos oscuros sentimientos que brotaban de lo más profundo de su ser. Con la misma fuerza con que los labios de los guerreros devoraban cada palmo de su carne.



Sue sintió el contacto de varios falos, calientes y palpitantes, restregándose contra sus muslos y espaldas. Alguien comenzó a besar sus labios rojos con absoluta pasión, mientras otros hacia lo mismo con su vulva provocándole temblores en todo el cuerpo. Uno más se acerco a las carnosas nalgas de Sue y dejo que su lengua recorriera todo el entre pliegue, deleitándose con el sabor salino de esa parte del cuerpo femenino.



-¡Aaaaaaahhhhhh!..-gimió Sue al tiempo que levantaba las nalgas para facilitar las caricias de sus amantes. En eso alguien retiro al que lamía el culo de la mujer invisible, para colocar su verga a la entrada del ano y empujo con fuerza para penetrar en las entrañas de "la reina". La cual se mostró sorprendida de lo mucho que esa parte de su cuerpo podía dilatarse, pues no experimento ningún dolor, pese a que nunca había practicado el sexo anal, Sue apretó los dientes y se abandono a ese placer animal. Disfrutando cada vez que la barra de carne salía de su culo para volver a penetrarla con más fuerza.



-¡Aaaaahhhhh!... ¡Me están volviendo loca!.-dijo la mujer del siglo XX.



-¿Le gusta lo que le hacemos "su majestad".-interrogo sarcástico uno de los soldados.



-¡Aaaaaagggggg!.... ¡Si!... ¡Si!... ¡No paren!...-gimió Sue moviendo frenéticamente la cabeza de un lado a otro, tratando de distinguir algún rostro; pero los efectos del Loto la tenían casi ciega y solo veía sombras deformes a su alrededor. Entonces sintió que alguien entraba en su vagina, alguien muy bien dotado, a juzgar por el roce del falo contra las paredes de su coño. Sue estiro las manos y acaricio el pecho de su amante. Sintiendo como las dos vergas que la poseían se movían salvajemente dentro de ella.



En ese momento uno de los borrachos se acerco a espaldas de su y empujando al que la poseía por el culo coloco su verga a un lado de la del primero y, cuando esta la saco por un instante, el empujo junto con el otro de modo que los dos falos entraron en el ano de Sue, quien dejo escapar un alarido de dolor.



-¡Aaaaayyyyyyyy!... ¡Me la metieron los dos!... ¡Los dosssss!.-gritaba Sue tratando de escapar, pero sus cabalgadores la tenían bien sujeta y no pudo hacer nada, salvo sentir como su ano era apuñalado sin piedad por aquellos brutos enfebrecidos por el Loto. Al fin los tres soldados dejaron brotar sus caudales de esperma en las entrañas de la mujer invisible.



-¡Me corrrroooo!... ¡Me corrrrrooooo!.-gritaron los malditos desmadejándose por la violencia de sus orgasmos. Mientras que Sue se hundía en las profundidades de su propio éxtasis. Por un momento todo fue silencio y oscuridad.



Luego Sue recobro la conciencia, o parte de ella, solo para darse cuenta de que estaba sujeta a una gran mesa de madera, con las piernas levantadas, lista para que alguien la penetrara de nuevo.



-Ha despertado.-oyó que decía una voz.-Bien-respondió alguien que, según creyó, era Ozmandias.- Ahora podemos jugar.-la vista de Sue era borrosa pero lo suficientemente buena como para ver al alto general acercarse a ella, con algo enredado en su brazo. Cuando los tuvo más cerca descubrió que se trataba de una imponente cobra real, un ejemplar de al menos cinco metros de largo, que el egipcio dominaba sujetando su cabeza en su poderosa mano. Sue sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo cuando el cruel general deposito al mortal serpiente sobre su vientre.



Sue se quedo quieta, aguantando la respiración para que el reptil no se asustara. El animal se deslizó reptando sobre su posible víctima, la cual se estremecía por el roce de escamosa piel. Por ilógico que pudiera parecer, quizás a causa de la droga, Sue comenzó a disfrutar un poco del contacto de la alimaña sobre su piel desnuda. La serpiente sacaba y metía su lengua viperina, como si buscara algo en el ambiente, de pronto un aroma que conocía bien la atrajo y con un movimiento rápido llego hasta la vulva de la mujer. Su largo cuerpo se arqueó para permitir que su cabeza triangular se colocara justo ante la húmeda cueva de Sue. Entonces como una flecha la mortal serpiente penetro en las entrañas de la mujer invisible. Sue grito de terror y de placer al sentir como la serpiente se abría paso dentro de ella. Apretó los puños y trato de no hacer nada que pudiera motivar la mordida del animal que parecía decidido a anidar en su vagina.



En ese momento, Ozmandias se acerco a la mujer del siglo XX y sin ninguna consideración levanto su culo para colocar la punta de su propio falo en el agujero rozado que palpitaba como una boca hambrienta. Lentamente empujo dentro de los pliegues del ano de Sue, esta gimió lanzando las nalgas al encuentro de la verga. En ese momento comprendió el diabólico juego, Ozmandias trataría de follarla por el culo mientras la serpiente lo hacía por la vagina, con el peligro de que el reptil, al sentir el movimiento hundiera sus colmillos en ya fuera en Sue o en el mismo.



Sue estaba al borde de la locura, era como hacer el amor con la muerte, el escozor que le producía la serpiente era cada vez más intenso, y la sensación de su ano penetrado le provocaba un placer casi inhumano. La mujer del futuro comenzó a lloriquear, al tiempo que clavaba sus uñas en el musculoso peso del egipcio. El cual miraba como su miembro entraba y salía cada vez con más violencia. La cobra debió sentir la presencia de Ozmandias, pues de pronto empezó a recular, girando sobre si misma para entrar más aún en Sue. Esta abrió los ojos desesperada, clavando las uñas en el pecho de su verdugo como una fiera, haciendo que la sangre brotara, así motivado el general se abandono al placer y sin miedo al peligro comenzó a empujar con todas sus fuerzas sus fuertes caderas contra las nalgas de Sue, hasta que el ardor se hizo insoportable y el hombre termino por lanzar un salvaje erupción de líquidos ardientes dentro del ano de la mujer del futuro. En respuesta Sue también se abandono al placer y un alarido escapo de sus labios.



-¡Aaaaayyyyyy!.... ¡Ya no lo soporto!... ¡Ya noooooo!...-grito sintiendo que sus entrañas lanzaban un caudal de sus propios jugos contra la cabeza de la cobra.



En ese momento la cobra salió velozmente de la vulva y sisiendo furiosamente se lanzo contra el general. Pero este la atrapo en el aire con una mano y separándose de Sue la mostró victorioso a sus invitados. Algunos rompieron en exclamaciones de alegría y otros estallaron en maldiciones.



Sue sintió que las tinieblas caían sobre ella. Pero antes de desmayarse miro a Ozmandias acercándose a ella, sus ojos brillaban como pozos oscuros en cuyo fondo Sue pudo ver la muerte. Con desprecio el egipcio arrojo a la cobra sobre el cuerpo de la mujer invisible. Lo último que Sue sintió fueron los colmillos de Sek hundiéndose en su hombro.





CONTINUARA....


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