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Gloria y Gabriel (2) cont.

Desde que nos conocimos, Claudia y yo, nuestras personalidades fueron compatibles y desarrollamos una amistad cercana. Nos llevamos muy bien, en el trabajo son frecuentes nuestras reuniones para platicar sobre muchas cosas. Esto motivó que mi esposa, Gloria, se sintiera un poco celosa. Nuestra estancia en Colombia, borró cualquier duda sobre mí y acercó más a mi esposa con ella. Claudia es una mujer cinco años más joven que mi esposa, muy guapa, de finas facciones, es rubia de ojos azul-gris, con cabello largo abundante, su padre es francés que llegó a México en los 1970s, como ejecutivo una compañía y se casó con una mexicana. Es casi de la misma estatura de Gloria, de complexión delgada y un cuerpo muy bien formado por el ballet que practica. Nunca quiso hablar de su relación con su esposo, era difícil adivinar el motivo de su separación. Claudia es una mujer muy activa, extrovertida, simpática, es dueña de una sonrisa encantadora que cautiva. No usa maquillaje en su cara, solo a veces el lápiz labial, su conservadora forma de vestir y sus anteojos le dan ese aire de intelectual.

En el relato anterior mencioné que decidimos quedar algunos días en Colombia para conocer un poco el país. Nuestro plan incluyó visitar Medellín y Bogotá, en el interior, finalmente Barranquilla y regresar a México por Cartagena. Fuimos a muchos lugares, nos divertimos mucho. Cuando visitamos Barranquilla los amigos de Claudia, aquellos que visitó durante el seminario, nos invitaron a quedarnos en su casa. La residencia de Octavio y Angélica era lujosa, enorme, con alberca y jacuzzi grandes en el amplio jardín. Ellos fueron muy amables y atentos. Dos días antes de regresar a Cartagena fuimos a bailar a un club nocturno, con música en vivo y show de bailarinas y cantantes. Ahí comenzó todo. Angélica es digamos una mujer poco más bajita que Gloria, morena clara y cabello largo ensortijado con rayitos dorados, atractiva, de buen cuerpo y unos senos no grandes ¡enormes!, al menos por la ropa escotada que usa, así hacen verlos. Octavio un poco más bajo que yo, mulato, con el pelo muy corto casi pelón, y con una forma de hablar muy rápida y fuerte. Ambos son excelentes bailarines de cumbia colombiana y todos los ritmos tropicales. Era obvio que bailar era su pasatiempo favorito. En la discoteca bailamos intercambiando parejas o con Claudia, quien no tenía pareja. Tomamos vino, lo que nos puso más alegres. Mientras bailábamos, cambiaron a un ritmo, donde el movimiento básico era de la cadera. Los cinco nos colocamos en línea tratando de seguir los pasos del animador de la música. Angélica quedó delante de mi, yo delante de Gloria y Octavio en medio de Gloria y Claudia. Obviamente los mexicanos no podíamos seguir muy bien el ritmo de nuestros amigos colombianos. Nos tomábamos la cintura, caminando hacia delante o atrás, siempre con el cuerpo un poco agachado y moviendo la cadera hacia delante y atrás, dando media vuelta, en fin, como en toda discoteca. Nuestra torpeza para bailar, hacía que nuestros cuerpos chocaran constantemente, Claudia decidió sentarse. Angélica me pegó tanto sus nalgas, que no pude evitar la erección de mi palo. Voltié a ver a Gloria quien trataba de coordinar sus movimientos con Octavio. Optamos por dejarlos bailando a ellos y nos fuimos a sentar con Claudia. En el trayecto Gloria me dijo algo que no pude escuchar bien por el volumen de la música. Acerqué mi oido:
- ¿Qué dijiste?
- Que creo saber porque Claudia se fue a sentar.
- A ver, dime.
- Octavio tiene la verga parada, Claudia debió sentirla.
- Debe ser por el baile, a mi me pasó lo mismo.
- ¿Y quién fue la culpable, Angélica o yo?
- Las dos, fueron las dos.
Llegamos a la mesa, Claudia, secaba su sudor y tenía la respiración muy agitada. Mientras se sentaba, Gloria le preguntó:
- ¿Lo sentiste?
- Sí, por eso vine a sentarme. Mira que después de mucho tiempo de no sentir algo así, me puso ‘muy sensible’.
- Lo mismo me pasó a mí. Está grande ¿verdad?
Ambas rieron. Claudia no se imaginaba que yo sabía exactamente de que estaban hablando. Tomamos otros tragos mientras llegaban nuestros amigos. Vinieron a la mesa para invitarnos a seguir bailando. Nos negamos argumentando nuestra poca habilidad. Le pedí a Octavio enseñar a bailar a Gloria, ella aceptó de inmediato. Fueron a la pista, sus cuerpos se pegaban y movían al ritmo del baile. En un momento, no escuché la música, ni veía a la gente, fijé mi mirada en los movimientos de ellos. El trasero de Gloria se frotaba en el pubis de Octavio, quien la tenía tomada de la cintura. Pensé en cómo ella estaría disfrutando sentir el palo de Octavio en su cola. Eso hizo que mi verga, ya flácida, se volviera a parar. Angélica saludó a unos conocidos, fue con ellos a conversar. Yo aproveché para invitar a bailar a Claudia.
- Es que no se bailar esta música
- Yo tampoco, pero intentemos copiar los pasos de Octavio y Gloria.
Insistí hasta que la convencí. Nos colocamos en un lugar poco distante a Gloria y su pareja. Comenzamos a bailar, éramos un desastre. Lo único que me gustaba era sentir como las nalgas de Claudia rebotaban en mi verga. Poco a poco fuimos encontrando en ritmo. La música se tornó mucho más tranquila, por lo que los movimientos fueron más suaves. Era casi imposible que Claudia no sintiera como estaba mi verga. No había duda que ella estaba muy ‘sensible’. Busqué a Gloria entre los bailantes, seguía frotando su cadera contra la de Octavio. Verla así me calentó muchísimo. La música tenía un ritmo sensual, que propiciaba ese tipo de baile. Tomé la mano de Claudia y la estiré junto con la mía y mi brazo, dejándolos a la altura de mi hombro. Puse mi mano derecha sobre el vientre de Claudia y presioné mi cuerpo contra el suyo, colocando mi cara sobre el hombro derecho de ella. Claudia cerró los ojos y aflojó su cuerpo, permitiendo que se moviera al ritmo que yo impusiera. No resistí la cercanía de Claudia y le di un pequeño beso en el cuello. Mis labios sintieron como su piel se enchinó, no dijo nada, aumentó la presión de sus nalgas sobre mi palo y ladeó su cabeza para recibir otros besos. Besé también detrás de su oido y lamí suavemente su oreja. Claudia giró su cara diciéndome: - ¡Que duro estas! Yo acaricié su vientre, subiendo y bajando mi mano, hasta llegar casi a su pubis. Claudia me paró. - ¡Mejor vámonos a sentar! ¡Antes de que ya no me pueda detener! No dije nada, la seguí tomándola de la mano. Nos sentamos juntos en la mesa, Angélica seguía con sus amigos. Yo sabía que era mi oportunidad con Claudia, posiblemente nunca la volvería tener así de ‘sensible’. Me habló: - Discúlpame Gabriel, no se qué me pasó-. Con el pretexto de la música, me acerqué a su oido: - No te preocupes, al contrario, Gracias. Siente como me pusiste. Tomé su mano, pasándola por debajo del mantel y la puse sobre mi verga. Claudia abrió los ojos sorprendida, pero no retiró su mano. Acarició mi verga y tomó la cabeza con los cinco dedos y la pellizcó suavemente haciendo sus dedos hacia arriba y abajo varias veces. - ¡Que dura está Gabriel! Sin perder tiempo, bajé el cierre del pantalón y la saqué. No era la mejor posición para que Claudia la agarrara, pero yo me sentía en las nubes. Ella colocó su dedo pulgar sobre la punta de la cabeza y el resto de su mano sobre mi verga. Le dio masturbadas cortas y rápidas moviendo su dedo pulgar sobre la cabeza de mi palo ¡Que rico! Claudia cruzó sus piernas apretándolas una contra la otra, respiraba muy agitada. Disimulaba ver hacia otros lados, mientras su mano seguía muy activa. Momentos después, exclamó muy corto:
- ¡Oh! Oh! ¡Oohhh!¡Oooohhhhh! ¡Ya! ¡Ya Gabriel! ¡Ya!
- ¿Ya qué?
- Ya me vine.
- ¿Tan rápido?
- Sí, estaba muy sensible, desde que me separé de Alexis, no tenía un pene en mis manos.
Retiró su mano de mi palo, notó que Angélica llegaba a la mesa.
- ¿Y yo? ¿Cómo voy a terminar?
- Lo siento Gabriel, no podemos hacer nada aquí. Te debo una, te prometo pagártela.
Me tuve que conformar con la promesa. ¡Vaya que era una excelente promesa! Discretamente y con dificultad, por la erección, cerré mi pantalón, justo a tiempo.
- Vamos a bailar – nos dijo Angélica.
- Vayan ustedes, estoy muy moj…quiero decir muy cansada.
- Vamos Claudia - insistí.
Me llamó y me dijo al oido que su falda estaba muy mojada por el orgasmo. Que distrajera a Angélica, mientras ella encontraba la forma de secarse un poco.
Gloria seguía disfrutando de las ‘clases’ de baile, Angélica y yo nos pusimos a bailar muy cerca a nuestras parejas. Angélica me pidió que la tomara igual como Octavio lo hacía con mi esposa. Con sus nalgas tan pegadas a mí, de inmediato notó mi estado. Se voltió, yo pensé que se iba a molestar, pero no, me dijo:
- ¡Gabriel mira como vos estas de venenoso!
- Es que…
- Sí, yo entiendo, ésto es lo chévere del baile. ¿A ver que te parece esto?
Angélica me abrazó, puso sus manos en mi espalda, sin dejar de bailar, pegó su cuerpo al mío apretando sus tetas a mi pecho. Agaché mi vista para apreciar mejor sus senos a través del escote de su vestido. Sus senos se juntaron entre ellos, permitiéndome ver el brassier que apenas cubría las areolas de Angélica. Esto fue fabuloso para mí. Nunca en mi vida había tenido unas tetotas como esas tan pegadas a mi cuerpo. ¡Puta madre! Como quisiera mamar y morder esas tetotas, fue lo que pensé. Sentí como mi verga se hundía en el vientre bajo de Angélica. Era evidente que a ella le estaba gustando ese juego. Metió sus piernas entre la mía, continuaba bailando, restregando su concha contra mi pierna y sus senos a mi pecho. Con mi mano, atrás de su cintura, la pegué hacía mí, para que hubiera más fuerza en nuestros roces.
- ¡Que venenoso, te sentís!
- Tus tetas me lo han parado más – dije como reflejo.
- Pues gózame chico, como mi marido goza de tu mujer.
Era cierto, ellos bailaban uno frente al otro. Octavio le tenía a Gloria prácticamente de las nalgas, pegando su sexo al suyo, Gloria ni se inmutaba, bailaba con sus brazos prendidos del cuello de Octavio. Bailando, nos fuimos apartando de ellos. Hacia un lugar donde la gente se aglomeraba mucho. Yo tomé la mano de Angélica, disimuladamente la lleve a mi verga y ella inmediatamente comenzó a sobármela.
- ¡Que dura y que grande! Vos debes tener muy contenta a tu mujer.
- ¿Qué? ¿Acaso Octavio no te trata bien?
- ¡Claro que sí! Es igual de venenoso que vos. ¡Nada más ve la cara de tu mujer!
- ¿No te molesta lo que hace Octavio?
- Por supuesto que no, él también me deja gozar.
Angélica se colgó de mi cuello dándome un beso profundo, sin soltar mi palo.
- ¡Me tenés mojadísima!
Me apretó el palo y momentos después sugirió parar de bailar. En la mesa, se acercó a mi oido, me reclamó:
- ¡Chico, no me podés dejar así!
- Pero aquí no puedo hace nada – le respondí.
- ¿Qué? Pues yo quiero saber como cogés!
- ¡Yo que más quisiera!
En ese momento, llegaron Gloria y Octavio, sudando profusamente. Ya estábamos físicamente cansados de bailar. Continuamos platicando, halagamos su forma de bailar y seguimos consumiendo vino. La música seguía estruendosa, teníamos que acércanos demasiado a la persona que le quisiésemos comentar algo. Entre plática y plática, Angélica me pegaba sus tetas al cuerpo, ponía su mano muy cerca de mi verga, me hablaba al oido muy sensualmente, me martirizaba. Gloria platicó algo en secreto con Claudia. Ojalá y no le vaya a decir nada de lo que pasó, pensé. Más tarde le pregunté a Gloria qué habló con Claudia.
- Me preguntó que cómo pude resistir tanto tiempo bailando con Octavio, sabiendo como estaba – me respondió.
- ¿Qué le dijiste?
- Que se trataba de divertirnos y eso hacía. Además fue muy erótico.
- ¿Te gustó?
- La verdad, ¡sí! Octavio se mueve tan bien, y se siente tan grande que me puso muy cachonda,…bueno sigo caliente.
- ¿Por el baile?
- No, claro que no, por su verga que la tuvo erecta todo el tiempo.
- ¿Cogerías con Octavio?
- ¿Tú me dejarías?
- Si me dejas que me coja a Angélica, desde luego que sí.
- ¡Hecho! Es un trato.
¡Que chingona noche! Tenía a Angélica asegurada y la promesa de Claudia. Era la más chingona noche de mi vida hasta entonces, desde luego, a costo de que se cogieran a Gloria. Viéndolo bien también era una noche chingona para ella. También noté, como Octavio estaba embelezado con Gloria, seguramente también pensaba en cogérsela. Antes de salir del salón, Octavio pidió nos tomáramos la última copa. Trajeran una botella pequeña con vasos chicos, diciéndonos que tomaríamos la bebida de los dioses. Por el color supuse que era ron. Brindamos y al tomar, sentí como la bebida quemó mi garganta por el alto contenido de alcohol. Gloria y Claudia tosieron y preguntaron que bebida era, nos llevaron aguardiente de caña, muy popular en la región. Octavio trajo consigo la botella y salimos de ahí.

En el trayecto todos fuimos tomando pequeños sorbos de la botella. Llegamos muy eufóricos a la casa, nos quedamos en la mesa del jardín. Octavio encendió las luces y puso música para seguir la juerga. Desde luego que puso música similar a la del club, candente y no tan rápida, tomando a Gloria para seguir bailando. Angélica cogió el brazo de Claudia y el mío, levantándonos para a bailar. Yo quedé en medio de ellas, tratábamos de coordinar los pasos del baile. No tardó mucho mi verga en ponerse dura, estaba detrás de Claudia, restregándole mi verga sintiendo al mismo tiempo las tetotas de Angélica pegadas en mi espalda. Gloria bailaba de frente a Octavio, quien ya la tenía agarrada de las nalgas. En ese momento una lluvia ligera se desató, nadie hizo el intento de protegerse, seguimos bailando. La letra de la música decía algo, como: "mediavuelta ya", "mediavuelta ya", "a mover la cintura"; obviamente que Gloria y Octavio, únicamente movieron más la cintura. Nosotros tres, nos dimos vuelta. Claudia se pegó mucho a mi cuerpo, colocando sus manos en mis hombros. Yo tenía de la cintura a Angélica, que al sentir como estaba mi palo parado, empezó a restregar fuertemente sus nalgas sobre él. La lluvia fue corta, suficiente para refrescarnos y quedar empapados, seguimos bailando, el agua hacia más resbalosos nuestros cuerpos. Yo acaricié el abdomen de Angélica subiendo poco a poco mis manos hacía sus pechos, los amasé, con mediana intensidad, disfrutándolos. Angélica dejó de bailar, sin despegarse de mi cuerpo, puso sus manos sobre las mías apretándolas más fuerte sobre sus tetas. Voltió su rostro y me besó ardientemente. Al ver esto Claudia, puso su cara de lado sobre mi espalda, colocando sus manos en mi pecho acariciándolo. Poco a poco fue bajando una mano hacía mi verga, había dificultad de acceso, por las nalgas de Angélica tan pegadas, Claudia no desistió hasta que logró agarrarla. Angélica se voltió, me jaló hacia ella para poner mi cara sobre su escote. ¡Que suaves se sintieron sus tetas! Las besé y mordí levemente, al momento que la tomé de las nalgas. La mano de Claudia ya bajaba el cierre de mi pantalón para sacar mi verga, al sentirla, miré a Gloria, estaba besándose cachondamente con Octavio, tenía el vestido hasta la cintura y él la mano en la panocha dentro de la panty. Bajé el vestido de Angélica para descubrir sus senos, saqué las tetas del diminuto brassier, pegándome a una de ellas como bebé recién nacido. Momentos después sentí del rostro de Claudia junto al mío chupando la otra teta. Me tomó del pelo e hizo separar mi boca del seno para besarme, yo correspondí, tomando su delicada cintura pegándola a mi cuerpo. Sentí divino besar los delgados labios tibios, su saliva me supo a miel. Retiré los anteojos de Claudia, besando toda su cara, acurrucándola hacia mí.
- Vengan para acá – nos indicó Angélica, llevándonos al jacuzzi.
Regresé a mirar a Gloria, ella estaba hincada en cuclillas con las tetas de fuera y la panty en las rodillas, cerca de la mesa del jardín, mamando la verga de Octavio.
- Déjame empezar a mí – le pidió Claudia a Angélica cuando llegamos al jacuzzi.
- Adelante querida – le respondió ella.
- Voy a cumplir mi promesa – habló Claudia dirigiéndose a mi.
- Vos te sentás aquí – Angélica hizo que yo quedara de espaldas a Gloria y Octavio.
Juntas empezaron a desnudarme. Angélica se quitó la ropa y se sentó junto a mí. Claudia se colocó frente a nosotros de pie, en el centro del jacuzzi, cerró sus ojos y comenzó a bailar muy sensualmente. Sus manos recorrían la forma de su cuerpo, la ropa mojada por la lluvia, dejaba ver su exquisita figura. Angélica, pasó un brazo por detrás de mi cuello, su otra mano, se deslizó de mi pecho hacia mi palo, lo agarró suavemente. Claudia removió su blusa, su cabello cayó sobre los hombros cubriendo sus pechos. ¡Que fino y delgado talle! Nos dio la espalda, desabrochó su falda, retirándola pausadamente, sin dejar de bailar. Su delgada cintura remarcaba perfectamente su talle y el inicio de su cadera. La falda cayó, sus muslos y piernas mostraron las formas adquirida por el ballet. ¡Que bello cuerpo tiene Claudia! Bajó su espalda, para ayudarle a retirar su brassier, procedimos a hacer eso. Se puso de pie frente a nosotros nuevamente. Retiró el cabello y el brassier del pecho para mostrarnos sus senos. Las tetas de Claudia eran pequeñas, pero muy redondas, hermosas, con areolas de color ligeramente más rosita que piel y pezones muy pequeños que apenas y se notaban en las rosadas areolas. Siguió bailando acariciando sus senos, piernas y entrepierna. Yo me sentía en el paraíso, moví mi mano para acariciar el coño de Angélica. Lentamente Claudia retiró su panty, se irguió orgullosa, sabedora de poseer un hermoso cuerpo. Me quedé mirando los detalles de su blanca y fina piel, ahora pude notar sus pequeños pezones erectos. Su cerrado ombligo era el inicio de una hilera de rubios vellos que se hacían más abundantes al llegar a su pubis. Camino hacia nosotros, poniendo un pie en el asiento del jacuzzi, entre Angélica y yo, el otro lo puso a un lado de mi hombro. Su conchita quedó a centímetros de mi cara. Claudia habló: - Aquí tienes lo prometido. Con sus manos separó los pelos de su vulva, ofreciéndome su sexo. No esperé nada, me puse a comerle su conchita, mientras ella acariciaba el cabello de mi cabeza. Angélica se paró para besar a Claudia. Desde mi posición vi como se besaron en la boca, después Angélica se dedicó a chupar los senos de Claudia jugueteando con sus pequeños pezones. Mi lengua buscaba desesperada encontrar el clítoris de Claudia, no lo podía sentir, también tenía problemas para identificar sus labios vaginales, eran muy pequeños, mi lengua solo sentía una rajada muy jugosa. Me puse a lamer su conchita bebiendo la gran cantidad de jugo que de ella salía, estuve tratando de introducir mi lengua en ella, hasta que logre meter casi la mitad de mi lengua. Claudia tomó muy fuerte mi cabeza presionándola contra su sexo al momento de su orgasmo, sus quejidos cortos se escucharon:
- Oh! Ohh! Ohhh! Oooohhhh!
- ¿Ya te veniste?
- Sí Angélica ¡ya! ¡Pero quiero más!
- ¡Adelante!
Ella siguió viniéndose, yo trataba de meter más mi lengua, la pequeña vulva de Claudia quedó toda en mi boca. Chupé y chupé su vulva y vagina, movía mi lengua lo más rápido que podía dentro de su vagina hasta hacerla temblar por el orgasmo tan fuerte que alcanzó. Claudia, separó mi cara de su coñito, diciendo: ¡Te quiero sentir dentro! Puso una mano en mi hombro y fue bajando su cadera, mientras con su otra mano sostenía mi palo. Ella se colocó la punta de mi verga en su entradita y trataba de metérsela. Dio un pequeño grito al primer intento, su orificio vaginal era muy estrecho, solo después de varios intentos logro pasar la cabeza. En dos o tres sentones más entró toda. Cuando la sintió adentro me miró de una forma especial, que nunca olvidaré. Me abrazó por el cuello, comenzó a subir y bajar, enterrándose todo mi palo en cada sentada. Sus ojos azules estaban entreabiertos, mordía suavemente su labio inferior y sus piernas trataban de pinzar mi cintura. Me tuve que poner de pie, para que sus piernas pudieran asirse a mi cuerpo. Así me la cogí, yo de pie, ella colgada de mi cuello con sus piernas alrededor de mi cintura, movía su cadera con una agilidad sorprendente. Pronto llegaron sus pequeños ‘Ohh’ que manifiestan sus orgasmos. No se por cuanto tiempo se vino, pero tardó viniéndose. Unos minutos después descansó su cabeza sobre mi hombro, aun seguía con la verga adentro, estaba un poco cansada. Yo quería terminar dentro de ella, faltaba poco para hacerlo. Tomé su delicado talle con mis dos manos, el peso de su cuerpo era mínimo, la levanté un poco y la hice caer hacia mí para meterle mi verga hasta el fondo. A las tres o cuatro metidas comenzó a venirse nuevamente. - ¡Así, Gabriel! ¡Así! ¡Quiero más! ¡Necesito más! Escuche sus ‘Ohh’ y las palabras que decía cerca de mi oido, me enardecieron más. Ella tuvo infinidad de orgasmos, estaba recuperando todo el tiempo que pasó sin ser cogida. Apreté tan fuerte la cintura de Claudia, que ella tuvo algunas protestas: -¡Ay, me lastimas! ¡Pero no la saques, no la saques! ¡Me estoy viniendo! ¡Oh! ¡Oh! ¡Oooohhhhh! Mi eyaculación llegó de repente, al sentir mis espermas dentro de ella, nuestras bocas se fundieron en un largo beso. Seguí viniéndome a mares, metiendo y sacando mi verga muy rápido. ¡Que chingón orgasmo tuvimos juntos! Así quedamos, ella colgada de mí, yo sosteniéndola de sus glúteos dándonos múltiples besos cortos, fuimos interrumpidos.
- Ahora me toca a mí – exigió Angélica.
Claudia y yo dirigimos nuestra mirada hacia ella, estaba sentada dentro del jacuzzi, con las piernas completamente abiertas introduciéndose un dedo y acariciándose las tetas. Justo en ese momento llegaron Gloria y Octavio desnudos, en la cara y cabello de Gloria había huellas claras de espermas. La verga de Octavio estaba semierecta, después de haber ‘descargado’, al igual que la mía.
- Falto yo – dijo Angélica – ustedes ya tuvieron lo suyo.
- Vos y Octavio, acérquense a mi.
Claudia se bajó de mi cintura, Angélica tomó mi verga llevándola directamente a su boca. Me la mamó hasta que la puso erecta, como al principio. Tan pronto la sintió dura, se voltió, puso una rodilla dentro y la otra fuera del jacuzzi, jalando a Octavio de su cintura para mamársela ahora a él. Movía su cadera haciendo pequeños círculos, tomé su cintura para poder apuntar mi palo a su sexo. Mi verga entró fácilmente al primer intento, a diferencia de Claudia, Angélica hacia mucho ruido al estar cogiendo, aun con la verga de Octavio dentro de la boca. Así nos la estuvimos cogiendo por un rato. Voltié a ver a Gloria y Claudia, estaban juntas tomadas de la mano, con la cara de desear ser a la que se estuvieran cogiendo de esa manera. Claudia puso una mano en la mejilla de Gloria y la movió para besarla apasionadamente en la boca, Gloria correspondió abrazándola. Esto hizo que me sintiera muy caliente, aumenté la fuerza de mi cogida a Angélica. Ella se sacó la verga de Octavio para decir: -¡Así Gabriel! ¡Métela toda que me estoy viniendo! Angélica gritaba viniéndose y pidiendo que la cogiéramos más duro. Se calló cuando la verga de Octavio desapareció en su boca. Angélica volvió a hablar: -¡Méteme el dedo, Gabriel! ¡Por favor mételo! Por un momento no supe a que se refería, pero en cuanto vi que su ano se contraía y relajaba, supe donde meter mi dedo. Coloqué agua del jacuzzi sobre su culo y mi dedo entró fácilmente. Su ano se contraía muy fuerte aprisionando mi dedo. Angélica tenía sus tres orificios sexuales ocupados: ¡Uy que rico! ¡Uy que rico!- decía ella – ¡Otra vez! ¡Síganle que me estoy corriendo! Se movía como toda una experta, procurando que nada se saliera de su cuerpo. De momento, le dijo a Octavio: - ¡Ya mi amor! ¡Ya está listo! Octavio se sentó en el jacuzzi agarrando su palo, Angélica se sentó sobre el dejándose caer dando un gemido de placer. Se acomodó, levantó sus piernas abriéndolas. Me di cuenta que Octavio la tenía ensartada por el culo, con sus manos, Angélica abrió su vagina. – ¡Es tuya, cógela! – dijo invitándome. Sin pensarlo dos veces, coloqué sus piernas sobre mis hombros y se la metí hasta el fondo. Después de unas pocas metidas, Angélica gritaba el placer sentido ¡Que rico! ¡Ay que sabrosura!- decía ella. – ¡Sos unos machotes! ¡Sos divinos! ¡Estoy acabando otra vez! ¡No paren! Recargué mi cuerpo sobre Angélica, besándola y metiendo mi lengua en su boca. Angélica me besaba de una forma como ninguna mujer lo había hecho, ni Gloria me había besado con tanta lujuria. De manera natural Octavio y yo coordinamos nuestros movimientos, yo levantaba lentamente a Angélica por sus nalgas, ayudado por Octavio, y después dejaba caer pesadamente mi cuerpo sobre ella, provocando que las dos vergas se fueran hasta el fondo. Aumenté la fuerza de cada arremetida, Angélica gritaba complacida –¡Sos divinos! ¡Más recio! ¡Más recio! ¡Estoy acabando otra vez! Recargué mi cuerpo sobre ella estirando a lo máximo sus piernas sosteniendo sus tobillos con mis manos, y moví muy rápido mi cadera disfrutando los roces de su vagina. – ¡Ya casi!¡Me voy a venir!– gritó Octavio. Angélica colocó sus brazos sobre mi cuello para levantarla y permitir la salida de Octavio. Esto produjo que mi verga también saliera. Angélica me pidió sentarme, ahora quería sentir mi palo en el culo. Mi verga penetró fácilmente en el ano de Angélica, se sentía muy caliente y resbaloso, el agua del jacuzzi ayudaba a lubricar su ano y hacia que mi verga entrara y saliera rapidísimo, como un pistón de motor. Empecé a levantar y bajar mi cadera, el culo de Angélica aprisionaba mi verga aun más fuerte que lo había hecho con mi dedo, que rico cogía con el culo. ¡Gabriel que rico vos cogés! ¡Dame duro! Tomé las tetotas de ella, amasándolas y pellizcando sus grandes pezones, la forma como apretaba mi palo provocó que yo le diera pequeñas mordidas en su espalda. Octavio puso su verga cerca del rostro de Angélica, quien la mamaba y masturbaba tratando de que él acabara en su cara. Ella abrió la boca para meterse la verga nuevamente y Octavio lo impidió. – Quiero verte con la cara llena de mocos – le dijo él. Cuando Octavio se vino sobre la cara de ella, Angélica tuvo un orgasmo tan intenso que su culo prácticamente succionaba mi verga provocándome eyacular en ese momento. Angélica subía y bajaba su cadera gritando: ¡Échenmelos! ¡Échenmelos! Angélica dio los últimos movimientos de su cadera sobre mis piernas, cerré muy fuerte mis ojos hasta que sentí que dejé de aventar leche. Fatigados los tres, nos sentamos en el jacuzzi viendo la cara de sorpresa de Claudia y Gloria que habían sido testigos de la brutal cogida de Angélica.
- ¡Vos ses una suertuda Gloria, por el machote que tenés!
- Octavio también coge rico – respondió Gloria.
- Tenés razón, ¡somos unas suertudas!
Todos reímos, Claudia lo hizo con menos entusiasmo, quizá añorando tener una pareja. Me senté en medio de Claudia y Gloria abrazándolas. Continuamos bromeando y riendo, hasta que decidimos ir a dormir.

Claudia y Gloria, recogieron su ropa y caminaron abrazadas hacia las habitaciones, yo dije a Gloria que enseguida estaría en el cuarto, me quede terminando mi plática con Octavio y Angélica. Unos minutos después me dirigí al cuarto, al abrir con cuidado la puerta escuché gemidos y suspiros que me parecían de Gloria, sí eran de ella. Estaba en la cama, amarrada con Claudia comiéndose la concha una a la otra. Ver a mi mujer comiéndole la conchita a Claudia, hizo que mi cabeza ardiera por lo excitante de la escena. Las dos se mamaban con gusto, Gloria estaba debajo, se podía ver el exquisito sexo de Claudia, una rajadita y un ano cerrados pequeños y ligeramente más oscuros que el resto de su piel por la gran cantidad de pelos que los cubrían. Me quedé de pie observándolas, no quise interrumpirlas. Empecé a masturbar mi palo, tratando de reanimarlo. Me puse detrás de Claudia, viendo como Gloria le comía su conchita. A mi se me antojó lamerle su ano, eso hice, me agaché a saborear su culito, mientras masturbaba mi palo, erecto nuevamente. Al sentir mi lengua Claudia solo exclamó un leve uy! Pasé mi lengua muchas veces sobre su ano, tratando de introducir mi lengua en él. Claudia se retorcía y hacia los ruidos clásicos de sus orgasmos, se vino mucho sintiendo la lengua de Gloria en su vagina y la mía en el ano. Sentí la necesidad de descargar mi verga otra vez, separé los glúteos de Claudia y le metí mi verga en su conchita. Esta vez entró con facilidad. Empecé a meterla y sacarla, concentrándome en sentir la estrechura de Claudia. Sentí como la lengua de Gloria lamía mis huevos o mi palo cuando este salía. Los ‘Ohh’ de Claudia eran interminables, sumió su espalda lo más que pudo, levantando su cadera favoreciendo la forma como yo la penetraba y dando espacio a la lengua de Gloria sobre su pequeño clítoris. Claudia siguió mamando la concha de Gloria con más ánimo. Le dimos una larga cogida a Claudia. No se cuantos orgasmos haya tenido, pero los sonidos que suele hacer solo dejaron de escucharse hasta que ella nos pidió que paráramos. Ya no podía más, Claudia se tendió sobre la cama, completamente desfallecida, con cara de satisfacción. Debajo de mi quedó Gloria, ella tan pronto vio mi verga libre la comenzó a mamar. Unos momentos después, me pidió metérsela. Se puso a gatas sobre Claudia, separó sus nalgas diciéndome: - Cógeme el culo. Intenté meter mi verga pero había dificultad. - ¡Fuerte, empuja más fuerte! ¡Cógeme el culo! Entró mi verga, Gloria apoyada sobre Claudia, comenzó a menear el culo, en círculos, arriba-abajo, tal como lo había hecho Angélica. Buscó la boca de Claudia para besarla. Claudia abrió su boca aceptando los labios de Gloria, abrazándola y pegándola a su cuerpo. ¡Me vengo! – gritó Gloria. - ¡Más fuerte, más fuerte! La verga salía por completo de su culo y se la hundía con más fuerza. Gloria contraía y relajaba sus glúteos. -¡Me vengo, mi amor! ¡Me estoy viniendooooo! Yo también eyaculé. Sentí un calor intenso en el cerebro cuando me vine dentro de ella. Deslicé mis manos sobre sus glúteos hacia su espalda cuando me estaba viniendo. Gloria abrió y cerró sus piernas para que yo descargara completamente. Nos mantuvimos así por unos momentos. Gloria se incorporó con muchos espermas escurriendo de su culo hacia su vagina. Se recostó a un lado de Claudia, yo del otro. Así nos quedamos dormidos.

Al despertar, vi a Claudia salir del baño.
- Buenos días Gabriel
- Buenos días.
- ¿Cómo amaneciste?
- Creo que bien Claudia.
Nuestras voces despertaron a Gloria.
- Buenos días, Claudia
- Buenos días querida
- ¡Que contenta te ves!
- Pues un poco adolorida, pero contenta ¿Quién no, eh?
Se acercó a nosotros y se agachó para darnos un beso.
- Gracias, por tratarme tan bien – nos dijo Claudia.
- Gracias a todos, todos lo gozamos – contestó Gloria.
- ¡Recuerden que lo que pasó en Colombia, queda en Colombia!
Salió del cuarto con esa linda sonrisa en su hermosa cara. Yo me quedé pensando en sus últimas palabras. Me parecieron ser las mismas que le dije a Andrés. ¡Pinche Andrés! ¡Pinche chismoso! Seguro que le contó lo que había pasado con él. Bueno, pensándolo bien, que bien que se lo contó. Seguro eso animó a Claudia, aunque también es muy probable que Claudia compartiera la cama con Angélica y Octavio desde su primera visita, o ustedes ¿Qué creen?

P.D. Gracias a Gabriel y Gloria por su aportación. Calixto.
Datos del Relato
  • Categoría: Intercambios
  • Media: 5.08
  • Votos: 85
  • Envios: 4
  • Lecturas: 3737
  • Valoración:
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Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
sandra
invitado-sandra 18-09-2004 00:00:00

estoy empapada y voy a tener que masturbarme a salus de todos bye.

Lizeth
invitado-Lizeth 13-09-2004 00:00:00

Que ondas cali, pues aqui esta de nuevo tu fan numero uno jejej pues ya sabes la dinamica no? Como siempre me pones bien calinete y pues 3 minimo no ? que riko ? ya sabes felicidades otra vez... Un beso estamos en contacto ok !!! L.M.

Alegria
invitado-Alegria 09-09-2004 00:00:00

Me encanta de verdad tus relatos me gustaria que siguieras escribiendo muchos más. Saludos Alegria de Venezuela

luna
invitado-luna 09-09-2004 00:00:00

ME FASCINO TU RELATO, FELICIDADES TIENE MUCHO SEXO (COMO A MI ME GUSTAN), MUCHA PASION...

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