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Categoría: Confesiones

Julia se toca al sol en lencería

Les voy a relatar lo más fielmente posible, el contenido del blog, que mi pareja Julia; una cordobesa de pelo negro y largo, piel clara y ojos azules como el zafiro, escribió hace dos años; antes de conocernos y que me ha entregado ahora… «Era su blog secreto».

En el blog Julia escribió sobre algunas de sus experiencias «más íntimas».

Julia me lo ha entregado, ¡pidiéndome!, que haga un relato con él y que, ¡¡lo publique!! Concretamente me dijo lo siguiente:

-Tahotlo, ¡cuéntalo!, quiero que la gente lea lo que sentí y cómo soy en mi interior; porque ahora, ¡junto a ti!, con tu sinceridad y liberalidad me siento «libre» y a gusto con mi sexualidad, que solo es «libertad sin mal». Cariño si tiene muchas lecturas, ¡me excitare mucho!

Y después tú apagarás mi fuego.

El blog de Julia:

Me llamo Julia y comienzo a escribir en este blog mis experiencias íntimas vividas, desde hoy 20 de julio de 2012. En la provincia de Córdoba, desde mi bonito pueblo.

 

(Primera anotación):

Soy «una morenaza de cuidado», todas mis amigas dicen que soy una adorable coqueta y mis amigos están «prendados por mi simpatía y mi belleza».

Tengo veintitrés años y no estudio, yo trabajo en una corsetería-lencería.

¡Aún soy virgen!, ¡no tengo empeño en serlo!; pero no he sentido el deseo de que me penetre ninguno de mis amigos.

¡Yo no voy a la moda!, me gustan las faldas de vuelo y las minifaldas escocesas «con imperdible», ¡la lencería me chifla!, también me gustan muchas otras prendas, algunas si están a la última, pero me importa un pito si están de moda o no, gustándome a mí tengo bastante.

 

(Segunda anotación):

Ayer al salir de mi trabajo en la tienda de ropa interior, mi jefe Jacinto me dijo (como otras veces) que me regalaba la prenda que yo eligiera, pero tenía que llevármela puesta y verme él un momento en el probador «mostrándosela» puesta en mi.

Elegí un body con apertura inferior de corchetes, diseñado para poder ir al aseo sin quitarlo; también tenía al descubierto los cachetes, con dos recortes circulares con leve costura en el culo ¡muy fino!, con encajes de flores color negro, « muy ceñido a mi sexo» y a la raja de mi trasero y que se introducía un poco entre los labios externos de mi sexo.

Jacinto me miró extasiado y con los ojos, ¡muy abiertos!, viendo mi chocho; el cual estaba «queriendo salirse por los lados», también se veía reflejado detrás de mí, en el espejo del probador mi culo, con los dos recortes que dejaban ver mis nalgas firmes y blancas, el me dijo.

-Julia eres «un monumento», muchas gracias por dejarme verte «un poco» -dijo agradecido.

-Gracias a usted Jacinto por regalarme estas prendas, no hay nada de malo en hacer de modelo de lencería solo para sus ojos –dije con normalidad. (Jacinto tiene cuarenta años y me gusta).

Eran las siete de la tarde, de un caluroso día de julio, cuando salí de trabajar, me fui de paseo por el camino de la estación del pueblo, que discurre junto al río, donde hay mucha arboleda, (es un pueblo muy bonito) llevaba una falda de vuelo por la rodilla, color gris perla, «que me encanta» y una blusa blanca, con el body en el interior, tapizado de encajes, ¡desde los hombros hasta mi sexo!, y sus excitantes recortes en el culo, que recibían pequeñas ráfagas de viento cálido bajo mi falda.

Los corchetes del body «abre fácil» estaban bien apretados, pero no los notaba, si notaba la presión de la prenda en mi sexo, con los hombros del body «apretándolo como si fueran tirachinas», tensados sobre mi chocho, dejándolo aplastado como una hamburguesa.

Camine junto a la vegetación del camino y al poco rato tomé un sendero, más estrecho; tras unas decenas de metros y detrás de unos matorrales, vi una piedra grande y redondeada; estaba al sol y me senté sobre ella a leer un libro que llevaba en el bolso, pensando en ponerme morena mientras leía.

¡La piedra estaba muy caliente por el sol!, y estando sentada sobre ella un rato note como mi sexo «ardía» por el calor y por la presión del body, (Mi «chocho-hamburguesa»), ¡ya estaba lista!

Mire a ambos lados y no había nadie, ni se oía a nadie; solo escuche el correr del agua por el cercano río.

Metí mi mano derecha bajo la falda y desabroche  los corchetes del  bodi, ¡de un tirón!, y me tumbe junto a la piedra con la cabeza apoyada en ella, con las piernas abiertas y las rodillas flexionadas hacia arriba.

El sol acariciaba mi sexo con el body abierto como «armadura desarmada», con su tira de tela «desplegada» y sus corchetes abiertos rozando la hierba.

¡Note «con placer» como mi intimidad se humedecía abundantemente!, con el calor del sol del verano «dorando mi chocho», también note como los labios interiores de mi sexo se desplegaban hacia el astro «como una planta buscando vida».

Baje la mano y acaricie mi vello púbico, estrecho y espeso «de pelos negros como el lomo de un puma», deslice mis dedos y roce mi sexo, ¡empapado!, lo apreté con la palma de mi mano «aplastando» mis abultados labios externos.

Estuve un rato así, hasta que suspire intensamente; acto seguido deslice por el centro de la grieta íntima y húmeda de mi sexo el dedo índice y roce, con el borde de la uña pintada de rosa el orificio de mis posaderas, «mi sexo se abrió “más aún”» y mi ano reaccionó al roce de mi afilada uña en él; «cerrándose y abriéndose varias veces», como espasmos, por el toque suave del dedo «armado».

Coloque el dedo entre los dos orificios «cálidos» ¡justo donde la piel es tan sensible y por otro lado «tan tensa»!, clavando mi uña hasta dar un respingo, con la otra mano saque de mi bolso el cepillo de dientes «a pilas» y lo introduje suavemente en mi ano hasta la mitad, accione el mecanismo y comenzó a vibrar en mi interior; ¡aunque vibraba más la parte exterior!, ¡donde están los pelos cortos y tiesos!, lo fui metiendo más adentro aún, hasta tocar los «vibrantes pelos del cepillo» mi clítoris, con mi mano como guía, tirando de él hacia arriba.

Mi falda gris con las rodillas alzadas hacia de tienda de campaña tapando el viento cálido, que soplaba de costado, pero permitiendo el sol de frente; «el cual doraba mi vibrante sexualidad» mientras mi rostro recibía el soplo de viento; refrescando mis mejillas.

Solo se escuchaban las abejas zumbando en las flores y mi cepillo dental, como un abejorro androide que taladraba mi dilatado ano.

Tuve un orgasmo «de un diez» que me estremeció ¡desde los muslos a la nuca!, con calambres dulces por todo mi vientre, temblores en la cara interna de los muslos y mi sexo «manó» líquido en cantidad.

Después ladeé mi cuerpo y me dormí un rato, arropada por el sol.

 

(Tercera anotación):

Yo soy una convencida de lo saludable de la sexualidad, la cual nos da «fuerza», pero no la concibo sin sensualidad y caricias que hagan estremecer y sólo me he encontrado «conmigo misma» para sentir ese placer, con los amigos que he salido estaba bien, pero anhelaba la caricia que estremece, esa que sólo yo sé darme.

 

(Cuarta anotación):

Después de otro duro día de trabajo en la tienda Jacinto me ha ofreció otra prenda y he escogido un ligero negro y unas medias de encaje a juego, (ese conjunto me gusta llevarlo sin tanga ni braga), ¡y así me presente a Jacinto!, que se quedó «roto» de deseo tras ver la estampa.

Los bordados en negro de las medias, con ligas; dejaban paso a mis muslos desnudos, en el centro de los cuales resaltaba «el bosque de mi sexo», un vello púbico, ¡negro y recortado!, con pelos «muy rizados»; que brillaban con la luz led del probador. Todo el conjunto estaba flanqueado por las tiras elásticas del liguero y por mis manos, a los lados ¡alzando la falda!, como  mariposa al vuelo.

-¡Julia me vuelves loco! –dijo visiblemente excitado.

He subido al mirador del pueblo, el calor era  intenso en lo alto. Desde allí se ve muy bien este bonito pueblo de Córdoba. No había nadie arriba del mirador, ni se escuchaba el más mínimo ruido, solo los insectos zumbando a lo lejos. Mi soledad me excito y me quite  la amplia falda plisada y el sujetador de aros bordado y me tumbe en el suelo empedrado, que estaba ¡duro y caliente!, por el sol.

Solté los dos cierres delanteros del liguero de su unión con las medias y pase las dos tiras elásticas del mismo «por mi sexo», amarrándolas; al mismo ligero detrás de mí, pasando por la raja de mi culo  quedando pegadas a mi ano y a mi chocho abierto, ¡qué placer sentí!

Acaricié mis senos con las yemas de los dedos, hasta notar mis pezones duros como terrones de azúcar; estiré mi cuello y alcé un seno con mis manos hasta la boca, «atrapé el pezón con los dientes», hasta que me dolió un poco, después hice lo mismo con el otro seno ¡Mis pechos palpitaban!

Baje una mano y acaricié mi sexo cálido por el sol y por la excitación, estuve aplastando mi sexo con la mano un rato y moviéndola en círculos. Di tirones con mis dedos de los labios mayores, ¡extendiéndolos como la masa de la pizza! Y froté mi clítoris «intensamente». El orgasmo, ¡fue total!, deje muy mojado el empedrado suelo bajo mi cuerpo.

Baje del mirador con las medias puestas, pero sin el liguero bordado, que lo llevaba en mi mano derecha apretado, tocándolo como «fetiche de mi placer», mi sexo desnudo bajo la falda recibió pequeños golpes de aire, haciendo que sintiera como si el viento ¡me deseara y me tocara!

 

(Quinta anotación):

Hoy me desperté con «un plátano» en mi ano, «no recordaba al pronto de abrir los ojos», (que me lo introduje anoche con piel y todo untado en mantequilla); mientras me masturbaba con solo dos dedos, como si fueran «palillos chinos» sobre mi clítoris, tras el orgasmo, quede dormida con la fruta «en mi», lo he sacado y lo he pelado; ¡estaba muy blando!, aun así me lo he comido entero estaba...¡¡Tierno y caliente!!

Después me he vestido como, ¡un bombón!: falda escocesa con imperdible dorado de cierre, medias bordadas color negro, «ligas también negras», ¡me encantan las ligas!, un liguero negro igualmente, con gruesos bordados (goyescos), sujetador estrecho y sin tirantes, negro igualmente; ¡y por supuesto!, ¡sin bragas! (Todas estas prendas me las ha ido regalando mi jefe Jacinto, ¡el mirón!). He salido a la calle y he tomado un café en el bar del parque, me he sentado y al cruzar mis piernas le he mostrado mi sexo al camarero «sin querer», el cual venía a mí, a ver que quería tomar, el pobre ha tirado la bandeja llena de vasos por el suelo; después de recogerlo todo me ha puesto un café con la mano temblorosa.

He regresado al piso a ponerme unas bragas, ya que he pensado que toda la tarde del sábado, «con la marcha que llevamos los sábados mis amigas y yo», jajajaj, ¡ir sin bragas!, «es un peligro», porque será fácil enseñarle el chocho a alguna persona; dejaré mi gusto por la desnudez, para paseos más tranquilos que la tarde del sábado y para «mis soledades». He cogido unas bragas con bordados negros, sobre tela también negra y semitransparente, con la parte del pubis sin bordados y con una pequeña abertura a modo de «ventanita» sobre mi vagina, cerrada con un lazo de seda, (esta prenda es la más cara del conjunto, es de Victoria's Secret). Tras maquillarme y perfumarme he salido con mis amigas, ¡es sábado!, hoy toca: cervezas, risas y por la noche el pub; mis amigas me han dicho que soy una coqueta muy caliente con mi vestimenta, («las dos cosas son verdad»), coqueta hasta la muerte y caliente también, yo creo que es el estado natural, ¡si no está una enferma!

En el pub se ha sentado esta noche un joven en nuestro reservado y ha pedido una ronda para todas, está sentado junto a mí, es moreno y muy simpático, su perfume me embriaga, también su sonrisa, ¡me ha hecho reír!, después ha besado mi mejilla y me ha pedido ir conmigo al río por la mañana.

-¡De acuerdo!, será un domingo ¡divertido! -le dije feliz.

 

(Sexta anotación):

A las diez de la mañana ya estábamos sentados junto al río, lleve el mismo conjunto del día antes, excepto las bragas que eran «limpias» pero el mismo diseño y marca que ayer, ¡tengo dos!, ¡este Jacinto!

El joven se me ha ido acercando y ha metido la mano bajo mi falda escocesa y ha tocado mis muslos, me ha besado y ha desabrochado el imperdible de la falda, abriéndola y dejando que el sol ilumine mi cuerpo; a soltado el lanzó de mis bragas y tirado de la abertura como «ventana carnal», ¡sobando mi sexo!, «muy brusco», aunque su forma de tocarme me ha excitado, mucho por su intensidad, he pensado que, ¡como yo me toco, «no me toca nadie»!

Me ha inclinado hacia él, poniendo mi culo en pompa y dejando los cachetes al alcance de su mano, con la cual ha bajado mis bragas Victoria's Secret, ¡de un tirón!, acariciando mi culo y rozando mi ano, con las ásperas yemas de sus dedos, después ha introducido, ¡con un poco de brusquedad!, dos dedos en mi ano, y los ha movido, ¡adentro y afuera!, ¡varias veces!, cada vez, ¡con más ímpetu!, mientras yo lo masturbaba «fuertemente», con su pene apuntando hacia mí como «escopeta cargada», ¡todo esto lo hemos hecho en silencio!, su miembro estaba muy duro, he acelerado el ritmo y se ha corrido; lanzando su leche hacia mí, la cual ha caído sobre mis medias y mis zapatos de tacón, dejando círculos blancos sobre las medias, como islas coralinas en un mar de bordados en negro.

¡No deseaba que él « estrenara mi virgen chocho con su pene»,  por lo menos hoy!

 

(Séptima anotación):

He ido al trabajo y he encontrado a Jacinto llorando, (lo ha dejado su mujer).

Jacinto es un hombre bueno que me desea, pero nunca ha pasado de «mirar mi exhibición», ahora que está «en el mercado de separados» me parece más atractivo aún.

 

(Octava anotación):

Ya llevaba tres días «sin regalos» de Jacinto; está triste, hoy es el cuarto día, está más sonriente, pero no me regalo nada, tampoco.

 

(Novena anotación):

Ayer hacía un mes que Jacinto no quiere verme en el probador, (los regalos eran «el camino» hacia el), pero hoy es distinto, por la decisión que he tomado esta mañana al despertar.

He ido a trabajar con un vestido corto y elegante, bajo el cual llevaba mi mejor lencería, antes de salir me he pintado con esmero y me he perfumado bastante, al llegar a la tienda eran las nueve y no habríamos hasta las diez, esa hora es para limpiar y colocar mercancía.

Tome la iniciativa, me metí en el probador y cerré la cortina y comencé  a desnudarme: vestido, medias, bragas, sujetador y zapatos. Lo deje todo amontonado en un rincón del probador.

-¡¡Jacinto!! -grité llamando a mi jefe.

Me coloque con el culo mirando a la cortina, ¡en pompa!, las manos tocando el suelo del rincón del pequeño probador, (el probador es como una cabina de teléfonos, pero con medio metro más de fondo).

Agache la cabeza después de llamarlo mirando el rincón, como si estuviera «castigada», ¡Por cierto vi una etiqueta de un sujetador en el suelo!, «alguna ladrona».

Jacinto me llamó desde fuera del probador pero no entró, yo pensé, ¡Jacinto me tiene que desvirgar hoy!, ¡quiero que el estrené mi chocho!

-Señor Jacinto tengo una sorpresa para usted, me he puesto mi mejor prenda para que me mire, ¿sabe qué prenda es? -pregunté algo pícara.

-¿Qué prenda Julia?, ¿y a esta hora?, ¿al abrir la tienda? -preguntó con voz, ¡muy nerviosa!

-¡¡Mi piel!! -le grité en un suspiro con final en un pequeño sollozo, por la emoción.

Oí como se abría la cortina «de golpe», pero no lo vi, mi cabeza seguía fija en la etiqueta del suelo, mi jefe me llamó por mi nombre como si viera una aparición.

-¡¡Julia!! Por Dios, ¡me vas a volver loco!, ¡con tu culo en pompa!, ¿Qué haces Julia?, ¿qué te pasa Julia?, ¡porque estas así! -su voz era pura «excitación contenida».

-Señor Jacinto, ¡quiero que me desvirgue usted!, ¡aun soy virgen! -dije firme.

-Julia, ¡soy casi el doble de mayor que tú!, ¿no prefieres que tu primera vez, «algo tardía» sea con uno de tu edad? -hablo con la voz alterada.

-¡No!, ¡no quiero que sea otro!, quiero que sea «usted», lo deseo desde hace mucho, ¡hágame lo que quiera!, soy suya  -le dije emocionada y con un sollozo en la voz.

-Julia, ¡siempre te desee!, pero nunca me atreví a pasar más allá del morbo del probador, por temor a perderte. Al dejarme mi mujer, no me atrevía «ni a eso siquiera», no quería perder a los dos mujeres que deseaba a la vez -dijo llorando.

Se hizo el silencio entre los dos.

Al poco noté sus manos agarrar mis cachetes con fuerza y su aliento cálido en mi chocho, el cual me asomaba por detrás, ¡su cara se pegó a mi culo!, «como una ventosa», sus dientes comenzaron a morder los cachetes cerca de mi sexo, después, su lengua se introdujo en mi vagina como una serpiente en un nido, «reptando» junto a mi clítoris, que estaba «tenso» como un polluelo sorprendido.

Su lengua, ¡hizo malabares!, «ahora acá, ahora allá»; pasaba de lamer mi ano a lamer mi vagina, acabando la escena con sus dientes mordiendo mis labios mayores, ¡los dos a la vez!, con su cabeza ladeada y su nariz rozando mi muslo, como si se comiera un sándwich. ¡Me corrí en su boca!, con un clímax «intenso y húmedo», ¡él!, cual perro fiel lamió hasta la última gota de mi flujo.

Me di la vuelta y de rodillas desabroche su bragueta de botones y saque su pene con la mano diestra, «agarrándolo» como un trofeo, ¡¡qué barbaridad lo que escondía Jacinto!! Una verga muy gorda y larga, ¡Dura como un martillo!, le di lametones suaves en el glande, circundándolo con mi lengua, su verga ya soltaba gotitas de lo que seguro sería un manantial. Baje sus pantalones y los calzoncillos de marca, levante su pene con las manos y atrape en mi boca uno de sus huevos y lo absorbí hasta que tocó mi paladar, « libere el huevo» y atrape su pene, apretando su base con mis manos y comenzando a chuparlo «a fondo», ¡me lo metí entero en la boca!, moviendo mi cabeza abajo y arriba ¡¡con la velocidad de un cilindro abrazando un pistón!!

Sus testículos golpeaban mi barbilla, con cada embestida de mi cabeza, con golpes secos, ¡como bolas de billar!, yo estaba con la boca abierta de «par en par».

Jacinto sacó su pene de mi boca y me cogió de un puñado, llevándome a su despacho; alzó su pierna y «con ella» tiró todo lo que había en su escritorio por el suelo y me tumbó encima, boca arriba.

Yo abrí mucho mis piernas, él se subió encima de mí, haciendo tambalearse el fuerte escritorio de metal.

Note su pene en la entrada de mi vagina, «apretando», ¡me dolía!, ¡no entraba! Abracé su espalda con mis piernas «como una araña a una presa». Los dos achuchamos a la vez, el tronco de su pene me entró «entero», precedido del glande, ¡gordo como una ciruela roja!

¡¡Ya no sentía dolor!! Me sentía «llena y feliz», Jacinto comenzó a darme embestidas con su pene con gran intensidad, mi sexo sonaba con un ruido como de ventosa húmeda por todo el despacho, con mis labios mayores bailando al compás del potente pene de Jacinto.

Tuve tres orgasmos seguidos, el se corrió después, ¡dentro de mí!, notando yo como el calor de su semen me inundaba por dentro, como una cascada de aguas termales, ¡Me corrí otra vez!

 

(Décima anotación):

Ya llevo casi dos años viviendo con Jacinto, «no le gusta que me masturbe», pero lo hago a escondidas.

Cada vez me hace menos el amor.

Esta mañana me masturbe en la casa de Jacinto, en la terraza, con mi sexo expuesto al sol; mientras él trabajaba en la tienda  ¡¡Me apasiona masturbarme al sol!! Con algo de lencería fina; hoy llevo un picardía de seda transparente como única prenda.

Desde que vivo con él no trabajo, quiere que esté en casa, pero el día se hace eterno.

Por la tarde cuando ha llegado Jacinto le he dicho que me marchaba, ya tenía la maleta preparada.

La monotonía me estaba apagando.

-Final del blog de julia-

Ya no escribió más en el blog Julia, así acabó el blog de Julia. (Me he saltado pasajes casi idénticos), para hacerlo más ameno, Jacinto se reconcilió con su mujer.

Julia y yo, ahora vivimos juntos, pero ya no quiere escribir, ahora disfruta siendo masturbada por mí con caricias y objetos cada día «distintos» y hacemos el amor ¡Intensamente!

(Relato ficción)

                                                                                                                          -FIN-  

Tahotlo.

(A.L)

27 noviembre 2015

Datos del Relato
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