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Categoría: Incestos

La calentura de Carol 4ª parte

LA GOTA FRÍA NOS CALENTÓ HASTA ACABAR PREÑADA MI NIÑA. Como ya sabéis estoy divorciado con dos hijos, un varón de 17 (Nacho) y una mujercita que ha cumplido los 13 añitos (Carolina). Desde hace unos ocho meses mantenemos una relación paterno-filial muy especial, mi niña se ha convertido en mi esposa y yo en su novio, amante y marido.



Sucedió en uno de los días de este mes de septiembre que estuvo lloviendo varios días. Venía del trabajo, ya por la tarde, serian como las 18:30. Llovía tibiamente, venía en mi furgoneta cuando miré hacia la acera a una bella y escultural silueta de aquella chica… para mis adentros pensé en lo exquisita que se veía empapada. Pero al irme acercando me di cuenta que aquella chica era Carol que se acercaba a casa después de las clases vespertinas de inglés. Sin pensarlo me orillé, bajé la ventanilla y le pedí que se subiera. Pude apreciar a través de la camiseta y de sus leggings, lo esbelta de su figura lo que me provocó cierta excitación que pronto se bajó al pensar que cualquier otro podría haberla montado en su coche… iba hablando de un sinfín de cosas que le había sucedido esa tarde, lo que confirma lo extrovertida que es cuando tenía confianza con alguien. Enfilamos por la costa hacia la urbanización, pero al llegar a la entrada nos topamos con patrullas que tapaban el paso hacia las brisas. Paré el coche, me bajé para preguntar al oficial qué pasaba. Me contestó que había derrumbes, por lo que estaba bloqueada la carretera y que la otra ruta también estaba igual, aparte de estar inundada así como el bulevar, entrada de la urbanización “Las Brisas”. Había arreciado por allí bastante ese tipo de gota fría de verano. Me metí a la camioneta y le dije a Carol lo sucedido, me pidió mi móvil para llamar a su madre y decirle que estaba bien, en eso estaba cuando se cortó la llamada. Esos días iba quedarse en casa de su madre para poder estar más tiempo con su hermano recién llegado del internado. Enfilé hacia el farallón, metiéndome por la zona norte y llegamos a casa tras veinte minutos de una travesía de cinco. Mi niña empapada iba titiritando de frío sin abrigo. Subió las escaleras por delante de mí, mire sus bellas, redondas y bien formadas nalgas, así como sus mallas azules, su estrecha cintura y sus torneadas piernas, al mismo tiempo que pensé en mi buen gusto por las mujeres bellas con mi hija y su madre…Ya dentro de casa le dije que tendría que bañarse con agua caliente. Tras un minuto de silencio vi que no me hacía caso, por lo que me acerque a ella…



-“Anda niña a bañarse”. Le dije mientras la tomaba por los hombros, ella en silencio agacho la cabeza.



Se metió al baño tardando un poco. Cuando por fin término, salió envuelta en una toalla, la cual apenas si podía cubrirle sus bellas nalgas, sus piernas y sus hermosas tetas. Trate de disimular mi interés por observarla, por lo que enseguida me metí a ducharme yo… al entrar al baño, miré tendida sobre el toallero su ropa…



-“Te he elegido tu pijama de “hello kity” para que te pongas seca”. Cuando terminé de bañarme, al salir envuelto en una toalla de la cintura hacia abajo, Carol estaba sentada en la cama viendo la tele. “¿Tienes frío?” Le pregunté mientras miraba buscando su toalla para echarla al cesto. Sentado a su lado, la abracé para darle calor.



-“¡Sí!” Me contesto agradeciendo mi calor extra.



-“¡Anda acuéstate y arrópate bien!” Le dije mientras trataba de disimular mis ganas de hacerle el amor con mi erección que amenazaba con asomarse a través de la toalla.



Dándole la espalda me dirigí a la cocina a preparar algo de cenar que llevaría sobre la cama. Así lo hicimos en menos de media hora estábamos acurrucados bajo las sábanas, apagué la luz y nos quedamos viendo una película un rato más hasta que nos venciera el sueño. Mi niña tenía frío, se notaba, decidí acercarme para abrazarla…, el delicioso aroma de su piel me estaba embriagando, mis deseos en aumento. Es toda una mujer, mi novia pensaba, pero por otro lado, era una pequeña hembra deliciosa y bella, desnuda bajo esa tela de algodón de su infantil pijama favorito. Allí estábamos mi hija y yo solos en total intimidad ¿Quién podría enterarse de lo que pudiera suceder bajo las sábanas de esa cama?



-“¡Perdona mi niña! ¿Te molesta?” Le pregunto mientras la abrazaba.



-“¡No papi! Al contrario me gusta mucho, me encanta sentir tu calor y tu fortaleza”, contestaba aferrándose más a mí.



Me acomodé sobre la cama y la abrazaba para darle más calor, solo que mi verga empujaba sus nalgas al estar ella de espaldas a mí. Su cabello húmedo, largo, negro y ondulado olía a perfume así como el aroma de su piel joven. Ya no titiritaba de frío y a su vez oía su respiración fuerte y agitada. Ninguno de los dos decía nada…, fuera la fuerte lluvia lo decía todo arreciando sobre el cristal de la ventana, estaríamos ahí toda esa noche que había helado un día cálido de otoño. Diablos, estaba enloqueciendo al estar embriagado por ella. Era lo mejor que me pasaba en el día… incluso lo mejor de toda mi vida…



-“¿Qué podría pasar con esa relación? ¿Qué se quedase preñada, que hicieran de ello un escándalo o que terminara pidiéndole perdón…?” La suerte ya estaba echada desde hacía semanas, porque ambos lo deseábamos con fiereza.



Di un beso a su cabello y lo aspiré suavemente, Carol lo pudo sentir cerrando los ojos sin decir nada. Mi nariz busco la piel de su cuello entre sus cabellos, la aspiré y le di un beso en su cuello cálido y aterciopelado, siguió callada sumida a su padre, solo un suave y apenas audible suspiro se oyó. Sentí como giró un poco su cuello cuando volvía a darle otro beso para darme más campo donde besar, con mi mano comencé a acariciarle su hombro derecho, fui bajando por su brazo despacio hacia su cadera, la que acaricié hasta su muslo, luego su nalguita sin que ella se opusiera, como bien esperaba… Me despojé de la toalla y la arrojé al piso, levanté la colcha y me tapé con ella. Abracé despacio a mi cría, acercándole mi erecta y dura verga entre sus nalguitas donde de inmediato se acomodo. “Mi pequeña mujercita” seguía callada recibiéndome en su cuerpo como buena anfitriona, mientras yo disfrutaba el contacto con su aterciopelada y cálida piel. Deposité un beso en su hombro, luego otro, seguí besándolo despacio así como su espalda, mientras mi mano acariciaba su brazo, su estrecha cintura, su cadera…su barriguita. Sus gemidos empezaron a oírse con más claridad cuando subió hacia sus duras y puntiagudas tetas… las acaricié suavemente con la punta de los dedos todo su contorno llegando a su pequeño pezón al que apreté despacio y suavemente, ella gimió con más fuerza terminando en un largo suspiro. Pase a su otra teta igual de hermosa e igualmente disfrute en cada centímetro. Carol no decía nada, no se oponía sino que facilitaba mi periplo por su cuerpo. Poco a poco iba aflojando su escasa resistencia.



Con mis besos recorriendo su espalda fui bajando y metiéndome entre las sabanas hasta llegar a sus caderas, la coloqué casi boca abajo, para poder besar sus nalgas duras y aterciopeladas que eran un manjar. Lamí cada milímetro de ellas, besándolas y chupándolas. “Se notaba que ya había estado con otro hombre, y ya no era una niña virgen… ¿Y lo sabría su madre…?” Pensaba para mis adentros, mientras no dejaba de recorrer aquella exquisita y tierna fruta que no presentaba ya resistencia alguna dejándose comer madura. Bajé mis manos y acaricie sus redondas y duras nalgas en todo su contorno, sus piernas de arriba abajo. Apreté sus nalgas, las separé y lamí por toda su rajita, “mi pequeña niña” ya no disimuló su excitación al gemir con fuerza cuando lamí su apretado anillo. Separó ella misma un poco las piernas, dándome más libertad de poder disfrutar de ella y ella para disfrutar de mis caricias. Con mí lengua recorrí todo tu ceñido coñito… de arriba abajo, una y otra vez y justo cuando con la punta hacia presión en la entrada de su culito un fuerte gemido escapo de sus labios, levantando más sus caderas hacia mi cara. Una, dos, tres veces más presione su culito y cada vez gemía con mayor ansia así mismo separando ella más sus piernas. Bajé un poco más y besé sus muslos, uno, luego el otro para termina dándole una comida con toda la boca en su conejito hambriento tan ajustado… llegando hasta su clítoris que lamí con más fuerza al regresar. “Mi pequeña cría” gimió con fuerza restregándose el coño contra mi boca, entonces la tomé de la cintura y la gire boca arriba, al hacerlo, sus brazos quedaron separados de su cuerpo, arqueaba su espalda y gemía dulcemente. Me incliné y besé sus tetitas una a una. Primero el derecho luego el izquierdo, recorriéndolos centímetro a centímetro, chupando sus grandes pezones de diminutos pitones y arrancándole a cada caricia mía un suave gemido. Bajé besando su abdomen, lamiéndolo despacio, llegué a sus caderas, las besé mientras sus manos agarraban mi cabeza y la acariciaban. Quería comerme su tierna fruta, olía riquísima, pero deseaba hacerlo despacio, disfrutarla y que ella gozara. Lánguidamente me acerqué a su monte de Venus, lo aspiré perezosamente, Carol levantó las caderas al momento que gemía suavemente. Lamí sus delicados y escasos vellos púbicos una, dos veces, después bajé un poco más y lamí de abajo hacia arriba todo su conejito caliente que derramaba toda su dulce miel. Estaba empapada la vaginita Carol, brotaba su excitación por cada uno de sus poros.



Seguí lamiendo, presionando cada vez mas entre sus íntimos labios hasta que encontré su delicado botoncito que jugueteé una y otra vez haciéndole que empujara mi cabeza con más fuerza entre sus piernas mientras no para de gemir y jadear. Chupé su botoncito del placer, lo succione despacio, lo presioné, era delicioso. Bajé un poco más y metí contundente mi lengua en su estrechura, estaba apretada, caliente y empapada, que delicioso manjar, se la metí hasta donde podía llegar, hasta donde podía alcanzar a disfrutar de aquella cueva de mi desahogo carnal, el recreo de mi nueva juventud. Pero ya no aguantaba más, era el momento de follármela, pues estaba en el punto de caramelo esa noche. Dejé de comerme esa fruta cándida, subí lamiendo y besando su abdomen, volví a chupar sus tetas y por primera vez en todo el previo, bese sus labios, esos dulces labios sabor a fresa. Carol denotaba ansiedad en ese beso tierno convertido en pasional, lujurioso…, me metió la lengua y se enfrentaron ambas en una lucha húmeda fratricida. Nos comíamos literalmente. Tomé mi erecta y dura verga pasándola varias veces de arriba debajo de la raja de su coñito hasta que la centré en la bocana de su caliente cueva y bonitamente fui empujando, subí mi mano y la abracé con fuerza, así como ella a mí, di unos cortos pero contundentes empujones y entró más de la mitad de lo lubricada de su vagina y lo dura de mi polla. En ese momento un fuerte gemido escapó de los dulces labios de Carol, quien enterró las uñas en mi espalda como queriendo arrancarme la piel, sus labios se aferraron a los míos, entonces di un segundo conjunto de pequeños empujones y terminó por entrar toda mi verga en su enjuto conducto genital, tocando por fin el fondo de ella, en ese momento sentí como rasgaba con fuerza mi espalda al notar mi punzante capullo aporrear su pared vaginal.



Me quede quieto por un momento, estaba dulcemente apretada su vaginita y yo súper excitado por la salvaje acción de ella. Subió sus piernas y rodearon mi cintura con ellas, entonces despacio comencé a bombearla mientras no parábamos de besarnos, poco a poco arreciaba en mis embestidas percibiendo más dilatada su vaginita acomodándose al falo paterno. Quise levantarme y para cambiar de posición pero ella no quiso, así que seguí embistiéndola con más fuerza mientras ella no paraba de gemir, de gritar y de contorneándose buscando más profundidad en el apareamiento. Durante los más de doce minutos que subsistió la frenética ofensiva no me permitió mudar mi posición, a excepción de cambiar desde casi la verticalidad a la horizontalidad. Mi verga se enterraba siendo succionada por su pequeño coñito como si de un polo derritiéndose se tratase, y cuando me separaba de ella con las piernas sujetas por los tobillos dejaba ver su chochito abultado dejando paso a mi traca que entraba y salía de la gloria de manera triunfal. Ella se asomaba, jadeaba y volvía a sumirse en el deleite de gozar de los ricos pollazos recibidos de su padre. Mi polla comenzó a endurecerse, a hincharse dentro de ella y finalmente llegó el clímax, y al mismo tiempo culminamos ambos. Sin el menor recato llené su rica vaginita con mi semen mientras ella jadeaba por el final de su orgasmo. Noté abrirse el orificio de mi uretra para dejar paso al primer y más caudaloso de los chorros de leche, debía de ser engrudo puro tras varios días en abstinencia. Mis vaivenes animaron a salir los siguientes tres o cuatro chorretones de lefa que inundaron su pequeña cavidad uterina, haciéndola rebosar escandalosamente fuera de su infantil chochito. Tanta excitación acabaron por llegar a dolerme los testículos cuando quedaron vacíos de su contenido seminal. Así nos quedamos por un rato acoplados en una total clavada de nuestros genitales, abrazados y besándonos, hasta que le dije que habría que lavarnos, entonces la levanté y cargué hacia el baño. Bañándonos vimos cómo se desprendían hilitos de acuosa leche bajando por sus piernas, la miré y ella agacho la cara, comenzó a llorar despacio de pura alegría. La abracé, la lavé y finalmente la sequé de regreso a la cama. Ninguno de los dos dijo nada más, nos comunicábamos por los gestos corporales. Nos acostamos y abrazados nos dormimos. Al amanecer, no sabíamos que horas eran, aun llovía…, se veía hermosa. Abrió sus ojos, me miró y nos besamos dulcemente hasta encenderse nuevamente y terminamos por follar una vez más. A la tarde ya había pasado toda la tormenta con dificultades, por fin la llevé a su casa, entre lágrimas se abrazó a su hermano Nacho. Carol les dijo que gracias a que pasé a tiempo no cogió una pulmonía…, mi nena nunca diría nuestro secreto. Su madre me dio las gracias y al irme ella se acercó y me dio un beso en la mejilla. Durante varios días no supe nada de ella, ni siquiera de mi hijo, tampoco quise llamar para no inmiscuirme en su vida. Justo una semana después ella me llamó una mañana de sábado, dijo que me extrañaba y que me necesitaba, nos quedamos de ver por la tarde. Al final la recogí y esa misma tarde nos entregamos a la lujuria. Cenando me dijo que su hermano y su madre se iban a mudar a Madrid el domingo, pero que deseaba seguir viéndolos. Acordamos que cada pocas semanas iríamos a verlos.



UN DIA ORDINARIO. Un día que llegué del tajo antes de lo normal por problemas con un proveedor, me encontré con la casa sola, así que iba a tener la casa para mí solo toda la tarde. Decidí aprovecharlo para andar desnudo, como a mí me gusta estar, me di un baño y con sólo mi bata, sin nada abajo estuve en la sala y me dispuse a ver una película X de las mías. Repentinamente llegó Carol…, vestía su uniforme del instituto faldita escocesa a cuadros de color rojo que le llega un poco más arriba de la rodilla, también con su camisa blanca que hacía que sus tetitas se vieran muy apetecibles. Al verla apagué rápidamente la tv, sin embargo, ella al verme se acercó y me saludó como cualquier hija saluda a su papá…



-“¡Hola hija cómo te fue!”



-“Hola papi bien…”, se sentó a un lado de mí, no lo había yo notado, pero al no tener ropa interior y después de ver un poco de pornografía mi polla obviamente tuvo su reacción y Carol lo notó al instante… “Bueno papi, quizás sea mejor que te deje solo con lo que estabas haciendo, a no ser que desees que me quede”



-“¿Por qué lo dices hija?”



-“Eh, que bueno no era mi intención interrumpirte, pero me he fijado en tu entrepierna y… tienes una erección de las buenas…”



Al principio me sentí fatal, pero al ver en ella su aire picaresco me di valor y decidí sacar provecho con la situación, al fin y al cabo ya había estrenado a la niña y yo me hallaba excitado predispuesto… -“Disculpa cariño, no quería que vieras mi situación… no pensaba que ibas a llegar tan pronto”



-“¡¿Y por qué te has excitado papi?!” Al oír esta pregunta sabía que estaba acorralado, así que le eché pelotas…



-“Bueno hija es que un hombre cuando ve a una chica tan bella como tú, pues se excita sin querer”.



-“¡…ahh no sé qué decir! Gracias por decirme que soy bella”. Y en medio de esta situación noté cómo en sus tetitas su pezones respondían a mis palabras poniéndose duros, tal como me gustan.



-“Hija dime ahora qué sabes tanto de sexualidad… ¿Cuánto te han enseñado en clase…?”



-“Bueno en clase no me enseñan tanto como tú, solo lo básico en teoría…”



Mi hija se quedó atenta ante mi cuestionamiento, pues con lo que ya habíamos follado se suponía superados los conocimientos que la capacitaban para ser engendradora de vida. Por lo que ella no sabía qué decir, así que me decidí a dar el siguiente paso, conquistar su corazón.



-“Hija sabes, eres muy guapa, cualquier hombre daría la vida por tenerte a su lado, incluso yo, sabes me gustaría poder ser yo el hombre que buscas para aprender todas las cosas de la vida y del sexo”.



Al decir esto mi mano se posó sobre sus piernas tan bellas que tiene, se me acercó más y más hasta que por fin la besé tiernamente en la boca aunque ella se resistió con mi fuerza pude lograr besarla haciéndose la interesante…



-“¡Mmm, ah papi! Esto está muy bien, siempre he querido que fueras el primer hombre que entrara dentro de mí… que me educaras mi vida sexual, es más siquiera que fueras el único en toda ella”.



-“Claro que sí mi vida, quién más te puede enseñar cómo es el sexo sin que te lastimen o abusen de ti”.



-“Sí papi ¿Engañarías a mamá si estuvierais juntos…?”



-“Sabes que no hija, no la engañaría. Es más, mi deber como padre es ayudarte y enseñarte las cosas de la vida”.



Al terminar de decirle esto la volví a besar en la boca y ella ya no se resistió por lo que empecé a cambiar mi beso a un beso francés, mientras que mi mano empezó a subir de su pierna a sus ricos muslitos blancos como la nieve y que me estaban poniendo el cipote con toda su erección máxima de caballo. Agarraba sus muslitos fuertemente y fui subiendo hasta llegar a la cueva jamás explorada por otro hombre, y que yo haría mía de nuevo. Sobre su panty le fui acariciando suavemente, a lo que ella respondía con gemidos enloquecedores, mientras que mi polla salía de la bata lista para penetrar su apretujada rajita vaginal de mi niña una vez más en eso diez días.



-“Carol mi vida, sabes me tienes a mil, mira cómo está el falo de papá”.



-“Ay papi, ¡¿Yo te he provocado tal cosa?! Está muy grande y gorda, quizás no me cabrá en mi vaginita. Ya sabes que la tengo muy chiquita para ser forzada con esa tranca”.



-“No te preocupes mi niña, ambos sabemos cómo te cabrá entera y hasta pedirás más, vente vamos a nuestro cuarto”.



Entonces la cargué en brazos como si fuéramos recién casados y le di un beso muy tierno en su boquita, pero ella trató de meter su lengua y le dejé… mientras mi lengua también se metía en su boca ella la mamaba entrelazando ambas lenguas. Nos comíamos con mucha lujuria. Tras llegar a la habitación, la dejé parada a un lado de la cama, y me quité la bata quedando todo mi cuerpo bien conservado expuesto a su mirada escudriñadora.



-“Papi, ¿Sabes que eres el primer hombre que veo desnudo…? Tu polla parece como así fuera una lanza de lo tiesa que está”.



-“Te voy a quitar tu ropa de colegiala, tan sexy…”



-“¡¿Es que te excita verme con mi uniforme, papi?!” Se  puso la mano en la boca ocultando su risa traviesa.



-“¡¡No tienes idea nena cómo me pones…!!”



“Soy tu putita consentida papi. No sabes las ganas que tengo que me folles y me llenes de leche…”



Así que le empecé a desabrochar su camisa y al hacerlo le acaricié sus tetas tan ricas por encima de ese sostén que mostraban sus ya excitados pezones, finalmente le quité la camisa que cayó al suelo, luego le desabroché esa faldita y se lo fui bajando lentamente acariciando su bello culito. Noté sus pantis mojadas por la excitación, así que le quité su sostén y sus pantis dejándole solo sus calcetas y sus zapatillas, luego de pie como estaba, le empecé a besar chupar esas tetas que tanto había anhelado todo el día y que ahora eran mías. Le iba mordiendo sus erectos pezones… a cada mordisco ella gemía más y más, ya que también le acariciaba su vagina con mi mano desocupada. Ya casi no pude contenerme y la acuesto en la cama, le abrí sus piernas y comencé a comerme su conejito embaucador…, ese olor a hembrita en celo me excitaba más y más así que le dije…



-“Hija ahora ya toca metértela… Te voy a partir tu coñito en dos con la verga de papá…”



-“Sí papi pero por fa que no me duela sí…despacito. Te quiero papi. ¡Qué bien que seas el hombre que me haya hecho mujer!”



-“¡Si mamá se enterase se daría un buen susto…!



-“Y si me preñas… no te digo cómo se pondría”.



Con tales palabras ya no me contuve…, le abrí y acomodé sus piernas al lado mío y coloqué mi polla tiesa en su rajita y fui introduciendo poco a poco el glande viendo como se esparcían sus labios vaginales. A cada centímetro de mi incursión ella se quejaba un poco, así iba introduciendo empujón a empujón calando cada vez un poco más. Su coñito se iba acomodando muy rápido envolviendo mi tranca entre sus paredes prensoras. Gracias a la lubricación de su vagina y la buena rigidez de mi polla logré topar con lo más hermoso en el mundo, con su entrada uterina en la pared vaginal. Con la última estocada, de una sola embestida se lo metí hasta el fondo, a lo que ella reaccionó con un grito de placer… de sus ojos salieron unas lágrimas a medida que su coño se acomodaba al intruso. Para calmar la situación me quedé quieto dentro de su vaginita oprimida, y comencé a besarla en la boca y le acariciaba sus tetitas en espera de que estuviera lista para empezar a bombear…



-“Ya pa, ya se me quitó el dolor, please, mételo y sácalo como lo hacen en las pelis porno”.



-“¡Vaya nena! Te has vuelto una zorrita…”



-“Sí papi, he visto las películas que tienes con mamá y las otras… ¡¡sí másssss!!” No terminó de decir eso cuando empecé a bombear entrando y saliendo de manera rápida, a cada embestida sus tetas se movían como si fuera una maravillosa gelatina haciendo círculos con sus pezones. “¡¡Sí papi dale más duro!! ¡¡Más, hazme lo que quieras!! ¡Ayyyyyyy soy sólo tuya papi!”



-“¡Vamos mi zorrita muévete! ¡Lo haces bien! Sí has aprendido rápido la práctica sin mucha teoría”



-“Es porque me gussstaa más la prácticaaaa y másssss tu papiiii” Eso me decía cuando le llegó su orgasmo muy rápidamente, fue tal su placer que dio un grito con esa sensación llena de delectación total.



-“¡No puedo más, papá!” Se puso encima de mí y rozaba su vagina con mi glande, que casi entraba solo.



-“¡Carol eres preciosa! Te mereces un hombre que te quiera y te desee como yo…. Ella no dijo nada pero su mirada me decía que estaba en lo cierto, su madre a penas se preocupó por sus sentimientos, pese a ser una formidable amante. Allí estaba mi niña con sus tetitas que se movían con el vaivén, se los volví a tocar dirigiendo sus gestos, hasta que conseguí metérsela del todo…



-“¡Papá me los estás haciendo al fin! Vamos relájate y disfruta de tu hija. Y aguanta, no te vayas enseguida”.



Mi estoque entraba y salía sin problema en su estuche, encajaba a la perfección con mi hija que lo envolvía absorbiéndolo como un sorbete. La agarré de los hombros y la atraje hacia mí. Nos unimos del todo y nos fundimos en un morreo tremendo mientras sobaba con fuertes apretones su culo imponiendo mi ritmo.



-“¡Aaahh, sigue papi por favor! ¡Sigue! Así, bésame el cuello…”



-“Hija, te quiero mucho ¡Ummmm! jadeaba uniéndome a sus gemidos cada vez más ostentosos.



Mi cadera implementaba mi cipote como un pistón ingresando en su chocho y surgiendo de nuevo a la luz a una velocidad imperante, tan celeridad le imprimía que los huevos por inercia aporreaban sin cesar la vulva esponjosa de mi cría…, los chasquidos se unía a la sinfonía de nuestros gemidos. Con mi Carol apoyada sobre mí percibía su transpiración, su aroma embaucador a hembra cubría el sentido del olor, y de igual manera el tacto de mis dedos con su piel, el sabor de su lengua y su boca por completo y por último la visión de su cuerpo contorsionarse a cada empellón a que era sometida. Aquella posición nos gustaba sobremanera porque nos alternábamos en el trabajo del vaivén sin necesidad de hablar una sola palabra, alternándonos ella y yo en tiempos irregulares, e incluso sincronizándonos en la penetración mutua. Me volvía loco saber que nos entendíamos a la perfección en el acto más primitivo. Me miró a los ojos y se abalanzó a darme un beso a pique de querer ahogarme con él…, era el típico arrebato de mi hija cuando estaba a punto de correrse, y así fue. Una convulsión tras otra le hizo clavarse con toda agilidad mi rabo hasta las misma pelotas y una vez allí contornearse soltando su fuerza pélvica al tiempo que eyaculaba su corrida casi imposible de salir, por ello extraje mi badajo facilitando la avenida de su orgasmo. A los cinco segundos la polla se incrustó en el conducto vaginal sin necesidad de ayuda…, de nuevo me estaba follando a mi pequeña en una sucesión de clavadas casi sin orden ni concierto buscando mi esprín final, y de repente, la abracé con más fuerza hacia mí.



Una mano sobre su espalda y la otra en su hermoso culo hicieron presa a la niña que tan generosamente me dio su virgo y ahora gustosamente iba a recibir mi semilla… Por mi parte ya presentía que me iba a correr, así que sin sacarla de su apretado coñito, inicié el principio del fin en un arrebato de meter y sacar enloquecido donde su lubricación y me rigidez ayudaron a culminar en un clímax apócrifo. En un instante ya tenía la leche lanzándose al fondo de su útero llenando una cavidad tan ínfima. Dejé caer toda mi leche sobre ese acogedor receptáculo de mi semilla, su cara lo decía todo sin palabras, mientras su cadera se contorneaba extrayendo el néctar de mis huevos. Los chorros de lefa se agolpaban sin caber dentro de su cuerpecito, desperdiciando casi la mitad del contenido seminal. Eyaculé con todas mis fuerzas dentro de su útero, mientras me cubría su melena y me besaba otra vez en mis labios. La hincaba a fondo emitiendo rugidos de venado en celo en el instante que soltaba mi lefa espesa en su interior. Como de costumbre le solté mis cinco o seis chorros de leche enteran sirviéndole de alimento semanal a su impúber coñito, no sabía porque me permitía correrme dentro de ella sin condón, tampoco nunca pregunté por si al contrariarla me privaba de ese placer extra de follármela a pelo, así que la hundí a fondo para vaciar mis huevos de su esencia, quedándome allí por unos minutos hasta notar el primer atisbo de reacción. Quedé alojado en su interior varios minutos hasta recuperar el aliento y las ganas de salir de su calenturiento y encharcado chochito. Mientras tanto ella se hallaba recostada sobre mi cuerpo aplastando sus tetas en mi pecho dándome pequeños besos cariñosos en mi cara, cuello y pecho…



-“¿Qué tal te lo he hecho, papá?” Me sonrió diciéndomelo



-“Mira, si tu madre aprendiera a besarme así, a amarme así, sería mucho más feliz y tal vez seguiríamos juntos. Pero seguiré soportando las formas de tu madre y lo nuestro seguirá siendo nuestro secreto, ¿Vale?” Ambos cansados pero satisfechos nos abrazamos y me dijo



-“¡¡gracias papi!! Sabes que ya somos marido y mujer…, de ahora en adelante como agradecimiento por haberme desflorado haciéndome toda una mujer completa de una manera esplendorosa, cada vez que quieras que hagamos el amor sólo pídemelo porque siempre estaré dispuesta para ti,¡¡¡SOY TUYA!!! Dicho aquello por Carolina se grabó en mi subconsciente a fuego.



Dado mi amor por la niña de mis ojos, su madurez sexual y me necesidades fisiológicas sin cubrir, lo extraordinario se hizo cotidiano a lo largo de los siguientes meses. A los 13 años le comenzó la regla y aumentamos la precauciones para no dejarla preñada, los anticonceptivos los descartamos y los condones podrían dar una pista a su madre en las visitas que nos hacía. Por internet vimos varios métodos y decidimos aplicar el método Ogino…. Durante los días fértiles no follábamos, por lo contrario los no fértiles no hinchábamos a copular como animales, yo no sé cómo resistiría si no fuera por las bebidas energéticas, pero mi hija era toda una máquina apareándose. No es necesario decir que mis aun potentes espermatozoides, encontraron el conducto de sus tropas de Falopio hasta el lozano útero de mi hija, descubriendo el vergel perfecto donde sembrar la semilla de mis testículos. Los cálculos nos fallaron estrepitosamente al cabo de unos meses yaciendo convencidos de nuestro sistema infalible e indetectable, así es que finalmente mi hija quedó preñada. Carol me hará padre y abuelo con el fruto de su vientre…, lleva casi 30 semanas de embarazo y su panza es desmedida ya. Pronto dará a luz una niña a sus cumplidos 14 años, solo temo por los problemas que puedan surgir en el parto, en nada por lo que digan de mi hija. Un encuentro desafortunado con un chico en un fin de semana sin tomar las debidas precauciones…, es algo que está al orden del día, de igual modo que un padre se haga cargo de su hija, de su nieto de por vida.



FIN



Este es mi correo...  trovo_decimo@hotmail.com  por si deseas contactar conmigo, sugerirme o contarme alguna de tus fantasias que leeré encantado. ¡Muchas gracias!


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1 comentarios. Página 1 de 1
lobo_ardiente
lobo_ardiente 11-10-2019 16:33:41

buenísimo, ojala hagas mas partes de este candente relato

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