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Categoría: Infidelidad

Internet y Rakel

Esto sucedió hace unos cinco años, y aunque os cueste creerlo, es absolutamente cierto. Por aquel entonces, mi relación con Esther estaba dando los últimos coletazos. Las cosas no iban nada bien y cada conversación terminaba inexorablemente en enfrentamiento. Hasta tal punto llegó la tensión que a mí me angustiaba llegar a casa y enfrentarme a la situación. Como primera medida (no premeditada) me refugie en un chat de Internet donde enseguida me convertí en una especie de estrella y se multiplicaban mis relaciones “virtuales” con chicas de otras latitudes. Me encantaba la novedad y sobre todo la ausencia de problemas que estas relaciones traían. Así que, rápidamente pasé de la relación en Internet a la conversación telefónica, en la que, mi tono de voz, aumentó si cabe aún más la popularidad y las “amantes virtuales”. Un día en la sala de chat en la que bromeaba y me divertía con todas, me fijé en una tal “RAKEL” que (je je je) inexplicablemente no me seguía las gracietas. Picado por la curiosidad me fijé en lo que decía y pude leer que su interlocutora la avisaba de una próxima visita a ..Digamos, Málaga. (por preservar un poco su intimidad). En esa ciudad vivía yo, así que traté de meter baza y me dirigí a ella contándole que yo era de “Málaga” pero que estaba trabajando en Vigo. A Rakel también le picó la curiosidad y comenzó a dirigirse a mi. Mis planes parecían funcionar así que le abrí un privado y nos dimos a conocer. “Me llamo Carlos y tu?, Rakel me dijo, ¿de verdad?, bueno Teresa Rakel. Ese día conseguí que me contará algo de su vida. Rakel estaba casada y tenía dos hijos pero las cosas con su marido no funcionaban desde hacía tiempo. Me dijo que era socia de una inmobiliaria y cuando me preguntó por circunstancias le mentí contándole que estaba divorciado, sin hijos, que trabajaba en una agencia de prensa (eso era cierto) y que echaba de menos mi ciudad. Raquel era dulce y deseaba tener una ilusión, pero yo solo buscaba diversión y afecto sin compromisos. Unos días después (tres) mientras me divertía en el chat cambiando de nick y despistándolos a todos, me abrió un privado para reprocharme mi actitud de desconsideración hacia ella. Le contesté que solo me estaba divirtiendo y que mi nick (Golfo) era una indicación de cómo era yo. Se enfado muchísimo, estaba fatal así que le pedí un número de teléfono para llamarla. Rakel picó y me dio su número. La llamé inmediatamente, estaba llorando pero mi voz fue un bálsamo para sus tribulaciones. Me puse todo lo meloso y encantador que pude y la ternura sincera me invadió cuando me dijo que me necesitaba más de lo que ella creía. Me asusté un poco pero decidí aprovechar que yo estaba solo en el despacho para subirle la autoestima y calentarla un rato. Le pedí que se describiera y como iba vestida. Le dije que si estuviera ahora mismo en el mismo lugar que ella, la abrazaría por detrás mientras mi boca buscaría su cuello para besarlo con suavidad mientras mis manos resbalarían a lo largo de su escote para acariciarle su pechos (talla 105 me había dicho). Noté como Rakel se estremecía, mi voz se hizo más intensa para sugerirle que colocará sus manos sobre sus braguitas y se convirtieran en mis manos acariciándose con suavidad. Los gemidos apagados me indicaron que ella estaba haciendo lo que le pedía, “aparta la tela de la braguita cielo, le susurré dulcemente, y coloca el pulgar sobre el botoncito del placer y deja que el resto de la mano se cuele con suavidad entre tus labios vaginales” Sigue, así Rakel, sigue cariño huuumm, como estáa estooo, hummm, ella gemía, gemía y me aseguraba que era fantástico, que nunca antes lo había hecho y era genial. Tuvo un orgasmo y me hizo prometerle que la llamaría después de las tres de la tarde.
Me fui por un bocata y una coca-cola a las dos y media y me quedé solo en la oficina para poder tener otra sesión con Rakel. A las tres y cinco la llamé, estaba tendida en su cama pues le gustaba dormir la siesta. Tardé muy poquito en llevarla a mi terreno y después de sugerirle que se desnudara, comencé de nuevo a sugerirle que me prestara sus manos y yo le prestaría las mías, le pedí que se acariciará los pechos, se apretará los pezones se recorriera el vientre despacito y se abriera bien las piernas para acariciarse y metérse los dedos hasta conseguir un orgasmo. Le pareció una pasada, ella nunca tenía orgasmos, me dijo y ese día llevaba dos. Me sonó como un reto, así que, lentamente, sin pedirle nada, le dije que si estuviera a su lado, le comería la boca mientras le amasaba sus tetas, luego mis labios la recorrerían para chuparle alternativamente ambos pezones mientras mi mano derecha se colaba entre sus muslos para masajear el clítoris en tanto mi boca llegaba a el. Una vez entre sus piernas, lanzaría mi lengua sobre el botoncito mientras metía suavemente mis manos en su precioso coñito y el índice de la mano izquierda trataría de abrirse paso en su culito, mi lengua lamía y chupaba alternativamente su coñito....en esas estaba cuando sus gemidos me interrumpieron gritaba de placer en un tercer orgasmo. La tenía en el bote como se dice vulgarmente. Rakel estaba entregada y cada día se repetían las escenas de las tres de la tarde, muchas de las cuales llegué a grabar el sonido de nuestros encuentros porque a veces me costaba creer lo que me pasaba. En esos días (mes de febrero) terminó la relación con mi compañera Esther, así que me fui a vivir a un piso precioso en el que podía hablar a cualquier hora con Rakel. Ella estaba cada vez más “pillada por mi”, y hacía planes de hacer una escapada a Vigo. No sabía como frenar su enamoramiento virtual así que me inventé un cuñado que vivía en Málaga al que, tras la Semana Santa que estaría en Vigo, le enviaría un regalo para ella. La verdad es que quería saber como era físicamente. Aceptó la entrevista con el supuesto cuñado (en realidad era yo mismo) y quedamos en la terraza de una cafetería en la Malagueta. La llamé quince minutos antes de la hora del encuentro con “mi cuñado” para preguntarle como iría vestida. Me dijo que llevaría una camiseta negra de con banderita sobre el pecho de Tommy y yo le dije que “mi cuñado”, llevaba una chaqueta de lino color crudo y camiseta ajustada de lycra negra y blanca. A la hora prevista allí estaba yo, quería observarla a gusto cuando llegara así que me senté en una mesa en la esquina que dominaba el paseo y la acera. Cinco minutos después de la hora acordada, la vi acercarse. Morena de melena planchada, gafas de sol Rayban. No era muy alta pero su pecho era abundante (talla 105 me había dicho). Llevaba un pantalón ajustado y la camiseta negra. Estaba espléndida, no me lo podía creer. Me levanté para saludarla con la mano y ella sonrió tímidamente mientras se acercaba. Nos saludamos algo cortados, “ hola soy Luis el cuñado de Carlos, pues yo Rakel, susurró tímidamente mientras os sentábamos. Tuve que romper el hielo bromeando sobre mi “cuñado”. Creo que está colaito por ti, le dije entre risitas. Sorprendentemente, Rakel se puso sería para decirme que ella también estaba “pilladita por Carlos”. Mis nervios se acentuaron cuando ella me dijo que tenía que resolver cierta situación con su marido porqué quería irse a Vigo para estar con Carlos. Le entregué el regalo “de Carlos” ( un conjunto precioso de tanguita y sujetador azul) y la acompañé hasta donde había dejado su coche ( un despampanante BMW azul descapotable). Nos despedimos con dos besos en la mejilla y diez minutos después la llamé por teléfono. Le había encantado el regalo y taimen “mi cuñado”, que, sorprendentemente par ella, tenía una voz muy parecida a la mía. Me puse en guardia pero yo quería romper con el equivoco. Seguimos con nuestras sesiones de sobremesa y el sábado siguiente me inventé un nuevo viaje de Luis a Vigo por lo que, si quería podía enviarme alguna detallito. Ella aceptó bromeando con que se iba a meter ella misma en una cajita para llegar a Vigo como su regalo. La hice quedar con “mi cuñado” en la cafetería que hay debajo de mi piso. Rakel apareció con una falda amplia y una camisa blanca que tenía desabrochados los botones superiores dejando expuesto un precioso canalillo entre el nacimiento de sus senos. Sonriendo, Rakel perecía contenta y así se lo hizo saber a “mi cuñado”. Tomamos unas coca-colas y cuando pretendía despedirse y entregarme su regalo, “mi cuñado” la convenció para subir al piso para que nadie desconfiara de ella al verla entregándole el paquete de regalo. Rakel no opuso resistencia( seguramente por curiosidad) y ambos subimos en el ascensor. Olía divinamente así que le pregunté que colonia usaba, “One Touch” me contesto algo ruborizada. Accedimos al piso y le ofrecí tomar algo. Lo rechazó mientras me entregaba su regalo. En ese momento pareció emocionarse y sus ojitos se inundaron de lágrimas, ¿qué te pasa? Le dije solicito, “nada es que lo quiero muchísimo y me gustaría estar con el”. La abracé tiernamente mientras le susurraba al oído, ten fe, seguro que estás con Carlos antes de lo que piensas. Rakel no paraba de llorar pero su cercanía física me excitó tanto que mi pene se puso como una estaca y era imposible disimular la erección. No podía separarme de ella así que comencé a acariciarla tiernamente mientras le decía “no sufras cari, seguro que pronto estaréis juntos” mientras mi boca la besaba con suavidad el cuello. Sus llantos cesaron y también me abrazó con fuerza. Sus pechos se aplastaban contra mi pecho así que mi polla estaba a punto de explotar. Sonó su teléfono y ella se separó para agarrarlo de su bolso y contestar. Se tenía que ir inmediatamente y me pidió que le dijera a Carlos que luego lo llamaría. Yo estaba tan preocupado por su estado de animo que la llame sin tomar precauciones desde el teléfono de mi oficina, cuando me contestó me di cuenta así que le dije que era Luis y quería saber como estaba porqué me tenía preocupado. Me agradeció la llamada pero me aseguro que estaba mejor. No era cierto porqué la notaba mal. Al rato la llamé desde el móvil y, efectivamente, estaba fatal. No lo entendí pero más tarde ella me llamo al móvil y cuando estábamos charlando, sonó el teléfono de la oficina pero al descolgarlo me cortaban. Esto sucedió tres veces más y tras la tercera interrupción, Rakel me colgó también entre sollozos. No entendía nada, así que comencé a llamarla al móvil y lo tenía apagado, trate de llamarla a su oficina y su secretaria me decía siempre que no estaba. Estaba descolocado no entendía nada, le envié un mensaje pidiéndole que habláramos un minuto, que yo la quería y no deseaba hacerle mal si lo había hecho fue sin intención etc, etc. Durante todo el día me tuvo en vilo y la día siguiente por la mañana recibí una llamada al fijo de la oficina. Era Rakel, me saludo con un “hola Carlos”. Había descubierto mi juego. Comenzó a reprocharme que le hubiera mentido, y entre sollozos me dijo que no quería saber nada más de mi. Abandoné todo lo que estaba haciendo y me propuse resolver la situación. Espere a las once y la llamé de nuevo. Me contestó y traté de mostrarme de lo más convincente hablándole de que a partir de ahora no necesitaríamos el teléfono para disfrutar y mi voz nunca se hizo tan sugerente como aquella mañana de abril. Me dijo que no quería saber nada, pero cada vez que la llamaba, iba notando como sus convicciones se iban desmoronando. A la una la invité a venir a mi piso para hablar frente a frente de la situación y si una vez hablado seguía pensando en cortar, lo hacíamos sin más. Ella se negaba una y otra vez a venir al piso así que, sin mucho convencimiento, le dije que si quería venir estaría en casa entre las dos y media y las cuatro. Efectivamente me fui a mi casa. Llegué a las dos y veinticinco y me fui a la cocina a prepararme una ensalada. Agarré un plato y en eso sonó el telefonillo del portal. Aún no eran las dos y media y allí estaba Rakel. Intenté abrir el portal y el automático parecía aliado con el diablo y no abría. Bajé a zancadas los cuatro pisos por la escalera y con la respiración agitada le abrí la puerta a Rakel. Llevaba las gafas de sol sobre la melena y un precisos vestido en tonos verde y naranja que la hacía más deseable si cabe. Franqueó la puerta en cuanto le abrí y caminamos hacia el ascensor. Lo llamé y mientras llegaba su voz sonó quejosa “Carlosss......”, abrí el ascensor y una vez dentro me lancé sobre su boca. Teníamos ansia y hambre de nosotros, sus gafas rodaron sobre el suelo del ascensor. Llegamos a la cuarta planta y salimos con las bocas enlazadas y las manos lanzadas sobre el cuerpo ajeno. Cerré la puerta tras nosotros y en el pasillo de entrada comencé a besarle el cuello mientras amasaba sus pechos. La cara de Rakel se había transformado y el deseo contenido se estaba liberando. La levanté en brazos y me la llevé a la enorme cama con dosel de mi dormitorio. La deposité con suavidad atravesada en el lecho y me tumbé a su lado para besarla como le decía que lo haría cuando hablábamos por teléfono. Le di la vuelta para desabrochar la cremallera del vestido y sacárselo con parsimonia. Llevaba puesto el conjunto que le había regalado pero tenía que desabrochar el sujetador para poder acariciar y disfrutar con plenitud sus grandes pechos. Besé su cuello, le comía la boca mientras amasaba sus tetas, las lamí y besé, las chupé y disfruté mientras mi mano recorría su vientre hasta posarse bajo el tanguita azul y apretar su coñito bajo mi mano. La lengua bajaba por el vientre siguiendo el camino abierto por la mano y apartando la tela del tanguita, me situé entre sus muslos para lamer primero suavemente y poco a poco con mayor intensidad mientras la penetraba con los dedos el coñito y culito. Tuvo un orgasmo genial. Aproveché que estaba relajada para meterle mi polla entre sus labios. No era muy experta pero lamía torpemente y enseguida mi verga adquirió sus proporciones reales. Tenía dificultades para metérsela en su pequeña boquita así que abrió los ojos y pude admirar su asombro. Díos mío, es una pasada, acertó a decir mientras llevaba mi polla entre sus muslos y la colocaba en la entrada de su coñito empapado. Agarré la verga con la mano y comencé a pasársela por el clítoris, jugando en la entrada, fomentando su ansia por ser penetrada. No me dejó seguir, me pidió que se la metiera enseguida, despacito pero enseguida. Lo necesitaba pero que tuviera cuidado porque nunca había entrado nada parecido en su coñito. La coloqué en la entrada de nuevo y con suavidad comencé a introducirle la polla, no tenía prisa pero Rakel estaba tan ansiosa que cuando solo estaba dentro la mitad del miembro, dio una fuerte culeada para clavarse la polla hasta el fondo. Gritó roncamente mientras yo comenzaba un suave vaivén y mis manos amasaban sus tetas, ella abría las piernas al máximo porqué necesitaba sentir toda “esa maravilla”, pero yo opté por levantarle la piernas y colocarlas sobre mis hombros con lo que conseguí llegar al fondo de su cuevita. Los bombeos se hicieron cada vez más intensos y su cara se fue trasformando en una mueca cada vez que llegaba al fondo de su coñito. En una de estas, comenzó a gemir mientras lloraba a lágrima viva. Me asusté y detuve el vaivén, pero Rakel me pidió que siguiera igual que estaba teniendo el orgasmo más intenso y genial de toda su existencia. Mis riñones empujaban con fuerza, con violencia mientras Rakel seguía gritando y llorando como si la estuvieran maltratando, trataba de correrme pero la sorpresa del fenomenal orgasmo de Rakel me impedía concentrarme en mi orgasmo. Sus estremecimientos y temblores junto con sus gritos me indicaron que debía pararme porqué ella estaba al final de su corrida. Me salí de su interior y me tumbé a su lado acariciándole su cuerpo mientras mis labios buscaban los suyos. Estaba como alelada y su cara reflejaba una inmensa felicidad. Cuando, pasados diez minutos salió de su ensimismamiento, y respondió a mis caricias, la empujé suave pero contundentemente hacía mi verga. No se hizo de rogar y su boca lamió sus jugos vaginales hasta lograr que mi polla se pusiera de nuevo dura como una estaca. La subí encima y la obligue a follarme. Ella no quería, decía que no sabía pero yo insistí hasta lograr que ella misma se introdujera el miembro en su coñito. Estaba preciosa, parecía una amazona cabalgando su corcel. Sus pechos botaban libres mientras ella subía y bajaba sin pausa. Traté de acompasarme para que sintiera más la penetración y cuando lo conseguí, un nuevo llanto entre gemidos de placer me advirtió que Rakel se estaba corriendo de nuevo. Aceleré la penetración porqué deseaba correrme también y cuando ella ya gritaba y lloraba como una posesa, vacié toda la leche dentro de aquella deliciosa mujer.

Se tumbó sobre mi sonriente mientras su cara era el reflejo de la felicidad que sentía. La acaricié y la besé con ternura. Le pedí que se bajara y me senté a su lado. ¿Quieres hablar ahora sobre lo que pasó?, Negó con la cabeza, “no, no Carlos, ¿qué más da ahora?, lo que yo necesito es un hombre como tu....y sobre todo una polla como está, dijo entre risas nerviosas mientras agarraba mi polla. Nos reímos y le avisé que eran las cuatro y cuarto. No se inmutó, llamó a su oficina y les comunicó que esa tarde estaría ocupada y que no la molestarán.
Pedimos una pizza porqué teníamos un hambre impresionante y después del café, comencé a sobarla nuevamente, la llevé al sofá y la besé por todo el cuerpo para colocarla finalmente de rodillas ante el sofá y abriéndole las piernas, lamerla alternativamente el coñito y su culito. Cuando todo estuvo lubricado, le clave mi polla sin miramientos en su coñito, gimió sorprendida pero enseguida se acopló a los vaivenes mientras yo clavaba el dedo índice derecho en su ano moviéndolo de forma circular para dilatarlo. Aceleré las embestidas y mientras le acariciaba la espalda, saqué la polla situándola sobre la entrada de su dilatado agujero anal. Se movió inquieta, me dijo que no se la metiera por el culo porqué nunca lo había hecho y el tamaño de mi polla le daba miedo. Le dije que no la iba a meter, que solo colocaría allí la puntita. Una vez la punta en la entrada de su ano, agarré su teta izquierda que lucía espléndida descolgada hacía abajo y mientras la apretaba con fuerza para producirle cierto dolor y abandono. La presión hizo efecto y Rakel se quejó mientras aflojaba la tensión de su culo. Aproveché para clavarle media polla en su ano. Gritó de dolor paro yo la acaricié dulcemente y no me moví lo más mínimo en su interior. Ella reclamaba que se lo sacará pero yo seguía besándola y acariciando sus tetas logrando que se calmara, entonces sorprendentemente, Rakel se movió hacia atrás meciéndose un poco más la polla en su cubito. No te muevas Carlos por Díos, no te muevas repetía, pero yo comencé a pellizcarle la espalda para que abandonara la tensión y suavemente comencé a moverme dentro de ella. No metía nada más, solo me movía suavemente. Le pedí que se acariciará el coñito para hallar placer y ella obedeció. Poco después sus gemidos parecían más de placer que de dolor por lo que comencé a intensificar las embestidas hasta bombear sin miramientos dentro de su delicioso culito. Se frotaba con fuerza el clítoris y yo estaba a punto de correrme de nuevo cosa que le advertí. Ella me pidió que me corriera ya, que no podía aguantar más el dolor pero estando en estas, sus gritos de placer se hicieron patentes y un nuevo orgasmo atravesó su cuerpo en el justo memento en que la leche salía a borbotones de mi polla inundando su virginal culito. Rakel en el paroxismo del placer y olvidándose del dolor que sentía, empujaba con fuerza clavándose la vega hasta los testículos entre espasmos y llantos.
Aguanté un rato más en esa posición pero al final me tumbé exhausto sobre el sofá mientras Rakel se abrazaba a mi besándome y apretando mi maltrecha polla.
Carlos Traste
(Continuará)
Datos del Relato
  • Autor: Siol Anep
  • Código: 14452
  • Fecha: 03-05-2005
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 6.45
  • Votos: 84
  • Envios: 1
  • Lecturas: 2701
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Eutimia
invitado-Eutimia 06-05-2005 00:00:00

Por segunda vez, ¿de donde sacas tanta imaginacion? !sigue asi!

Paula
invitado-Paula 04-05-2005 00:00:00

Sencillamente deliciosa. Y no solo porqué la situas en mi ciudad, Málaga, si no porqué está contada con vasto lenguaje y delicadeza sin par. Espero ansiosa la continuación y te leficito por tu manera de contar estas historias calientes sin caer en la chabacanería y la incultura. Sigue así. Besitos. Vanessa

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