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Inaudible pero clara

Inaudible pero clara
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(Romance. No bueno, pero al lado
de las cosas que he leído, es una joya.)


Estaba fría la noche
ya era de madrugada,
y no podía dormir
porque pensaba en la extraña
niña que en el mismo cuarto
la otra cama ocupaba.
Ella andaría por los doce
y era muy linda su cara
de fácil, pícara risa;
y ya su cuerpo insinuaba
redondeces de mujer
que en silencio maduraban.
Yo tengo ya diecisiete
y soy algo solitaria,
y estaba un poco molesta
con esa niña invitada.
De mi hermanita menor
se habían quedado en casa
dos amiguitas del cole;
y como una sola cama
había en el cuarto de ella
me la enviaron, y allí estaba.
La oí moverse despacio
a las dos de la mañana,
y vi que se daba vuelta;
vi que su cuerpo giraba
lentamente boca abajo
a la poca luz que entraba;
que la ventana del cuarto
está cerca de su cama
y algo de luz de la calle
su silueta delineaba.
Miraba hacia el otro lado
su cabecita en la almohada.
Entonces, muy lentamente,
vi que una pierna elevaba,
doblada por la rodilla
dejando la otra estirada,
moviéndose con cuidado
debajo de la frazada.
La oí suspirar bajito
y aunque ya no la escuchaba
vi que un poco se movió,
pareció que suspiraba,
y todo quedó en silencio
en la fresca madrugada.
Y yo seguía sin dormir,
raramente desvelada.
De pronto me pareció
que sus caderas bajaban
como oprimiendo el colchón
y que después se elevaban;
y entonces ví que era así,
que inaudibles pero claras
en las sombras de la pieza
suben y bajan las nalgas,
en claro modo sexual
bien seguramente estaba
acariciando su vulva
con sus dedos y su palma.
Y muy claro ya distingo
que su cola sube y baja
con ritmo lento y parejo
las caderas bien formadas
estaban acelerando
su vaivén sobre la cama;
y clara pero inaudible
inaudible pero clara
con seguro y suave ritmo
la niña se masturbaba.
Yo sonreía en la noche
y el sueño ya no esperaba
mientras con mucha cautela
a tocarme comenzaba
mi propia vulva que virgen
es aún, pero excitada.
La niña dejó un suspiro
en la penumbra agitada,
y yo me dejé venir
en sudorosas oleadas.
Y de repente pensé
en completar la jarana;
le dije: "¿qué haces, puerquita?"
y vi que se quedó helada.
Con rápido movimiento
me libré de la bombacha
y antes de que ella se mueva
yo me introduje en su cama.
Le repetí la pregunta,
y dijo en voz baja "nada..."
"¿nada? te estabas tocando
entre las piernas con ganas."
le dije mientras mi mano
le manoseaba las nalgas
sintiendo la bombachita
casi del todo bajada.
La pequeña sorprendida
quiso volverse en la cama
y quiso bajar la pierna
que tenía tan levantada
que su rodilla en el borde
de la almohada tocaba.
Pero yo se lo impedí
y mientras la sujetaba
me subí encima de ella,
mi concha sobre sus nalgas,
sintiéndole la hendedura
como la mía sudada.
Sorpresa, miedo y vergüenza
la hacen quedarse callada,
mientras murmuro en su oído
"te enseñaré a hacerte pajas".
Con mi mano en su culito
le bajé más la bombacha
y deslicé con lujuria
mis dedos entre sus nalgas
palpando su anito suave
y la vulvita pelada.
Le saqué el brazo de abajo
llevándolo hasta la almohada
y adopté la posición
en que ella se encontraba
impidiendo con mi pierna
que ella la suya bajara
mientras mi vulva oprimía
la abertura de sus nalgas.
Deslicé mi mano izquierda
por debajo de su panza
hacia arriba hasta alcanzar
las tetitas que asomaban,
y le acaricié las dos
mientras lamía su cara.
Después la mano derecha
bajé a la exagerada
apertura de sus piernas;
tocó su vulva mi palma,
y sentí los gordezuelos
labios, vulvita pelada,
tan húmeda,tibia y suave
que mis dedos resbalaban
explorando la hendedura
con sabiduría y ansia.
Ella se dejaba hacer
no sé si sólo asustada
o también la excitación
algo su parte jugaba.
De modo que yo empecé
con mis caderas más anchas
a restregar mi peluda
vulva sobre sus dos nalgas,
y cada vez que oprimía
su culo contra la cama
le acariciaba la concha
con mis dedos y mi palma.
Metí la lengua en su oreja
besé su cuello y su cara
lamí su blanca mejilla,
lamí su mejilla blanca,
y cuando dejó un suspiro
rodando sobre la almohada
en el borde de su boca
metí mi lengua mojada.
Mientras, con suave firmeza
mi vulva empuja sus nalgas
y entre sus piernas mi mano
la tierna conchita agarra,
deslizando entre sus pliegues
los dedos que resbalaban.
Mis caderas toman ritmo,
fuertes, calientes, pesadas,
besa mi concha el culito,
la abertura de sus nalgas;
ella soltaba suspiros
y yo gemidos soltaba.
De pronto se estremeció
bajo mi cuerpo apresada
y el orgasmo sudoroso
la sacudía en oleadas
y también me dejé ir,
que una es de carne blanda,
y mi lengua en su boquita
sentí lamida y chupada.
Y me quedé sobre ella;
siendo mucho más pesada
sabía que la oprimía,
sabía que la achataba,
pero yo con mis juguetes
siempre soy autoritaria.
No te me muevas, le dije,
bajándome de su espalda,
y otra vez llevé la mano
a las nalgas transpiradas
recorriéndoles enteros
todos sus pliegues y marcas,
y encontrando el ano suave
cuyos frunces se apretaban
fácil fue hundirle mi dedo
en el culito a mis anchas.
Luego lo hice girar
sintiendo mientras giraba
las paredes, sus arrugas,
y más hondo lo insertaba.
Una vez que ya la tuve
completamente ensartada
me fue fácil indicarle
que su posición cambiara.
Sin sacar del ano el dedo
me senté sobre la cama
y contra el espaldar
me apoyé con mi espalda
el cuerpo un poco inclinado,
con las piernas separadas.
Qué fácil a una mujer
siempre resulta obligarla
a hacer lo que una quiere,
dedo en el culo ensartada.
Le hice bajar la pierna
y le saqué la bombacha
y tomando su cadera
con mi otra mano, enganchada
fuertemente con mi dedo
sumergido en sus entrañas,
la levanté hasta que puso
su vulva contra mi cara,
y entre mis piernas la suya
la hice que sepultara.
Sentí su olor de mujer,
tomé sus caderas blancas
retirando de su ano
el dedo que penetraba
y hundí mi boca sedienta
entre sus piernas sudadas
lamiéndole la hendedura
del clítoris a la espalda;
sentí de pronto con fuerza
sus piernas tomar mi cara,
su vulva empujar bravía
contra mi boca mojada,
y con mi mano empujé
contra mi concha su cara
y le di un largo lamido
penetrante entre las nalgas
del ano al monte de venus,
del clítoris a la espalda
sintiendo mientras su lengua
que los labios separaba
abajo, mi vulva ardiente,
mi vulva ardiente y mojada.
Lamí su himen, no intacto,
pues ya tan tocado estaba,
retribuyendo su lengua
de mi vagina en la entrada.
Y empecé sus caderitas
a empujar contra mi cara
al tiempo que con la lengua
la conchita penetraba
y sentía que su espalda
con los placeres se arqueaba
y ella lamía mi concha
y el clítoris me chupaba.
y abrazando sus caderas
tremendamente excitada,
hice que oprima su boca
contra mi concha mojada,
y tuvimos un orgasmo
que nos dejó desmayadas.
Después dejé que mis dedos
todos diez la penetraran
pero esta vez encontré
la horma de mis sandalias
porque con tuerta sonrisa
su mano llevó a mis nalgas
y penetró con sus dedos
todos, mi culo en bandada.

Después le dije "¿ya has visto
cómo se hacen las pajas?"
y sonriendo con delicia
me fuí a dormir a mi cama.

Y sentí que respondía,
la doncellita saciada:
"las pajas se hacen de a una,
esto es cosa de lesbianas".
Datos del Relato
  • Autor: piti
  • Código: 6050
  • Fecha: 26-12-2003
  • Categoría: Varios
  • Media: 4.76
  • Votos: 94
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3240
  • Valoración:
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