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Las universitarias sumisas (Cap. 8)

Al regresar a mi reino, las perras me esperaban todas a cuatro patas para saludar a su dueña lamiéndole los pies como es debido y de una por una, terminada la ceremonia de Adoración de los pies del Ama, ordené se arrodillaran ante mí en la postura acostumbrada. Una vez que todas las perritas ya estaban a mis pies echadas les comunique que todas las propiedades que alguna pudieron ser de ellas, desde hacía más o menos una hora habían pasado a mis manos ya de manera notarial, por lo que les iba a dar desde ese día el privilegio de hacer uso de sus nuevas propiedades, pero que ahora deberían pagarle por vivir ahí.



La mayoría de mis perras aceptaron esa noticia con toda normalidad, ya que al ser ellas solo mis perras no tenían derecho ni de respirar sin mi permiso, por lo que no les quedó más que celebrar el acontecimiento, sin embargo las perras más nuevas aún no se acostumbraban a estar bajo mi yugo, fue tanto su coraje que su rostro se puso tan rojo como un jitomate maduro, sin embargo tuvieron que aguantarse y entender quién era la matriarca ahí y quienes las esclavas.



La mayoría de mis esclavas se acercaron a besarme los pies para festejar el momento del triunfo tan merecido de su matriarca, y más porque sin ella sus vidas nunca hubieran cambiado de manera tan positiva haciéndolas descubrir su verdadera personalidad y vocación.



Por otro lado las esclavas recientes aún no se adaptaban a quien daba ahí las ordenes y quienes debían obedecerlas, situación que no les gustó saber que ahora esas casa que con tanto esfuerzo habían comprado, ahora eran propiedad de su nueva dueña, y que además ahora tenían que pagarle si es que querían vivir ahí.



Ya que ahora todo el dinero que entraba sería para mí, ellas tuvieron que reclutar a familiares y que el dinero que produjeran se me fuera entregado a manera de renta y poder seguir así ocupando sus antiguas viviendas. Ya que su familia no era muy extensa tuvieron que seleccionar a las más atractivas y así poder conseguir el dinero suficiente para poder pagar su alojamiento si es que deseaban seguir viviendo ahí.



El éxito que estaba yo teniendo y los ingresos tan jugosos que mis perras me hacían ganar día con día cada vez eran mayores, y por tal motivo generaban para mí una mejor y más cómoda manera de gozar, la vida la tenía más que asegurada pudiendo así no tener que preocuparme por tener lo suficiente para vivir cómoda y holgadamente, ya que mis perras se encargaban de todo el trabajo, mientras que yo administraba a mi favor el fruto de su esfuerzo.



Al día siguiente mis perras más nuevas salieron del reino en busca de las chicas más hermosas de su familia y a su regreso me las entregaron con la promesa de que ellas iban a estar cubriendo de manera indefinida el costo de la renta de sus viviendas y así evitar ser echadas a la calle y tener que vivir bajo un puente.



Al ver a las chicas les ordené dar una vuelta y así yo poder admirar sus carnes en 360°, no cabía duda que eran exageradamente hermosas, eso me dio la gran idea de que serían mis chicas muy bien pagadas para trabajar de noche, luciendo esas piernas largas con minifaldas bien ajustadas, unos escotes que mostraran bien pronunciados esos enormes pechos acompañados de unos tacones de aguja de 15 centímetros serían la mayor carnada de cada cliente en las noches, se iban a pelear por sus servicios y pagar un plus bastante jugoso por quitarles su ropa.



Les dije a mis perras que aceptaba los servicios de su familia como pago que cubría la renta de mi nueva casa. Las perras agradecieron mi gentileza. Decidí llevar de compras a las nuevas putillas, por lo que ordené a la chofer tener enseguida la limusina lista, ordené a las perras se retiraran ahora a cuidar de mis nuevas casas y mantenerlas limpias, por si en algún momento dado se me ocurriera rentar mis casas como salones de reunión y que ellas fueran las meseras. Las perras enseguida se retiraron no sin antes despedirse adecuadamente de mí.



Apenas se retiraron mis perras a limpiar mis nuevas casas, yo me lleve de compras a las nuevas putillas, les compre unas minifaldas que pocas miradas podrían evitar a verlas al igual de esos escotes que me darían a ganar mucho dinero. Toda la ropa y zapatos fue elegida con mucho cuidado, toda la ropa debí y tenía que ser muy vistosa en la noche, por lo que toda la ropa fue en colores muy brillantes y fuera fácil verlas en la oscuridad.



Esa misma noche las envié a que empezaran a desempeñarse en sus nuevos trabajos para que taconearan como todas unas modelos de pasarela y presumieran esos atractivos culitos. Les advertí que si alguno de los caballeros deseaban que les dieran placer, ellas deberían afilar esas lenguas y dar el mejor servicio para que así los clientes quedaran satisfechos y las solicitaran más adelante. Ellas asintieron y salieron a elegir un farol que estuviera desocupado y así poder exhibir sus atractivos y rentarlos durante toda la noche a diferentes clientes.



Al día siguiente, las perritas regresaron muy orgullosas, ya que habían regresado forradas de dinero, mismo que se iría directamente al arca de su Alteza. La putitas estaban muy contentas por el éxito de su primera noche, eso las alentó a ser más atrevidas cada noche y afilar cada vez más sus lenguas.


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