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Categoría: Incestos

Grabamos un video porno con mi hijo

Hola soy Ángeles, tengo 34 años y soy ejecutiva de cuentas de una multinacional. Mi vida es normal, trabajo muchas horas, estoy casi todo el día fuera de casa, por lo que no tengo problemas económicos, ya que vivo sola con mi hijo desde que su padre nos dejó cuando se fue a vivir con otra. No tuve más contacto con mi ex pareja, yo tampoco lo quise, la verdad que no lo necesitaba y decidí cuidar a mi hijo casi como una madre soltera. En épocas escolares lo veía en el desayuno y luego cuando llegaba del colegio. Por la mañana lo alcanzaba hasta la escuela y me iba a un gimnasio cercano hasta las 9hs cuando partía hasta el trabajo.



Gracias a mi edad y al gimnasio me mantengo muy bien físicamente, por lo menos me lo dicen en el gimnasio algunas amigas con las que hago las rutinas. Soy bastante obsesiva y también lo hago para sentirme atractiva en el trabajo. Nadie puede creer que tenga un hijo de 18 años, pero es así lo tuve muy joven y eso fue uno de los motivos de mi separación, yo no era lo suficientemente madura para mantener una relación y menos mi pareja. Nunca imaginé si resultaba atractiva para mi hijo, eso no se me pasó por la cabeza, éramos muy buenos amigos, no pensaba en que podía verme de otra forma que no fuera como una madre. Mi hijo Leo era bastante atractivo, atlético e inteligente, no le conocía ninguna novia, pero seguro que las tenía o por lo menos vi como lo miraban otras chicas por la calle, eso me ponía un poco celosa, pero lo tomaba como algo natural en un madre.



No quiero aburrirlos más con mi vida y les cuento como un insignificante hecho cambio de golpe nuestras vidas.



Los miércoles era un día más corto que los otros de la semana. Siempre teníamos un almuerzo de trabajo con los directores de la empresa y después de terminar me retiraba a mi casa, los demás días llego a casa casi de noche o de noche. Ese día aprovecho para hacer algunas cosas de la casa, estoy sola ya que Leo llega de la escuela después de las seis de la tarde.



Fue un miércoles en que sucedió todo, como cualquier otro día fui al gimnasio, ese día con una profe nueva nos concentramos en los abdominales, fue una práctica muy intensa pero pude terminar la rutina. Me duche y cambié. Ese día el almuerzo de trabajo era especial, vendrían unos directores de la empresa desde China donde tiene la mayor sucursal y mi jefe quería agasajarlos con una comida típica en un restaurant chino de la zona. Fui vestida con un traje nuevo, o sea un pantalón ajustado, una camisa y un saco, sobrio pero ajustado, típico de secretaria ejecutiva.



Todo trascurría normal durante el almuerzo, pero comenzaba a sentir una molestia en la barriga, un leve dolor que infería fuese por el ejercicio en los abdominales. Hacía de traductora con los directores chinos, aunque hablaban inglés, mi jefe no y no lo podía dejar solo. Tenía ganas de ir al baño y tirar un pedo, sentía que lo tenía cruzado en alguna parte del intestino y quería salir. Casi cuando terminamos de comer me levanto y pido permiso para ir al baño, ellos asienten con la cabeza pero al mismo tiempo se levanta la esposa de uno de ellos y su marido me pide si la puedo acompañar al baño, le digo que con mucho gusto la acompañaría. En ese momento si me presentó un dilema, como tomaría la mujer de un ejecutivo de la empresa que la acompañe al baño y apenas entre me tire un pedo ruidoso, qué pensaría, que le contaría a su marido, me daba mucha vergüenza, no me quedaba otra cosa que aguantar. Entro al baño y me lavo las manos y la cara y ni siquiera entro a orinar, no quería emitir ningún ruido por error.



De vuelta en la mesa seguimos con la conversación por media hora más hasta que terminamos con el almuerzo. Ya el dolor era insoportable, pero aguanto, solo pensaba en llegar al automóvil y aliviar mi pena, pero no, mi jefe me pidió que lo alcance hasta cerca de su casa porque tenía su auto roto. Lo dejo en su casa y me voy rápido a la mía, quedaba sólo a unos minutos.



Por fin llego a casa, veo desde mi auto la puerta y era como ver la meta de llegada en un maratón. Estaciono y me apresuro a llegar a la puerta, me parecía eterno los escasos segundos en que tardaba en abrir la puerta de entrada.



Listo, ya estaba adentro, sola, tenía toda la casa para largar el gas que me atormentaba. Apenas cruzo la puerta y sin alejar la vista de ésta me bajo el ajustado pantalón de lino y la tanga a la vez. Sin doblar las piernas me inclino hasta que mis tetas tocan mis muslos, una posición ideal para largar el pedo más largo de mi vida.



Trrrrrrrrr, un alivio inmediato.



Después de haberme torturado por horas por fin puedo dejarlo ir, no quería cambiar de posición era lo más placentero que sentía en horas. Exprimo un poco más mis entrañas para largar hasta el último recuerdo.



Trrrrrr, trr, cuando de repente escucho un ¡Click! Y se ilumina la puerta con el resplandor de un flash. Me asusto y me incorporo con la velocidad de un rayo y me subo el pantalón. Me doy vuelta y vea a mi hijo riendo con el móvil en la mano.



-¿Qué haces Leo?



Le digo enojada mientras el ríe más fuerte.



-jajaja, ¿Yo qué hago? Jajajajaja.



Sale corriendo a su habitación y yo atrás tratando de alcanzarlo. Sube las escaleras volando y entra a su habitación, quedo afuera muerta de vergüenza, asustada, enojada. Le golpeo fuerte.



-¡Vamos abrí! Dame el móvil.



Yo le gritaba mientras escuchaba sólo risas desde dentro. No sabía que hacer quería las fotos me sentía humillada.



Pasan unos minutos y sigue sin abrir, mientras comienzo a suplicar.



-Vamos Leo, por favor, está mal lo que haces.



Continuo por un tiempo hasta que me resigno y decido bajar a espéralo en el living. La vergüenza inundaba mi ser, sentada en el sofá frente al inmenso televisor, no dejaba de preguntarme ¿qué habría visto? ¿Qué pensaría de mí? ¿Qué haría con la foto? ¿Cómo podría volver a mirarlo?



Hacía años que nadie me veía en esa posición desnuda, a no ser por mi doctora. No estuve con un hombre desde que me separé, mi vida era mi hijo y el trabajo.



Pasó más de media hora hasta que escucho unos pasos bajando por la escalera, no quería darme vuelta. De repente siento apoyar sus dos manos sobre mis hombros, ya calmada le pido que me dé el móvil.



-Vamos, Leo, por favor el móvil



Se sienta a mi lado y me mira con una sonrisa en la cara.



-No se ve nada, no es para tanto



-pero dame el móvil, quiero borrar la foto.



-No, no puedo



-¿por qué?



-es un recuerdo familiar, jajaja



-Dale, vamos, no sabía que estabas en casa.



-¿quieres ver?



-bueno, pero después lo borro



-ahora lo pongo.



-¿Qué haces?



-lo conecto con el TV por bluetooth



Me quedo mirando en silencio con que entusiasmo preparaba todo, no lo podía creer. Sentí vergüenza, pero de a poco se transformando en morbo. Pasa por varios menús hasta que se pone la pantalla en negro.



-Listo, ya está



No digo nada y en la pantalla aparezco de espaldas, con la ropa con la que había llegado del trabajo, pero no era una foto, tenía el triángulo de reproducción en el medio de la imagen, me había grabado.



-¿es un video?



-jajajaja Sí.



Aprieta PLAY y quedo helada, no lo podía creer, había grabado todo. Me veo de espaldas, cada detalle resalta en alta definición, como me subo el traje y me bajo el pantalón de lino blanco con la tanga, no me acordaba pero con las dos manos separaba las nalgas dejando ver casi por completo mi vagina, los labios rosados estaban brillosos y terminaban a unos pocos centímetros de mi ano, un pequeño esfínter rosado. Un segundo después empieza la función, el ano empieza a moverse y se abre lentamente, hasta dejar un agujero perfecto de un centímetro de diámetro por donde empieza a salir el gas a presión. Trrrrrrrr era el ruido que hacia mientras pedorreaba en la escena. Eran unos escasos segundos que se repetían eternamente desde el principio, volteo y veo a mi hijo hipnotizado mirando la escena mientras con la mano se acariciaba el pene por sobre el pantalón.



-Bueno, ya está, ahora bórralo.



-No puedo



-¿Cómo que no podes?



-No, no puedo, lo subí a la red.



-¡estás loco! ¿Por qué hiciste eso?



- Me pareció gracioso.



-Estás loco, me pueden echar del trabajo, alguien me puede conocer



-pero no se te ve la cara, no se sabe quién es, además tienes un cuerpo genial



-jajaja ¿genial?



-Mejor que una actriz porno



-jajaja estás loco. ¿No lo podes borrar?



-No, no se puede, igual ya lo vieron como 300 personas en media hora.



-¿300 personas me vieron? Qué vergüenza



-Bueno, eso fue hace un rato, subía rápido el número.



-en unos días seguro que se olvidan



-Si llegan a 1000 vistas haces otro video.



-jajaja ni loca



-¿Pero para qué te entrenas todos los días? ¿No te gusta que te miran la cola?



-Una cosa es que me vean vestida, no en un video porno



-Vamos Ma, entonces a 10.000 en un mes



-jajaja bueno a 100.000 en un mes



-Qué viva, es mucho. Pero si llega a los cien mil, haces lo que yo quiera.



-jajaja, bueno, trato hecho



-Mira que te puedo pedir cualquier cosa



-jajaja, dale, vamos, vamos, apaga la tele que ya no me quiero ver el culo. Me voy a duchar y después comemos



Me fui a duchar y la conversación, el video y el interés de mi hijo en mi cuerpo, me excitaba. Mientras me duchaba me masturbe y acabé varias veces, hacía tiempo que no me pasaba.



En la semana posterior ni hablamos del tema pero con mi hijo teníamos una relación más fluida. Hablábamos más seguido que antes, él me hacía bromas y jugábamos muchas veces de manos, varias veces me pego en el culo una palmada, pero lo tomaba como parte del juego de manos. Flotábamos en un aire de lujuria, era más fuerte que nuestros propios sentimientos y tabúes. Nos reíamos de cualquier cosa, me apuraba de volver del trabajo, quería estar junto a él, lo necesitaba.



Después de cenar siempre nos sentábamos en el sofá a ver la tele, era jueves y estaban dando un partido de fútbol, cosa que me aburría yo no paraba de hablar hasta que me sorprende con un comentario.



-Ma, aunque no lo creas el video lleva cerca de 80.000 vistas, así que te encargué algo para el hacer el video que me prometiste.



-jajajaja ¿Qué? ¿Estás loco?



-No, una vez me dijiste que las promesas hay que cumplirlas



-Sí, estas en lo cierto, te di mi palabra. Pero eran 100.000, así que todavía falta. Dale ¿qué me vas a regalar?



-No es una sorpresa, el sábado me dijeron que lo trae el correo



-¡Dale! ¡Dale!, se bueno, no te dejo ver el partido.



-¡No! Te dije que no. Salí de adelante déjame ver el partido.



La intriga me desesperaba, parecía una nena caprichosa. Estaba vestida con una remera larga, que uso para ir a dormir, que termina a unos 10 cm por debajo del culo.



Me paro y me pongo delante del televisor, le doy la espalda y muevo el culo para los costados para así taparle la visión del televisor. Él se ofusca en vano hasta que de repente siento que me mete la mano por debajo de la remera y me la pasa por el medio del culo, pasa el dedo y recorre toda la raya del culo, yo salto para adelante y me rio. Sin hacer ningún escándalo le digo.



-jajaja ahora te vas a tener que lavar la mano.



Se mira el dedo, lo chupa y me dice.



-Mmmm, está limpio.



-jajaja son todos los hombres iguales, bueno me voy a dormir.



Me fui rápido a mi dormitorio, necesitaba meterme los dedos en mi vagina y acariciar mi clítoris con fuerza, sentir el dedo acariciando el hilo que cubría mi ano me hizo acabar como tres veces. Casi no pude dormir en toda la noche.



Llega el sábado y estábamos desayunando en la cocina, eran alrededor de las nueve de la mañana, de pronto suena el timbre de la calle y me dice



-El correo, voy yo.



Sale corriendo hacia la puerta de calle y regresa con dos cajas, una rectangular de unos treinta centímetros por veinte y la otra un poco más angosta pero de unos cuarenta centímetros.



-toma estos son los regalos que te prometí.



-¿Qué es?



-Lo podes abrir, son tuyos.



Deja las dos cajas, envueltas en papel madera, sobre la mesa. Tomo la primera y le saco la envoltura.



-¿Kit 3 plug con strass, dilatador anal? Jajaja ¿y esto?



-es para que puedas usar el otro



Mientras me dice desenvuelvo el otro regalo. Y leo la caja en voz alta.



-Consolador ventosa 31 X 5 cm. Jajaja ¿qué voy a hacer con esto?



-Lo usas en el video.



-jajaja estás loco, esto es gigante ¿vos crees que me puede entrar? Jajaja.



-Claro, todavía hay tiempo, tienes que empezar con los dilatadores, lee lo que dice en la caja. Empiezas por el más chico, lo usas unos días y seguís con los otros dos.



-¿Cómo, lo uso unos días?



-No, te lo pones y los usas todo el día, vas al gimnasio, al trabajo, haces la vida normal.



-jajaja y la joya para que la tiene.



-supongo que es como un anillo o un colgante, para decorar



-jajaja, ¿pero quién me lo va a ver si lo llevo metido en el culo? inventan cada cosas.



-bueno, cuando te duchas en el gimnasio. ¿No hay otras chicas?



-Sí, pero no lo voy a llevar puesto, que pueden decir.



-Que van a decir, son mujeres, te van a envidiar.



-jajaja, estás loco



-bueno, me voy tengo un partido, practica, se acercan los 100.000



Se va quedo sola en la casa con las dos cajas, creía que todo era un sueño pero no, era real. Tomo el consolador gigante en la mano y no puedo creer el tamaño, en la caja dice que es el molde de un actor porno real, lo trato de chupar y casi no me entra en la boca. Podía terminar con toda esta locura, pero la calentura superaba todo, no podía era más fuerte.



Toma la caja de los dilatadores, saco el más pequeños y ahí mismo lo unto con el lubricante que venía con el kit. Me levanto la remera que uso para dormir y me bajo la tanga, lo arrimo a mi esfínter, hago un poco de presión y entra con facilidad, la silicona con la que estaba hecha era muy suave. Me intriga como se vería en mi culo, entonces voy al baño para ver cómo me queda.



En el baño le doy la espalda al espejo y me inclino, veo como resplandecía con la luz el facetado de la joya que tapaba mi ano, era hermoso, parecía un diamante. Caminaba y la sensación era hermosa, me estaba mojando por lo excitada que me daba. Decido usarlo, hacerle caso a mi hijo.



Salgo de compras, vestida con un jean y una remera, me sentía observada aunque no se notaba nada, era imposible ver algo, pero para mí esa sensación de tener el culo lleno era algo nuevo, me mantenía excitada todo el tiempo.



Cuando regreso de las compras entro a casa y veo a mi hijo comiendo algo en la cocina. Yo había dejado la caja del kit de los dilatadores sobre la mesa, la caja estaba abierta y faltaba el que yo llevaba puesto a lo que mi hijo me pregunta



-Hola Ma, veo que ya estás usando uno



-bueeee, sí



-Está bien que te vayas acostumbrando, ya van 86.000



-jajaja igual no van a llegar antes del mes



-Me vas a tener que mostrar cómo te queda la joya.



-jajaja ni loca, esos es para mí. Qué pajeros son los hombres



El fin de semana continuó con normalidad, ya en el segundo día llevaba puesto el dilatador más grande, me sentía una puta pero realmente me gustaba y el interés de mi hijo incrementaba la sensación. Yo trataba de mostrar normalidad pero sabía que cada vez que mi hijo tenía oportunidad me miraba el culo.



El lunes por la mañana como todos los días voy al gimnasio, ahí tengo un grupo de amigas, no son más de tres o cuatro. Son amigas del gimnasio, mi relación con ellas no va más allá, compartimos cosas de las rutinas, dietas y cosas de mujeres. Como es muy temprano en la mañana no somos muchas. Yo ya voy vestida con calzas y una musculosa, después nos duchamos todas juntas, yo sabía que en ese momento me verían la joya y yo quería que la viesen.



Entro al vestuario junto a mi amiga Mónica, ella es la única que no viene de dejar a sus hijos en el colegio, es entrenadora de fitness y prefiere ese gimnasio por lo tranquilo, tiene un cuerpo espectacular. Entramos hablando y mientras nos desnudamos para ducharnos, yo quedo desnuda a su lado y para que viese la joya que llevo en el culo, tiro la toalla al piso y le doy la espalda para recogerla. Ella ve el diamante tapando mi ano y sorprendida me pregunta



-Angie que lindo lo que llevas puesto ¿Lo puedo ver?



-Si, mira.



Me inclino para que lo mire, acerca su cara, ella también estaba completamente desnuda.



-¿Me lo prestas?



-Sí, como no



Apenas le doy permiso, ella misma lo toma con sus dedos y lo saca. Se escuchó el sonido de cuando lo sacó. Lo toma en la mano y se lo queda mirando.



-¿Lo puedo probar?



-Sí, Moni. Te lo limpio.



-No está bien, Angie.



Apenas me dice esto, se lo pone entero en la boca y con su propia saliva lo limpia y lubrica. Se inclina un poco y se lo mete de una en el culo, en ese mismo momento llegaban las otras chicas a desvestirse para ducharse, Moni encantada le muestra cómo le queda y nos quedamos hablando entre todas de sexo y haciendo algunas cositas más. Eso será otra historia que le contaré en otra oportunidad.



Voy al trabajo como todos los días, con la diferencia de sentirme excitada todo el día. No veo la hora de llegar a casa. Son casi las ocho de la noche cuando llego, encuentro a mi hijo casi como todos los días mirando la televisión en el living, pero esta vez me sorprende con una noticia, se lo notaba muy feliz.



-¡Hola Ma, llegamos a los 100.000!, mejor dicho lo pasamos.



-jajaja, ¿Sí? Bueno y ¿qué quieres?



-Que cumplas la promesa.



-Sí, te di mi palabra. ¿Qué quieres hacer?



-Un video donde te metes el consolador grande en el culo arriba de un espejo.



-jajaja, lo planeaste todo. Pero todavía no probé el grande.



-Bueno te doy dos días



Mientras me decía esto me ponía el consolador en mis manos, como diciendo que empiece a entrenar mi culo. Yo lo tomo obediente y lo llevo con naturalidad, me voy a duchar para así poder cenar con mi hijo. El consolador lo dejo sobre la mesa de la cocina, quería forzar el tema mientras cenábamos, estaba dispuesta a excitarlo al extremo. Durante la cena él pregunta señalando el dildo



-¿Lo probaste?



-No, antes de ir a dormir lo llevo al baño y hago la prueba.



-¿Puedo mirar?



-No, ya te dije que no, cuando grabe el video vemos.



Terminamos de comer y vemos un rato televisión. Le pregunto si tiene que ir al baño, porque si no iría a probar el dildo. Me dice que no, que se quedaría viendo tele. Yo lo saludo y me voy al baño con el consolador en la mano, el me seguía con la vista. Yo quería tener su atención.



En el baño me desnudo y me saco el dilatador que llevaba en el culo, me miro en el espejo y veo que había obtenido resultados, el esfínter no cerraba del todo, era un pequeño orificio negro de unos tres centímetros de diámetro.



Tomo el consolador y decido adherirlo en la pared de azulejos. Lo unto con mucho lubricante, el que traía el kit, y me también el agujero del culo. Decido probar.



Apoyo la cabeza del miembro en el ano y hago presión, lentamente empieza a penetrar, los espejos del baño me daban una visión perfecta. Sentía que no entraba, pero insisto con la presión, de golpe logro meter la cabeza y pego un grito, enseguida escucho a mi hijo preguntar atrás de la puerta.



-¿estás bien? Necesitas ayuda.



-Gracias estoy bien.



Sigo empujando y entra como quince centímetro y la saco de a poco. Empiezo a gemir para que escuche. Entraba y salía más rápido mientras aceleraba los gemidos. Me vengo con fuerza, chorrea mucha cantidad de líquido por mis piernas. Sabía que mi hijo había acabado detrás de la puerta.



Al otro día a la mañana le digo que se prepare, que cuando llegue del trabajo haríamos el video. Él me miró y no pudo decir nada, quedó mudo y excitado, yo también lo estaba.



Cuando llegué a la noche del trabajo, no encuentro a mi hijo, como es habitual en él, viendo televisión. Lo llamo y baja las escaleras. Me dice



-ya preparé todo en la habitación.



-jajaja, espera, me quiero duchar primero.



Voy a mi habitación y veo como la preparó. Cubrió los muebles y la cama con sábanas blancas y en el piso estaba el espejo de unos cuarenta por sesenta centímetros que siempre cuelga en el pasillo. Varias luces y un trípode con una cámara digital. Me alegró su imaginación, parecía un profesional.



Voy al baño, vacío mis intestinos y me ducho, limpio bien mis rincones más profundos, me depilo bien todo pequeño resto de pelo. Luego me pongo sólo una bata blanca y salgo hacia la habitación.



Mi hijo me esperaba sentado en mi habitación sentado en una silla, cuando lo veo estaba todo colorado, casi no podía decir palabras, yo lo miro en silencio, me acerco y le doy un beso en la boca. Camino hacia el espejo que ya tenía el dildo pegado y le digo.



-¿empezamos?



No puede decir nada, se levanta y se coloca detrás de la cámara. Le doy la espalda y me saco la bata y la pongo a un costado, quedo desnuda. Él ya estaba grabando, me arrodillo un poco adelante del dildo y lo unto con mucho lubricante.



El silencio incrementaba cualquier pequeño ruido. Lo tomo con una mano y lo apoyo en el ano. Me empiezo a sentar arriba y comienza a penetrarme. Entra la cabeza y empujo hacia abajo con más fuerza, de pronto sale expulsado el aire a presión y hace un ruido a pedo increíble y me comienzo a reír mientras voy bajando y el dildo entrando. Estaba tentada, no podía parar de reír y no sé si por los nervios a mi hijo le pasó lo mismo.



Una escena erótica pasó en unos segundos a ser una comedia. Después de apagar la cámara mi hijo no aguantó más y yo tampoco, saco el pene y me penetró con fuerza.



El video quedó así y las visitas fueron miles. Pero fue el último que hicimos. Con mi hijo desde ese día no paramos de tener sexo, siempre anal, es una forma de aliviar mi soledad y nuestras necesidades, esperamos que dure por mucho tiempo, él siempre será mi hijo.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 9
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2462
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Carlos
invitado-Carlos 25-05-2018 14:50:24

Muy buen relato, excitante

Carlos
invitado-Carlos 25-05-2018 14:50:23

Muy buen relato, excitante

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