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Categoría: Incestos

Invierno sin frío gracias a mi hermana

Con mi hermana siempre hemos sido confidentes en todo aspecto, conocíamos todos nuestros secretos y nuestras fantasías, incluso jugábamos entre nosotros mismos de manera muy abierta, era, por lo menos para mí, divertido, le agarraba sus tetas, el me cogía el pene no de manera lasciva, pero si ociosa, claro que esto lo hacíamos en la intimidad de nuestra habitación ya que sabíamos que esto no sería muy bien visto por nuestros padres, pero para nosotros era una manera de jodernos y nos divertía/molestaba como pendejos que éramos.

Con 4 años de diferencia no nos distanciábamos mucho en edad e incluso nuestro círculo de amigos era el mismo, seguimos incluso juntos en la universidad con la misma carrera, por lo que más unidos imposible.

-Vamos a jugar hoy- pregunto Diana

-No puedo, tengo que leer este libro para mañana- dije sin ánimo

-ya veo, aprovechare de leer entonces...- tomando un libro de su escritorio

Afuera ya había parado de llover y la casa ya estaba en silencio, el frio era incisivo y penetraba con fuerza en nuestra habitación.

-Jorge, tengo frio y el calefactor no sirve para nada, dame un lado para arroparme- y se escabulló entre frazadas al lado mío

Continuamos con nuestra lectura de modo sereno a pesar del frio de aquella noche, en silencio podíamos escuchar casi todo lo que ocurría en la casa, hasta que un quejido nos llamó la atención, yo por lo menos lo noté primero y vi que mi hermana no le había prestado mayor atención. Agudicé mi oído y nuevamente se escuchaba, me paré de la cama y abrí la puerta, Diana miraba extrañada por mi acción y me llamaba a meterme a la cama porque tenía frio, le dije que esperara porque escuche algo extraño. Ya marcaban las 03am y mi sorpresa fue que el sonido venia de la habitación de mis padres, no aguante la risa y volví a contarle a Diana que eran nuestros padres los de la bulla.

-Cual bulla, no escucho nada?- Argumento Diana. -Como que no escuchas -le dije aun sonriendo con picardía, murmurando le dije que eran nuestros viejos que estaba follando, a lo que Diana de un brinco apareció junto a mí al lado de la puerta.

-Tienes razón, jajaja, vamos papá, hazla gritar!! - murmuraba mi hermana

-Que dices, tontona, parecen gatos, jajaja... Vamos dejémoslos en paz, capaz que escuchen nuestros pasos y le cortemos la inspiración-

-No, quiero escuchar un poquito más - Cuando dijo eso no le creí mucho, pero al ver sus ojos me di cuenta que era en serio, note como tragaba saliva, sin despegar sus ojos de la puerta se notaba que quería ver toda la situación en vivo.

-Ya basta, yo me voy, pervertida!! - Gritándole esto último en su oído pero aun murmurando, me di media vuelta y me fui a la habitación.

Diana no regreso sino hasta en un par de minutos, cuando vi que entraba por la puerta la note muy un tanto distinta, ella vestía solo su pijama por lo que pude advertir que se le veían sus pezones duros. Al cerrar la puerta le hable y le comente.

-Pequeña pervertida, que hacías escuchando a los viejos, te pasaste. eh? - dije sonriéndole

-Siempre he querido saber cuándo goza mi madre, no es primera vez que los espío - dijo sin inmutarse

-Cómo es eso, ya los habías espiado? - le dije algo incrédulo

-eso, como te digo, una vez vi a papa desnudo, hace un par de años y me asombro el tamaño de su verga - notaba que lo decía serio y me asombraba, ya que nunca me lo había comentado. -Cuando lo vi él no se asustó, ni yo tampoco, continuo colocándose su ropa pero mama apareció y me corrió muy celosa de la habitación, parece que no quiere compartir con nadie su tesoro, jajaja - al decir esto último me miró fijamente, tanto que me dio algo extraño con su mirada, me provoco que por primera vez la viera como el ser sexual que todos somos, trate de alejarme de esa idea pero su insistente mirada me calaba profundo y no podía alejar esa idea, ver sus hermosos pechos erectos a través de esa polera me estaba confundiendo demasiado y sentía como levemente mi verga se calentaba, quise detener esto y tome mi libro nuevamente y me acomode en la cama.

-Ya cállate estúpida, me hablas bobadas y yo con prueba mañana - tratando de demostrar mi seriedad, cogí el libre y empecé con mi lectura

Ella nuevamente se metió en la cama conmigo reclamando que estaba muy helado para que ella durmiera sola en su habitación. Trataba de leer infructuosamente mi libre pero con todo lo que me había comentado ella se me hacia difícil continuar con esto y solo me rondaban sus palabras en la cabeza, habrán transcurrido unos cinco minutos que para mí fueron media hora y los pensamientos seguían.

-Que pasa hermano, te he estado mirando todo este rato y no has avanzado ninguna pagina

-Cállate, estoy repasando - claro, repasando todas las cosas que me había comentado, -si me interrumpes de nuevo, te pellizco una teta!! - como siempre lo hacíamos.

-Atrévete -me dijo amenazante -vas a ver lo que te va a pasar - y como de costumbre me lance encima de ella a pellizcarla mientras ella se retorcía de un lado a otro para esquivar mis manos amenazadoras, pero entre movimiento y movimiento no me percate que ya estaba encima de ella, entre medio de sus piernas y yo sosteniendo ambas manos la mire y le dije: -ya, te gane, ahora déjame estudiar tranquilo - a lo que ella me responde, -de verdad quieres estudiar? desde cuando estudiar números te endurece tu verga? - mirándome lascivamente. Su comentario más que asustarme me calentó aún más, sin soltar sus manos comencé a refregar mi verga a través de su ropa, me sentía culpable y a la vez deseoso de continuar con esto. -Mira como me tienes, tontita, ahora no me puedo detener-

Cada sobajeo de mi verga en su entrepierna, era respondido con un leve gemido de su boca, me ponía un tanto nervioso así que tape su boca con la mía y continúe así por un rato, aunque mi cabeza no lograba entender toda la situación, mi cuerpo estaba en su máximo, aquel frio que nos atormentaba ya no existía y solo veía a mi hermana debajo de mí. Nos cambiamos de posición pero estaba vez nos quitamos la ropa del cuerpo, vaya que había crecido o por lo menos a mí me parecía cuando la vi desnuda, sus primores ya no eran tales y podía ver unas pequeñas y vigorosas tetas con un pequeño botón rosadito que ameritaban ser mordidos, su entrepierna se notaba brillante producto de nuestro sobajeo y su abundante lubricación lo cual me atrajo directamente, me arrodille ante ella llenándola de besos, llegue a su clítoris y lo chupe, dejando escapar un pequeño suspiro de su boca. Lo encontraba tan suave que me provocaba escalofríos en mi piel, su sabor, levemente acido me inquietaba, quería mas, levante su pierna para abrirla más y poder penetrar más profundamente con mi lengua, la quería toda, quería esa lubricada vagina solamente para mí, ya no recordaba quien era la persona que estaba conmigo, solo quería sentir, saborear y vivir el momento al máximo. Sentí como me tiraba del pelo y empujaba mi cabeza más adentro. No contento con esto me pare lentamente recorriendo todo su abdomen, sintiendo todo lo que mi lengua y labios pudieran, acariciando sus pechos, mordiéndoles, hasta estar frente a su boca y comerla.

Nos dirigimos hacia la cama sin soltarnos en ningún momento, la calentura era bastante grande y no podíamos detenernos. Esta vez la que tomo la acción fue ella y se dirigió directamente a mi verga

-Eres un buen exponente de papa - Y como si fuera un su mayor deseo, se la devoro casi por completo, no importaban sus arcadas, lo que ella quería era tenerla toda en su boca, pero yo no podía dejar de pensar en su vagina así que la acomode para quedar a la altura de su entrepierna, volví a mis embates y continúe deleitándome con esa exquisita concha rosadita, comencé a lamer su clítoris mientras que con un dedo comencé a sentirla desde adentro para poder sentir como emanaban esos jugos, no me quería perder nada de ella, quería experimentar todo, no le perdone su culo y también lo saboreé, sentí como se arqueo cuando le pase mi lengua, le gustaba, me mordía levemente mi verga de los nervios que eso ocasionaba. Ya cuando vi que estaba más tranquila comencé a introducir uno de mis dedos por su ano, lo cual fue bastante sencillo, incluso con dos, pero eso fue suficiente para mí, quería penetrarla, ella también. La coloque encima mío y no fue difícil que entrara mi verga, estaba demasiado mojada y excitada como para que fuera un desafío, se mordía su labios con cada embate. -Que gorda la tienes, no me equivocaba, sabía que la tenías así de rica- me murmuraba al oído. Nos deseábamos, eso era claro, sentir su calor y su aliento en mi era embriagante, me olvidaba por completo de quienes éramos y solo quería seguir así, metiéndole mi verga y sentir como me mojaba por completo con su pasión vaginal.

Ya la situación estaba por llegar a su clímax, los embates era cada vez más rápidos y nuestros besos más salvajes, no había lugar para la respiración normal, empapados en sudor nuestros cuerpos resbalaban, sentí como recorrió mi cuello y sin avisar me clavo sus dientes provocando un dolor intenso, no contenta con eso continuo mordiendo mi cara y mis labios, me tenía a mil y junto a esos mordiscos ya no daba más, le avise que iba a terminar, ella sonriendo me dijo que lo hiciera, que ya tenía suficiente con todo lo que le había dado. Con un movimiento final, me vine en su concha como no lo había hecho durante mucho tiempo, ella también sintió como acababa y apretó su vagina como si fuera una mano, una vez que concluyo se paró y se agacho para chuparme la verga una vez más -Que haces? - Le dije - probando a que sabe la leche de mi hermano, que más va a ser? - y se retiró al baño para luego volver a mi lado y decirme buenas noches.

De mi prueba, ni hablar, la reprobé pero esa noche no la olvidare nunca.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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