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Categoría: Fetichismo

Hacer el amor con una sandalia

Comencé a sentir una atracción asia los pies a los 9 años mas o menos. En casa teníamos una sirvienta de 17 años que tenia unos pies morenos muy chicos y simpáticos. Ella solía usar sandalias de hule y debido a que ella caminaba mucho durante todo el dia, estas se encontraban muy desgastadas. Sus chanclas viejas y usadas, tenían muy bien marcada marcada la forma de la planta de sus pies.



Un dia, no se porque razón, me aproveche de su ausencia y decidí acercarme a su recámara. Sus sandalias mas viejas estaban a la mitad de el camino y quien sabe porque, me medí una de ellas para ver como se veía una chancla de mujer en mi pie.



La verdad, me gusto mucho sentir esa sensación y me excite mucho. En seguida, tome la otra sandalia y la puse cerca de mi nariz. Sentí un olor muy fuerte al pie de mi sirviente mezclado con el olor a hule, el material del cual están hechas estas chanclas. Esto me excito aun mas, y luego de unos minutos, decidí que mi pene sintiera un poco la sandalia sobre la cual mi sirvienta había caminado tanto tiempo.



Puse mi pene dentro de la chancla, como si este estuviera sustituyendo el piecito de mi sirvienta. Y me acosté boca abajo, haciendo presión hacia abajo y agarre aquella chancleta, como si fuera una mujer. Bastaron unos pocos movimientos para que pudiera eyacular, y sentí como mi pene temblaba y llenabas de semen la sandalia. Literalmente, mi primera relación sexual fue con las sandalias de mi sirvienta ya que era la primera vez que me masturbaba.



Después de ese día, se convirtió en una costumbre el que cada vez que mi sirvienta salía, yo me iba a su cuarto para oler, besar y hacer el amor con sus sandalias.



Creanme que olí muchas sandalias, algunas tenían olores tan fuertes que se me quedaban impregnados en el pene, otros en cambie, eran tan suaves que tenia que meterme a olerlas en una sábana, para conservar mejor el olor. El clima en mi país es muy caliente, y la gente acostumbra dormir con las puertas abiertas. Yo tomaba ventaja de esta situación y me escudriñaba por la puerta de mi empleada y tomaba delicadamente y con cautela sus sandalias y me las llevaba a mi recámara para besarlas y masturbarme con ellas.



Algunas veces, ellas se iba a su pueblo durante el fin de semana y mis padres salían, entonces me quedaba solo en casa y aprovechaba para sacar todas sus chanclas y zapatos. Los ponía en linea y los iba oliendo y chupando de uno en uno, después me media unas chanclas y las dejaba en mis pies, escogía otra y me la ponía en el pene para hacerle el amor, y las otras las dejaba cerca de mi nariz para poder sentir tan excitante aroma. Eran unas sesiones fetichistas... Con el tiempo esto se fue intensificando, incluyendo otras prendas femeninas de mi sirvienta y haciendo toda clase de cosas con ellas, desde portarlas y modelarlas, hasta chupar sus calcetas y calzones sucios. Algunas veces me iba a los extremos y pasaba la lengua por los lugares en donde aun se encontraban restos de sus eses, orines o reglas en sus calzones.



Recuerdo que aveces me metía a su cuarto para oler sus pies mientras ella dormía, creo que ella nunca se dio cuenta de todo lo que yo hacia, aunque en ocasiones se me era muy difícil limpiar sus sandalias después, ya las dejaba llenas de semen. Recuerdo mucho sus sandalias, zapatos y el olor de sus pies después de un largo día de trabajo.



Hasta que un día me descubrió con las manos en la masa, cuando yo estaba en lo mejor de lamer uno de sus zapatos y con el dentro de mi pantalón. Ella se sorprendió mucho y creo que no entendió nada de lo que estaba viendo, debió pensar que yo estaba completamente loco. Yo le explique que lo hacia porque ella era una mujer muy bella y que me conformaba con besar la plantilla de sus zapatos y lamer el cordón de su gina (chancla) que pasaba entre medio de sus dedos. Ella se emociono mucho y desde ese momento se convirtio en mi amante y dominadora.



Poco a poco se fue acostumbrando a mis deseos y sin que yo lo pidiera se iba al baño y regresaba con un vaso lleno de sus orines para que yo lo tomara. Me invitaba a sus largas sesiones de desalojo de caca y a mi me encantaba sentir sus olores y escuchar los pedos que se tiraba. También aprendió a no labrarse los pies todos los días y a usar las mismas calcetas y el mismo calzón durante muchas semanas sin labrarlo.



Y por supuesto me los daba en la noche para poder dormir con ellos, al igual que con sus zapatos que se convirtieron en mis peluches favoritos, indispensables para conciliar el sueño. Bueno, así es como comienza una vida llena de aventuras. Espero tener la ocasión de describírselas en detalle mas adelante.


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