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Categoría: Maduras

Juramento roto

Juramento roto



 



SINOPSIS: Una invitación a la playa, inicia la relación sexual de un joven con una recatada anciana. Los pies de ella provocan calenturas en el chamaco, mientras ella deseaba leche fresca para el cutis…



 



ECSagardez



Todo comenzó una noche de jueves santo. La mayoría de las familias de la cuadra habían organizado una excursión a la playa para nadar, comer mariscos y disfrutar de las olas, agua y espuma del mar…



El calor era insportable y se antojaba estar sumergidos en las aguas marinas… Además de estar con los amigos de la edad… En ese entonces de quince años… Por lo que ya habíamos organizado algún partido playero de futbol…



Pero nos faltaba una persona por invitar… Y me comisionaron a acudir a la casa de la señora Pachita, cuyo nombre era Francisca. Una anciana dulce de 60 años de edad y quien vivía desde hace mucho tiempo sola. Por lo que todos estábamos al pendiente de ella…



Así que me dirigí a su casa que estaba a la vuelta de la mía y al tocar la puerta me contestó que pasara porque se estaba bañando en ese momento… Era lógico que por el calor quería dormir fresca… El reloj ya marcaba las nueve de la noche…



Me introduje a la casa de doña Pachita, me senté en la sala y encendí el televisor en lo que salía del baño… No demoró mucho…



Cuando se presentó ante mi, una toalla cubría su cabeza y una bata de algodón cubría todo su cuerpo, pero no alcanzó a abotonársela toda… Así que se sentó frente a mi y pude ver sus gruesas piernas y algo me llamó la atención, fue su mata de pelos que por descuido mostró al abrir ligeramente sus extremidades…



Dentro de mi pantalón mi verga creció y trataba de buscar salida, pero no la encontró, por lo que se me hizo un bulto grande, lo cual fue notorio para la dulce anciana, quien se limitó a sonreir… Y me dijo:



— ¿Qué te trae por aquí a esta hora?



— Mañana vamos a ir a la playa y me comisionaron los vecinos para invitarla… No queremos que se quede sola en casa y apacigue el calor con una refrescada en la playa



De inmediato repuso:



— Me gusta la idea… ¿A qué horas se van para estar lista?...



— Nos vamos a ir como a las diez de la mañana



— Claro, estaré lista a esa hora



 



II



Sin embargo, mi vista seguía posada entre las piernas de la señora a ver si me volvía a mostrar su monte de Venus, ya que al salir del baño inesperadamente, no se había puesto calzones…



Ella también sintió mi lasciva mirada y se me quedó viendo hacia el bulto que estaba buscando explotar… Por lo que me dijo:



— A ver traeme el frasco de crema que está en esa vitrina



Yo no me quería parar, porque el bulto era demasiado grande y se daría cuenta del alto grado de excitación que había despertado en mi… Así que traté de hacerlo rápidamente… Pero no fue necesario seguir más adelante… La dulce anciana con una sonrisa en los labios, me dijo:



— Oye… Se que estás muy chaval… Pero no tienes de que preocuparte por mi… Eso es normal cuando los chamacos ven a una mujer medio desnuda… Te vi como me observabas dentro de las piernas… Y mira como te has empalmado… Trae la crema y siéntate



Un poco apenado con doña Pachita, porque la consideraba como un familiar más… Hice lo que me dijo, llevé la crema y me senté a su lado…



No hubo más diálogo… De inmediato pasó su mano y con sus dedos acarició por arriba de mi pantalón el gran bulto… Eso fue el acabose para mi… Una sensación de placer recorrió mi espina dorsal desde el cerebro y el líquido preseminal hizo su aparición para manchar el pantalón…



Doña Pachita parecía divertida… Se me quedaba viendo y sonreía… Por lo que me sorprendió más cuando me expresó:



— Quieres que te lo libere… Porque si no va a explotar y te van a doler tus huevos



Con la cabeza asentí, sin expresarle ninguna palabra…



 



III



Enseguida corrió el zipper del pantalón y metió su mano para buscar anhelante la verga, cuya cabeza se asomaba por la abertura del calzoncillo… Cuando lo sacó fuera la señora comenzó a besarlo en la punta, mientras con su mano derecha jalaba hacia abajo y hacia arriba… Me estaba mamando y masturbando a la vez…



La señora siguió su labor y se lo introdujo todo en la boca, lo chupaba con hondo frenesí y lamía como si estuviera comiéndose una refrescante paleta de fresa, el sabor que a ella le gustaba…



Las sensaciones que sentía eran exquisitas… Pocas mujeres, hasta ese entonces, me habían mamado la verga como lo hacía doña Pachita… Se veía en ella su necesidad de tener un falo para ella solita y fui el elegido en ese momento para dárselo…



Sus mamadas me hacián sentir muy especial y una de mis manos viajó hasta sus pechos y me encontré que no traía sostén… Toqué sus senos y me puse a juguetear con sus pezones, los cuales resintieron el toqueteo, porque se erectaron… Mientras doña Pachita lanzaba un ligero suspiro…



Ya no pude más con su juego… Ella seguía mamando y succionando, el líquido que sobresalía de mi punta… Hasta que sus lamidas y forma de tocar mis huevos, hicieron que explotara dentro de su boca… La gran cantidad de esperma chocó contra su garganta y paladar. Pero no dejó escapar ninguna gota…



Cuando dejó de chupar algunos residuos de sémen que se encontraban a lo largo del glande fueron a parar a su rostro. Por lo que me dijo:



— Siempre es buena la leche fresca de un chamaco para el cutis



Su expresión, sólo me hizo sonreir…



 



IV



Cuando pensé que la sesión de sexo con doña Pachita había acabado… La señora se levantó y se quitó la bata, por lo que pude apreciar que a pesar de su robustez y edad, la piel de su cuerpo era firme y sus piernas mostraban solo signo de celulitis, pero seguían siendo gruesas y algo que me encantó fue verle los pies que me parecieron hermosos y una mata de vellos púbicos negros y rizados… Ella era como de 1.66 de estatura, piel blanca y ojos claros… La verdad que no le encontré ningún defecto… Me pareció la mujer más hermosa del universo…



Ella tomó la iniciativa, por ser muy chamaco, y me hizo que me hincara y hundiera mi cabeza entre sus piernas, mientras una de ellas la colocaba en una silla… Entendí cual era el objetivo y comencé mi recorrido por esa mata de vellos, exploré por unos instantes, con mi lengua, todo ese agujero frontal y engullí el botón del placer que encontré a mi paso… Sus liquidos no se hicieron esperar, doña Pachita comenzó a gemir y a decirme:



— Sigue chamaco, no te detengas… Me gusta como lo haces… Sigue así, dame más lengua, metémela toda



A pesar de mi inexperiencia en el sexo oral, porque debo confesar que no me gustaba mucho… Seguí lamiendo y chupando su clítoris, por cierto muy grueso y ella ya no pudo contener el orgasmo que ya se anunciaba, cuando lanzó un fuerte gemido y expresó con desesperación:



— Yaaaaaaaaaa…. Yaaaaaaaaa…. Me cooooooorrrrrrrrroooo…. Asíiiiiiiiiiiiiiii



 



V



Jamás se me olvidará ese momento y esa expresón, al ver la desesperante forma en que tenía sus orgasmos doña Pachita… quien a partir de ese momento se convirtió en mi amante y disfruté con ella muchas cosas, entre ellas los domingos que me daba para divertirme con mis amigos… Era dulce… Pero bien entregada al sexo cuando estaba a mi lado…



Supe que a raíz de la muerte de su marido, quien tuvo un accidente, ya que trabajaba en los talleres de Ferrocarriles Nacionales de México… Decidió guardarle luto por siempre… Pero mi juvenil presencia rompió con todo ese juramento…



Sus hijas se habían casado y las tres vivían en diferentes partes del país… Pocas veces la visitaban y más que una compañía para ella se habían convertido en una carga… Porque en cada visita siempre trataban de sacarle dinero para cualquier contigencia que se les presentara en sus hogares…



Así que me convertí en su compañía ideal y esa misma noche de la invitación, nos dirigimos a su recámara y ella me lanzó a la cama… Para desnudarme del todo…



Mi verga ya estaba levantada a todo lo que daba y doña Pachita sólo se subió y como si fuera una espada solita se la introdujo, parecía que se estaba haciendo un hara-kiri… La humedad de su vagina era tal que no tuvo problemas para metérsela toda…



Montaba con gran destreza… Subía, bajaba, movía la cintura hacia los lados, mientras sus caídos senos se balanceaban de un lado a otro… Era un espectáculo hermoso para un inexperto joven…



Doña Pachita subía y bajaba con gran fuerza… Llegó por momento a darle duro a mis huevos, lo cual me provocaba un ligero dolor… Pero eso no importaba… Lo que interesaba era tener a la anciana bien clavada…



De pronto se zafó y se acostó boca arriba en la cama… Así que levantó ligeramente sus piernas y me invitó a penetrarla… No me hice del rogar… también yo deseaba verle el rostro, cuando sintiera mis embestidas…



Se la introduje toda y se la sacaba hasta la punta… Ella hacía movimientos desesperados para evitar que le sacara toda la verga, mientras yo la empujaba hasta que mis huevos tocaban sus nalgas…



Así duramos como quince minutos… El mete y saca se volvió constante y de lento a rápido… Hasta que ella estiró sus piernas, la punta de sus pies se laxaron y gritó:



— Me cooooooooorrrrooooo chamaco…. Me coooorrrrrooooo…. Ya no puedo más



Yo seguí moviéndome... Mis movimientos se hicieron más frenéticos… Algo en mi cerebro anunciaba que estaba a punto de correrme dentro de ella… Por lo que no pude evitarlo… Algo percibió la dulce anciana, porque me encerró entre sus piernas y la penetración se hizo más profunda… Hasta que mi leche se derramó de su vagina… Fue una corrida espectacular…



Doña Pachita dejó que me escapara de su vagina y me pidió que se la acercara a la boca… La chupó de nuevo y se tragó los residuos de sémen, además de frotarse mi miembro en su rostro... Por lo que volvió a decirme:



 



— Siempre es buena la leche de un chamaco para el cutis



 



VI



La sesión terminó… Entre los dos se hizo un silencio… Pero el tiempo había avanzado y yo necesitaba llegar a casa para no ser regañado por los abuelos… Así que me despedí dándole un beso en la mejilla y la dejé tendida en su cama… Se veía cansada, pero a la vez con el rostro apacible y demostrando estar satisfecha…



Llegué a mi casa y no pasó nada… Me dirigí a mi cuarto y me metí a bañarme… Pero debo confesar que mis huevos estaban adoloridos… Había sido una dura sesión de sexo con doña Pachita…



Al dia siguiente… Fuimos por ella… Y la llevamos a la playa… Ella se veía divertida, muy risueña y en un momento en que intenté descansar me acosté junto a donde estaba ella y me confesó algunas cosas…



En principio me agradeció el haberle dado ese momento de intimidad que ya deseaba… Eran muchos años sin probar el miembro de un hombre y se imaginaba que perdería la vida sin probar de nuevo la leche que sale de un pito… Me dijo no estar arrepentida por haber roto su juramento…



Me pidió que todo fuera un secreto… Porque a su edad no quería andar en chismes de vecinos y porque la consideraban una mujer recatada… Pero a la vez me pidió que no la abandonara y que siguiera dándole… A la hora que yo quisiera, ella siempre estaría dispuesta para mi…



Sólo le respondí… No se preocupe Pachita… usted me debe enseñar muchas cosas y yo voy a ser su esclavo… Pero algo si me llama la atención de usted y quiero que me lo de…



Enseguida me preguntó que deseaba de ella:



— Si, pero dime de qué se trata



Mi respuesta fue, lacónica:



— Sólo quiero tocarle sus pies



— No te preocupes, podrás tocarlos… En la noche los tendré listos para ti



 



VII



Cerca de las cinco de la tarde… Todos los excursionistas empezamos a levantar nuestras cosas y nos subimos a los carros para dirigirnos a nuestros hogares… Me tocó llevar a doña Pachita a su domicilio y en la puerta me despedí de ella, con la promesa de que llegaría como a las once de la noche, porque me brincaría la barda de su casa que daba hacia mi patio…



Así lo hice… La puerta de atrás estaba entreabierta y me introduje hasta su recámara… Ella dormitaba y sintió mi presencia… Así que sólo preguntó:



— ¿Eres tu chamaco..?



— Sí… Soy yo… -contesté-



Me acosté junto a ella y encendí una lámpara de buró… Descubrí sus pies y eran hermosos… Sus uñas estaban pintadas de color rosa y los comencé a tocar… Les di un ligero masaje en los talones, en el arco, entre los dedos y los tobillos…



Eran unos pies hermosos que hicieron despertar en mi una gran excitación… Pachita me pidió que me desnudara y así lo hice…



Mientras yo tocaba sus pies… Ella se metía mi verga en su boca para mamarla como ella sabía hacerlo… Ambos estábamos acostados en la cama y yo besaba uno de sus pies, le chupaba el dedo gordo y metía mi lengua entre sus dedos… Ella suspiraba ligeramente…



Mi mano se posó en su mata de vellos y la humedad había comenzado a fluir… Fue un deleite besar los hermosos pies de doña Pachita que tanto me habían cautivado…



Ella mientras tanto seguía su labor de sexo oral… Hasta que ya no pude más y eyaculé en su boca… Pero ella se la sacó y dejó que mi leche se descargara en su rostro… Tomó mi verga y comenzó a masajearse la cara con ella, haciendo que el sémen se esparciera a lo largo y ancho de su rostro… Mientras decía:



— Siempre es buena la leche fresca de un chamaco para el cutis



Pero yo quería más y así con mi verga ligeramente parada se la introduje en su vagina y le levanté sus piernas… Sus pies quedaron a la altura de mi cara y mientras le besaba las plantas y mordisqueaba los talones y se los olía, chupaba los dedos… Mi verga cobró su fuerza y eso le gustó a doña Pachita, porque sintió como se le engrosaba por dentro y acompañaba mis movimientos de mete y saca…



El ritmo de ambos era acompasado, pero a la vez frenético, la desesperación de ambos por sentir lo más bonito del placer sexual estaba en nuestras mentes y acometidas… Doña Pachita disfrutaba cada penetración. Mientras yo disfrutaba de tenerla poseída y a la vez tener para mi ese encanto de pies…



De pronto me dijo con agitada voz:



— Me coooooooooorrrrrrrrrooooooo…. Ya no puedo más….



Yo también –le respondí-.



Y ambos tuvimos una sensacional corrida… Mi sémen nuevamente llenó su vagina… Mientras yo veía que en su orgasmo ella laxaba los dedos de sus pies… Era una delicia ver como la anciana Pachita tenía sus orgasmos y, la verdad, me encantaba tenerla así… Pero con sus pies a mi disposición para lamerlos, besarlos y chupar sus dedos…



 



VIII



Debo confesar que jamás pensé que doña Pachita, a su edad, tuviera tantos atributos femeninos… Hicimos el amor en diversas formas y exploramos varias posiciones… Jamás hubo un no quiero u hoy no, porque estoy cansada… Siempre estaba dispuesta para mi y yo como cachondo adolescente, deseaba cojérmela a toda hora…



Pero lo que más me agradaba era tocarle sus pies y besarlos… Incluso me dio por ir a hacer la tarea de la escuela a su casa, con el pretexto de que tenía una biblioteca… Sin embargo, la finalidad era otra…



Se volvió mi cómplice y yo en su joven amante… Pero eso si, me enseñó a hacer y hacerle de todo… Disfrutaba el sexo a más no poder y cuya siguiente frase me enardecía cual expresaba:



— Siempre es buena la leche fresca de un chamaco para el cutis



Para los vecinos de la cuadra era una mujer recatada. Pero por mi rompió su juramento…



Doña Pachita… Un recuerdo imborrable… Una relación que se inició, precisamente, en una Semana Santa, en mi querido Veracruz… Y su juramento roto…


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1875
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