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Categoría: Incestos

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Todo lo contado aquí tiene ciertos puntos de antigüedad que tal vez los revuelvan un poco.

Hace más o menos medio año viajé a los Estados Unidos, para visitar a unos familiares, al estar allá cerca de un mes, estuve haciendo de todo, pero me centré más en aumentar mis polvos con mujeres. Cuando regresé a mi país me encontré con la sorpresa que mis padres se irían por un año y medio hacia otro país por cuestiones del trabajo, por lo cual yo pasaría solo ese tiempo, al menos eso creía, con casi 20 años pues me se defender solo. El caso, después del primer mes todo iba igual que siempre, con la diferencia de que traía a mujeres a la casa, tenía sexo con ellas y se iban al siguiente día, realizaba alguna fiesta en fin de semana, la viví en grande.

Pero todo cambio cuando a mi tía y a sus dos hijas la expulsaron del país donde vivían por ser inmigrantes, y por obvias razones llegaron buscando ayuda de mis padres, pero se encontraron con la sorpresa de su viaje de negocios, y no tenían forma de contactarlos, así que mi tía recurrió a mí, al principio me decepcioné porque no podía dejarlas en la calle, pero mis fiestas y días de gozo se reducirían, así que al final acepté. Los primeros dos meses fueron de adaptación y rutinarios, hasta que un día todo comenzó a "mejorar", llegaba yo de la universidad y había llegado un poco más temprano. Llegué y me dispuse a bañar, mis primas, que una está en 1 año de preparatoria y la otra en su segundo año, iban en la tarde así que llegarían dentro de unas 4 horas, y mi tía trabajaba medio tiempo en la tarde por lo que llegaba a las 5.

Yo me dispuse a bañar sin darme cuenta de la hora, salí como si nada con una toalla en la cabeza y listo, cuando me dirigí al cuarto me entró una sed inmensa, así que decidí bajar por algo de beber, me puse un bóxer y bajé a la cocina, cuando iba de regreso a mi habitación oí la puerta principal abrirse, era mi tía que llegaba, cuando entró me encontró en las escaleras y en un bóxer de licra bastante pegado, ella agachó la mirada y añadió:

—oh cielo, disculpa, jaja te pillé en alguna movida.

—para nada tía, hoy no hay pan para mi chorizo.

—jajaja pero que cosas dices.

Yo me regresé a mi habitación y me vestí, noté que mi tía se había metido a la ducha y un morbo me entró de pronto. Mi tía es de tez blanca, ojos cafés oscuros, 1.60 de altura, unos pechos normales, pero eso si un trasero espectacular, me dispuse a pillarla cuando salía, así que le quité su toalla de la estantería y la metí en su habitación, por lo que no tuvo más remedio que salir desnuda por el pasillo hasta su recamara, y cuando salió boom, la pillé, cuando me vio que pasaba y que mi mirada la recorría de arriba hacia abajo solo dijo:

—vaya, dos encuentros bastantes agitados ¿no crees?

—vaya que si tía, como que ya se nos hizo algo de costumbre el vernos en interiores.

—bueno yo no te he pillado a ti.

—pues si quieres te puedo mostrar y quedamos parejos.

—pero que ocurrencias las tuyas!!!

Su cara se puso roja cual tomate, yo me acerqué y le di un beso en la mejilla y una buena nalgada, la cual hizo estremecer las paredes que albergaron un eco voluminoso, ella me miró y añadió:

—pero que te has creído!!

—que pasa, si tú sabes que con ese trasero que te cargas es lo menos que te mereces.

—óyeme soy tu tía y me debes respeto.

—y yo el hombre de la casa y estoy reclamando a mi hembra.

Su cara se puso algo pálida pero su mirada reflejaba un temor abrumador, la tome por los brazos y le plante un beso que hizo erizar su piel, cuando solo dijo:

—óyeme que te ocurre!

Mientras me apartaba de su cuerpo.

—a ver, te voy a explicar una cosa, por ti cancelé mi vida de lujos, por ti me he visto limitado a tener sexo con cuanta mujer se me atraviesa, y por ti es que tengo tremenda erección que me hace romper casi los pantalones.

Su mirada descendió hasta mi bulto y solo suspiro.

La volví a tomar por los brazos y la besé, pero ahora bajé mi mano hasta su vagina y por encima le comencé a dar un suave masaje, ella solo se estremeció y se dejó llevar, la llevé hasta mi recamara y la recosté en la cama, la abrí las piernas y me dispuse a hacerle un rico tornado de emociones.

Ella solo repetía:

—vaya cabron con el que me tocó meterme, quieres que sea tu hembra, ¡pues lo seré! Ahhh.

Dejé de chuparle su vagina y con sus fluidos lubriqué la punta de mi verga y apuntando la hacia la entrada de su sexo, me dispuse a penetrarla.

Ella agregó:

—Solo con cuidado que hace tiempo que no estoy con un hombre.

Yo se la metí con lentitud y ella solo sacaba gemidos que estremecían la casa, estuvimos disfrutando a lo grande, al culminar aquel acto de increíble pasión, le dije:

—a partir de hoy, serás mías y solo mía, te acatarás a todas mis órdenes y solo así seguiremos la fiesta en paz.

Continuará...

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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